Viajando por las provincias

Las islas Gotō: un viaje por la historia de los cristianos ocultos de Nagasaki

Cultura Historia

El 30 de junio la UNESCO decidió incluir el patrimonio de los cristianos ocultos de Nagasaki y Amakusa en la lista del Patrimonio de la Humanidad. El fotógrafo Kuroiwa Masakazu viaja hasta las islas Gotō para ofrecernos un recorrido por el conjunto monumental cristiano que allí se conserva.

El Patrimonio de la Humanidad en el norte de las islas

Tomo el ferri del puerto de Fukue en dirección norte, hasta las islas de Hisaka y Naru, y luego a Nakadōri, la segunda isla de mayor extensión del archipiélago. Desde allí navego hasta la isla de Kashiragashima, donde empiezan las aldeas que forman el conjunto de edificios y enclaves cristianos de Nagasaki y Amakusa.

En 1868 tuvo lugar en la isla de Hisaka el llamado martirio de Rōyanosako, en que más de doscientos cristianos permanecieron encerrados en una cárcel de 40 metros cuadrados durante ocho meses; cuarenta y dos de ellos perdieron la vida. Actualmente allí se yergue, en su memoria, la iglesia de Rōyanosako. En la zona de Gorin, al este de la isla, se halla la antigua iglesia de Gorin, que data de 1881 y es una de las más añejas de las islas Gotō. La luz que se cuela en el interior gótico del edificio abandonado le brinda un aire de misterio.

La antigua iglesia de Gorin (izquierda), a orillas del mar y al pie de las montañas, es Patrimonio de Importancia Cultural de Japón.

El interior cuenta con una espléndida bóveda de crucería.

La isla de Naru es famosa por haber albergado a numerosos kakure kirishitan, o cristianos ocultos. A diferencia de los cristianos ocultos que regresaron al catolicismo tras el levantamiento de la prohibición del cristianismo, los kakure mantuvieron una práctica religiosa que, tras la ausencia de los misionarios, se había ido transformando en una fe distinta de la original. Los cristianos ocultos de Egami fueron los primeros en recibir el bautismo, de manos del párroco francés Auguste Bourelle, tras abolirse la prohibición a principios de la era Meiji. Fueron los habitantes de la localidad los que construyeron la iglesia de Egami como ofrenda para agradecer a Dios la abundante pesca de 1917. La pequeña construcción de madera fue nombrada Patrimonio de Importancia Cultural en 2008.

La iglesia de Egami, con su fachada de color crema, se cobija en el frondoso bosque.

Cruzando el puente Kashiragashima Ōhashi se accede a la isla de Kashiragashima, al este de la de Nakadōri. Aquí es donde se trasladaron y fundaron una aldea los cristianos de la zona de Tainoura (Nakadōri) en tiempos de la Revolución Meiji. Como símbolo de la fe de los lugareños queda la iglesia del pueblo, la única de piedra del oeste de Japón, construida con piedras y de estética regia.

La iglesia de Kashiragashima, construida en piedra, tiene un aspecto robusto.

La aldea rodeada de montañas en la isla de Kashiragashima, donde los cristianos ocultos escaparon desde la isla de Nakadōri.

Las lápidas del cementerio de Kashiragashima, junto al mar.

 El recuerdo de los cristianos ocultos en una isla deshabitada

La última parada de la ruta es la isla de Nozaki, en el noreste del archipiélago. Aunque hoy en día se encuentra abandonada, antaño llegó a tener una población de seiscientas personas, repartidas en tres aldeas.

La iglesia de Nokubi, de 1908, se alza en la antigua localidad del mismo nombre. Las diecisiete familias de la aldea, pescadoras de kibinago (arenquillo de banda), limitaron su alimentación a dos comidas diarias para recaudar los fondos necesarios para financiar las obras de la iglesia.

La iglesia de Nokubi se alza majestuosa, atestiguando siglos de historia, en una isla ahora abandonada.

Unos muros derruidos son lo único que queda de la antigua iglesia de Setowaki, en la aldea de Funamori, otra localidad abandonada en el extremo sur de la isla. Su emplazamiento, en una empinadísima pendiente, insinúa los rigores a los que se enfrentaron los lugareños. La belleza de las numerosas iglesias de las islas Gotō provoca un contraste impactante con la aridez de su entorno. Visitar las islas de este archipiélago y conocer la historia de los cristianos que una vez vivieron allí les dejará, sin duda, una huella imborrable en la memoria.

Una cruz blanca señala la ubicación de la antigua aldea de Funamori, asentada en un terreno muy inclinado.

Los restos de campos de cultivo en pendiente revelan las severas condiciones de vida de antaño.

Reportaje y texto: Kuroiwa Masakazu.

(Fotografía del encabezado: La iglesia de Nokubi se alza en una pendiente inhóspita.)

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