La belleza de teamLab Planets, un fascinante museo inmersivo
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Gigantescas obras de arte digital que los visitantes pueden “experimentar”
Desde que abrió sus puertas en 2018, el museo de arte teamLab Planets, situado en Toyosu (Tokio), atrae a multitud de personas de todo el mundo, entre las cuales figuran numerosos famosos; por ejemplo, el expresidente de Estados Unidos Barack Obama y el empresario Elon Musk. De hecho, se dice que uno de cada diez turistas que viene a Japón visita este museo, algo que también pudimos comprobar el día que estuvimos allí: estaba abarrotado de gente de diferentes países.
El motivo por el cual este museo recibe tantas visitas tal vez resida en que brinda una experiencia única en la vida: introducirse en las propias obras de arte que se exponen en él. Los diez mil metros cuadrados que ocupa el edificio se dividen en cuatro espacios amplios, que se aprovechan en su totalidad como obras inmersivas, y dos jardines. Así pues, el arte, elaborado con tecnologías digitales, ocupa por completo dichas zonas. Además, el visitante debe descalzarse antes de ir adentrándose en el universo artístico que lo rodea, donde, para deleite de los presentes, los aromas y la música majestuosa que acompañan a las obras van cambiando en función del área del museo.
Once obras con distintos tipos de inmersión
La experiencia inmersiva varía enormemente de una obra a otra. Por ejemplo, Un espacio que se transforma intencionadamente, una presencia tridimensional en expansión: tres colores que se aplanan y nueve tonos ambiguos, flotando libremente es una obra en la cual el espacio está plagado de cuerpos esféricos luminosos. Al acceder a la zona abriéndose paso entre las esferas, estas emiten ruido y cambian de color debido a los golpes recibidos, lo que a su vez hace que un halo de sonidos y tonos cambiantes se extienda radialmente a los globos aledaños.
Entre tantos cambios de tono hay un momento concreto en el que el espacio se tiñe del color primario. Aunque en ese instante se tiene la sensación de que la zona es plana, esta presenta una forma tridimensional cuando recupera su aspecto original. De este modo, la obra va engullendo al visitante mientras se repiten una y otra vez los mismos cambios: lo que parecía tridimensional se aplana, luego vuelve a recuperar su condición de sólido…
La obra Flotando en un universo de flores en caída, por su parte, permite una inmersión ininterrumpida gracias a los elementos visuales que la componen. Este espacio tiene forma de cúpula y, en él, las flores, que se extienden en un ángulo de 360 grados, se mueven deprisa mientras cambian constantemente: nacen y florecen, se esparcen y se marchitan… Si se observa tumbado o sentado en el suelo, uno se siente como si el cuerpo le flotara y se hubiera unido con ese mundo del que forma parte.
Por otro lado, Dibujos que hacen las carpas koi sobre el agua al bailar con la gente es una obra que se admira caminando descalzo por un espacio similar a una piscina de verdad con poca agua. Numerosas carpas koi, dibujadas en la superficie del agua, nadan de un lado para otro y, cuando chocan con la gente, se convierten en flores y se esparcen. Además, en un momento determinado nadan alrededor de los visitantes y el rastro que dejan a su paso forma líneas.
De este modo, los límites entre uno mismo y la obra y entre uno mismo y el resto de los visitantes se vuelven ambiguos a medida que uno observa los cambios que causan en un dibujo tanto la presencia propia como la ajena.
El museo teamLab Planets se compone de 11 obras inmersivas. Además de las mencionadas, destacamos otras tres. La primera de ellas es Un agujero negro blando: tu cuerpo es un espacio y el espacio es el cuerpo de otro, que permite aguzar el sentido del cuerpo propio al caminar por un suelo blando que se va hundiendo con cada pisada; la segunda, Un jardín flotante de flores: las flores y yo compartimos orígenes, el jardín y yo somos uno, que ofrece la posibilidad de adentrarse en un espacio lleno de orquídeas de verdad y del aroma de estas; y la tercera, El universo infinito de cristal, que consiste en entrar en unas esculturas elaboradas a partir de una concentración de puntos luminosos.
Los orígenes de teamLab: algo no encajaba en la tele
teamLab busca plasmar un mundo sin fronteras a través de sus obras. Al hacer que el visitante se adentre en ellas, se intenta que este vea trastocados los límites entre sí mismo y la obra y entre ambos y el mundo. Por ejemplo, no existen unos confines claros entre la Tierra y el espacio exterior. Sin embargo, cuando el ser humano reconoce la “Tierra” mediante los idiomas y la lógica, cree erróneamente que se establece una linde entre ellos, como si nuestro planeta fuera un ente independiente.
El principal tema que tocan estas obras, hacer que la gente vea con otros ojos, como una sucesión ininterrumpida, el mundo que habían dividido mentalmente, es algo que llevaba muchos años rondándole la cabeza a Inoko Toshiyuki, presidente de teamLab.
