El mundo del zen

El budismo zen de Hakuin Ekaku: el origen del “mindfulness” o conciencia plena

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El budismo zen, con una gran influencia en la sociedad y la cultura japonesas, ha comenzado a tener repercusión también en Europa y Norteamérica de la mano del mindfulness o conciencia plena. Buscamos los orígenes de esta corriente, cuyos atractivos se ven reflejados en la tremenda humanidad de sus maestros en la actualidad.

El zazen ­–un tipo de meditación que se realiza sentado con las piernas cruzadas­– es la base del budismo zen, una corriente que consiste en no cerrar los ojos ante la realidad y que otorga una gran importancia a la práctica. El maestro Hakuin Ekaku (1686-1769) predicó estas enseñanzas como una forma de cuidar el cuerpo y el espíritu para una vida larga, además de sistematizarlas. Se dedicó a la búsqueda de los secretos mejor guardados del zazen que sigue enseñándose a día de hoy.

Para entender el zen, pensemos en un trozo de mantequilla del tamaño de un huevo colocado sobre la cabeza. Esta se va derritiendo y penetrando en el cuerpo. Si se repite esta acción, se entra en un estado zen que permite deshacerse de toda dolencia y tener éxito en cualquiera de los caminos que se elija. Hakuin Ekaku, artífice de la restauración de la secta Rinzai, predicaba un método de introspección que él mismo denominaba Nanso no Hō, en alusión al nanso, que se obtiene espesando leche condensada y leche de vaca mediante cocción y que da como resultado lo que puede considerarse la mantequilla de la antigüedad. En la actualidad, la meditación en la que se presta atención a la respiración y al cuerpo en general y el mindfulness o conciencia plena están cobrando popularidad en todo el mundo. Se ha probado que contribuye a la curación de diversas enfermedades, e incluso hay empresas de Europa y Norteamérica que han comenzado a introducirlo por su relación con un incremento del rendimiento laboral. Podría decirse que las enseñanzas del maestro japonés son el origen del mindfulness.

El templo Daruma y sus vínculos con el maestro Hakuin

El templo Hōrin, situado en el distrito de Kamigyō, en Kioto, es conocido también como el templo Daruma y pertenece a la escuela del templo Myōshin, que forma parte a su vez de la secta Rinzai. La denominación alternativa de este templo guarda relación con Daruma, un personaje muy familiar entre los japoneses como amuleto, o mediante su representación en forma de muñeco tentetieso, y padre del budismo zen que llegó a Japón, pasando por China, desde la India. Es, además, un enclave vinculado con el maestro Hakuin, que pintó numerosos cuadros de darumas.

Recuerdo mi visita al templo Hōrin; fue a principios de otoño, cuando aún quedan restos del calor sofocante propio del verano nipón. Al cruzar la puerta, me encontré con un grupo de mujeres de mediana edad. Una de ellas me preguntó si me disponía a entrar y me dijo que lo mejor estaba por llegar. Comprendí el significado de sus palabras nada más acceder al recinto: me topé con una ingente cantidad de darumas; entre grandes y pequeños es posible que hubiera miles. Entonces, el monje budista jefe del templo dejó sus labores monacales y pasó a explicarme las enseñanzas del maestro Hakuin, que perduran incluso en nuestros días:

Sano Yasunori, monje jefe del templo Hōrin, posa frente a un retrato de Daruma de grandes dimensiones.

"En la actualidad, el ser humano ha perdido el equilibrio entre la mente y el cuerpo, y es ahí cuando surgen distorsiones. Se tiende a confiar en la medicina y los profesionales que la ejercen, pero lo cierto es que las personas poseen de por sí una capacidad innata. Si se arregla el espíritu por medio de la meditación, se deja de caer preso en las garras de los asuntos mundanos y de la indignación. Al adquirir la capacidad de preservar ese estado mental, se garantiza que cualquier camino que se tome será el más corto hacia el éxito".

Una exposición única

Imagen de Daruma, del maestro Hakuin Ekaku. Período Edo (siglo XVIII). Propiedad del templo Manju, perfectura de Oita.

En 2016 se cumplieron 250 años del fallecimiento del maestro Hakuin. Sus enseñanzas están en auge, motivo por el cual se han celebrado diferentes actos conmemorativos a lo largo y ancho del archipiélago nipón. A mediados de octubre, el Museo Nacional de Tokio, en Ueno, inauguró una muestra para conmemorar la efeméride, así como los 1.150 años de la muerte de Linji Yixuan –conocido en Japón como Rinzai Gigen–, fundador de la secta Rinzai. La exhibición contenía obras de los templos principales de esta secta y de la Ōbaku (dos de las tres que conforman el budismo zen): estatuas de monjes de alto rango, bokuseki ­–manuscritos zen–, efigies de budas, otras piezas de arte... 24 de ellos están considerados Tesoro Nacional, mientras que otros 102 han sido designados Patrimonio Cultural de Importancia. Era la primera vez en cinco décadas que se reunía semejante colección de tesoros.

Nada más acceder a la sala, el visitante se siente acechado por los ojos desorbitados de una imagen de unos dos metros. Se trata de un retrato humorístico y vigoroso de Daruma pintado por el propio maestro Hakuin. El fondo, del color del ébano, incluye una inscripción representativa del budismo zen que vendría a significar que uno ha de centrarse en su propio espíritu, y que el objetivo no es convertirse en un buda, sino despertar la naturaleza de Buda innata. Se cree que el maestro fue autor de más de 10.000 dibujos y manuscritos cuyo objetivo sería facilitar al pueblo la comprensión del budismo zen.

