El sufrimiento de las víctimas del ataque con gas sarín en el metro de Tokio, 30 años después

Sociedad

Han pasado 30 años desde el atentado en el metro de Tokio en el que miembros de la organización religiosa Aum Shinrikyō liberaron gas sarín y dejaron 14 víctimas mortales y más de 6.000 heridos. El cineasta Sakahara Atsushi, una de las víctimas, reflexiona sobre las tres décadas que lleva viviendo con las secuelas del suceso.

Una mañana como otra cualquiera me cambió la vida

En aquella época yo era empleado de la agencia de publicidad Dentsu, y aquella mañana, de camino al trabajo, subí a la línea de metro Hibiya y sufrí el ataque. Al entrar en el tren vi que, por alguna razón, había un asiento vacío; al acercarme para sentarme en él vi un periódico mojado a mis pies.

Del interior del periódico goteaba un líquido y se derramaba por el suelo, pero no le presté mucha atención; tenía intención de sentarme, pero las miradas de los pasajeros que me rodeaban me hicieron dudar y por reflejo me di la vuelta. Si no hubiera notado esas miradas, habría pisado el suelo empapado de sarín y me habría sentado sobre él; quizá incluso podría haber perdido la vida.

Miembros de la Brigada Química del Cuerpo de Bomberos de Tokio entran en las instalaciones de la estación de metro de Kasumigaseki con ropa protectora; 20 de marzo de 1995. (Jiji Press)
Miembros de la Brigada Química del Cuerpo de Bomberos de Tokio entran en las instalaciones de la estación de metro de Kasumigaseki con ropa protectora; 20 de marzo de 1995. (Jiji Press)

Incluso antes de ser víctima del famoso ataque del metro ya había tenido varios accidentes y experiencias que cambiaron mi visión de la vida. Me gustaría mencionar algunos de ellos porque sin hacerlo me resulta imposible echar la vista atrás a los 30 años transcurridos desde el ataque con gas sarín en el metro de Tokio.

Zanki es un término budista que significa: 1. reflexionar sobre uno mismo de diversas formas y sentirse sinceramente avergonzado; y 2. hablar mal de alguien.

Un extraño destino que comenzó antes del incidente

Cuando tenía 19 años vi una película de Hollywood con un amigo de la escuela preparatoria de Kioto a la que asistía. Después, él me contó que quería ser intérprete de inglés. Yo me sentí inflamado de rivalidad, y le contesté que yo iba a ir a la Universidad de Kioto y a hacer un máster en Estados Unidos, que luego haría una película, ganaría un Oscar y daría un discurso lleno de ingenio.

La primavera siguiente él consiguió aprobar el examen de acceso a una universidad, pero yo tuve que continuar mi vida como rōnin (un estudiante que no se matricula durante un año lectivo o más, sobre todo por no haber podido aprobar ese examen). Desde entonces, me mantuve en contacto con él por teléfono, y siempre le decía que tenía algo que quería discutir con él, pero nunca llegué a verlo. Al cabo de un tiempo, me enteré de que se había suicidado y decidí cumplir la promesa que le había hecho.

Entré en la Universidad de Shiga después de tres años de rōnin. Los estudiantes de cursos superiores me invitaron a dar una vuelta en coche; una alumna de mi clase y uno de esos estudiantes, que iban en un coche en el que se suponía yo iba a montar, murieron en un accidente de tráfico.

Mientras intentaba guiar en inglés a los turistas extranjeros que visitaban Kioto, conocí a un rabino judío que por entonces vivía en Estados Unidos. Animado por él, volví a presentarme al examen de acceso a la Universidad de Kioto y aprobé.

En la Universidad de Kioto conocí a David Greenspan, con quien más tarde rodé una película y gané la Palma de Oro, máximo galardón del Festival de Cannes. También conocí a la productora de noticias Trisha Sorrells Doyle, ganadora de un Emmy, y al empresario en serie Gerrit Van Wingerden.

Tras licenciarme en la Universidad de Kioto, fue Dentsu quien me contrató en reconocimiento a aquellas experiencias.

Los engranajes me hacían enloquecer en Japón, tras aquella paz de Estados Unidos

El año después del ataque con gas sarín en el metro dejé Dentsu y me trasladé a Estados Unidos para cursar un MBA, gracias a la ayuda de aquel rabino judío. Terminé mi MBA en la Escuela de Posgrado para Administración de Empresas de la Universidad de California, Berkeley, y me quedé en Silicon Valley para trabajar en una empresa de capital de riesgo relacionada con EdTech.

Bean Cake (Ohagi) (ohagi es un dulce de arroz cubierto de pasta dulce de judías), cortometraje en el que había participado como uno de los productores durante mis estudios de posgrado, ganó la Palma de Oro en la categoría de cortometrajes en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 2001.

Ese año regresé a Japón y decidí casarme con una mujer que había conocido aquí, y justo antes de ir a saludar a sus padres por primera vez, ella me confió que se había inscrito por error en Aum Shinrikyō. Sin embargo acepté casarme con ella, pero tras solo un año y medio nos divorciamos. No me cabe duda de que el incidente de Aum había ensombrecido mucho nuestra relación.

