Grandes figuras de la historia de Japón
Andō Momofuku: el inventor de los fideos que cambiaron el mundo
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Empresario exitoso de joven, inventor exitoso de mayor
Andō Momofuku (1910-2007), conocido por su apodo “Mr. Noodle” (señor fideo), inventó en 1958 el ramen instantáneo, un producto que actualmente registra un consumo de 5.500 millones de unidades en Japón y 100.000 millones a nivel internacional, lo cual lo convierte en un verdadero “plato mundial”. La empresa alimenticia Nissin, fundada por el propio Andō, ha crecido hasta convertirse en un gigante de la industria, que superó para el año fiscal 2017 los 490.000 millones de yenes en ventas.
Sin embargo, la vida de Andō no estuvo exenta de dificultades. Desde muy joven se dedicó a la gestión de empresas, pero también llegó a perder todo su dinero de golpe. Cuando se lanzó al mercado el famoso chicken ramen (ramen de pollo), el primer ramen instantáneo del mundo, el inventor ya había cumplido 48 años.
Andō nos legó estas palabras:
“En la vida nunca se llega tarde. Yo necesité 48 largos años de trabajo para lograr este invento”.
Arruinado a los cuarenta: la resurrección de Andō gracias al ramen
Andō nació en Taiwán el 5 de marzo de 1910, cuando el país se hallaba bajo la ocupación japonesa. Sus padres murieron siendo él muy joven, por lo que fueron sus abuelos, dueños de una tienda de kimonos en la ciudad de Tainan, quienes se encargaron de criarlo junto a sus dos hermanos mayores y su hermana menor. El hecho de ver a sus dos abuelos trabajando le hizo crecer considerando los negocios como algo divertido.
Con tan solo 22 años fundó una empresa de venta de tejidos de punto japoneses en Taiwán. La empresa comenzó con buen pie, y para el año siguiente se trasladaron a Osaka; Andō hizo una sonada aparición en Kansai como joven empresario. Debido a la Segunda Guerra Mundial se perdió una buena parte de los negocios, pero Andō, cuyo fuerte espíritu y vitalidad no se dejaron vencer, dedicó sus energías en la posguerra a tareas tan diversas como fabricar barracas provisionales que sirvieran de alojamiento, producir sal e incluso construir una escuela.
Andō fue enviado a prisión dos veces. Antes de la guerra, por sustraer provisiones del ejército para el mercado negro, y en la posguerra, por evasión de impuestos; pero en ambas ocasiones fue exonerado de culpa. Fue acusado en parte por ser un millonario nacido en Taiwán, pero también sufrió penalidades por el caos que reinaba en Japón durante los años que siguieron al conflicto. Conoció y se casó con su esposa, Masako, durante la guerra. Ella ofreció su cariño y su apoyo durante todas las tribulaciones de la vida de Andō.
Cuando el empresario ya había superado la cuarentena se vio enfrentado al dilema más duro de su vida. En 1957 quebró una cooperativa de crédito en la que Andō ejercía de presidente. Salvo por una propiedad de alquiler en la ciudad de Ikeda, en la prefectura de Osaka, lo perdió todo de golpe. El trabajo como presidente lo había aceptado por petición de un amigo, y lamentó después haber entrado en el mundo de las finanzas como un error “del que salí escaldado”.
Sin embargo, en opinión de Andō “solo había perdido bienes. La experiencia se me coló en la sangre, en la carne”; así fue capaz de recuperarse. Y así comenzó la historia en la que sería conocido como el padre del ramen instantáneo: construyó un simple cobertizo en el jardín trasero de su casa y comenzó a desarrollar el producto él solo.
Un invento nacido del tempura de su esposa
La idea del ramen instantáneo de Andō nació en la época de racionamiento durante la posguerra, mientras el inventor observaba un mercado negro cerca de la estación de Osaka. Al ver una larga fila de gente esperando en aquel ambiente frío para conseguir un cuenco de ramen, pensó con acritud que la comida era lo más importante. Sin comida de nada sirven la ropa y la vivienda, ni las artes ni la cultura. Al mismo tiempo se dio cuenta de cuánto aman los japoneses los fideos en todas sus formas, e imaginó que debía de existir una correlación entre la longitud de aquella fila de gente y la cantidad de demanda para un producto así.
Tiempo después, cuando él mismo tuvo problemas para alimentarse, recordó aquella escena y decidió intentar desarrollar el ramen, un plato rápido, fácil de comer y conservar.
Durmiendo tan solo cuatro horas al día y sin tomarse vacaciones, Andō continuó con su investigación. Los principales obstáculos eran el secado de los fideos para su preservación durante largos periodos y una producción que permitiera consumir el producto añadiendo únicamente agua caliente. El proceso nacido de esa investigación consiste en freír los fideos en aceite para eliminar el líquido que contienen.
En la ciudad de Tainan, donde Andō se crió, existe un tipo de fideos llamados yimen que se fríen antes de ser cocidos. Hay quien dice que las raíces del ramen instantáneo se hallan en el yimen, dado que una vez frito aguanta durante días sin estropearse. Sin embargo, la verdadera inspiración de Andō fue el tempura que hacía su esposa. El inventor solía verla freír el crujiente tempura de forma que perdiera el agua sobrante, y así fue como se dio cuenta del poder de secado del aceite a altas temperaturas.
