Hoy también el almuerzo es “bentō”

El almuerzo de los niños - comida en el colegio

Sociedad Vida Educación

Comida escolar. Es una escena importante de la vida que los japoneses nunca olvidan. Un editor estadounidense de Nippon.com viajó hasta la Escuela Primaria Hirayama en Hino, Tokio, para ver la esmerada preparación de esos alimentos que los niños disfrutarán.

Lo que aprendí de las comidas en la escuela

El profesor Takagi Kenji, con el carrito de la comida y los niños

Algo que considero representativo del sistema de comidas japonés es que son los mismos niños quienes ponen la mesa. En turnos semanales, los niños llevan con su grupo los carritos de la comida a cada aula, vestidos con un traje blanco. Primero vi el aula del primer grupo de primer año. Unos niños tan pequeños que parecían a punto de escurrirse entre las ropas blancas servían con gran cuidado (y con mucha gracia) la comida para no derramar nada. A su lado, el profesor Takagi Kenji vigilaba con mucha atención las operaciones de los niños, vestido con un delantal de Mickey Mouse. Los niños, que entraron en la escuela hace unos tres meses y al principio necesitaban la ayuda de los adultos, ya se habían acostumbrado, y lo hacían tan bien como cualquier otro. Este sistema, en el que los niños sirven la comida ellos mismos, por turnos, los ayuda a desarrollar su sentido de la responsabilidad.

Una clase que no deja ni una miga


El profesor Ichinose, responsable de la clase que no deja miga


Las ollas y platos que han vaciado los niños del primer grupo de quinto año

Después fui a observar a la clase que desde mayo mantenía el récord de no dejar nada en el plato: el primer grupo de quinto año. El profesor encargado, Ichinose Hideomi, les iba recordando que “durante la comida no se apoyan los codos en la mesa”, “hay que tener cuidado con la forma de sujetar los palillos”, y “la postura debe ser correcta”, pero los niños parecían divertirse, mientras uno tras otro iban dejando los platos vacíos.

Cuando le pregunté a Ichinose por qué los niños de esa clase no dejaban nada de comida, bromeó: “porque predico con el ejemplo”. Cuando falta algún niño, sortean la comida sobrante jugando al janken (piedra, papel, tijeras), y como el propio Ichinose también participa, los niños se desafían entre ellos: “¡que no nos quite la comida el profe!”, y al final la clase termina por incrementar la cantidad que se come. Poco a poco, los estudiantes han empezado a opinar que “los que comen mucho son geniales”, y sienten orgullo por haberse terminado toda la comida.

“Los niños que dejan la comida no lo hacen normalmente porque no tengan apetito, sino porque hay comida que no les gusta. Me esfuerzo porque los niños comprendan que el saludo itadakimasu (‘que aproveche’, pero literalmente ‘lo recibo’) que se usa antes de comer, para otros seres vivos significa ‘recibo la vida’, y aprecien la alegría de poder comer”, dice Ichinose.

Pruebe un poco

Michael Schauerte (Nippon.com)Mientras veía cómo los chicos de quinto comían con apetito yo también empecé a sentir un hambre feroz. De modo que di por terminado el trabajo y regresé a la oficina del director, donde nos habían preparado la comida. Aunque sabía que aquellos alimentos habían sido preparados con los niños en mente, me pareció que cualquier adulto podría comerlos y quedar satisfecho con su sabor. Las verduras estaban frescas y crujientes, el sabor de la sopa en su punto. Si alguna queja podía quedarme es que no iba a poder probar el “curry con verduras de verano”, del menú del día siguiente.

Imágenes: Katō Takemi
Texto: Michael Schauerte (Nippon.com)













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