La cultura japonesa a través del manga
La esencia del sumo retratada en el manga ‘Hinomaru zumō’: amistad, esfuerzo y victoria
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El origen del sumo, deporte nacional japonés
El acto de agarrarse para luchar tiene probablemente sus raíces en el instinto humano (y animal), ya que los niños pequeños no tardan en empujarse y empezar a pelearse entre ellos.
Los deportes de combate consistentes en luchar contra el adversario con las manos desnudas y ganar tirándolo al suelo han formado desde siempre parte de la historia de la humanidad. En Mesopotamia se han desenterrado reliquias que datan de alrededor del año 3000 a.C. de hombres con cinturones alrededor de la cintura luchando. En los tiempos modernos, las artes marciales se siguen practicando en todo el mundo, incluido el “bukh” mongol, el “koshti” iraní, que se dice que tiene sus orígenes en la Persia aqueménida, y el “schwingen” suizo.
El sumo japonés es una de esas artes marciales de lucha. Sin embargo, el sumo es único en el sentido de que, aunque es un espectáculo deportivo profesional en el que se gastan grandes sumas de dinero, sigue conservando aspectos de un acto religioso tradicional que se originó en la antigüedad.
La lucha de sumo tiene una larga historia y sus orígenes se remontan a tiempos mitológicos. Aparece como hecho histórico en la primera mitad del siglo VII. Hay un registro en un libro de historia de que se llevó a cabo en presencia de enviados de la península de Corea y la familia real en el 642. Incluso hoy, en el siglo XXI, es tradición que el emperador presencie torneos de sumo, y ya en el siglo VII, los entonces emperadores Temmu y Jitō solían ver combates de sumo entre hombres de las provincias que habían acudido a la capital. (Nitta Ichirō, Sumou no rekishi / Historia del Sumo)
Además, en el siglo VIII se convocó a hombres fuertes de distintas partes del país para luchar, y el sumo se convirtió en un acontecimiento de la corte. El Konjaku Monogatari (Antología de cuentos del pasado), una colección de relatos de alrededor del siglo XII, contiene varios episodios de sumo, entre ellos “la historia de cómo, durante el reinado del emperador Murakami en el siglo X, un torneo entre los más fuertes terminó trágicamente y, desde entonces, se convirtió en tabú que los más fuertes lucharan entre sí” y “la historia de un luchador de sumo que tuvo un duelo con una serpiente gigante y salió victorioso”.
Se cree que el estilo moderno del sumo tiene su origen en esta antigua forma de lucha. Los torneos de sumo se celebran en la actualidad seis veces al año, cada uno de ellos dura 15 días, y cada día los rikishi luchan un combate. En otras palabras, si un luchador gana todos sus combates, su resultado será 15-0. Y esto casi le garantizaría la victoria.
Sin embargo, no es fácil conseguirlo, y un resultado de ocho victorias y siete derrotas es un alivio para un rikishi. Si, por el contrario, el resultado es negativo con siete victorias y ocho derrotas, el luchador corre el riesgo de descender posiciones.
El peinado tradicional de un rikishi es el mage. Su cuerpo está desnudo y se ciñe a la cintura una tela llamada mawashi. El mawashi es una antigua forma de ropa interior que se encuentra en Asia Oriental y Sudoriental, y se utilizaba comúnmente entre la gente de a pie en Japón con el nombre de fundoshi.
Incluso hoy en día hay entusiastas y se dice que son bastante cómodos. Hay pocas oportunidades de verlos en persona, pero se pueden apreciar en festivales antiguos como el Festival Sanja en Asakusa. Por cierto, se dice que el “taparrabos rojo” ayuda a evitar a los tiburones cuando se pesca. Esto es algo similar a la historia de los vaqueros azules índigo, de los que se dice que son eficaces para evitar las serpientes de cascabel.
El sumo visto por Jean Cocteau
El escenario en el que luchan los luchadores es el dohyō, un espacio circular de 4,55 metros de diámetro. Tradicionalmente, las mujeres no pueden subir a este ring. Sin embargo, las emperatrices no eran raras en el antiguo Japón, y la principal deidad de la mitología japonesa era, para empezar, una diosa. En la mitología, las mujeres también practicaban el sumo. La regla por la que se prohíbe a las mujeres participar en el sumo ha sido cuestionada por varias políticas, y no se descarta que sea revisada en el futuro.