En agosto de 1958 salió al mercado el Chicken ramen (ramen de pollo) de Andō. Incluía los fideos ya sazonados con caldo de pollo y especias. Con añadir agua caliente bastaba para consumirlos. En aquella época lo llamaron “el ramen mágico”, y en un abrir y cerrar de ojos se convirtió en un gran éxito.
Cuando Andō le dijo a su esposa Masako que iba a dedicarse a los fideos, ella lo animó: “Si quieres trabajar en eso, conviértete en el mejor fabricante de ramen de Japón”. Y, como en respuesta a su petición, en los cinco años que siguieron a su fundación Nissin se había expandido hasta registrar unas ventas anuales por valor de 4.300 millones de yenes.
El nacimiento del Cup noodle: un pequeño cambio que sacudió el mundo
En 1971, trece años tras el lanzamiento del Chicken ramen, Andō había cumplido ya los 61, pero de nuevo sorprendió al mundo con uno de sus inventos: el Cup noodle. El producto ya no venía en bolsa, sino en un bote de plástico. Quizá parezca un cambio insignificante, pero hizo que los fideos japoneses saltaran las fronteras nacionales y empezaran a conquistar el mundo.
La idea le vino de una visita a un mercado estadounidense en 1966. Debido a que no había cuencos o palillos a mano no podía demostrarle a un comprador de la zona cómo comer los fideos. Al ver esto, los encargados de un supermercado local dividieron los fideos en dos vasos de papel y, tras añadir agua caliente, comenzaron a comer con tenedores.
Andō se dio así cuenta de que “superar las diferencias en las costumbres alimenticias de cada país era la clave para avanzar en los mercados globales”. Concentrando de nuevo todo tipo de conocimientos y habilidades, tras cinco años de ensayo y error, ofreció por fin al mundo su Cup noodle, con envase desechable.
No obstante, tras su lanzamiento el Cup noodle se vio enfrentado a nuevos problemas. Para empezar, su precio era superior al de los fideos en bolsa, y sus ventas iniciales no fueron muy buenas. Hubo que esperar un año de esfuerzos constantes para que el negocio viera su oportunidad.
La razón principal fue el caso Asama-Sansō, en febrero de 1972, el cual mantuvo a los japoneses pegados a sus televisores. Se trataba de un secuestro en el que la policía pasó más de una semana ante el lugar en el que los secuestradores de extrema izquierda se habían encerrado con la secuestrada, bajo un tiempo inclemente en el que incluso las cajas de comida se congelaban. Los agentes consumían Cup noodles como principal alimento; al extenderse aquellas imágenes de policías sorbiendo los fideos humeantes con cara de éxtasis, el producto se hizo tremendamente popular.
El sueño definitivo: ramen en el espacio
Cuando los Cup noodles se convirtieron en un éxito comenzaron a aparecer rivales internacionales en el mercado, y el ramen instantáneo se convirtió en un verdadero género. Andō, que pensaba que “la competición y la rivalidad amistosas en el mundo de los negocios fomentan el desarrollo”, no monopolizó la patente de su invento, sino que lo licenció. Esto dio origen al crecimiento del mercado, hasta hacerse gigantesco, y la expansión aún mayor de Nissin.
Pese a todos sus logros, Andō continuó esforzándose por investigar más hasta el fin de sus días. En 2001, con 91 años de edad, anunció el comienzo del desarrollo de un “ramen espacial”, y él mismo lideró el equipo de investigación. Como resultado, el equipo desarrolló el llamado Space ram, un ramen con un caldo más espeso de lo normal, para prevenir las salpicaduras en gravedad cero; el invento entró en la nave espacial Discovery de la mano del astronauta Noguchi Sōichi en julio de 2005.
El espíritu emprendedor que se hereda
El 5 de enero de 2007 Andō Momofuku abandonó este mundo a los 96 años de edad. El día anterior había presentado sus ideas sobre el año nuevo en una reunión anual en Nissin Foods. La noticia corrió como la pólvora, y saltó al periódico estadounidense The New York Times en un editorial con el título “Gracias, Mr. Noodle”.
Hasta el momento de cerrar los ojos por última vez Andō no dejó de trabajar. Quedan recuerdos en su compañía de las veces que visitaba la zona de preparación detrás de su oficina para tratar de desarrollar nuevos productos. Dejó también muchas frases cargadas de sabiduría, pero quizá la más famosa es aquella que dio origen al título de su biografía.
“Si tropiezas no te levantes sin más. Primero agarra algo de tierra que llevarte contigo”.
Andō pasó toda su vida luchando y superando dificultades; precisamente por eso esas palabras, cargadas del aroma del barro, crudas y cálidas, resuenan en el corazón de la gente. E inspiran valor en el pecho de las siguientes generaciones, que se enfrentan a nuevos retos.
Colaboración para el texto y las imágenes: Nissin Foods Group
Referencia: Korondemo tada de wa okiru na! (¡Si tropiezas, no te levantes sin más!), volumen recopilatorio de las invenciones de Andō Momofuku (Chūkō Bunko)
Texto: Yamaguchi Noriko
Imágenes: Yamazaki Yoshinori
(Traducido al español del original en japonés)