Los fenónemos meteorológicos anómalos y la sociedad japonesa

Librarse de la sobreprotección administrativa para sobrevivir a los desastres meteorológicos

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Katada Toshitaka [Perfil]

Cuando el tsunami originado por el Gran Terremoto del Este de Japón asoló la ciudad de Kamaishi (prefectura de Iwate), el 99,8 % de los niños de primaria y secundaria lograron salvarse gracias a que huyeron rápidamente a refugiarse. El autor de este artículo, que contribuyó a instruir a los niños de Kamaishi para tomar la iniciativa en las evacuaciones de emergencia, lanza una llamada de alarma sobre la necesidad de prepararse para los desastres meteorológicos.

Desastres meteorológicos graves: la posibilidad de tifones de dimensiones nunca vistas

Tras el Gran Terremoto del Este de Japón que tuvo lugar en 2011, da la impresión de que la prevención de desastres en Japón se concentra exclusivamente en los terremotos y los tsunamis. Por supuesto que suponen una importante amenaza, pero en realidad las catástrofes provocadas por estos fenómenos se presentan con una frecuencia relativamente baja. Lo que representa un problema mucho más grave son los desastres meteorológicos. Últimamente abundan las llamadas “tormentas de guerrilla” —lluvias torrenciales concentradas en una zona reducida—, pero tienen un perímetro muy pequeño y no provocan la devastación de regiones enteras. Más preocupantes son los tifones, cada vez de mayor escala. Las altísimas temperaturas que se mantienen en las aguas oceánicas indican que el mar es donde más avanza el proceso del calentamiento global. Las elevadas temperaturas de los mares evitan que los tifones se debiliten, por lo que es cada vez más habitual que los tifones sigan en proceso de expansión al llegar a Japón. Si esta situación se mantiene, hay muchas probabilidades de que Japón se vea afectado por tifones gigantes en un futuro cercano.

El tifón número 8 que afectó Okinawa en julio de este mismo año, por ejemplo, era de dimensiones titánicas. Ante la previsión de que siguiese expandiéndose, se emitió una alarma especial, pero afortunadamente el tifón se estancó (el 7 de julio alcanzó una presión central de 930 hPa). Los posteriores tifones 11 y 12 también trajeron intensas lluvias.

A principios de noviembre de 2013 el tifón número 30 —bautizado como Haiyan— alcanzó la isla filipina de Leyte con 895 hPa de presión central y provocó más de 6.000 víctimas mortales. El mes de noviembre marca el final de la temporada de tifones, y hasta entonces jamás se había producido un tifón de tal alcance en esa época del año. Cabe apuntar que los mayores tifones registrados históricamente en Japón son el de Muroto en 1934 (911 hPa) y el de la bahía de Ise en 1959 (929 hPa). El tifón número 30 de 2013 rondó los 900 hPa. Si tenemos en cuenta que el huracán Katrina que asoló Nueva Orleans en 2005 era de 902 hPa, la gravedad de esos 895 hPa del tifón Haiyan es más que evidente.

En abril de 2012 la Agencia Meteorológica de Japón publicó una simulación que indicaba la posibilidad de la llegada de tifones que rozasen los 850 hPa en un futuro. Opino que si no nos preparamos ya para dicha posibilidad, puede que después sea demasiado tarde.

Los niños de Kamaishi huyeron del peligro por iniciativa propia

Desde 2004 me dedico a impartir educación para la prevención de desastres a los niños de la ciudad de Kamaishi (prefectura de Iwate). En 2010, el año anterior al Gran Terremoto del Este de Japón, se decía que la probabilidad de que se produjese un gran terremoto con tsunami en los siguientes 30 años era del 99 % en la costa de la prefectura de Miyagi y del 90 % en la costa de Sanriku. No obstante, antes del fatídico 11 de marzo de 2011 nadie de la zona afectada intentaba huir cuando se emitían alarmas de tsunami o llamadas de evacuación. Por eso decidí tomar la precaución de preparar a los niños de Kamaishi para huir con rapidez, y creo eso se reflejó en su reacción cuando se produjo el terremoto. El tsunami causó más de 1.000 víctimas mortales en Kamaishi pero, gracias a que la mayoría de los niños tomaron la decisión de evacuar, 3.000 niños de las 14 escuelas de primaria y secundaria de la ciudad lograron sobrevivir.

El concepto fundamental de la prevención de desastres es tomar todas las medidas posibles para reducir al máximo el número de víctimas mortales antes de que se produzca un desastre. Sin embargo, tras el Gran Terremoto de Hanshin-Awaji las medidas de prevención de desastres en Japón se han centrado en la gestión posterior a los desastres. Incluso en las estrategias de prevención de desastres regionales, solo se tienen en cuenta puntos como el abastecimiento de provisiones y agua, y la seguridad de las zonas de refugio: medidas destinadas a los supervivientes.

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Profesor de la Escuela de Posgrado de Ciencias e Ingeniería de la Universidad de Gunma y director del Centro de Investigación para la Prevención de Desastres en la Zona Metropolitana de Tokio, asociado a la misma universidad. Nacido en 1960. Especializado en Sociotecnología de Desastres. Además de investigar sobre una amplia variedad de temas relacionados con los desastres naturales, participa en la organización de actividades para la prevención de desastres en todo el país. Desde 2004 organiza en Kamaishi actividades educativas para niños sobre la prevención de desastres causados por tsunamis, en las que aplica un enfoque proactivo a la hora de abordar las evacuaciones. Sus principales publicaciones son Inochi wo mamoru kyōiku: 3.11 Kamaishi kara no kyōkun; Centro de Investigación PHP, 2012) y Hito ga shinanai bōsai; Shūeisha Shinsho, 2012).

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