Levantarse para ayudar a las víctimas, sí, pero...

Me nombraron director del Centro de Apoyo a la Recuperación (RSC), una organización sin ánimo de lucro que trabaja en exámenes médicos colectivos para víctimas del ataque con gas sarín en el metro, y en 2010 publiqué, quince años después del incidente, mi autobiografía, Sarin to ohagi (Sarín y ohagi).

El día del acto conmemorativo organizado por el RSC, revelé en internet el hecho de que las víctimas del gas sarín no podemos obtener un seguro de vida. Cuando acudí a un psiquiatra por trastorno de estrés postraumático resultó que ya no podía conseguir un seguro de vida, pero no se trataba de que no me vendieran seguros por ser víctima, sino que tras hablar sinceramente con un representante de ventas cortaron todo contacto conmigo. Quizá la mayor preocupación de las aseguradoras sea que el estrés postraumático puede implicar otros problemas diferidos, de aparición tardía.

Por aquel entonces el Estado concedía ayudas a las víctimas del gas sarín. Yo recibí cinco millones de yenes a través del RSC, aunque pensaba que el plan de ayuda a las víctimas no era suficiente. Tenía que recibir el dinero porque, de lo contrario, no podría vivir. Sin embargo, dejé la organización después de que la junta directiva de la RSC negara que las víctimas pudiéramos sufrir problemas de aparición tardía. Se decidió que la RSC se disolvería a finales de marzo de 2025.

Renace el deseo de hacer cine

Durante los años siguientes, las secuelas eran tan graves que no podía trabajar, y pasé verdaderas penurias. Un día ocurrió algo decisivo que me hizo caer en barrena.

Sufrí un desmayo y una fractura por compresión de las vértebras lumbares, en un vuelo a Tokio desde Tokushima, lugar que había visitado por un rodaje sobre las peregrinaciones a Shikoku. Los médicos no entendían la causa de la lesión. Incapaz de seguir trabajando en Tokio, regresé a Kioto con mis padres, sin dinero, con un corsé médico.

Tras regresar a Kioto dejé de hacer cine, pero el estudio me presentó en un curso de dirección cinematográfica de una escuela de formación profesional de Osaka, donde impartí clases de cinematografía. Mientras daba clases, empecé a pensar que quería hacer algo que solo yo pudiera filmar, algo que llevara a una solución de los problemas del incidente del gas sarín y de Aum Shinrikyo. Tras un año de negociaciones empecé a producir el documental Aganai – chikatetsu jiken to watashi (“Aganai – el incidente del metro y yo”), para el que viajé y hablé con Araki Hiroshi, antiguo jefe del departamento de relaciones públicas de Aleph, la organización sucesora de Aum Shinrikyo, en los lugares relacionados con el caso. Como víctima recibí un permiso especial para observar y rodar el juicio de Takahashi Katsuya, el último convicto fugitivo que había transportado el gas sarín en el metro.

Dos días hablando con el antiguo jefe de relaciones públicas de Aum Shinrikyō

En 2014 mantuve una entrevista de dos días con Jōyū Fumihiro, antiguo jefe del departamento de relaciones públicas de Aum Shinrikyō y representante de Hikari no Wa, y el año siguiente publiqué Chikatetsu sarin jiken 20 nen – higaisha no boku ga hanashi wo kikimasu (“20 años tras el ataque con gas sarín en el metro: el relato de mi historia como víctima”; dZERO).

En su epílogo yo pensaba escribir: “Yo, una de las víctimas, he escuchado su historia durante dos días; ¿hay acaso necesidad de oír más? Jōyū debería dejar de aparecer en los medios”, pero él insistió en que “ciertas personas verán esa película y decidirán unirse a Aum Shinrikyō”. Yo estaba decidido a que eso no ocurriera a ningún precio.

La película fue difícil de rodar: no pude contar con el montador al que pensaba recurrir, y cuando se me acabaron los fondos tuve que hacer el montaje yo solo; las secuelas hacían que se me cansaran los ojos rápidamente, se me entumecían los miembros y los mecanismos de defensa de mi cuerpo me provocaban mucho sueño. Pero sentía que debía hacer de mi película, a cualquier precio, una obra responsable ante la sociedad y ante la historia. Aunque el estreno se retrasó no transigí: no podía olvidar las palabras de Jōyū.

En medio de todas aquellas dificultades en el proceso de montaje, alguien me habló de un evento para apoyar la finalización de películas en proceso de realización, así que me presenté y gané un premio. También tuve la suerte de que me presentaran a un montador japonés que vivía en París, y mi película empezó a avanzar hacia su finalización.

