Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional

El akita, un perro de porte samurái

Cultura

Japón utiliza desde antiguo el sistema del calendario chino, o eto, para indicar las fechas, las direcciones y los años. Aprovechando que 2018 es el año del perro, queremos presentarles al akita, la raza de perro autóctona más grande del país. Para ello visitamos el criadero Nakagawa Chikukenten, un negocio de Osaka que exporta un elevado número de ejemplares al extranjero, para conocer los atractivos que han popularizado esta raza en todo el mundo, y en especial en Europa.

Una raza de perro grande originaria de Japón

“Si alguna vez tienes uno, ya nunca podrás tener perros de otra raza”, suelen decir los dueños de perros akita. Nakagawa Jitarō también comparte esta opinión. Gerente del criadero de Nakagawa Chikukenten, situado en el barrio Suminoe de Osaka, es un especialista que lleva cincuenta y cinco años dedicándose a la crianza, el cuidado y la comercialización de estos perros.

A sus más de 80 años, Nakagawa se conserva ágil porque sale a pasear a sus perros por la mañana y por la tarde todos los días, sin excepción.

Al entrar en el establecimiento, nos reciben unos cuantos akita, de frondosas orejas erguidas y cola enroscada. Algunos son cachorrillos de tres meses, pero a los diez meses tienen ya el tamaño de un perro adulto de raza mediana.

Según explica Nakagawa, en Japón hay seis razas de perro designadas como Monumento Natural, que se clasifican en grandes, medianas y pequeñas. El akita es el único de la categoría de perros grandes. Los demás son el kai, el kishū, el shikoku y el hokkaidō en la categoría mediana, y el Shiba en la pequeña. Cabe apuntar que esta clasificación por tamaños responde a criterios japoneses, y que el akita suele considerarse una raza mediana en otros países.

Tres perros en el obligado paseo matutino diario. La del centro es Kōgyokumegō, una hembra de pelaje rojizo nacida en enero de 2017.

A la izquierda, Godai (macho), y a la derecha, Suzuyo (hembra). Ambos nacieron en agosto de 2017 y tenían tres meses cuando se tomó la foto, a finales de noviembre.

Adorados también en el extranjero

Uno se pregunta si, al ser perros más bien grandes, no son difíciles de cuidar como animales de compañía. “Aunque tienen mucha fuerza por su tamaño, son mucho más fáciles de cuidar que los Shiba, una raza pequeña. Los akita son fieles y obedientes con el amo. Por eso mucha gente los tiene, no solo como animales de compañía, sino también como perros guardianes”, responde Nakagawa.

Una anécdota que ilustra la fidelidad de los akita es la de Hachikō, símbolo de la estación de Shibuya. Tras la muerte de su dueño, este devoto can siguió yendo a la estación a esperarlo a que volviera del trabajo, todos los días durante casi diez años. Su historia llegó a los periódicos y conmovió a todo el país. Desde entonces ha inspirado numerosas películas y series en Japón. También en ella se basa el film hollywoodiense Siempre a tu lado, Hachiko, protagonizado por Richard Gere, que fue un gran éxito de taquilla y contribuyó a dar a conocer el akita en el resto del mundo.

La estatua de Hachikō es un punto de encuentro típico y un popular monumento con el que fotografiarse. La estatua original se destruyó para aprovechar el bronce durante la Segunda Guerra Mundial; la actual es una reproducción.

El primer akita que cruzó el mar para salir de Japón fue Kamikazegō, el ejemplar que se llevó Hellen Keller cuando fue allí de visita. El caso más reciente en la memoria colectiva es el de Yume, el perro que recibió como regalo el presidente de Rusia, Vladímir Putin.

El criadero Nakagawa Chikukenten lleva unos treinta años exportando perros akita a países europeos como Italia o Alemania. El actor de cine francés Alain Delon fue uno de sus clientes. Al parecer, Delon se encariñó mucho con su primer akita, procedente de este criadero, y también compró allí a su sucesor.

“Si crecen en un entorno frío, les sale un pelaje más abundante y espeso. Por eso creo que los akita se adaptan bien en Rusia y otras zonas frías de Europa. No son muy adecuados para zonas cálidas porque allí pierden pelo”, explica Nakagawa.

Cuadro colgado en el establecimiento de Nakagawa. Arriba a la derecha, Alain Delon con un akita del criadero. Arriba a la izquierda, una fotografía de cuando el hermano mayor del cantante Stevie Wonder les compró un par de cachorros.

Un establecimiento especializado en perros akita en Osaka

Nakagawa conoció a los perros akita hace 55 años, cuando él tenía 29. Después de terminar el bachillerato en Kagawa, su prefectura natal, y trabajar un tiempo en una empresa de buques de carga de rutas internacionales, se instaló en casa de su hermana mayor. Su cuñado, un amante de los perros, tenía perros akita, shiba y mestizos. A base de cuidar de ellos, terminó aficionándose a los perros y decidió abrir su propio criadero. El ahora infrecuente término chikuken (cría de perros), incluido en el nombre del negocio, es una prueba de que Nakagawa viene criando perros desde antes de que entrasen en boga términos actuales como petto shoppu (tienda de animales) o burīdā (criador).

Cuando abrió el negocio, Nakagawa vendía pastores y spitz, pero luego su predilección por los akita lo llevó a especializarse en esa raza en exclusiva. Mientras perfeccionaba sus habilidades como criador, Nakagawa también recorrió las ferias caninas de todo Japón como adiestrador, oficio dedicado a potenciar al máximo los atractivos originales de los perros, y se convirtió en uno de los nombres más influyentes del sector de los akita.

