Un viaje a lo cotidiano a través del ‘sentō’
Introducción al ‘sentō’: secretos sobre los baños japoneses
Guíade Japón
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Se puede ir con las manos vacías
Visitamos Takarayu, un sentō con verdadero ambiente de baño público japonés, que se encuentra en el distrito Adachi, de Tokio. Rodeado por la vieja estética de la era Shōwa (1926-1989), un establecimiento como este puede resultar intimidante ya desde la cortina de la entrada, pero si conocemos la etiqueta típica de un sentō no habrá problema. Además de un cambio de ropa el cliente puede llevar consigo lo necesario para el baño: toalla, champú, acondicionador, jabón y otros artículos; pero lo cierto es que puede acudir también solo con lo puesto. Probemos uno de estos templos del baño, pues.
Tras descalzarse y pagar, al vestuario
Tras atravesar la cortina de la entrada se llega al vestíbulo, donde veremos hileras de estantes para el calzado. Contienen taquillas individuales para cada par de zapatos, con una llave en forma de tablilla de madera. Tras guardar el calzado y retirar la tabla, la taquilla queda cerrada. En Takarayu el cliente se queda con la tablilla hasta el momento de salir, pero conviene recordar que hay otros establecimientos en los que la llave de madera se deja en la recepción.
La cantidad a desembolsar por el uso de un baño público en Tokio es de 460 yenes (el precio varía según la prefectura). En la recepción también se puede adquirir, de ser necesario, un juego de artículos de baño, y después llega el momento de entrar en la zona del baño propiamente dicho; las mujeres por un lado, los hombres por otro. La figura que vigila ambas zonas es una tradición antigua; hay muchos sentōs en los que la separación por sexos se da desde la entrada.
Desnudarse en el vestuario, y a la sala de baño
Lo primero, una vez en el vestuario, es desnudarse por completo y guardar todos los objetos personales, junto con la tablilla del calzado, en una nueva taquilla. La llave de esta se lleva colgada alrededor de la muñeca; con los enseres de baño, y la toalla cubriendo las partes pudendas, entramos a la sala de baño. Como esta sala está cargada de humedad, debemos cerrar bien la puerta de acceso tras entrar.
Se entra a las bañeras tras lavarse el cuerpo
Tras hacernos con una banqueta y un pequeño barreño de entre los que se encuentran apilados junto a la entrada, nos sentamos ante un grifo que esté libre. Antes de sumergirnos en el agua debemos limpiar bien nuestro cuerpo. Si el sentō cuenta con ducha de manguera es importante comprobar que no molestamos a los usuarios que estén alrededor al lavarnos. ¡Cuidado con la temperatura del agua!
Relax en las amplias bañeras
Tras limpiar y devolver a su sitio la banqueta y el barreño, entramos en la bañera. La etiqueta dicta que no debemos introducir la toalla en el agua; la forma más común de solventar este problema consiste en bañarnos con ella sobre la cabeza. No debemos olvidar recoger los otros enseres y dejarlos en algún sitio donde no molesten. Si el agua de la bañera está demasiado caliente podemos añadir algo de agua fría, teniendo siempre en cuenta si hay alguien a quien esto pudiera molestarle. Por muy amplia que sea la bañera, no se debe nadar en ella.
Tomar abundante líquido tras el baño
Antes de regresar al vestuario hemos de escurrir bien la toalla y frotar con ella el cuerpo para quitar toda el agua posible. Chorrear el agua del cuerpo por el suelo del vestuario es la peor afrenta que se puede hacer en un sentō. Podemos refrescar la piel calentada por el sol ante los ventiladores, o quitar el sudor con la toalla. Tras eliminar el sudor nos vestimos. Tras salir de la zona de baño podemos comprar leche o algún otro líquido en la recepción; es uno de los placeres de la experiencia de ir a un sentō. Según Furo, “Takarayu es estupendo porque tras bañarte puedes disfrutar de las vistas del jardín desde el pasillo abierto”. Está claro que un trago refrescante en ese pasillo resulta una experiencia aún más excepcional.
El sentō, un lugar de encuentro
El sentō tiene aún más encantos. “Además de quedar limpio y relajado, uno también puede conocer a todo tipo de personas”, dice Furo, a quien parece gustarle el ambiente de camaradería en el que charlan los clientes más mayores. Quizá sea esa cualidad misteriosa del sentō, donde nos encontramos con otras personas desnudas, como cuando éramos niños.
Furo suele visitar el sentō acompañado de compañeros más jóvenes. “Es un lugar que se puede visitar solo, con amigos o de cualquier forma”. También se pueden entablar amistades en él, para visitar locales en grupo. Hay personas que se juntan los días festivos para pasear por la ciudad y visitar los sentōs más interesantes. Si los turistas extranjeros aprenden cómo visitar de forma óptima este tipo de baños, al igual que lo hace Furo Wakuzō, podrán disfrutar una parte de la tradición popular japonesa con siglos de antigüedad.
Texto: Waga Naofumi (plant Q)
Imágenes: Katō Kumazō
Modelo / imágenes adicionales: Furo Wakuzō
Colaboración para la redacción del texto: Asociación para la Expansión Cultural del Sentō de Adachi