Pasado, presente y futuro de Studio Ghibli
La situación de Studio Ghibli y Miyazaki Hayao, según el productor Suzuki Toshio
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Han pasado ya casi tres años desde que, en 2013, Miyazaki Hayao, director de obras tan emblemáticas como Kaze no tani no Nausicaa (Nausicaä del valle del viento, 1984), Mononoke hime (La princesa Mononoke, 1997) o Sen to Chihiro no kamikakushi (El viaje de Chihiro, 2001), anunciara su retirada del mundo de la animación con su última cinta, Kaze tachinu (El viento se levanta). El Studio Ghibli de animación hasta ese momento había pivotado sobre los largometrajes de dos maestros: el propio Miyazaki (de 75 años) y el director Takahata Isao (de 80); pero a partir del lanzamiento de Omoide no Mānī (El recuerdo de Marnie, dirigida por Yonebayashi Hiromasa) en 2014, el estudio comenzó un gran cambio de rumbo.
De ese nuevo rumbo forma parte un cortometraje dirigido por Miyazaki, aún en producción, titulado Kemushi no Boro (La oruga Boro), la primera obra de animación con gráficos generados por computadora (CG, por sus siglas en inglés) realizada por el estudio. Además, en septiembre se estrenará La tortue rouge (La tortuga roja), la primera coproducción de Ghibli con una productora extranjera, dirigida por Michael Dudok de Wit. Se trata de una historia que se ha gestado durante toda una década, y que en mayo recibió un premio especial en la sección Un certain regard (una cierta visión) del Festival Internacional de Cine de Cannes.
¿Qué está ocurriendo ahora de puertas para dentro, en Studio Ghibli? ¿Y a dónde se dirige? Para responder a estas y otras preguntas visitamos en su oficina de la ciudad tokiota de Koganei al productor y director representante (un cargo único en las empresas japonesas) Suzuki Toshio, quien durante cerca de 40 años ha colaborado -y a veces peleado- tanto con Takahata como con Miyazaki, y ha ayudado a crear algunas de las obras del estudio mejor valoradas por los críticos.
Un cortometraje en CG para que Miyazaki “cambiara de aires”
En la actualidad Suzuki alterna a diario sus visitas a su oficina en Ebisu, Tokio, y Studio Ghibli. “No sé por qué, pero tenía mucho más tiempo libre cuando hacía películas”, dice.
“Hay muchos motivos por los que dejé de hacer películas en Japón. Uno de ellos fue el hecho de que Miyazaki dejara de hacer largometrajes. Takahata también tiene más de 80 años. No podía hacerme a la idea de dedicarme a educar a los jóvenes para que produjeran películas, y no pensar en nada más. Pensé que necesitaba tiempo para mí mismo, para organizarme y estudiar.”
Sin embargo nos cuenta que hay muchas personas que quieren verlo, ahora que creen que dispone de tiempo libre. De modo que concentra esas visitas en Ebisu, y deja los viajes hasta Studio Ghibli para los momentos en los que necesita trabajar. Al parecer quiere dejar de pasar a diario por el estudio.
“Cuando veo a Miya-san (Miyazaki) es terrible; si voy a la empresa todos los días paso hasta dos o tres horas por día con él. El viaje de ida y vuelta a Ghibli son dos horas, y si estoy dos horas más hablando con él ya son cuatro horas que se me escapan, de mi ya escaso tiempo, y no puedo completar mi trabajo. Esa es una de las mayores razones para no visitar Ghibli a diario.”
Lo que es más, ríe Suzuki, también está ayudando el hecho de que Miyazaki se haya calmado un poco para dedicarse a la producción de la primera obra en la que emplea CG. “Miya-san”, el apodo con el que Suzuki llama a Miyazaki y la manera directa y desenfadada que tiene de hablar de la situación del director, dan una idea de la calidez de su relación. Y lo cierto es que fue Suzuki quien le propuso a Miyazaki atreverse a realizar una película utilizando CG.