El temperamento del fundador de la secta Rinzai

Una de las piezas de la muestra de fácil interpretación y unas características sumamente únicas es la estatua de Rahula, hijo del buda Gautama. Se cree que este personaje era de facciones poco agraciadas. Sin embargo, la efigie presenta en su pequeño abierto una imagen de un buda de rostro sereno. Esto representaría las enseñanzas del maestro Hakuin, que consideraba que todas las personas albergan en su interior la naturaleza de Buda.

Estatua de Rahula, de Han Dōsei. Período Edo (1664). Propiedad del templo Manpuku, Kioto.

Cuando una persona es de rostro apacible suele comparársela con Buda por el semblante sereno de este último. Sin embargo, hay estatuas en las que se lo puede ver en cólera, con los puños cerrados, como si fuera a atacar al espectador. Por el ejemplo, las imágenes del fundador de la secta Rinzai, Linji Yixuan, quien, al parecer, reprendía a gritos a sus discípulos constantemente. Con semejante maestro, resulta difícil pensar en permanecer sentado para practicar el zazen.

Imagen de Linji Yixuan –conocido en Japón como Rinzai Gigen–, de Soga Jasoku y con inscripción de Ikkyū Sōjun. Patrimonio Cultural de Importancia. Período Muromachi (siglo XV). Propiedad de Shinjuan, Kioto.

El zen como origen de la cultura japonesa

El ambiente de la sala de exposiciones se llena de cierta tensión que no se limita a la cólera del monje, ya que se exponen también imágenes de dragones que harán preguntarse al visitante hasta dónde lo van a perseguir y de tigres que parecen querer salir del biombo. El espectador sucumbe a la fuerza y la energía características del budismo zen riguroso por el que destacaba a la secta Rinzai en sus inicios.

Lámina izquierda del biombo Dragón y Tigre, de Kanō Sanraku. Patrimonio Cultural de Importancia. Data de entre los períodos Azuchi-Momoya y Edo (siglo XVII). Propiedad del templo Myōshin, Kioto.

Lámina derecha del biombo Dragón y Tigre, de Kanō Sanraku. Patrimonio Cultural de Importancia. Data de entre los períodos Azuchi-Momoya y Edo (siglo XVII). Propiedad del templo Myōshin, Kioto.

Imagen de un tigre correspondiente a una de las paredes separadoras de los aposentos del monje jefe del templo Nanzen, obra de Kanō Tannyū. Período Edo (siglo XVII). Propiedad Cultural de Importancia perteneciente al templo Nanzen, Kioto.

En la sala de exposiciones se muestra también la flauta shakuhachi que solía tocar el maestro zen Ikkyū y cuyo sonido se puede escuchar en la habitación. Además, se exhiben cuencos y recipientes, entre otros utensilios propios de la ceremonia del té, una práctica que se divulgó gracias al budismo zen. El visitante se percatará de que la cultura japonesa tiene su origen en estas enseñanzas budistas.

Encontrar sosiego espiritual en un mundo en constante movimiento

Los elementos de la cultura zen son diversos, pero, ¿cómo es posible sentir de primera mano esa mentalidad en el día a día actual? Le preguntamos a Hasunuma Yoshinao, director de la Asociación Conjunta de las Sectas Rinzai y Ōbaku, que se encontraba en la sala de exposiciones. Su respuesta es contundente: "Practicar el zazen e ir en busca de la iluminación en la vida diaria". Hasunuma tiene una mirada penetrante y rezuma autoridad, pero al entablar conversación con él la expresión de su rostro se torna apacible.

"Basta con sentarse y hacerse uno solo con uno mismo, así se llega a un estado de abstracción y, por lo tanto, de pureza mental. Imagínese un vaso con fango. Al principio, estará turbio, pero al cabo de un tiempo se va aclarando y, al final, se acaba viendo una cara del vaso a través de la otra. No obstante, uno no se debe deshacer del fango. Hay una parte fangosa en todos y cada uno de nosotros", afirma Hasunuma.

Sin embargo, en estos tiempos en los que el trabajo y otros aspectos de la vida cotidiana nos mantienen ocupados, sacar una gran cantidad de tiempo para practicar el zazen se convierte en un esfuerzo hercúleo. El experto se pronuncia también a este respecto:

"El zen no consiste solamente en sentarse. Está presente cuando viajamos en tren o cuando caminamos por la calle. Se puede pasear tranquilamente sin preocuparse de lo que nos rodea mientras se intenta calmar el espíritu. Esto se denomina dōchū no kufū, un concepto que alude a la existencia de un mundo en el que no se va en busca de lo zen en medio de la tranquilidad, sino que se persigue alcanzar el sosiego espiritual en mundo en constante movimiento".

El zen, una brújula también en la actualidad

Después de salir de la exposición y quedarme con las palabras de mi interlocutor respecto a la posibilidad de encontrar la iluminación en movimiento, me puse a dar un paseo por un camino de piedras mojadas mientras tocaba alguna de ellas; había estado lloviendo hasta ese mismo momento y se podía percibir cierta suavidad en el ambiente. El verdor de los árboles se me hacía más fresco y brillante.

El zen puede resultar comprensible e incomprensible al mismo tiempo, y es precisamente su complejidad el motivo de su difusión. Recuerdo las palabras que Hasunuma pronunció durante la inauguración de la exposición: "Muchas personas se asemejan a un navío surcando en la niebla. El zen supera los límites del tiempo y el espacio y seguirá siendo el faro que nos alumbra".

Imágenes cortesía del Museo Nacional de Tokio. Fotografía del encabezado: estatuas Los diez grandes discípulos, propiedad del templo Rokuō, en Kioto.

(Traducción al español del original en japonés, de Koyama Tetsuya)

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