
Kuroshio y las ‘conservas para huir’ del mayor tsunami de Japón
Prevención de desastres- English
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El 2 de diciembre de 2024, la empresa semipública Kuroshiochō Kanzume Seisakusho (Kuro Can) y Futagami, que gestiona tiendas de bricolaje y otros negocios en la prefectura de Kōchi, anunciaron un proyecto propio de prevención de desastres: Nigeru Kanzume. Sus latas de conserva, azules con el pictograma de una persona que huye corriendo, van a venderse primero como provisiones de emergencia en desastres en las tiendas de bricolaje de la prefectura para luego pasar a comercializarse en todo el país a partir del 1 de septiembre, Día de la Prevención de Desastres.
Diseño de las latas Nigeru Kanzume, que contienen un arroz con bonito que puede consumirse a temperatura ambiente, actualmente en desarrollo en la fábrica de Kuro Can.
El nombre del proyecto, Nigeru Kanzume (literalmente, ‘conservas para huir’), hace referencia a la posibilidad de que un colosal tsunami de más de 30 metros de altura ―en el peor de los casos― asole Kuroshio si se produce un terremoto en la fosa de Nankai.
Tomonaga Kimio, director de Kuro Can, declaró en rueda de prensa: “Kuroshio viene fomentando una mayor conciencia sobre la prevención de desastres bajo el lema ‘Si se produce un temblor, hay que huir’ en lugar de intentar contener el gigantesco tsunami que se prevé. Queremos difundir este enfoque al mundo a través de las conservas”.
La previsión de un tsunami más del doble de alto que el de 2011
Kuroshio es un pueblo pesquero de menos de 10.000 habitantes, situado en el oeste de la prefectura de Kōchi, cuya flota obtiene uno de los mayores volúmenes de pesca de bonito del país.
En marzo de 2012, el pueblo quedó conmocionado al publicarse las estimaciones de distribución de la intensidad sísmica y la altura de los tsunamis en caso de producirse un megaterremoto en la fosa de Nankai, una fosa submarina de la costa pacífica del Oeste de Japón.
Según las previsiones, de ocurrir un temblor de la misma magnitud que el del Gran Terremoto del Este de Japón, una zona extremadamente vasta desde la región de Kantō hasta las de Shikoku y Kyūshū podría verse impactada por fuertes sacudidas e imponentes tsunamis, mientras que a Kuroshio podrían llegar olas de hasta 34,4 metros de altura.
Los daños que se prevén en la prefectura de Kōchi incluyen la posibilidad de que el desastre se cobrara la vida de unas 2.300 personas, el 90 % de las cuales se deberían al tsunami.
En un desastre de la gravedad del Gran Terremoto del Este de Japón, ocurrido en marzo de 2011, que provocó un apabullante número de víctimas, la altura máxima del tsunami fue de 16,7 metros y se alcanzó en la ciudad de Ōfunato, en la prefectura de Iwate. La cifra de 34,4, más del doble de la anterior, sumió a los habitantes del municipio en la resignación. Una vecina de edad avanzada compuso un poema que reza:
大津波 来たらば共に死んでやる 今日も息(こ)が言う 足萎え吾に
Ōtsunami kitaraba tomo ni shinde yaru / kyō mo ko ga iu / ashi nae wa ni
Si llega el gran tsunami, moriremos juntos, me dice mi hijo, sabiendo que las piernas ya no me responden.
La lección del milagro de Kamaishi: “Sed los primeros en evacuar”
En primavera de 2013, el entonces alcalde de Kuroshio (reelegido en septiembre de 2024) Ōnishi Katsuya, visitó a un experto: Katada Toshitaka, profesor especial de la Universidad de Tokio y figura central del llamado “milagro de Kamaishi”, que se obró en un municipio damnificado por el Gran Terremoto del Este de Japón.
