Grandes figuras de la historia de Japón

Lafcadio Hearn, un escritor que captó con su sensibilidad la esencia de la cultura japonesa

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Lafcadio Hearn, cuyo nombre japonés fue Koizumi Yakumo, fue un escritor del período Meiji conocido por su libro Kwaidan (Historias de fantasmas) y otras obras. Fue un pensador que miró hacia el futuro y nos legó muchas observaciones que parecen predecir el Japón contemporáneo. Repasamos la vida de este autor reflexionando sobre el significado de su vigencia actual.

Hacia la tierra natal de la mitología, Izumo

Aunque llegó a Japón como reportero de la compañía de Harper, decidió cancelar el contrato y elegir vivir en Japón. Con el apoyo de Hattori Ichizō, miembro del Ministerio de Educación, que conoció en la Exposición Universal de Nueva Orleans, y Chamberlain, logró que le asignaran un trabajo en una escuela de secundaria de la prefectura de Shimane y llegó a Matsue el 30 de agosto de 1890 (año 23 de la era Meiji). Al comienzo de la traducción inglesa del Kojiki aparece insertado un mapa de los mitos y sobre él aparece escrito de una forma destacada “Grupo de mitos de Izumo”. Que le destinasen al escenario de los mitos de Izumo le debió causar sin duda alguna una gran alegría y emoción.

En Matsue tuvo la oportunidad de encontrarse con muchas personas que le comprendían bien, como el subdirector de la escuela Nishida Sentarō. En la tranquila superficie del lago Shinjiko cuya luz parece de ensueño encontró una belleza oriental como nunca había visto antes. Gracias a la introducción de Nishida, Hearn comenzó a vivir con Koizumi Setsu, una hija de la familia descendiente del samurái de Matsue. Muchos de los últimos escritos como Kwaidan (Historias de fantasmas) fueron reproducidos a partir de las charlas de Setsu.

En el santuario de Izumo, Senge Takanori le dio una cálida bienvenida y fue el primer occidental que fue conducido hasta el edificio principal. Después de esto, visita dos veces el mismo santuario donde experimentó la cultura sintoísta en primera persona. También recibió un encargo de Chamberlain: recogió amuletos de los diversos santuarios de Izumo y donó con todo respeto más de 80 amuletos a E. B. Tylor, director del Museo Pitt Rivers de Oxford.

En la Matsue de la época ya había reparto de leche y un chef muy diestro en cocina occidental le ofrecía bistecs. También podía proveerse de cerveza en la farmacia. Como a Hearn le tomó un tiempo adaptarse a la cocina japonesa, contar con un ambiente tan occidental tuvo que resultarle un bálsamo tanto anímica como corporalmente.

Explorando el concepto de divinidad de los japoneses

Sin embargo, Hearn, que había quedado encerrado por la frialdad invernal de Matsue, volvió a viajar pasados un año y tres meses. Más tarde se mudaró a Kumamoto, Kobe y Tokio. En la época de Kobe, dio prioridad a su futura vida familiar, y tras contraer matrimonio con Koizumi Setsu, adoptó la nacionalidad japonesa y pasó a llamarse Koizumi Yakumo en 1896 (año 29 de la era Meiji). En aquel momento, informó desde Kobe de su alegría por carta a su amigo Elwood Hendrick en septiembre de 1896: “Yakumo era un término poético de la palabra Izumo, que significa el país donde brotan las nubes, y que es el nombre de mi región favorita. Creo que te será fácil entender el motivo de mi elección”.

Koizumi Yakumo (izquierda) en Kobe y su familia ©Museo Conmemorativo de Koizumi Yakumo.

En la vida posterior a Kumamoto, se topó con un Japón que había perdido su modestia al perseguir la civilización y el militarismo, facetas que no pudo sentir en Matsue. Al mismo tiempo que aumentaba su decepción, fue madurando su comprensión objetiva de Japón. Prescindiendo de su trabajo de campo, se encerró en su biblioteca para reflexionar sobre la idea de lo divino de los japoneses. Escuchó con sumo cuidado las historias de fantasmas que le contaba Setsu y se dedicó totalmente a la labor de insuflarle el alma literaria necesaria para revivir estas narraciones.

En ese momento, mientras muchos occidentales consideraban que el sintoísmo no tenía sutras ni preceptos religiosos, Yakumo pensó que el sintoísmo no se encontraba en los libros, sino que se hallaba en el corazón de los japoneses y que cobraba vida cuando sus supersticiones, mitos y sortilegios resonaban con lo más profundo del alma del pueblo japonés. Hearn descubrió y empatizó con esta generosa visión sobre la divinidad existente en Japón que permite desde adorar en ciertas ocasiones a personas vivas como una divinidad, hasta reconocer que dentro de los artefactos artificiales fabricados por la mano del hombre puede haber un espíritu.

El oficial norteamericano que resonó con el pensamiento de Yakumo

Yakumo intentó escribir la historia espiritual de los japoneses en su último libro Nippon ― hitotsu no kaimei (Japón - Una elucidación). En dicho libro plantea que, en Japón, el culto a los ancestros atraviesa de modo uniforme la espiritualidad japonesa a través de los festivales familiares y de las deidades locales y que toda ella converge en el festival del santuario de Ise consagrado al dios ancestral de la familia imperial. En otras palabras, considera que el culto a los ancestros y el respeto por el emperador eran inseparables. Hubo una persona que simpatizó con esta idea: fue un oficial norteamericano, Bonner Fellers, ayudante de MacArthur durante la Guerra del Pacífico.

Bonner Fellers era una persona muy cercana a MacArthur.

Fellers, que había repasado todos los escritos de Yakumo, buscó a los familiares supervivientes de Hearn y visitó su tumba tan pronto como llegó a Japón para gestionar la posguerra. Este oficial que también trabajó plenamente en la creación del "Memorándum sobre el Emperador" y las "Memorias del Emperador Shōwa" hizo una propuesta para evitar dañar aún más la fortaleza espiritual del pueblo japonés evitando que se procesase al Emperador Shōwa en el juicio de Tokio y que derivase su poder hacia una dirección democrática. Lo cual es una gran contribución por su parte a la realización del sistema simbólico del emperador hoy en día.

En los archivos del Museo Conmemorativo de MacArthur en Norfolk, Virginia, hay guardados 5.000 volúmenes de la colección personal de MacArthur, entre los cuales hay siete libros de Koizumi Yakumo. Entre ellos destacan: Nippon ― hitotsu no kaimei (Japón - Una elucidación) y Shirarenu Nippon no omokage (Vislumbres del Japón desconocido) que incluyen las principales obras de la era japonesa.

Jardín japonés de Lafcadio Hearn (Lafcadio Hearn Japanese Gardens) en Tramore, Irlanda. Tramore es una ciudad costera que a menudo visitaba con su tía abuela durante su primera infancia cuando Hearn vivía en Dublín. Se compone de nueve jardines que presentan la vida de Hearn.

Fotografías por cortesía de la familia Koizumi.

Fotografía del encabezado: Retrato de Lafcadio Hearn (1889).

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