Cuando era estudiante de secundaria superior, un día, mientras veía la tele, Inoko sintió el mundo que aparecía en pantalla como si fuera completamente distinto de aquel en el que él se encontraba en ese momento; en otras palabras, como algo discontinuo. Además, pensaba que las fotos de paisajes montañosos y boscosos que tomaba no se parecían en nada a las vistas que él había visto con sus propios ojos. Todas estas experiencias lo llevaron a plantearse la siguiente pregunta: ¿por qué, cuando se corta el mundo mediante una lente, aparece “el mundo del otro lado”, con la pantalla como frontera, y da la sensación de que el mundo se ha dividido en dos? Esta reflexión, a su vez, despertó en él el deseo de averiguar si no existía otra forma de cortar los espacios. Esta cuestión la aborda en detalle en el libro El deseo de hacer progresar a la humanidad: teamLab y un mundo sin límites.
Un grupo de amigos de la Universidad de Tokio
Junto con varios amigos de la universidad y de la infancia, Inoko fundó teamLab en 2001, poco antes de graduarse de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Tokio. Además de llevar un negocio de creación de páginas web y desarrollo de aplicaciones, entre otras tareas relacionadas con la informática, empezó a elaborar obras empleando tecnologías digitales con el grupo que había formado: artistas, programadores, ingenieros…
Durante el proceso de creación, buscaron la forma de expresarse y, al cabo de cierto tiempo, lograron producir una obra en la que no había límites entre el mundo en el que se encontraba el cuerpo de quien la admirara y la propia creación. Entonces el artista contemporáneo Murakami Takashi la vio un día que visitó las oficinas de teamLab por mediación de un conocido y les aconsejó que la hicieran pública. En 2011 celebraron su propia exposición individual en la Galería Kaikai Kiki de Taiwán, de la que Murakami es presidente, gracias a lo cual no tardó nada en empezar a conocerse en todo el mundo.
Kudō Takashi, uno de los integrantes de teamLab, nos habló de las obras y de su perspectiva del mundo: “Creo que el ser humano percibe la belleza en los momentos en los que se siente conectado con la naturaleza; por ejemplo, cuando ve un arcoíris. En mi opinión, el mundo nos parece bonito y agradable por primera vez en ese instante en el que somos capaces de fusionarnos con él tal y como es, de ahí que en teamLab expresemos ese “mundo sin límites”.
Inoko y el resto de su equipo creen que aquellas que se perciben como “cosas sumamente individuales” también son una sucesión de elementos triviales que se mantienen con vida por casualidad, lo cual es bonito de por sí. Y esos valores propios los expresan mediante el arte.
Una sola cosa que expresar
Con un sinfín de obras expuestas hasta la fecha, tanto en Japón como en el extranjero, a día de hoy cuentan con dos sedes para exposiciones permanentes de grandes dimensiones en Tokio: teamLab Planets y teamLab Borderless, esta última abierta desde febrero de 2024 en el edificio Azabudai Hills, adonde la trasladaron desde Odaiba. Además, han inaugurado museos en Osaka, Macao, Pekín, Singapur y Yeda (Arabia Saudí), entre otras ciudades.
Por si esto fuera poco, en mayo de 2024 organizaron una exposición individual en las instalaciones de Pace, una de las tres galerías de arte más importantes de Nueva York. Mientras tanto, en Abu Dabi avanzan las obras de construcción del megamuseo teamLab Phenomena Abu Dhabi, que ocupará 17.000 metros cuadrados y estará listo este mismo año.
En este contexto, el trabajo que hacen está evolucionando de obras en dos dimensiones que se componen de un monitor, como La vida sobrevive gracias a su propia fuerza —la de su primera exhibición individual—, a espacios convertidos en creaciones tridimensionales, que ocupan la mayor parte de las exposiciones permanentes de gran tamaño. En cuanto al concepto, este también se ha diversificado y no deja de transformarse: los límites entre el cuerpo y las obras y entre unas creaciones y otras, las relaciones interpersonales, la continuidad del tiempo…
Con todo, Kudō comenta lo siguiente: “Los fundamentos de las creaciones de teamLab no han cambiado desde nuestros inicios: nos limitamos a seguir construyendo ese ‘mundo sin límites’ que consideramos bello. Aquí, en teamLab Planets, buscamos que la inmersión en las obras sirva para trastocar las emociones de los visitantes y apelar vehementemente a lo que siente cada uno de ellos. Animo a los lectores a que vengan y lo experimenten en sus propias carnes”.
Es imposible no seguir pendientes de teamLab y de cómo sus integrantes irán construyendo ese bello mundo que tanto anhelan.
Texto y entrevista: Sugihara Yuka y la redacción de POWER NEWS.
Fotografías: Yokozeki Kazuhiro
Imagen del encabezado: El universo infinito de cristal.
(Traducción al español del original en japonés.)