“Lo animé diciéndole que sería un buen cambio de ánimos. También habría estado bien hacer la animación a mano, pero pensé que si cambiábamos la forma de producirla tendría un aire fresco”, dice Suzuki.
“Miya-san” quería hacer Kemushi no Boro
Lo cierto es que Kemushi no Boro era una película que Miyazaki quería realizar desde hacía tiempo. La idea surgió desde la época en que comenzaron a planificar Mononoke Hime (La princesa Mononoke, 1997).
“Cuando Miya-san dijo que quería hacer Kemushi no Boro yo me opuse”, dice Suzuki. “Es difícil realizar un largometraje de 80 o 100 minutos con una historia en la que no aparece ningún ser humano. Pensé que sería mejor que esperase a ser más mayor para hacer Boro. Por el contrario, Mononoke hime es una película de acción, y en aquel momento el director tenía cincuenta y tantos años, así que le recomendé que la hiciera. Mi juicio resultó ser más realista.”
Posteriormente, aunque Miyazaki se jubiló, Suzuki comprendía muy bien que el director no podría dejar de querer dirigir alguna obra, así que un buen día el productor se le acercó para charlar: “Ya que tienes tiempo libre, ¿no te apetece rodar un cortometraje? Y de ser así, ¿qué tal Kemushi no Boro?”.
“Se enfadó. ‘¿A qué viene esto de proponer algo que yo ya llevaba tiempo pensando?’ Yo ya lo sabía. Nos conocemos desde hace mucho.”
Así fue como Miyazaki decidió realizar por primera vez un cortometraje utilizando CG; Suzuki le propuso dos opciones: trabajar con la gente de Pixar -que estaba al mando de John Lasseter, director con quien Ghibli ya tenía una relación desde hacía muchos años- o producir la obra con un equipo japonés joven de CG. Miyazaki respondió que prefería un equipo japonés. “Los de Pixar solo hablan inglés”.
Por lo visto aún faltan un par de años para que se estrene Kemushi no Boro en el Museo Ghibli de Mitaka, Tokio.
Trabajar “hasta el final” con Takahata y Miyazaki
En muchas ocasiones Miyazaki ha cambiado radicalmente el rumbo de sus proyectos tras aceptar los consejos de Suzuki, y ese fue también el caso de su último largometraje, Kaze tachinu (El viento se levanta, 2013). El director quería dirigir la continuación de Gake no ue no Ponyo (Ponyo en el acantilado, 2008), pero Suzuki argumentaba que le parecía interesante ver cómo Miyazaki podría retratar la guerra; el productor sugirió adaptar un manga sobre Horikoshi Jirō, el ingeniero que diseñó el caza Zero, manga que por aquel entonces Miyazaki estaba publicando en una revista de modelismo. El director no parecía estar por la labor, pero finalmente respetó la opinión de Suzuki. “Él quería hacer Ponyo 2, pero yo no tenía ganas de verla. Fue simplemente eso.”
Suzuki ha dicho en alguna ocasión que tanto Kaze tachinu (estrenada en julio de 2013) como Kaguya hime no monogatari (El cuento de la princesa Kaguya, estrenada en noviembre de 2013) fueron la “paga extra por jubilación” para Miyazaki y Takahata, respectivamente, pero también bromea diciendo que “A ver si se mueren pronto”.
“Conocí a ambos en 1978, o sea que nuestra relación tiene ya 38 años. Ya que hemos llegado hasta aquí, no me queda otra que seguir con ellos hasta el final. La única pregunta ahora es de qué modo van a dejar este mundo.”
“Tras los estrenos de Kaze tachinu y Kaguya hime no monogatari los tres tuvimos una charla, y dije en broma que había sido una pena no haber podido estrenar ambas cintas el mismo día. Que en el futuro lo mejor sería que murieran el mismo día y tener un único funeral, para ahorrarse problemas. Takahata se reía, pero Miya-san parecía dudar.”