En 2018 el antiguo jefe de Aum Shinrikyo, Matsumoto Chizuo (Asahara Shōkō), y otros antiguos condenados a muerte por el incidente del gas sarín fueron ejecutados. Tras su ejecución, Jōyū confesó que había estado presente “durante el asesinato de una creyente”, en los primeros días de Aum Shinrikyō. En otras palabras, que cuando me dijo que habría personas en el público que se unirían a Aum Shinrikyō tras ver mi película estaba ocultándome la información más crucial para impedir ese reclutamiento. Ahora dirige Hikari no Wa, y ha demostrado sin lugar a dudas que sus palabras no tienen ningún sentido. El control mental es algo terrible.

Reportaje extra sobre la ejecución del exjefe de la organización Aum Shinrikyō, Matsumoto Chizuo, y otros presos condenados a muerte; 6 de julio de 2018, distrito de Minato, Tokio. (Jiji Press)
Reportaje extra sobre la ejecución del exjefe de la organización Aum Shinrikyō, Matsumoto Chizuo, y otros presos condenados a muerte; 6 de julio de 2018, distrito de Minato, Tokio. (Jiji Press)

La creación de una nueva organización de apoyo a las víctimas

Cuando me enteré por mi abogado de que la Asociación de Víctimas del Ataque con Gas Sarín en el Metro se negaba a aceptar nuevos miembros, recordé las palabras de mi difunto padre, que me dijo que hiciera una yo mismo; así que en 2021 creé la Asociación de Víctimas del Gas Sarín. El objetivo de la asociación es comunicarse con las víctimas del gas sarín en Matsumoto, el metro de Tokio y otras zonas, difundir información tanto en Japón como en el extranjero para evitar que se desvanezca, y proporcionar apoyo financiero y de autosuficiencia a las víctimas. Además empezamos a ofrecer flores en los lugares de los atentados cada año, en Matsumoto y en el metro de Tokio. Ahora figura en la página web de la Agencia Nacional de Policía como una de las organizaciones de víctimas de delitos.

Mi película se estrenó de forma independiente el 20 de marzo de 2021, durante la pandemia del coronavirus. Aunque no fue un éxito de taquilla recibió reconocimiento en festivales de cine documental de todo el mundo, y una puntuación perfecta del 100 % por parte de los críticos en una página de crítica cinematográfica. También recibió el Gran Premio en el festival coreano de documentales EDIF. Entró en la lista de 30 finalistas de los prestigiosos Premios de la Asociación Internacional de Documentales (IDA), considerados los precursores de los Oscar para largometrajes documentales. Fue la única película asiática en conseguirlo.

Mantener viva la esperanza para la próxima generación

En marzo de 2022 realicé una rueda de prensa en el Club de Prensa del Ministerio de Sanidad, Trabajo y Bienestar, explicando que quería dar visibilidad en internet, de forma audiovisual, a las voces de las víctimas del gas sarín. Quería que la gente supiera que hay muchas personas que debemos soportar en silencio las secuelas del incidente.

Algunas personas utilizaron la palabra “sincronicidad” para describir la muerte de mi amigo y el incidente del gas sarín, pero mis heridas invisibles eran más profundas de lo que había imaginado, y no encontraba espacio para vivir con mi modesta energía, mis conocimientos y mi habilidad con el inglés.

A pesar de ello, en 2022 cofundé la empresa EdTech con un estudiante de la Universidad Pública de Osaka, donde trabajo como profesor a tiempo parcial. Yo he recibido una gran educación y he podido hacer muchos amigos, así que quiero transmitir esos dones a la siguiente generación. Mis alumnos se graduarán esta primavera y nuestra empresa marcha viento en popa.

También estoy matriculado en el programa de doctorado de la Universidad de Utsunomiya y me convertiré en doctor ingeniero el próximo mes de marzo. El tema de mi investigación se basa en la reformulación de la dialéctica, algo que me enseñaron en la escuela preparatoria a la que asistí junto con mi amigo.

Estoy preparando un sistema, con la ayuda de profesores universitarios, para utilizar mi película en la enseñanza de artes liberales. En cuanto a las proyecciones relacionadas con este proyecto, la mitad de mis beneficios personales se destinarán a ayudar a otras víctimas. También he decidido, cuando termine este manuscrito, distribuir por mi cuenta Aganai – chikatetsu sarin jiken to watashi al público por internet, en formato de pago.(*1)

Siempre he tenido una vida un poco excéntrica, pero tras el incidente del gas sarín, la amplitud de mi vida se ha extendido aún más. En el futuro me gustaría viajar al extranjero y probar suerte en el stand-up en inglés. También quiero vivir la vida al máximo, dándolo todo en muchos campos, como la educación, la creación de empresas con la próxima generación, la escritura y la producción de películas. Tengo que aprovechar que estoy vivo.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: la Brigada Química de la Fuerza Terrestre de Autodefensa de Japón descontaminando un vagón de metro contaminado con gas sarín; 20 de marzo de 1995 - cortesía de la FTAJ – Jiji Press.)

(*1) ^ Aganai – chikatetsu sarin jiken to watashi se encuentra disponible en aganai.net desde el 14 de marzo de 2025.

    Etiquetas

    Aum Shinrikyō Ataques con gas sarín

    Otros artículos de esta serie