Mientras que un gran número de personas fallecieron por el tsunami cuando el terremoto sacudió Kamaishi, todos los estudiantes de las escuelas de primaria y secundaria (570 niños) de la zona que daba a la bahía de Ōtsuchi lograron huir a un terreno elevado ayudándose unos a otros y sobrevivieron. Katada se había encargado de la educación para la prevención de desastres en el Ayuntamiento de Kamaishi antes del desastre.
A Katada le preocupaba que los padres hubieran convencido a los niños de que no era necesario que evacuaran en caso de tsunami porque los rompeolas los mantendrían a salvo, por lo que se dedicó a hacerles cambiar de mentalidad. Les repitió una y otra vez que debían huir a terrenos elevados por iniciativa propia siguiendo los “tres principios de evacuación”: “No os dejéis llevar por los supuestos”, “Esforzaos al máximo” y “Sed los primeros en evacuar”.
El alcalde Ōnishi se veía demacrado cuando se reunió con Katada en Tokio. “No me siento capaz de proteger a los habitantes del pueblo. He acudido a expertos en prevención de desastres, pero no hallo respuestas. ¿Qué tengo que hacer?”, le preguntó. Katada le respondió con un toque de humor: “Menos mal que es usted el número uno, señor alcalde”.
Katada pretendía dar la vuelta al debate desde la raíz, por lo que le devolvió la pregunta: “¿De qué tiene miedo? Después del Gran Terremoto del Este de Japón, la relación de Kuroshio con el mar no ha cambiado en nada, ¿verdad?”
Ōnishi se quedó estupefacto y Katada continuó: “Kuroshio debe de haber recibido generosamente las bondades del mar desde la antigüedad. Es tanta esa riqueza que a veces también ocurren desastres. En eso consiste vivir aprovechando los dones de la naturaleza y así es como el pueblo viene funcionando desde siempre. Gestionar un municipio centrándose solo en los desastres, dominados por el miedo de algo que sucede ‘una vez cada mil años’, es un error”.
Se prevé que los tsunamis gigantes ocurran solo una vez cada mil años y las cifras de las estimaciones se basan en meras simulaciones. Lo único que es seguro es que después de un gran terremoto llega un gran tsunami. Hay que seguir preparándose lo mejor posible para proteger las vidas de los ciudadanos y vivir dignamente como siempre se ha hecho, aprovechando las bondades de la naturaleza.
El rostro de Ōnishi se relajó un poco ante las claras explicaciones de Katada: “Escúcheme bien, señor alcalde: precisamente por ser usted el ‘número uno’ tiene la oportunidad de cambiar la forma de pensar de los ciudadanos”.
Poco después de aquel encuentro, el Ayuntamiento de Kuroshio nombró a Katada asesor de prevención de desastres y formuló un plan encabezado por la “resolución” del pueblo:
“Seguiremos creando un municipio próspero y abundante en dones del mar, partiendo del principio vertebrador de priorizar la protección de las vidas de los ciudadanos. […] Continuaremos afrontando el terremoto de la fosa de Nankai y fomentando el desarrollo de Kuroshio basándonos en la filosofía del Plan de Prevención ante el Terremoto de la Fosa de Nankai y el Tsunami, que consiste en convertirnos en el municipio más preparado de Japón para la prevención de dichos desastres”.
El plan otorga la máxima prioridad a la educación para la prevención de desastres y enfatiza: “Si se produce un temblor, hay que huir lo más rápido posible al lugar más seguro posible”. También determina que debe implementarse concienzudamente una educación, sensibilización y entrenamiento ante desastres que permitan que todos los ciudadanos se esfuercen al máximo en evacuar, fomentando especialmente la “educación vital” entre los niños para mejorar su capacidad de supervivencia.
