Tsutaya Jūzaburō, el editor carismático de Edo
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Unos comienzos modestos
Tsutaya Jūzaburō (1750-1797), uno de los principales editores del Japón del siglo XVIII, se labró su reputación por vender una serie de libros de éxito, entre ellos guías del barrio rojo de Edo (la actual Tokio).
A partir del siglo XVII eran las organizaciones conocidas como jihon don’ya las que editaban y vendían las obras de entretenimiento producidas en Edo. Acaparaban el mercado adquiriendo los derechos de las planchas de madera necesarias para imprimir libros específicos. Formaban un gremio, y se aseguraban de este modo de que ningún grupo infringiera los derechos de publicación de otro, lo que servía para mantener a raya la piratería de obras.
Tsutaya tuvo unos comienzos modestos; alquilaba y vendía libros en una pequeña tienda situada frente a la puerta principal de Yoshiwara, el barrio de placer. Los libros incluían Yoshiwara saiken, una serie de guías que proporcionaban información sobre los burdeles y cortesanas de la zona. En 1774 adquirió los derechos para imprimir esa serie de guías de Yoshiwara e ingresó en el gremio de editores. En 1783 ya tenía el monopolio de este tipo de guías.
Su primera publicación, Hitome senbon (Mil de un vistazo), era una reseña en el molde de Yoshiwara saiken que comparaba a las mujeres del barrio con diferentes flores y plantas como las magnolias o el wasabi. Aunque la obra era de escasa utilidad práctica para el público en general, su fastuosa producción fue bien recibida por los burdeles y clientes de Yoshiwara, y quienes pueden haber proporcionado la financiación para publicarla en primer lugar.
Tsutaya demostró un agudo olfato para los negocios al comenzar como librero de Yoshiwara, un proyecto que entrañaba pocos riesgos de fracaso dada la popularidad del barrio rojo.
Publicar actualizaciones regulares de las guías era todo un reto dado el constante movimiento de personal en Yoshiwara. Sin embargo, tras varios años en el negocio, Tsutaya podía conseguir información precisa sobre qué cortesanas trabajaban, y dónde lo hacían, a través de fuentes como su padre, quien trabajaba en el distrito, algo que le facilitaba los detalles necesarios. Utilizando esa información, publicó una guía práctica llamada Goyō no matsu (Pinos de cinco agujas).
Tsutaya se especializó después en materiales políticos que satirizaban a la clase samurái, lo que ha llevado a algunos estudiosos a caracterizarlo como ejemplo temprano de medio de comunicación antisistema. En realidad leía cuidadosamente el ambiente de la época, confiando en su aguda perspicacia sobre los negocios para proporcionar meticulosamente información al público.
Suministro de entretenimiento a Edo
Tsutaya trasladó su actividad a Nihonbashi en 1783, donde tenían su sede muchas otras editoriales importantes, y abrió la editorial y librería Kōshodō, que sería escenario de nuevos éxitos.
Edo a finales del siglo XVIII presumía de un alto índice de alfabetización, y los libros eran un entretenimiento popular. Aparte de las obras gakujutsusho para eruditos e investigadores sobre temas como el confucianismo o la corografía (rama de la geografía similar a la topografía, que utiliza ilustraciones en lugar de mapas al uso), había muchos tipos de libros de entretenimiento, como gesaku (ficción ligera), kyōkabon (poesía humorística), kusazōshi (libros con dibujos), ehon (libros ilustrados) y sharebon (“libros ingeniosos” sobre el barrio del placer). Tsutaya tuvo grandes éxitos de ventas en todos estos entretenidos géneros.
Sin embargo, una de sus especialidades era el kyōka. Estos poemas waka “salvajes” seguían la forma clásica 5-7-5-7-7, pero primaban la comicidad sobre la elegancia. Estaban de moda en el Edo de la década de 1780, y los kyōkabon combinaban los poemas con ilustraciones.
Tsutaya hizo recopilaciones de kyōka de poetas como Tegarano Okamochi, que también escribía ficción bajo el seudónimo de Hōseidō Kisanji, y Koikawa Harumachi, lo cual convirtió esos libros en éxitos. Los dos hombres eran samuráis, pero Tsutaya fue capaz de cruzar la estricta división de clases que existía en el Japón del periodo Edo. Él mismo escribió kyōka bajo el nombre de Tsuta no Karamaru, lo que fomentó el respeto mutuo con otros escritores.
