Los autos deportivos japoneses de los 90: un atractivo global
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La edad de oro de los autos japoneses
Los deportivos japoneses producidos en las décadas de 1980 y 1990 ganaron popularidad en todo el mundo, especialmente en Estados Unidos, donde han atraído desde entonces la atención de muchos coleccionistas.
En el trasfondo de todo esto hay una ley estadounidense conocida como “la regla de los 25 años”. Resumida a grandes rasgos, esta ley estipula que los vehículos fabricados en el extranjero que no cumplan las normas federales de seguridad de los vehículos de motor están exentos de la normativa de esta ley si han transcurrido 25 años desde su fabricación. Esto significa que los vehículos con volante a la derecha pueden importarse y matricularse en EE. UU., donde normalmente deberían tener el volante a la izquierda.
La década de 1990 fue testigo del nacimiento de numerosos autos deportivos en Japón. Esto se vio favorecido nada menos que por la burbuja económica desencadenada por el Acuerdo Plaza de 1985, que se puso en marcha para mejorar el déficit comercial de Estados Unidos. Esto provocó que el yen se apreciara frente al dólar de golpe, y junto con la política de tipos de interés bajos del Banco de Japón, muchas empresas disfrutaron de los beneficios de la fortaleza del yen. Tras superar una recesión temporal debida a la fortaleza del yen provocada por el descenso de las exportaciones, la economía japonesa alcanzó su punto álgido en 1991 y se volvió mucho más boyante.
Con este telón de fondo, los fabricantes japoneses de automóviles, respaldados por amplios fondos, desarrollaron atractivos deportivos en los años 90, una época que podría calificarse de “edad de oro”. Los deportivos de la época ofrecían tantas prestaciones como los deportivos de lujo europeos (Porsche, por ejemplo) y resultaban más baratos que sus homólogos de dicho continente, lo que los hizo muy populares. En muchos casos están a punto de cumplirse o ya se han cumplido los 25 años desde su lanzamiento al mercado.
Por otro lado, las normativas sobre las emisiones de gases procedentes de los vehículos son cada año más estrictas, las iniciativas para alcanzar la neutralidad de carbono se están abordando con rapidez y los deportivos de serie con motores y prestaciones sensacionales están al borde de la extinción. Por tanto, es natural que los vehículos clásicos de la década de 1990 estén ganando popularidad. Incluso un cuarto de siglo después de su lanzamiento, siguen siendo presencias dignas que no se han desvanecido. Este artículo profundiza en el atractivo de este tipo de autos y presenta algunos de los modelos más destacados que probablemente destacarán en el futuro gracias a la regla de los 25 años.
El boom de los autos deportivos fue impulsado por Nissan
En aquella época, Nissan estaba a la vanguardia del auge de los autos deportivos con su Movimiento 901, cuyo objetivo era “crear coches que fueran los mejores del mundo en tecnología en la década de 1990”. En 1988, retrocediendo un poco en el tiempo, lanzó el Silvia, comercializado como un “auto ideal para citas” y que fue aceptado por muchos jóvenes, así como el Cima, una berlina de lujo que estaba equipada con un motor de alto rendimiento y demostraba unas prestaciones de aceleración que rivalizaban con las de los deportivos.
El año siguiente, 1989, vio el lanzamiento del FAIRLADY Z, el primer coche en alcanzar el límite autoimpuesto de 280 CV, que después duraría mucho tiempo. También se lanzó el Skyline GT-R, que se desarrolló con el objetivo de ganar la clase Grupo A del JTC (Campeonato Japonés de Turismos), una popular categoría de carreras de la época, lo que supuso el regreso de la denominación “R=Racing” como nombre de grado tras 16 años de ausencia.
El Skyline GT-R, en particular, atrajo mucha atención del extranjero. Al tratarse de un auto exclusivo para el mercado japonés, su identidad como deportivo de altas prestaciones estaba envuelta en el secreto, pero su alta calidad era ampliamente conocida en todo el mundo gracias a la información fragmentada aparecida en revistas y otras fuentes. En EE. UU., donde el interés era especialmente alto, el Skyline GT-R se consideraba un monstruo creado por Japón e incluso recibió el apodo de “Godzilla”.
Más tarde, en 2014, el Skyline GT-R superó la barrera de los 25 años y los coleccionistas estadounidenses y otros países los adquirieron en masa. Los precios se dispararon en el mercado japonés de autos usados y, aunque ya han pasado su punto álgido, aún se mantienen en un nivel alto y estable.
En la década de 1990, cuando ya se habían sentado las bases, otros fabricantes de automóviles además de Nissan también empezaron a tomarse en serio el desarrollo y la venta de deportivos. Se lanzaron una sucesión de vehículos famosos que siguen contando con el apoyo de muchos aficionados, como el Toyota Supra, el Mazda RX-7, los Honda NSX/Civic/Integra, los Mitsubishi Lancer Evolution/GTO/FTO y el Subaru Impreza.
Los años 90, tras el estallido de la burbuja económica, se denominaron la “década perdida” en referencia a la economía que había caído en una gran recesión, pero cuando se trata del mercado nacional de autos nuevos en particular, es apropiado llamarla la “década milagrosa”. Nunca antes ni después ha habido una gama tan completa de vehículos deportivos.
