‘Black Box Diaries’: el documental #MeToo de Itō Shiori

Cine Sociedad

Tony McNicol [Perfil]

Casi diez años después de haber sobrevivido a una agresión sexual por parte de un periodista veterano y políticamente bien conectado, la cineasta Itō Shiori describe aquel suplicio, sus consecuencias y su lucha por lograr justicia en el documental Black Box Diaries, que fue nominado a los premios Oscar.

Una década buscando justicia

(Cortesía de The Film Collaborative)
(Cortesía de The Film Collaborative)

En abril de 2015 Itō Shiori tenía 25 años, y hacía prácticas en la oficina japonesa de Thomson Reuters Corporation. En un bar de Tokio conoció al periodista Yamaguchi Noriyuki, entonces jefe de la sede en Washington de la emisora japonesa TBS. Posteriormente denunció que Yamaguchi la había violado en un hotel, tras ese encuentro. Él negó esa acusación, aduciendo que el coito había sido consensual.

El título del desgarrador y poderoso documental de Itō, Black Box Diaries (“Los diarios de la caja negra”), proviene de algo que le dijo un fiscal. Afirmó que las pruebas de su caso eran insuficientes, y que los eventos de aquella noche seguirían siendo incognoscibles. “Como se dieron en una ‘caja negra’ nunca sabremos lo que pasó realmente”, le dijo.

Pero esa “caja negra” es también una metáfora de Itō para referirse a la forma en que se esconden e ignoran las agresiones sexuales en la sociedad japonesa. Según un sondeo oficial de 2014 de la Oficina del Gabinete, que la directora cita en su película, solo un 4,3 % de las víctimas japonesas de violaciones informan de ello a la policía.

Una razón para ello es la baja probabilidad de lograr una condena penal. En muchos casos las víctimas encuentran imposible proporcionar las pruebas suficientes, o reciben presiones para resolver la disputa sin llegar a los tribunales. Hasta la fecha, Yamaguchi no ha sido acusado de ningún delito penal. En 2019, sin embargo, un juzgado civil le ordenó pagar a Itō 3,3 millones de yenes en concepto de daños y perjuicios.

Otro factor es el modo en que la policía trata a las víctimas. En su libro de 2017 Black Box, Itō describe cómo la obligaron a recrear la violación “usando un muñeco de tamaño real, en un dōjō de judo lleno de investigadores, todos hombres”.

Una razón más son los abusos y la estigmatización a los que se enfrentan las víctimas. Frustrada por la negativa de las autoridades a acusar a Yamaguchi, en mayo de 2017 Itō hizo públicas sus acusaciones con una rueda de prensa en el Tribunal del Distrito de Tokio.

El evento estaba lleno de periodistas japoneses, pero solo unos pocos informaron sobre esas acusaciones. Mientras tanto, las reacciones online contra Itō fueron rápidas y feroces. La acusaron de ser una espía norcoreana, y de que sus acciones tenían una motivación política. Los comentaristas llegaron a acusarla de ser una prostituta, criticándola por aparecer en la rueda de prensa con el botón superior de su camisa sin abrochar.

Itō Shiori en Black Box Diaries. (Cortesía de Harigaya Tsutomu)
Itō Shiori en Black Box Diaries. (Cortesía de Harigaya Tsutomu)

Dolor y solidaridad

En una charla en el British Film Institute de Londres (BFI) en 2024, Itō explicó que había comenzado su investigación periodística sobre aquella agresión como un mecanismo para hacer frente al problema: una forma de distanciarse de su trauma. Los resultados de esa investigación se convirtieron en su libro Black Box.

Fue tras su rueda de prensa de 2017 cuando decidió hacer un documental. Como explicó en el BFI, había “cruzado la línea como periodista” para convertirse en objeto de su propia investigación. Y, como superviviente, introducir sus propias emociones en la historia la había ayudado a enfrentarse a ellas, dijo.

Gran parte de la película de Itō, realizada a lo largo de ocho años, con más de 400 horas de metraje, fue grabada con su teléfono móvil. Este estilo de filmación tan íntimo, así como la disposición sin filtrar de Ito a compartirlo todo, hacen que el documental sea a la vez impactante y, en ocasiones, difícil de ver.

Es imposible no sentirse conmovido por su coraje y determinación, a pesar del desesperado y demasiado evidente desgaste que le supone todo. No se arredra a la hora de mostrar su propio trauma y dolor.

Resulta especialmente conmovedora la solidaridad que Itō recibe de otras mujeres. En una escena charla con unas ancianas que protestan ante la Dieta japonesa. Su emoción y alegría al conocerla contrastan con otra escena en la que una voz femenina anónima la insulta en la calle. En otra escena habla con un grupo de periodistas veteranas, una de las cuales cuenta que ella también tuvo “una experiencia similar” a la de Itō cuando era joven.

Un contraste chocante se produce entre dos llamadas telefónicas que Itō contesta ante la cámara.

La primera es de un investigador que trabajó en el caso de Itō y que finalmente, tras mucha persuasión, se ofrece a ayudarla, aunque de forma anónima. La otra es del portero que trabajaba en el hotel la noche en que fue violada.

El fiscal, borracho, le pide “en broma” que se case con él, e insiste para que vayan a comer juntos. La conmoción y la consternación de Itō son evidentes. Pero cuando el portero se ofrece como testigo en su caso, públicamente y arriesgando su trabajo, Itō se graba a sí misma rompiendo a llorar.

El documental también incluye imágenes del miembro del Partido Democrático Constitucional de Japón Yunoki Michiyoshi interrogando tenazmente al primer ministro Abe Shinzō en la Dieta sobre su caso. Itō ha denunciado un encubrimiento político para proteger a su agresor, Yamaguchi. Como periodista bien relacionado, era a la vez amigo de Abe y su biógrafo. Abe, significativamente, se negó a responder.

