La cultura contemporánea se globaliza, segunda parte

El “dong man” japonés arrasa en Pekín

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La subcultura japonesa también tiene éxito en China. En chino hay una expresión única, dong man, para referirse al anime y manga. Hemos seguido las claves de este boom, que pasa por eventos como el Nihon Dong man, celebrado en una famosa universidad de Pekín.

La convención de compraventa de manga y anime en Pekín

El 13 de mayo de 2012, en la Universidad Renmin de China, una de las más prestigiosas de Pekín, se celebró la convención anual de compraventa de revistas minoritarias de manga y anime (dōjinshi, o revistas para personas con un mismo interés). Con el círculo universitario de dicha universidad como organizador, la de este año es la novena edición. Con cerca de 10.000 visitantes, la convención de compraventa de manga y anime de Renmin fue la más grande de China, entre las celebradas en universidades, y acogió a grupos de hasta cien expositores (según los organizadores), venidos de lugares tan lejanos como Hong Kong o Taiwán.

Ante los ojos de los visitantes se extiende un sinnúmero de mercancías para maniáticos, que no se pueden encontrar en otro lugar. La mayoría de ellas consisten en productos derivativos de anime, manga, y personajes de videojuegos de Japón, y los pósters, calendarios e ilustraciones, tan parecidos a los originales como bellos, se venden como rosquillas. Siguen existiendo problemas de derechos de autor, pero da la sensación de que para esta convención de compraventa, al igual que en el caso del Comiket (“Mercado del Cómic”), el evento más grande que se celebra en Tokio dos veces al año, se hace la vista gorda con fines promocionales.

La afición por el dong man y el patriotismo chino no son incompatibles

En chino existe una expresión única para referirse al manga y anime: dong man; ¿a qué se debe su éxito en China? Le preguntamos a los visitantes de la convención.

“El dong man japonés es muy avanzado. El nivel de habilidad, la capacidad narrativa y el talento de los actores de voz que presenta es muy alto, y atrae a la gente.” “Me parece impresionante el hecho de que, en Japón, se haya formado una cadena comercial que abarca desde manga hasta anime, películas, publicaciones y merchandising. En China aún no existe algo así.” “A través de los contenidos he podido conocer la seriedad, decisión y espíritu gregario de los japoneses, sus puntos fuertes.” “Casi toda la animación que se produce en China está destinada a un público infantil. El protagonista siempre es un niño pequeño y la historia es monótona, con lo que no reviste mayor interés para los jóvenes.” “Si la animación china no es educativa o moralizante normalmente no puede pasar la censura de las autoridades, y no se emite por televisión. Por ello hay muchas obras de temas seguros, basados en clásicos, fieles a la tradición, y eso genera una falta de originalidad.”

Es cierto que el público de la convención consistió principalmente en aficionados al dong man japonés, pero aún así no se puede ignorar la aplastante admiración hacia el dong man japonés que se observó durante el evento. Al preguntar a qué se debe su afición mientras en las escuelas están aprendiendo sobre temas como la guerra contra Japón o el patriotismo, nos contestaron: “Reconozco que la historia tiene su importancia como tal, pero la cultura sólo se mide en términos culturales”; “Claro que soy un patriota, pero mis gustos personales son otra cosa”.

Los fanáticos, criados con anime en los ochenta y noventa

Al observar la historia de ese boom del anime en China veremos que la serie de Tezuka Osamu, Tetsuwan Atomu (Astroboy), emitida tras la reforma y liberalización del país en los ochenta, mediante la implementación de la Reforma Económica china, fue la obra pionera. Tras ella, y hasta la década de 2000, se fueron emitiendo otras series japonesas como Doraemon, Ikkyū-san, Meitantei Conan (Detective Conan), Crayon Shin-chan o Chibi Maruko-chan, que cautivaron los corazones de los niños.

A los jóvenes nacidos en esa época, en China, se los denomina Bā Líng Hòu (nacido en los ochenta) o Jiu Líng Hòu (nacido en los noventa). Esa época de hijos únicos, malcriados como los “príncipes y princesas” de la casa, también es la nueva época de quienes poseen poder adquisitivo y voz. De entre los trescientos o cuatrocientos mil jóvenes de China, el 20-30% de la población total, no pocos han crecido como aficionados al dong man japonés.

Sin embargo las autoridades chinas, en 2006, por temor a la “influencia negativa” que el anime pudiera tener sobre los niños, y también para reanimar la producción nacional, tomaron la medida de prohibir la emisión de anime extranjero en la franja horaria de máxima audiencia.

A pesar de ello, en China se dice que “si en la superficie hay políticas, bajo ella hay medidas”. El dong man japonés se expandió con rapidez por medio de copias pirata y descargas ilegales. Términos japoneses como otaku (fanático de algún tema, normalmente manga, anime o videojuegos), cosplay (disfrazarse como un personaje de manga, anime, películas o videojuegos) o moe (término en constante evolución que suele referirse a la afición a determinados personajes) ahora se han convertido en palabras chinas.

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