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Tomoe: ábacos en la era de la calculadora
Guíade Japón
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Sin lugar a dudas, el ábaco ya no es un utensilio de la vida diaria; la calculadora ha tenido mucho que ver en su desaparición de los hogares y las oficinas de Japón. De hecho, cada vez son más personas las que utilizan los teléfonos inteligentes para hacer cuentas. La digitalización redujo marcadamente las ventas de ábacos, y de la veintena de empresas que comerciaban con este producto en su época de auge apenas sobreviven unas pocas. Sin embargo, por muy analógico que sea, el ábaco se resiste a desaparecer y está cobrando relevancia de formas inimaginables.
Aprendizaje infantil y prevención del alzhéimer
La demanda de ábacos se debe, en primer lugar, a su uso como herramienta de aprendizaje para los niños.
“Antiguamente, el uso del ábaco y la caligrafía eran dos de los aspectos más representativos del estudio. Posteriomente, la oferta aumentó de forma significativa, con opciones como la natación y el inglés, de ahí que el ábaco perdiera importancia. No obstante, en torno al año 2000, la noticia del descenso en las competencias de cálculo básico de los universitarios propició que se volviera a considerar el ábaco como una herramienta clave para mejorar en operaciones como las sumas y las restas; ahora vuelve a cobrar popularidad. El manejo del ábaco figura siempre entre las diez primeras disciplinas que los padres quieren que sus hijos aprendan”, explica Fujimoto Tomoe, presidenta de Tomoe, uno de los principales fabricantes de ábacos. La firma se encuentra en Yotsuya, en Tokio.
El ábaco de cien cuentas de la firma Tomoe ha tenido que ver en el resurgimiento de estas herramientas de cálculo, que ya figuraban en los libros de texto en la era Meiji (1868-1912). Este utensilio, formado por diez filas de bolitas, permite realizar operaciones hasta cien; facilita la comprensión de cómo funcionan los números, de ahí que se utilice para aprender aritmética en la etapa más temprana de la educación primaria. En una época en la que las calculadoras y los teléfonos inteligentes facilitan hacer cuentas, el ábaco, que permite “ver” los números y potencia las habilidades de cálculo, vuelve a brillar con luz propia como instrumento para potenciar las capacidades de los niños.
En segundo lugar, destaca el uso del ábaco para prevenir el alhzéimer.
“Se cree que hacer cuentas simples aumenta el riego sanguíneo al cerebro. El uso de los dedos para manipular el ábaco incrementa también ese riego. Damos clases de ábaco como instrumento de prevención para el alhzéimer, orientadas a centros de atención de día, entre otros. Los participantes quedan muy contentos. Hay quienes no quieren usar el ábaco, de ahí que probemos diferentes métodos: lo usamos para jugar al bingo, combinándolo con cartas... Es posible que uno de sus principales efectos sea el fomento de la comunicación. Las personas mayores suelen hablar poco, así que el ábaco se convierte en una herramienta indispensable para hacer surgir la conversación”, explica Fujimoto.
Aficionados al ábaco en el extranjero
Las posibilidades del ábaco, fuente de conocimientos para niños y personas de la tercera edad, son también conocidas en el extranjero, la tercera “herramienta” para aumentar la demanda.
Tomoe se fundó en 1918, cuando el anterior presidente, Fujimoto Yūji, se trasladó de Hyōgō a Tokio. Desde el principio, el fundador de la firma puso las miras en los mercados foráneos; en 1960 creó un departamento de comercio en la empresa. Hicieron campañas de promoción y comenzaron a recibir los primeros pedidos. Los manuales de uso se publicaron en seis idiomas extranjeros: inglés, alemán, francés, español, danés y esperanto.