Takahata y Miyazaki han compartido 50 años de rivalidad, respeto y también amistad; ambos tienen fuertes personalidades, y eso se refleja en sus obras. Suzuki se ha ganado el respeto de ambos maestros, y a lo largo de los años ha podido producir con ellos numerosas obras maestras, por lo que si hay alguien que puede hacer ese tipo de bromas, es él.
El desafío de un primer largomentraje en colaboración con Ghibli
Michael Dudok de Wit, el director de La tortue rouge, a estrenar en septiembre, es oriundo de Holanda, y basa sus actividades dirigiendo animación en Inglaterra. Su cortometraje Father and Daughter (Padre e hija, 2000) recibió el Óscar al Mejor Cortometraje de Animación en 2001. Enamorado de la obra, Suzuki le propuso directamente al director hace ya diez años realizar un largometraje con Ghibli.
“Me dijo que, ya que solo ha realizado obras de ocho o diez minutos, de poder contar con la colaboración de Ghibli sí que le gustaría dirigir un largometraje. Después le pregunté a Takahata si le apetecía colaborar, y conseguí también una respuesta favorable.”
“En las primeras fases de escritura del guión trabajábamos a dos bandas entre Inglaterra y Japón, pero así no se avanza. Así que le propuse a Michael que viniera a Japón. Ya hace casi ocho años; alquiló un apartamento desde el que venía al estudio para trabajar con Takahata durante un mes, y de ese modo pudieron afianzar las bases del proyecto (el guión, los bocetos y demás).”
También hubo que investigar la forma de asegurar los fondos para producir la película, y finalmente quedó establecido que Ghibli la realizaría en coproducción con la empresa francesa Wild Bunch, y que la gestión del proyecto se llevaría a cabo principalmente en Francia.
La producción de películas sin fronteras se va haciendo cada vez más interesante
La tortue rougeha visto la luz de la mano de un director holandés y un equipo formado por gente de todas partes de Europa. “Deberíamos hacer una obra juntando a gente no solo de Europa, sino de Estados Unidos, de Asia, incluso de África. Es el tipo de época en la que vivimos”, dice Suzuki.
El 60 o 70 % de las películas de animación japonesas se producen en el Sudeste Asiático, y la animación estadounidense ha llegado a una situación similar. “Quizá haya llegado el momento de que los directores y productores japoneses salgan al Sudeste Asiático para trabajar con la gente de allí.”
“Creo que estamos en una época en la que los japoneses tenemos que aprender otros muchos idiomas -el chino, el tailandés-, o no podremos hacer bien nuestro trabajo. Los gustos irán cambiando, pero eso también será algo interesante. Me parece que será divertido comprobar qué tipo de obras ven la luz en esta época sin fronteras.”
El mundo de la producción de animación está pasando por grandes cambios: del dibujo a mano al digital, a la producción sin fronteras… Existen fuertes tendencias a trasladar publicidades de periódicos, televisión o tie-ups entre revistas y empresas a Internet y las redes sociales. Suzuki reconoce que ya no puede mantener el ritmo. Las personas en quienes más se puede confiar son gente como el presidente de Dwango (empresa de telecomunicaciones) Kawakami Nobuo, quien fuera en su día discípulo de Studio Ghibli. “No solo se trata de producir animación, sino de digitalizarla para poder mostrarla después al mundo. Ya no es mi época…”
Es cierto que ha terminado una era, pero los recuerdos que han dejado en mi memoria las obras de la época analógica del estudio, expuestas en la Gran Exposición Ghibli, no se borrarán tan fácilmente.
(Artículo basado en una entrevista realizada el 13 de junio de 2016, y traducido al español del original en japonés)
Texto: Itakura Kimie (Equipo editorial de nippon.com)Imágenes: Ōkochi Tadashi
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