Ogawa Yōko, la escritora de la memoria y la pérdida

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Itakura Kimie [Perfil]

Las novelas de Ogawa Yōko se han traducido a varios idiomas y han cosechado buenas críticas en todo el mundo, empezando por Hakase no aishita sūshiki (La fórmula preferida del profesor). La escritora recibió la distinción francesa de la Orden de las Artes y las Letras en 2007. La publicación de la traducción al inglés de Hisoyakana kesshō (The Memory Police) en Estados Unidos en 2019 reavivó su fama como novelista fuera de Japón.

Ogawa Yōko OGAWA Yōko

Nacida en 1962 en la prefectura de Okayama. Graduada en la Facultad de Literatura de la Universidad de Waseda. Ganadora del Premio Kaien en 1988 por su obra inicial, Agehachō ga kowareru toki (Desintegración de la mariposa), y del Premio Akutagawa en 1990 por Ninshin karendaa (El embarazo de mi hermana). Hakase no aishita sūshiki (La fórmula preferida del profesor), publicado en 2003, se convierte en un superventas. Recibe el Premio Izumi Kyōka por Burafuman no maisō (El entierro del brahmán) en 2004, el Premio Tanizaki por Mīna no kōshin (La niña que iba en hipopótamo a la escuela) en 2006 y el Premio de Bellas Artes del Ministro de Educación por Kotori (El Señor de los Pájaros) en 2012.

Dar palabras a los muertos

De pequeña, Ogawa se empapó de literatura infantil internacional trasladada al japonés por Ishii Momoko y otros traductores, mientras que en la adolescencia quedó fascinada con El diario de Ana Frank. Posteriormente pasó a leer un gran volumen de literatura japonesa y, cuando estudiaba Literatura en la Universidad de Waseda, recibió la influencia de autores como Kanai Mieko, Ōe Kenzaburō y Murakami Haruki. A través de las traducciones de Murakami Haruki y Shibata Motoyuki, volvió a descubrir la literatura extranjera. El estadounidense Paul Auster la influyó especialmente: “La obra de Auster es una literatura narrativa que crea la ilusión de que el autor no es quien la inventa, sino que simplemente escribe algo que le explicaron. Aunque fuera en gran parte gracias a la traducción de Shibata, cuando leí El palacio de la luna (publicado en japonés en 1994) deseé poder escribir de aquella manera. Pensé que debía convertirme en una mediadora de lo que hay en el mundo exterior”.

Echando la vista atrás, Ogawa concluye que de joven tuvo una época en que escribía para transmitir su voz interior, pero luego cobró mucha más importancia el interés por los demás: “Fuera de mí hay muchas historias que debo plasmar en palabras para que lleguen a todo el mundo. Me percaté de que podía escribir con más naturalidad si pensaba que mi labor era interpretar historias que están enterradas como fósiles porque todavía no han hallado la forma de salir”.

Algunos años después de publicar su primera obra, Ogawa empezó a sentir que todos los personajes que aparecían en sus novelas estaban, en cierto sentido, muertos: “Aunque reciban un gran impacto o sean víctimas de injusticias, no son capaces de explicarlo con palabras. Podríamos decir que mi tarea consiste en dar voz, a través de mis historias, a personas incapaces de comunicar con palabras pensamientos como el de ‘¿Por qué tenía que morir mi hijo?’. No son muertos en el sentido físico, sino por la pérdida de la palabra. El rol del narrador es clave a la hora de escribir sobre esos personajes. La voz de los difuntos no se transmite si no decidimos quién es el narrador y en qué posición se halla. El narrador de Hisoyakana kesshō (The Memory Police) es la persona a la que le van arrebatando la memoria. En Kobako, en cambio, la narradora es la que vela por las cajitas, pero no ha perdido a ningún hijo. De ahí surge un cierto distanciamiento; pensé que, situándola a una cierta distancia, la convertiría en una espectadora más objetiva”.

La memoria y su pérdida

La mayoría de los personajes de Ogawa son individuos que viven en secreto en un rincón de la sociedad. Su interés por este tipo de personas nació de ciertas experiencias que vivió en su juventud: “Nací y me crie en casa de la familia de mi padre, que era una parroquia de la iglesia Konkōkyō y estaba situada en un lugar apartado de la prefectura de Okayama. Una parroquia es un lugar donde se reúnen personas en situaciones muy diversas, sin importar el estatus social. Allí pueden estar en igualdad. En mis novelas suelen aparecer personajes que han perdido algo y viven en la sociedad aquejados de esa carencia. Tal vez me influyó el hecho de haber observado a mucha gente así en mi infancia. Son personas que viven acorraladas en un rincón de la sociedad, como si las sombras fueran a tragárselas en cualquier momento”.

Kobako (Cajitas) habla de padres que han perdido a sus hijos, mientras que la novela anterior, Kotori (El Señor de los Pájaros), es la historia de unos hermanos que solo pueden comunicarse con los pájaros. El superventas Hakase no aishita sūshiki (La fórmula preferida del profesor), publicado en 2003, narra la relación entre un profesor cuya memoria solo dura ochenta minutos y su asistenta doméstica. Es evidente que la memoria es uno de los conceptos clave en la obra de Ogawa: “En Kobako (Cajitas) también incluí un personaje relacionado con la memoria. La memoria es un tema inevitable a la hora de escribir sobre las personas. Y es que podríamos decir que las personas están hechas de recuerdos. Haciendo que el profesor sufriera un trastorno de la memoria, descubrí su humanidad y su forma de relacionarse con los de su entorno, la asistenta doméstica y su hijo”. Las matemáticas eran otro de los temas principales de Hakase no aishita sūshiki (La fórmula favorita del profesor). Ogawa asegura que la historia surgió cuando las trayectorias de ambos temas —la pérdida de memoria y las matemáticas— se enlazaron.

“Quiero situar mi próxima novela en un teatro. En parte es porque me gusta este arte, pero también porque los teatros se conocen (en el mundo de las artes escénicas japonesas) como cajas; están aislados del mundo exterior y en ellos no es posible ir y volver entre el escenario y el público. Al final siempre se me ocurre el mismo tipo de lugares”, comenta Ogawa, riendo. “Si dispongo de un espacio bien delimitado, puedo escribir tranquila. Soy incapaz de escribir una historia que hable de lanzarse al exterior a vivir aventuras”, confiesa. ¿Cuál será la “historia enterrada que debe contarse” que nos hará llegar la escritora en su próxima obra?

“La memoria es un tema inevitable a la hora de escribir sobre las personas”, afirma la novelista Ogawa Yōko.
“La memoria es un tema inevitable a la hora de escribir sobre las personas”, afirma la novelista Ogawa Yōko.

Fotografías: Hashino Yukinori (Editorial de Nippon.com)

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Redactora y editora de nippon.com, con una prolongada carrera en editoriales y periódicos.

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