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El ‘ninja’ más famoso del mundo: Hatsumi Masaaki y el legado del ‘ninjutsu’

Cultura

Los extranjeros que se inician en las técnicas de artes marciales del Bujinkan nunca dejan de acudir a él. Discípulos venidos de todos los rincones del mundo visitan asiduamente su dōjō en la ciudad de Noda, prefectura de Chiba, para venerar las enseñanzas de Hatsumi Masaaki, de 86 años, maestro del estilo Togakure de ninpō, las artes marciales de los ninjas. Lo que descubrimos al acercarnos a ese lugar, muy diferente de la visión sesgada sobre los ninjas que ofrecen el cine y el anime, nos mostró un mundo muy interesante.

Un barrio tranquilo donde se reúnen los extranjeros más fuertes

El dōjō Bujinkan se encuentra a una hora en tren de la capital, cerca de la estación Atago (ciudad de Noda, prefectura de Chiba) de la línea Tobu Urban Park Line. Cuando llega el crepúsculo, un buen número de fornidos extranjeros comienzan a bajar del tren y llenar el tranquilo centro de ese barrio dormitorio. Al preguntarle a un empleado de la estación cómo llegar al dōjō, nos da indicaciones precisas y finalmente añade: “Si siguen a esos extranjeros llegarán sin problema”.

El Bujinkan es el dōjō de Hatsumi Masaaki, el sōke (maestro, director) número 34 de la escuela Togakure de ninpō (las artes marciales de los ninjas), la cual se supone cuenta con 900 años de historia. A partir de los fundamentos de la escuela Togakure, Hatsumi enseña un tipo de ninjutsu (ninpō) que incorpora elementos de varias artes marciales antiguas. El día que visitamos el Bujinkan se habían reunido cerca de cien discípulos en la zona de entrenamiento, de apenas 50 tatamis de extensión (unos 165 metros cuadrados).

Entrenando en el Bujinkan

Uno de ellos es el argentino Christian Petrocella, de 47 años, el cual pasó cerca de treinta horas en diversos aviones para poder llegar al dōjō desde su país. Desde que comenzara a recibir lecciones del maestro Hatsumi, Petrocella ha organizado más de 500 seminarios de artes marciales en diversas partes del mundo. “Llevo treinta y dos años como discípulo, en el Bujinkan, y esta es mi quincuagésima visita a Japón. Para mí, Hatsumi-sensei es tanto un excelente guía de artes marciales como un maestro en el arte de la vida. Siempre logra sacar lo mejor de mí mismo. No importa lo lejos que esté; siempre seguiré viniendo al dōjō”.

Las técnicas ninjutsu: no pienses, siente

Hai, OK”. La instrucción comienza a la señal de la potente voz del maestro, que reverbera desde el fondo de su vientre. Los discípulos, que hasta entonces habían estado charlando animadamente, quedan en silencio, y comienzan a seguir con ansia cada uno de los movimientos de su maestro. Como si estuviera dando una conferencia, Hatsumi explica la forma de recibir un ataque del adversario: “No trates de evitarlo, sino de sentirlo. No se trata de fuerza o velocidad. La clave está en el control”.

A una señal del maestro, un discípulo del doble de tamaño que él se lanza a la carga. En el instante en el que parece que el maestro ha atrapado el brazo del oponente el discípulo ya se encuentra en el suelo, tras un fluido y fugaz movimiento. El discípulo caído deja escapar un gruñido ronco: “Maitta” (he perdido). Quizá por la extrema velocidad del movimiento, tanto el adversario derrotado como los discípulos que están mirando no saben a ciencia cierta qué ha pasado: “¿Pero cómo lo ha derribado?”, exclaman, y se echan a reír.

Hatsumi derriba con facilidad a un discípulo de gran tamaño.

El discípulo, incapaz de comprender cómo ha sido derribado, se echa a reír.

Los discípulos concentran su atención en la técnica de Hatsumi.

Hatsumi no parece haber hecho más que rozar al adversario, pero este aúlla de dolor.

Hai, play (a jugar)”, dice Hatsumi, y los discípulos se emparejan para tratar de imitar la técnica recién aprendida. “Aquí yo no enseño con palabras. Creo que es más efectivo que les muestre mis movimientos y que ellos aprendan viéndome, en lugar de escucharme. Por supuesto, las katas (los movimientos establecidos por cada escuela de artes marciales), que son algo fundamental, sí que las enseño. Pero por muy bien que haga uno las katas, con eso solo no es suficiente”. Acerca de las técnicas ninja, Hatsumi declara: “El ninjutsu no es un deporte. Es una serie de técnicas para sobrevivir. No cuenta con una sola regla”.

Y a pesar de ello, los movimientos de Hatsumi son terriblemente complejos. Puede detener el movimiento de un oponente con un solo dedo, y derribarlo con facilidad con dos o tres gestos de sus manos. Aunque quizá sea más adecuado decir que Hatsumi hace que su adversario se derrote a sí mismo, más que derribarlo él. Un discípulo, tras experimentar las técnicas del maestro en carne propia, nos explica: “No podía mover el cuerpo”; está claro que un neófito no puede llegar a comprender del todo lo que está ocurriendo, por muchas veces que vea a Hatsumi ejecutar sus técnicas. Pese a tener ya muy cumplidos los ochenta, la ligereza de su cuerpo resulta sorprendente.

Pero aún más sorprendente resulta el hecho de que el maestro parece no usar mucha fuerza; sus movimientos son más bien suaves y precisos. ¿Cómo se puede lograr una técnica así?

“Los seres humanos mantenemos un equilibrio con la naturaleza, en nuestras vidas; del mismo modo debemos poder ser capaces de recuperar el equilibrio ante cualquier situación, y mis movimientos son el resultado de un duro entrenamiento para lograrlo. Este control no es algo que se pueda explicar únicamente por medio de la lógica, o viéndolo una sola vez. Mis discípulos son todos famosos artistas marciales que llevan años entrenando, y la razón por la que siguen acudiendo a mi dōjō es, probablemente, el hecho de saber que la perfección no se consigue tan fácilmente”, dice Hatsumi, filosóficamente.

En la parte trasera de la camiseta que supuestamente le regaló al maestro el FBI está escrita la palabra SOKE (sōke, maestro de artes marciales). Sobre su pelo violeta, Hatsumi ríe con ganas: “Mi mujer me aconsejó que me lo tiñera”.

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