En diciembre de 2019, Yamaguchi dio una rueda de prensa en el Club de Corresponsales Extranjeros de Japón, donde no solo volvió a negar las acusaciones de violación, sino que afirmó que sufría estrés postraumático debido a ellas. En las imágenes de la rueda de prensa que aparecen en el documental de Itō, se puede ver a un periodista occidental sentado cerca, que pone los ojos en blanco.

Itō (a la izquierda) en Black Box Diaries. (Cortesía de The Film Collaborative)
Itō (a la izquierda) en Black Box Diaries. (Cortesía de The Film Collaborative)

Polémica por las fuentes

El documental de Itō, que se estrenó en Estados Unidos y Reino Unido en octubre de 2024, se ha proyectado en más de 50 festivales de cine de más de 30 países. Sin embargo, a pesar de tal reconocimiento internacional, incluida una nominación al Oscar, aún no se ha proyectado en Japón.

Quizá resulte desconcertante para quienes están fuera de Japón, pero los medios de comunicación se han centrado en las disputas legales sobre las imágenes de las cámaras de seguridad utilizadas en el documental, en detrimento de cuestiones más importantes como por qué no se procesó al agresor de Itō y por qué otros periodistas se mostraron reacios a cubrir su caso.

El periodista Jake Adelstein, una de las primeras personas en escribir sobre el caso de Itō en inglés, señala que ninguna sentencia judicial ha prohibido el documental ni hay leyes oficiales de censura que impidan su proyección. “La verdadera razón por la que no se ha proyectado es la misma por la que el caso de Shiori estuvo enterrado durante tanto tiempo: la autocensura de los medios y el miedo a las represalias de las poderosas élites políticas y mediáticas”, afirma Adelstein.

El rostro del movimiento #MeToo en Japón

En 2020, la revista Time seleccionó a Itō como una de sus cien personas más influyentes del año, describiéndola como alguien que “ha cambiado para siempre la vida de las mujeres japonesas con su valiente acusación de violencia sexual contra su acosador”. Se ha dicho de Itō que es el rostro del #MeToo japonés. En Japón, sin embargo, el movimiento ha tomado un rumbo diferente al de Estados Unidos y otros países.

Itō publicó su libro el mismo año en que se presentaron las acusaciones de agresión sexual contra el productor de cine estadounidense Harvey Weinstein. No obstante, Itō tuvo que enfrentarse a reacciones negativas por hablar, y las voces de otras víctimas japonesas permanecieron silenciadas.

En los años siguientes, el movimiento japonés #MeToo ha tendido a centrarse en objetivos más suaves, como #kutoo, un movimiento para liberar a las mujeres de la obligación de llevar tacones altos para trabajar.

Y sin embargo se ha avanzado en la reforma de la anticuada legislación japonesa sobre delitos sexuales. En 2017 las leyes sobre violación se actualizaron por primera vez en más de un siglo, con lo que se permitía a un hombre denunciar legalmente una violación. En 2023, la edad de consentimiento en Japón se elevó de 13 a 16 años y la violación se definió de nuevo como “relación sexual no consentida”, debilitando el requisito anterior de que las víctimas demostraran que se había dado fuerza física o coacción.

Y en los casi diez años transcurridos desde que Itō fuera agredida, han salido a la luz varios escándalos más.

En marzo de 2023 la BBC emitió Predator: The Secret Scandal of J-Pop (“Depredador: el escándalo secreto del J-Pop”), un documental que sacaba a la luz los abusos sexuales cometidos por Johnny Kitagawa, empresario de una famosa agencia de talentos, contra jóvenes estrellas. Las acusaciones contra Kitagawa se remontaban a décadas atrás, pero los medios de comunicación japoneses las habían ignorado sistemáticamente. Sin embargo, el programa desencadenó un largo ajuste de cuentas que acabó con las denuncias de cientos de víctimas y la caída de la agencia de talentos más poderosa de Japón. También salió así a la luz pública el tema tabú de los abusos sexuales a niños y hombres.

Más recientemente, el famoso Nakai Masahiro, que saltó a la fama como líder de la popular banda de chicos SMAP, fue acusado de agredir sexualmente a una mujer en una fiesta supuestamente organizada por la cadena Fuji Television. El escándalo resultante, que provocó un boicot publicitario a la empresa de medios de comunicación, puso de relieve el problema del abuso a las mujeres en los medios de comunicación.

Adelstein afirma que si Itō no hubiera dado la cara y forzado la conversación sobre la violencia sexual en Japón, es muy posible que el escándalo de Johnny Kitagawa hubiera seguido siendo un secreto a voces en lugar de un titular internacional. “La razón por la que el caso de Fuji TV está ocurriendo ahora... todo esto es porque el caso de Shiori obligó a la gente a empezar a cuestionar las viejas formas de mirar hacia otro lado. Gracias a Shiori y a otras valientes supervivientes, la conversación ha cambiado. No es una ola #MeToo en toda regla, pero es una grieta en la presa. Y una vez la presa se rompa, ya no habrá vuelta atrás”.

Tráiler

(Artículo traducido al español del original en inglés. Imagen del encabezado: Itō Shiori en un fotograma de Black Box Diaries - cortesía de The Film Collaborative.)

    Etiquetas

    cine documental Itō Shiori

    Tony McNicolOtros artículos de este autor

    Escritor, fotógrafo y traductor de japonés británico. Tras un periodo de 15 años en Japón, en 2013 estableció su centro de operaciones en Bath (Inglaterra). Pero el disfrute de su querida campiña inglesa no le ha librado de ciertas añoranzas, como la del sabroso arroz japonés.
    website: www.tonymcnicolphotography.com

    Otros artículos de esta serie