Árboles que provocan estornudos: acciones para eliminar el polen de los bosques japoneses
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Japón es famoso por sus ciudades atestadas, pero gran parte del país es territorio montañoso con espesas extensiones arboladas. Aunque la vegetación resulta siempre agradable en el paisaje, un tipo de árbol común del territorio suscita más odio que aprecio: la criptomeria japonesa, o cryptomeria japonica (en japonés sugi y a menudo también llamado “cedro japonés”) es el árbol responsable de una epidemia anual de alergias en todo el país. Cada año, desde mediados de febrero a finales de abril, las miles de millones de criptomerias existentes cubren las ciudades y el campo de nubes amarillas de polen que provocan rinitis y picor de ojos. A causa en gran parte de estos árboles, la alergia conocida como kafunshō se ha convertido estas últimas décadas en la principal pesadilla primaveral para un ingente número de personas.
Una dolencia nacional
El kafunshō ha ido aumentando de forma constante desde principios de la década de 1980, y algunas cifras señalan que afecta ya a uno de cada cinco japoneses. El auge de las alergias causadas por el sugi es resultado directo de las políticas aplicadas por el gobierno japonés tras la Segunda Guerra Mundial destinadas a aumentar la producción maderera interna.
En los años de posguerra, el país necesitó madera para el proceso de reconstrucción. Las autoridades se fijaron mayormente en el sugi y talaron enormes extensiones de especies caducifolias de lento crecimiento que producían menos madera para replantarlas con hileras uniformes de este resistente y autóctono árbol de hoja perenne de rápido crecimiento. Durante décadas, estos árboles fueron una fuente fiable de tablas largas y rectas sin apenas causar estornudos. Pero con el tiempo, la madera más barata procedente del Sudeste Asiático y otras regiones hizo disminuir la demanda de madera doméstica. Sin mercado, grandes extensiones de sugi se libraron de la tala y continuaron creciendo.
Según cifras de la Agencia de Silvicultura, entre 1950 y 1970 se plantaron más de 4.000 millones de árboles sugi en las montañas de Japón. No talar estos árboles maduros ha multiplicado las cifras de polen por cinco durante las últimas tres décadas. El número de personas afectadas por alergias se ha triplicado durante este tiempo, y esta tasa de crecimiento no parece que vaya a detenerse.
Además del simple número de árboles, algunos expertos han señalado al calentamiento global como culpable de las alergias, ya que provoca que el sugi y otras especies que desencadenan estornudos maduren más rápidamente y generen mayores cantidades de polen.
Hacia una primavera sin alergias
Pero ahora la esperanza de alivio ha aparecido en forma de árboles sin polen. En 2007, el Instituto de Investigación de Ciencias Forestales de la prefectura de Toyama fue noticia por haber registrado el primer ejemplar sugi de la historia que no producía polen. Bautizado como Haruyokoi, que significa “bienvenida, primavera”, esta variedad fue la culminación de un largo proceso que se inició en 1992, cuando los investigadores encontraron un árbol en la ciudad de Toyama que tenía un aspecto idéntico al de sus vecinos pero que no producía polen.
En el desarrollo del Haruyokoi, los investigadores descubrieron mecanismos genéticos para crear árboles sin polen, abriendo así el camino para nuevas y distintas variedades. Tras su primer éxito, el instituto ha producido una segunda variedad que ha llamado la atención tanto de productores madereros como de personas alérgicas. Denominado Tateyama Mori no Kagayaki, o “la joya de los bosques de Tateyama”, el árbol fue creado mediante una polinización cruzada de resistentes variedades regionales de sugi con otras que poseían la tan importante cualidad de no generar polen.
La producción de ambas variedades de árbol está intensificándose gradualmente, pero es una tarea árdua. Puede tardarse de una a dos décadas para que los árboles de semilla empiecen a producir piñas y varios años para cultivar árboles jóvenes. Sin embargo, el instituto sigue empeñado en su objetivo de aumentar las plantaciones anuales de la variedad Tateyama para pasar del nivel actual de 30.000 árboles jóvenes a 300.000 en 2027.
En la actualidad, las más de 130 variedades de bajo nivel o libres de polen que han sido desarrolladas son ya un poco más del 10 % de los aproximadamente 16 millones de árboles que se plantan en granjas cada año. Su disponibilidad y coste han sido los principales obstáculos para conseguir una mayor aceptación de esta nueva especie que no causa alergias. Para remediar esta situación, la Agencia de Silvicultura de Japón anunció en 2017 planes para subvencionar hasta un 70 % de los costes de producción y plantación con vistas al aumento de la proporción de nuevas variedades hasta 10 millones de árboles al año, más de la mitad de todas las plantaciones.
Esto son buenas noticias para los que sufren de kafunshō. Pero los factores que mantienen bajo el número de sustituciones de sugi no van a cambiar en un futuro próximo. Pasará algún tiempo antes de que todas las personas afectadas por alergia puedan olvidarse de sus máscaras y pañuelos.
Foto principal: Estambre cargado de polen de una criptomeria. Foto gentileza de Doug McAbee