En los simulacros de desastre de Kuroshio se practica repetidamente cómo huir de las escuelas y los hogares a terrenos elevados por la ruta más corta. En las zonas donde se prevé que llegaría un tsunami gigante o en las que cuesta evacuar, se simula la huida hasta las torres para tsunamis. (Imagen cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio)
Partiendo del plan, se han llevado a cabo un total de más de 500 simulacros de desastre en todo el pueblo y por barrios. Se han construido torres de evacuación para tsunamis en zonas donde resulta difícil huir y se han ofrecido talleres prácticos en los que los residentes se ayudan mutuamente a evacuar con la distancia más corta posible, así como simulacros de evacuación nocturnos.
Para mantener la inercia en la preparación ante terremotos se creó Kuroshiochō Kanzume Seisakusho (Kuro Can), una empresa semipública fabricante de conservas que forma parte de los proyectos de apoyo a la prevención de desastres, cuyo volumen de ventas ha ido aumentando progresivamente.
En Kuroshio, los planes de evacuación se comparten con los vecinos y se organizan repetidos simulacros a través de los cuales se refuerza la comunicación entre los ciudadanos. (Imagen cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio)
El rechazo contra diques que parecen los muros de una fortaleza
El proyecto de Nigeru Kanzume surgió a partir de la “mala impresión” que provocó una imagen a Umebara Makoto, un diseñador afincado en el municipio de Kami, en la parte oriental de la prefectura de Kōchi. La fotografía mostraba un dique de hormigón construido a lo largo de una carretera de costa de una zona damnificada por el Gran Terremoto del Este de Japón. Al otro lado del muro estaba el mar, pero era evidente que no se veía desde la carretera. Umebara se quedó atónito ante la pantalla de su ordenador: “¿Pero esto qué es? Es inadmisible”.
Se ha invertido un presupuesto de 32 billones de yenes en la reconstrucción del Gran Terremoto del Este de Japón en diez años. La parte dedicada a los diques ―432 kilómetros de costa repartidos entre las tres prefecturas afectadas― hasta el año fiscal 2020 ascendía a 1,3 billones de yenes. “¿Nadie se plantea si esa es la reconstrucción que realmente desean las personas de las zonas damnificadas? ¿Está bien cubrirlo todo con hormigón por si llegan tsunamis? Es una cuestión que debe decidir la ciudadanía de todo el país”, sentencia Umebara.
Umebara, que nació y creció en una prefectura con tanta riqueza natural como es Kōchi, siempre ha otorgado una gran importancia al paisaje. Ha colaborado con Administraciones y productores del sector primario que requerían de su “pozo de sabiduría” y ha trabajado como diseñador en todo tipo de proyectos, desde la creación de conceptos para productos locales hasta planes generales de ayuntamientos.
Una de sus obras más emblemáticas es el Sunahama Bijutsukan, o ‘Museo de la Playa’ (Seaside Gallery en inglés), que existe desde 1989 en la playa de Irino, Kuroshio.
La playa de Irino, en el municipio de Kuroshio, es también un malecón natural. “Este paisaje está arraigado en las vidas de los vecinos de la zona”, afirma Tomonaga Kimio, director de Kuro Can. (Imagen cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio)
El museo presenta el paisaje tal y como es ―la arena, el mar, el cielo― como una obra de arte en una extensión de 4 kilómetros de longitud. La web oficial muestra la propuesta que Umebara envió al Ayuntamiento hace un cuarto de siglo:
私たちの町には美術館がありません。
美しい砂浜が美術館です。En este pueblo no tenemos museos. El museo es nuestra hermosa playa.
La Exposición de Arte en Camisetas es el mayor evento del Sunahama Bijutsukan y se ha organizado también en Hawái, Mongolia y otros lugares del extranjero. Las ristras de camisetas que ondean con la brisa marina ofrecen una estampa espectacular. (Imagen cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio)
El Sunahama Bijutsukan nació del “rechazo” de Umebara. En los años 80 Japón estaba en plena burbuja financiera, y en las zonas rurales proliferaba la construcción de complejos turísticos para impulsar el desarrollo regional. A Kuroshio se le propuso también un plan de desarrollo, pero el Ayuntamiento consultó a Umebara y él presentó la contraoferta de crear un museo de arte.