En el sumo, si un luchador es empujado fuera del círculo o cae de manos o rodillas, es inmediatamente derrotado. Por ello, aunque los luchadores de sumo se toman con calma su rutina antes de un combate, el ganador se decide en muy poco tiempo.
El poeta y director de cine Jean Cocteau, que visitó Japón en 1936 y vio la lucha de sumo, escribió en su libro Mon premier voyage (Mi primer viaje), lo siguiente:
“Los luchadores se agachan uno frente al otro y esperan algún instante absoluto, algún milagro de equilibrio, algún estallido de energía. (…) El gyōji (árbitro) dedica un tiempo suficiente a este intento infructuoso. De repente una corriente eléctrica los atraviesa. Mientras que se pueden ver las enormes moles de carne golpeándose, agarrándose, abofeteándose, pateándose y arrancándose mutuamente del suelo, el flash del fotógrafo se dispara y el gigantesco árbol humano es arrancado de raíz por el rayo de magnesio y cae bajo el ring”.
Una vívida transición de la quietud al movimiento. Un “milagro de equilibrio” que se cruza en un instante. Eso es el sumo. Originario de la antigüedad, el sumo se convirtió en un espectáculo popular en los tiempos modernos, superó las olas de la modernización en el siglo XIX y ha disfrutado de varios auges importantes hasta nuestros días.
El sumo moderno
A decir verdad, la situación actual del sumo es bastante complicada. En el pasado han salido a la luz problemas importantes, como el asunto de las victorias amañandas y el abuso contra los aprendices. La falta de un yokozuna japonés se ha convertido en un problema desde el punto de vista del espectáculo.
Un yokozuna es el luchador de mayor rango. Sin embargo, los yokozuna no son solo campeones, sino que también se les considera seres cuyo poder purga los malos espíritus y están ligados con los dioses. En el pasado, el yokozuna era una especie de cargo honorífico que requería no solo fuerza, sino también “dignidad”.
En 2017, Kisenosato se convirtió en uno de estos yokozuna, el primer yokozuna japonés en nada menos que 20 años. En los últimos años el rango más alto de rikishi ha sido ocupado por extranjeros.
El primer luchador del otro lado del mar que ganó un campeonato de sumo fue Takamiyama, de Hawai, en 1972. En los primeros tiempos, los luchadores de Hawaii siguieron a Takamiyama, pero pronto empezaron a mostrar su valor luchadores de varios países, como Kotoōshū de Bulgaria (que tenía experiencia en lucha) y Baruto de Estonia (que tenía experiencia en judo). El luchador musulmán Ōsunaarashi, de Egipto, que tiene experiencia en culturismo, también llamó la atención, mientras que Tochinoshin, de Georgia, y Kimbōzan, de Kazajstán, también mostraron su fuerza en el torneo de marzo (primavera) de 2023.
Sin embargo, son los rikishi nacidos en Mongolia los que han tenido una mayor presencia. Desde que Asashōryū se convirtió en el primer yokozuna mongol, varios rikishi han ocupado el puesto, entre ellos Hakuhō y Harumafuji.
Por supuesto, los aficionados que conocen más el mundo del sumo, respetan más a los luchadores que vienen del extranjero y se sumergen en un mundo tradicional en el que incluso los japoneses tienen dificultades para encajar y mantenerse activos. Así que, aunque están contentos de que el mundo del sumo se esté volviendo más “global”, también quieren ver a los luchadores japoneses compitiendo en lo más alto. Cuando Kisenosato se convirtió en el primer yokozuna japonés en 20 años, hubo mucha expectación, pero por desgracia, debido a una lesión, se retiró en 2019.
“Amistad, esfuerzo y victoria”, retratados en el sumo
El fútbol y otros deportes parecen ser más populares entre los niños modernos, la verdad. También puede darse la situación de que “el aspecto con el mage y el mawashi parezcan pasados de moda”.