En los libros ilustrados, Tsutaya mostró un gusto impecable en la selección de artistas como Katsushika Hokusai y Kitagawa Utamaro. La habilidad de Hokusai para representar lugares famosos y el realismo de Utamaro añadieron refinamiento a las publicaciones de Tsutaya.
Las cubiertas de los kusazōshi daban alguna indicación de su contenido por su color, siendo el rojo generalmente para niños, mientras que las obras de teatro de marionetas jōruri y de temática kabuki venían en negro o azul. Tsutaya era conocido por sus kibyōshi de cubierta amarilla, obras sofisticadas y humorísticas para adultos que a menudo tenían un toque satírico.
El mejor ejemplo puede ser la obra de 1789 Ōmugaeshi bunbu no futamichi (Parodiando los caminos gemelos de las artes literarias y militares) con texto de Koikawa Harumachi e ilustraciones de Kitao Masayoshi.
La obra vio la luz durante las Reformas Kansei (1787-93) dirigidas por Matsudaira Sadanobu, un alto consejero del Gobierno que promovió el ahorro y la disciplina. Matsudaira también prohibió las publicaciones que abordaban de forma frívola los temas de la época y ordenó a los samuráis que se dedicaran al entrenamiento militar. En medio de esta atmósfera austera, el libro se burlaba audazmente de los samuráis; incluso insinuaba que “montaban mujeres” en lugar de caballos, y sugería que había muchos que ignoraban los llamamientos a la frugalidad y pasaban todo su tiempo en diversiones ociosas. El autor Koikawa atrajo la ira de las autoridades, fue convocado por el shogunato y murió poco después, posiblemente por su propia mano.
En 1791, hubo otra represión, esta vez contra el sharebon, un género que introducía temas como las diversiones para cortesanas y clientes en los barrios de placer. El autor Santō Kyōden fue perseguido por las autoridades por corromper la moral pública y obligado a ir esposado durante 50 días, mientras que a Tsutaya, su editor, se le confiscaron algunos bienes.
Utamaro y Sharaku
Tsutaya, impertérrito, pasó a su siguiente esquema para hacer dinero: comercializar sin tregua los retratos de mujeres de Utamaro. Fujo ninsō jippin (Diez tipos de semblante femenino) y Fujin sōgaku jittei (Diez tipos de fisonomía femenina) mostraban retratos en primer plano de las mujeres de Edo, e intentaban caracterizarlas a través de la pseudociencia de moda: la fisonomía. Algunos pechos al descubierto aumentaban el erotismo, y la serie hizo famoso a Utamaro.
Tsutaya también descubrió a Tōshūsai Sharaku, un artista desconocido que apareció en escena en 1794. Sharaku creó 140 retratos de actores de kabuki y otros artistas en un breve periodo de 10 meses. Aunque las obras eran el equivalente a las fotografías de famosos de hoy en día, Sharaku empleó el estilo ōkubie que se centraba en los ojos y otros rasgos para transmitir una poderosa impresión, lo que las situaba un peldaño por encima de todo lo anterior. Tsutaya, que tenía el monopolio de las creaciones de Sharaku, produjo todas las obras.
Sharaku solo estuvo en activo durante un breve periodo, y no se supo nada más de él desde principios de 1795 en adelante. Algunos sugieren que en realidad era un actor de nō, pero a día de hoy su identidad sigue siendo uno de los mayores misterios de Edo.
Matsudaira Sadanobu cayó en desgracia política en 1793, pero el shogunato no aflojó sus estrictas políticas sociales. Quizá la continua presión de las autoridades y el abrupto cese de las obras de Sharaku provocaron una pérdida de impulso creativo en Tsutaya. En 1796 sufrió un colapso por enfermedad y murió en mayo del año siguiente a la edad de 47 años a causa, según se cree, del beriberi.
En una carrera de poco más de dos décadas, Tsutaya abrió un nuevo camino en el mundo editorial de Edo. En el templo Shōhōji de Asakusa, Tokio, se encuentra un monumento conmemorativo en su honor.
(Publicado originalmente en japonés, y traducido al español de la versión en inglés. Imagen del encabezado: Tsutaya Jūzaburō hablando al comienzo del Hakoiri musume men’ya ningyo de Santō Kyōden. Cortesía de la Sala de Colecciones Especiales de la Biblioteca Central Metropolitana de Tokio.)