Tradiciones “cool”, modernidad y belleza tradicional
Mikimoto Kōkichi: el Rey de las Perlas y su museo
Cultura- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Creador de una lustrosa industria
Los cultivadores de perlas que se ganan la vida en las centelleantes aguas de la prefectura de Mie tienen una gran deuda con la paciencia y perseverancia de Mikimoto Kōkichi (1858-1954), allí nacido.
Hijo mayor del propietario de un restaurante de fideos udon, en la actual ciudad de Toba, se hizo mercader de productos marinos de la prefectura de Mie en la década de 1880; vendía orejas de mar y pepinos de mar secos en el lejano Tokio. Se cuenta que durante uno de sus viajes Mikimoto quedó fascinado por las perlas, las cuales eran en aquel tiempo aún más preciadas que hoy día, dado que nunca se habían cultivado con éxito.
Se habían realizado grandes esfuerzos en ese sentido, sobre todo en Europa, pero ningún intento había dado fruto. Resuelto, Mikimoto empezó a criar ostras Akoya en la bahía de Ago. Tras cinco años de ensayo y error había logrado producir perlas hemisféricas que crecían como ampollas unidas a la parte interior de la concha de la ostra. Pero el avance para el que había estado trabajando no estaba lejos.
Mikimoto comparte podio con otros dos investigadores de perlas activos en los albores del siglo veinte: Mise Tatsuhei (1880-1924) y Nishikawa Tōkichi (1874-1909). Estos dos hombres presentaron en 1907 sendas patentes de técnicas para crear perlas esféricas; tras llegar a un acuerdo para cooperar en el desarrollo de perlas, el “método Mise-Nishikawa” comenzó a ganar fuerza en la industria. Pero fue Mikimoto quien unió sus propios descubrimientos al trabajo de ellos para recibir en 1916 una patente del cultivo de perlas redondas en manto de ostras, lanzando de ese modo el primer negocio comercialmente viable de perlas esféricas.
Métodos para cultivar perlas en la edad moderna
Un siglo más tarde, el método pionero de Mikimoto, reverenciado como el “Rey de las Perlas”, aún se usa. Y aunque buena parte del proceso de cultivo de una perla aún se realiza de forma tradicional, cada vez se usa más tecnología para proteger a las ostras.
Un sistema de alerta, denominado “Shell-Lingual”, se ha desarrollado para avisar a los cultivadores cuando las condiciones del agua en la que crecen las ostras se están deteriorando. Los cambios medioambientales pueden afectar a la importantísima cantidad de oxígeno en el agua, o provocar la llegada de una “marea roja” de algas u otras toxinas; todo ello puede representar un peligro para los moluscos.
Se colocan sensores en un cierto número de ostras para permitir a los cultivadores monitorizar la amplitud de la apertura del caparazón. Una apertura y cierre rápidos indican que las ostras se encuentran en peligro; se envía automáticamente un mensaje a los móviles de los cultivadores, lo cual les permite mover los moluscos a otra parte de la bahía o colocarlos a diferente profundidad.
Un escaparate para el arte de la industria
Hoy día la pequeña isla junto a Toba en la que Mikimoto realizó sus descubrimientos se ha convertido en un museo en su honor. En los albores del cultivo de perlas no se permitía la entrada en la isla a extraños. Eso cambió en 1951, no obstante, y los millones de visitantes que han acudido desde entonces han incluido a reinas, príncipes, estadistas y reyes de los negocios, todos ellos atraídos por estas hermosas esferas traslúcidas.
La planta baja del Museo de las Perlas Mikimoto cuenta con exposiciones que describen cómo cultivó Mikimoto una perla por primera vez. Existen unas 100.000 variedades diferentes de ostras, pero solo seis de ellas son aptas para el cultivo de perlas. Mientras que los cultivadores de Mie usan por lo general ostras Akoya, las ostras de bordes negros de Tahití son las favoritas para lograr perlas negras, y las ostras de mayor tamaño y bordes blancos crean las grandes perlas de los Mares del Sur.
La exposición muestra cómo un mero 5 % de las ostras que se cosechan contienen perlas perfectas, mientras que hasta un 50 % muere en el proceso. Las perlas imperfectas no se desechan, sin embargo, sino que se utilizan para suplementos médicos y, más recientemente, para cosméticos.
El museo también muestra cómo se seleccionan las perlas para insertarlas en hilos de seda; los encargados de la selección deben tener buen ojo para elegir perlas de lustre, color y tamaño similar. La zona inferior del edificio también tiene una extensa colección de fotos relacionadas con la industria de la perla de todo el mundo, incluyendo imágenes de las famosas mujeres ama, las buceadoras de la prefectura de Mie.
En el nivel superior del museo, los visitantes pueden admirar las obras de arte en que pueden convertirse las perlas. El museo empezó a reunir muestras de joyería fina en la que se usan perlas en 1985 y cuenta ya con una colección de cerca de 250 obras. Las exposiciones incluyen un broche de oro del sur de Alemania que data de 1600 y contiene perlas y jade. También hay una cruz maltesa con perlas y esmeraldas incrustadas, fabricada en Inglaterra alrededor de 1830.
Los artesanos de Mikimoto han creado también un buen número de impresionantes obras de arte de mayor tamaño, entre las cuales se halla una reproducción de la invaluable biwa (simiar a un laúd) que se ha conservado en el Depósito Shōsōin, así como una recreación de una corona bizantina de la Edad Media que se tardó 14 meses en fabricar, y cuenta con 796 perlas de la máxima calidad y 17 diamantes.
Información adicional:
Mikimoto Pearl Island (Museo de las Perlas)
Dirección: Mikimoto Pearl Island, 1-7-1 Toba, prefectura de Mie, JapónTeléfono: +81 599 25 2028
Página web: http://www.mikimoto-pearl-museum.co.jp/en/index.html (Traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: el lustre de las perlas llevaba siglos cautivando a la gente cuando Mikimoto Kōkichi perfeccionó su técnica para crear de forma fiable estas gemas esféricas del mar. Todas las imágenes © Motono Katsuyoshi)