Además de contar con amplios fondos para el desarrollo, los fabricantes de automóviles se enzarzaron en una competencia saludable. Los deportivos de los años 90 reflejan con fuerza el sentido japonés de la delicadeza y la estética, con el uso agresivo de la tecnología más avanzada y la búsqueda de la calidad hasta en el más mínimo detalle. Esto no se ha desvanecido con el paso de los años, sino que destaca como una personalidad que no se puede esperar en los coches actuales. No es de extrañar que los entusiastas del automóvil de EE. UU. y de todo el mundo lo hayan reconocido y se fijen en los deportivos japoneses de la década de 1990.
Influencia de Gran Turismo y Fast & Furious
Mientras tanto, en Estados Unidos, el enorme éxito del simulador de conducción realista Gran Turismo y de la película Fast & Furious (ambos convertidos en serie y con numerosas producciones) han encendido la popularidad de los deportivos de fabricación japonesa.
En primer lugar, Gran Turismo, lanzado en 1997, es un megaéxito que ha vendido más de 90 millones de copias en todo el mundo hasta la fecha. Los autos que aparecen en el juego son fieles reproducciones. También se incluyen circuitos y carreteras públicas reales para competir. Por lo tanto, aunque no se puedan conducir los autos reales, en el juego se puede vivir una experiencia simulada lo más cercana posible a la realidad, lo que ha impulsado la popularidad de los coches deportivos de Japón.
La primera película de Fast & Furius también se completó en 2001. El filme ganó popularidad como película de acción automovilística basada en carreras callejeras ilegales y cuenta ya con diez entregas. La película presenta una serie de autos personalizados y tuneados basados en deportivos japoneses. El coche favorito del protagonista, Brian O’Connor, es un llamativo Supra naranja en la primera película, y un Skyline GT-R plateado y un Lancer Evolution dorado en la segunda. Dominic, el compañero de O’Connor, conducía un RX-7 en la primera película.
Además, la tercera película de Fast & Furius se tituló TOKYO DRIFT y se rodó en Japón, uno de los principales países del mundo en personalización y tuning. A lo largo de la serie se han visto en pantalla algunos de los deportivos japoneses más emblemáticos, como el Silvia, el Fairlady Z, el NSX, el Civic y el Integra.
La influencia de Fast & Furius fue tan grande que más tarde creó el género de autos personalizados “JDM” en EE. UU. JDM eran en su origen las siglas en inglés de “Mercado Nacional Japonés”, pero en realidad el término se utiliza como denominación genérica para los autos basados en deportivos compactos japoneses, principalmente el Civic y el Integra, que han sido personalizados y tuneados según una interpretación americana de los gustos japoneses.
Si miramos un mapa del mundo, a pesar de ser una pequeña nación insular del Lejano Oriente, Japón cuenta con ocho fabricantes de turismos. Su calidad, tecnología y durabilidad son reconocidas en todo el mundo y, en particular, sus coches deportivos de la década de 1990 han llamado mucho la atención también por sus prestaciones.
Otro movimiento
El tuning, que mejora las prestaciones de este tipo de autos deportivos, es otro aspecto de la cultura japonesa expandida a nivel mundial. Las raíces de esta práctica se remontan a la carrera Minor Touring, popular en los años 70 y basada en autos de producción de 1.300 cc o menos, en las que empezaron a hacer modificaciones para aumentar la potencia y la velocidad a su manera.
En aquella época, sin embargo, modificar los vehículos comercializados se consideraba ilegal y era motivo de arresto por parte de la policía. No obstante, el tuning japonés fue evolucionando y desarrollándose como actividad clandestina, hasta convertirse en un importante movimiento en las décadas de 1980 y 1990.
Un punto de inflexión importante fue la desregulación de la Ley de transporte de vehículos por carretera y la de autopartes, que entró en vigor en 1995. El tuning, que antes era ilegal, se legalizó casi por completo, creando un entorno en el que cada vez más usuarios podían disfrutar libremente de la personalización. Ni que decir tiene que fueron los deportivos de los 90 los protagonistas.
En vista de que pronto se aplicará la norma de los 25 años, los coches que hay que vigilar ahora son los deportivos que aparecieron entre 1998 y 1999. El primero de ellos es el Skyline GT-R, un modelo llamado R34, cuyos precios de ocasión ya han alcanzado las decenas de millones de yenes. El Toyota Altezza, una berlina deportiva FR (tracción trasera) poco común en Japón, y el Honda S2000, un auténtico deportivo biplaza abierto FR equipado con un motor de altas revoluciones y gran potencia, también serán populares.
Los deportivos japoneses de los 90 han tenido un enorme impacto en la cultura automovilística a escala mundial y son objeto de constante atención por parte de los entusiastas del motor. Los japoneses no podemos evitar sentirnos felices de estar en un entorno en el que podemos disfrutar de ellos no como autos importados, sino como autos nacionales.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: R34 Nissan Skyline GT-R, actualmente el deportivo nacional más caro de los años 90. ©NISSAN)