Nakagawa, que ha tenido muchos tipos de perros en su vida, afirma que los akita son los mejores.

En 1974 fue nombrado director de la Asociación de Comerciantes de Perros Akita de Japón, y en 1976 se convirtió en jurado de dicha organización. Presidió la sección de akita del Club de Criadores de Japón (JKC, por sus siglas en inglés) en 1987 y 1988. En aquella época entabló relación con clubes de criadores de Estados Unidos y Reino Unido, y empezó a recibir pedidos desde el extranjero.

Con tres akita, delante de Nakagawa Chikukenten.

Un linaje que ha peligrado muchas veces

Los akita proceden de Ōdate, un municipio del norte de la prefectura de Akita. En la región Tōhoku de Japón existen desde antiguo unos cazadores llamados matagi, que usaban perros para cazar osos y ciervos. Aquellos canes, conocidos como akita matagi inu, son los antepasados del akita.

Aunque se estima que actualmente existen en Japón unos dos mil ejemplares de akita, la raza estuvo en peligro de extinción varias veces en el pasado. El auge de las peleas caninas durante el periodo Edo dio lugar a numerosos cruces de akita con otras razas grandes para obtener perros más fuertes, lo que redujo el nombre de akita puros. Durante la Segunda Guerra Mundial, se emitió una orden de captura de perros para elaborar ropa de abrigo del ejército con sus pieles. En aquella época siguió promoviéndose la hibridación de los akita cruzándolos con pastores alemanes, única raza canina excluida de la orden de exterminación para fines militares. Al terminar la guerra, la Comandancia Suprema de las Fuerzas Aliadas se llevó algunos ejemplares de este cruce entre akita y pastor alemán, cuya crianza se extendió en Estados Unidos y Europa y dio lugar al american akita (akita americano) o great japanese dog (gran perro japonés).

Ryūfūgō, un macho de pelaje atigrado nacido en julio de 2014.

Con la misión de conservar la pureza de la raza ante las mezclas realizadas durante la historia, en 1927 se fundó la Asociación para la Protección del Perro de Akita. Esta organización logró ir eliminando los rasgos de razas extranjeras infiltrados en los akita cruzándolos de nuevo con sus antepasados, los akita matagi inu. En 1931 los akita se convirtieron en el primer animal designado como Monumento Natural en Japón y quedaron categorizados como perros de raza grande.

Según el Manual de Estándares de Razas Caninas del Club de Criaderos de Japón (JKC, por sus siglas en inglés), la altura a la cruz —parte superior del lomo— de los akita debe ser de 67 centímetros para los machos y 61 para las hembras, con una variación máxima de 3 centímetros. El pelaje puede ser de cuatro tipos: rojizo, atigrado, blanco y sésamo.

Umekogō, una hembra de pelaje blanco nacida en abril de 2011.

Los akita originales, perros de porte samurái

Por todo Japón se organizan exhibiciones de perros akita, certámenes más destinados a conservar la raza original que a competir por la mera belleza de los ejemplares. La valoración es más alta cuanto más se acerca el perro a los estándares marcados para rasgos como las medidas corporales, el color del pelaje, el tamaño de los ojos y la distribución de la dentadura. Nakagawa Jitarō, juez de exhibiciones certificado, nos explica los criterios de valoración que se aplican en estos certámenes.

El estándar de los akita define una proporción de 6:4 entre la frente y el hocico. Las orejas deben mantener un ángulo de entre 75 y 90 grados respecto al tabique nasal. La altura a la cruz y la longitud del tronco han de tener una proporción de 100:110. Hay muchas otras medidas establecidas.

“Para empezar, tanto las patas delanteras como las traseras deben ser totalmente rectas. Si el ejemplar es patizambo o tiene las patas arqueadas, se considera que le falta ejercicio y se le resta puntuación. El ejercicio contribuye a una mejor musculatura, que confiere al akita una postura más solemne.” (Nakagawa)

Originalmente, los akita son perros muy atléticos. Como en Japón está prohibido dejar a los perros sueltos por la calle, es necesario que los dueños les proporcionen todo el ejercicio que necesitan.

Mirada de frente, Kōgyokumegō tiene unas patas totalmente rectas que le otorgan una postura solemne y elegante.

La pequeña Suzuyo, nerviosa de visitar este parque por primera vez, tiene las patas ligeramente abiertas. Las orejas dobladas hacia adelante revelan su inseguridad.

El akita ha sobrevivido a la extinción numerosas veces gracias a la acción protectora de los amantes de esta raza japonesa. Nakagawa, que ha dedicado dos tercios de su vida a estos perros, afirma que es “la belleza natural” lo que les confiere su mayor atractivo:

“Opino que lo que importa, más que limar pequeñas asperezas, es potenciar lo mejor de las características originales de los perros. Por eso lo que se valora en las exhibiciones es que el ejemplar represente fielmente a su raza original. A diferencia de otros perros, no se les corta la cola ni se les modifica de ningún modo; se los prefiere en su forma natural. Y su rasgo más incontestable es el porte majestuoso, como de samurái. Por eso los que tienen un akita, después ya no pueden tener a ninguna otra raza de perro.”

Nakagawa Chikukenten

Reportaje y texto: Abe Aimi
Fotografía: Editorial de Nippon.com

Fotografía del encabezado: Suzuyo, una akita de 3 meses

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