Fujimoto Tomoe, hija del fundador, ha sido la encargada de seguir materializando los deseos de su padre, que expandió el negocio al exterior con la idea no solo de dar a conocer el ábaco, sino también toda la cultura que lo rodea. Tras el fallecimiento repentino de su progenitor, la actual presidenta de la firma abandonó su puesto de profesora de inglés en un instituto de educación secundaria superior y asumió las riendas del negocio familiar. Ahora aprovecha los conocimientos de su profesión anterior para conseguir que la gente se aficione al ábaco en otros países.
“En 1996 abrimos un sitio web y decidimos centrarnos en la venta en línea. Se puede pagar con tarjeta de crédito, algo que ha aumentado con creces nuestro rendimiento. Recibimos pedidos de muchos países”, cuenta Fujimoto.
La firma ofrece clases de ábaco con el objetivo de conseguir que más personas tengan oportunidad de entrar en contacto con este utensilio. Hace unos años, recibieron la siguiente petición de un docente turco que sabía manejarlo:
“Contactó con nosotros para pedirnos que le enseñáramos lo que sabíamos, ya que quería difundir el ábaco en su país. Le dimos un curso de dos días de duración en Tokio. Al parecer, este profesor ha formado a 500 maestros del ábaco en Turquía, país en el que ahora aprenden a utilizarlo unas 25.000 personas. Era profesor de universidad, así que me sorprendió lo bien que se le daban los negocios (risas). Además, recibimos un pedido de una mujer de nacionalidad esrilanquesa residente en el Reino Unido que quería utilizar el ábaco con personas mayores; incluso vino a Tokio y le organizamos unas clases. Tenemos estudiantes de Estados Unidos, Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos... Se están formando para luego enseñar”, relata Fujimoto.
A pesar de ser esta una era digital, el ábaco ha conseguido mantener a flote su popularidad tanto en el extranjero como en territorio japonés debido a que en Japón se ha modificado para facilitar su uso.
La curiosa evolución del ábaco en Japón
Se cree que el primer modelo de ábaco se inventó en China. Este utensilio para hacer cuentas, formado por varias filas de bolas, llegó a Japón a finales del siglo XVI, en la segunda mitad del período Muromachi, y se propagó ampliamente en el período Edo (1603-1867).
El ábaco originario de China tenía las cuentas redondas, pero en Japón decidieron cambiarlas por unas con forma de rombo, más fáciles de mover con los dedos. Además, se hicieron modificaciones en el número de cuentas: en aquel entonces, la fila superior estaba formada por barras de dos cuentas y la inferior, por barras de cinco. Sin embargo, en 1935 se hizo obligatorio enseñar a usar el ábaco en las escuelas primarias japonesas, así que se aprovechó para eliminar una cuenta de las barras inferiores. Así nació el modelo estándar de ábaco que conocemos en la actualidad, con una cuenta en cada línea de la fila superior y cuatro en la inferior.
“El uso frecuente del ábaco permite que cualquier persona pueda calcular mentalmente gracias a que ahora solo tiene cuatro cuentas. Representa el sistema decimal, de fácil comprensión para todo el mundo, y es precisamente esto por lo que se sigue utilizando a día de hoy”, sentencia Fujimoto.
En la actualidad, la producción de ábacos en Japón se concentra en Hyōgō y Shimane. De hecho, los de Tomoe se fabrican en la ciudad de Ono, en la primera de estas dos prefecturas. Las cuentas de los ábacos que salen de allí están hechas con madera de abedul, un material tan duro que a menudo se dice que es capaz de partir un hacha. Los modelos de mayor calidad tienen un marco de ébano con tiras finas de bambú moso o de invierno (Phyllostachys edulis). En estas instalaciones no disponen de máquinas para poner las cuentas; un maestro artesano se encarga de hacerlo a mano incluso a día de hoy.
El ábaco es un instrumento de cálculo sin igual que permite comprobar a simple vista tanto los dígitos como la propia manera de calcular. Nada podrá arrebatarle esa posición única que ocupa, ni siquiera la edad de la inteligencia artificial que está por llegar.
Imágenes: Nagasaka Yoshiki
(Traducción al español del original en japonés)