Sin embargo, incluso en esta era en la que no hay un yokozuna japonés, se sigue produciendo manga de sumo, con Hinomaru zumō de Kawada serializado en la prestigiosa revista Shōnen Jump de 2014 a 2019.
El protagonista de Hinomaru zumō es un chico llamado Hinomaru Ushio. Tiene un gran talento y ya era un conocido luchador de sumo cuando estaba en la escuela primaria.
En palabras del escritor Ōsawa Arimasa: “Todo el mundo quiere leer una historia en la que el protagonista pierde algo y luego recupera otro algo”. Entonces, ¿qué ha perdido Hinomaru?
Hinomaru no fue bendecido con un buen cuerpo, no creció durante la escuela secundaria y fue incapaz de ganar ni una sola vez. En el sumo, donde los combates se celebran sin distinción de peso, tener un cuerpo pequeño es una desventaja abrumadora. En particular, los luchadores de hoy en día son cada vez más grandes como resultado de la globalización. Para convertirse en luchador profesional, uno debe tener una determinada estatura.
Sin embargo, nunca renunció a su sueño de convertirse en yokozuna, y se fijó un “programa de entrenamiento de tres años” con el que florecería en el futuro. De esta forma, ingresa en el instituto Ootachi y comienza su viaje para convertirse en yokozuna haciendo amigos por el camino.
Esta obra trataba un campo tradicional, pero al mismo tiempo, como shōnen manga moderno, incluía innovaciones que los lectores encontraban geniales, como los nombres derivados de espadas famosas, como Onimaru kunitsuna y Kusanagi no tsurugi, que se otorgan a los futuros candidatos a yokozuna, y la escenificación utilizada al realizar técnicas especializadas.
Lo más maravilloso son los personajes. No es solo el talento lo que determina ganadores y perdedores. Hay quienes tienen talento en abundancia, pero no saben aprovecharlo. Los que intentan alcanzar a los genios mediante sus esfuerzos. Los que lloran por la mala suerte. Los jóvenes que siguen el camino del sumo se encuentran con sus amigos, luchan contra los fuertes y aspiran a cotas aún mayores. Sus corazones están llenos de entusiasmo.
El sumo tiene una larga tradición, y la revista Shōnen Jump, en la que se serializó Hinomaru zumō, también ha cultivado la tradición de representar “la amistad, el esfuerzo y la victoria” en sus obras. Por supuesto, la gran calidad del autor es la razón de ello, pero Hinomaru zumō fue una obra que nos hizo sentir el “poder del legado que nos ha sido transmitido”.
Aunque este manga comenzó en una época en la que “no había un yokozuna japonés”, se ha publicado durante cinco años e incluso se ha convertido en anime. Quizá en el futuro haya luchadores que aprendan el atractivo del sumo a través de Hinomaru zumō y se conviertan en luchadores profesionales.
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— 『火ノ丸相撲』公式【最終28巻12月4日発売!!】 (@hinomaru_zumou) July 22, 2019
これまで沢山の応援をありがとうございました…!
火ノ丸という力士の生きざま、その締めくくりをぜひご覧ください!
コミックス27巻は10月、28巻は12月発売予定です!! pic.twitter.com/mH13zZQ591
El mundo del sumo es sencillo y profundo. También yo mismo he visto sumo en el Ryōgoku Kokugikan, un lugar sagrado, y es un mundo de refinada belleza estilística que te atrae con solo mirarlo.
Y no se trata solo de algo anticuado. Konishiki, de origen hawaiano, causó una vez polémica cuando dijo que “el sumo es una pelea”, y de hecho, el impacto de un choque entre luchadores puede pesar hasta una tonelada, y un rikishi de clase yokozuna puede hacer rodar a su oponente con un solo dedo meñique.
Algunos aficionados entusiastas a las artes marciales tienen la firme creencia de que “el sumo es el mejor arte marcial de pie (posiblemente)”.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Hinomaru zumō se serializó en la revista Weekly Shōnen Jump de 2014 a 2019. Tuvo una duración total de 250 episodios y 28 volúmenes en tomos individuales, y fue adaptada a anime televisivo en 2018. Fotografía de la redacción de nippon.com)