El proyecto de Nigeru Kanzume también emergió del “rechazo” que despertó en el diseñador la destrucción del paisaje de las zonas damnificadas. En la primavera de 2024, cuando Kuro Can, que celebraba su décimo aniversario, le comentó que quería colaborar con Futagami, mantuvo una reunión con los ejecutivos de ambas entidades y les propuso lo siguiente: “Ya que vais a hacer algo juntos, que sea interesante. ¿Qué os parecerían unas conservas para huir?”.
La fábrica de Kuro Can se montó como parte del proyecto general de prevención de desastres lanzado tras la predicción del tsunami gigante en Kuroshio. El logotipo incluye la altura estimada de la ola, 34 metros. (Imagen cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio)
Umebara se encargó de diseñar las latas e incluyó el pictograma de una persona que huye y la palabra nigeru (huir) en la parte frontal. Al girar la lata hacia el pictograma, se lee un mensaje que representa el sentido del humor de Umebara: “Comida rica en lata para desastres. Primero huye. Cuando ya estés a salvo, te estará esperando una delicia”.
Takahashi Hiroyuki, representante de Ame Kaze Taiyo (Hanamaki, prefectura de Iwate), un operador web de ventas que conecta a los productores y los consumidores para establecer vínculos entre la población rural y urbana, se entusiasmó cuando le hablaron del proyecto de Nigeru Kanzume: “Es una declaración de intenciones que afirma la voluntad de prepararse para un tsunami mientras se sigue conviviendo con la naturaleza como siempre. Me asombró la capacidad del Gobierno local de lograr algo así”.
Takahashi se presentó como candidato a gobernador de la prefectura de Iwate en septiembre de 2011, meses después del Gran Terremoto del Este de Japón, pero perdió las elecciones a pesar de que se oponía a las medidas de prevención de desastres que implicaban tapar la costa con diques: “Un hecho extraordinario que puede darse como mucho un día cada cien años, frente a los 99 años y 364 días restantes de vida normal. Son los residentes del lugar quienes deben decidir cómo lidiar con ello. Por desgracia, la región de Tōhoku decidió reconstruir centrándose en lo extraordinario, y eso ha transformado la realidad cotidiana y la mentalidad de los residentes, que antes vivían en armonía con la naturaleza”.
El éxodo demográfico de las tres prefecturas afectadas fue del 6,6 % en los diez años posteriores al desastre, aproximadamente el triple de la media nacional, que es de 1,9 %. “¿Qué pasó con aquella reconstrucción? Es una cuestión que debe plantearse todo el país”, sugiere Takahashi.
Tomonaga, que trabajaba en el Ayuntamiento de Kuroshio, se encargó de ofrecer apoyo a las zonas damnificadas justo después del Gran Terremoto del Este de Japón. Se le ha quedado especialmente grabada en la memoria la devastación de Rikuzentakata, que antes ostentaba un paisaje muy similar al de Kuroshio: “Fue horrible, como si me mostraran el porvenir de mi pueblo”.
El director de Kuro Can también se solidariza con las zonas damnificadas por el terremoto de la península de Noto: “En el debate sobre la reconstrucción de Noto, hay quien dice ‘¿Vamos a invertir dinero en una región que se está extinguiendo?’. Me duele mucho verlo. Si logramos que cale en la gente la conciencia de que deben proteger su propia vida mediante el proyecto de Nigeru Kanzume, dirán ‘Nosotros ya huiremos, así que no es necesario invertir grandes presupuestos en infraestructura para evitar nada’. Quiero que concibamos una reconstrucción que conserve el paisaje y sirva de apoyo a la pequeña realidad de cada lugar”.
Colaboradores en la edición: Power News.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: simulacro de evacuación de tsunami; cortesía del Ayuntamiento de Kuroshio. Arriba a la izquierda, el diseño de Nigeru Kanzume.)