Una película sobre los japoneses en gulags soviéticos aviva el interés de los jóvenes en la guerra
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El 10 % de los casi 580.000 prisioneros japoneses fallecieron en los gulags siberianos
La Unión Soviética, que declaró la guerra a Japón rompiendo unilateralmente el pacto de neutralidad entre ambos países al final de la Segunda Guerra Mundial, se llevó presos a 575.000 soldados japoneses desarmados a Siberia y otras zonas de su territorio. Casi un 10 % de ellos, 55.000 hombres, fallecieron sometidos a durísimos trabajos forzados en condiciones paupérrimas, escasamente alimentados y expuestos al inclemente invierno soviético, con temperaturas de entre -20 y -40 grados. Algunos llegaron a pasar hasta 11 años en los gulags.
Rāgeri yori ai o komete (Desde el gulag con amor / Título en inglés: Fragments of the Last Will) es la adaptación cinematográfica de la historia real de un prisionero que, convencido de que volvería a Japón, luchó por mantener viva la esperanza entre sus compañeros, y de su familia, que no dejó de esperar su regreso. Protagonizada por el popular cantante y actor Ninomiya Kazunari, la película está atrayendo a la juventud en masa. Cuando fui a verla en un cine de Tokio, dos terceras partes de la sala eran jóvenes.
El Museo Conmemorativo de los Soldados, Detenidos en Siberia y Repatriados de la Posguerra, dirigido por Masuda Hiroshi, prestó la mayoría de los documentos históricos de referencia al equipo cinematográfico para la ambientación y supervisó los folletos de la película. Su finalidad es dar a conocer mejor entre la ciudadanía la historia de los soldados, los presos de los campos de concentración y los repatriados en la Segunda Guerra Mundial y legar su experiencia a las generaciones futuras. Puede visitarse de forma gratuita en un rascacielos del Ministerio de Asuntos Internos y Comunicaciones situado junto a la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio.
Entre noviembre de 2022 y mediados de enero de 2023, el museo tuvo una exposición especial titulada “El mundo de la película Rāgeri yori ai o komete”, organizada en colaboración con la productora del filme, en la que se exhibía vestuario y artículos que se usaron en el rodaje y paneles con escenas de la historia. Hasta el 23 de abril también ofrece una exposición programada con las postales que los presos de los gulags mandaron a sus familias, incluidas las que el protagonista del largometraje escribió a su esposa.
Jóvenes que acuden al museo para saber más de la guerra
Los responsables del museo aseguran que la afluencia de público empezó a aumentar cuando la exposición especial abrió sus puertas y en diciembre, cuando la película se estrenó en todo Japón, duplicó la cifra del año anterior. Destaca la cantidad de personas jóvenes que acuden. Muchos de los visitantes observan con atención las maquetas del campo de concentración de la película y el diorama que reproduce la escena en que los presos se reparten el pan negro.
“Mis abuelos me contaron cosas de la guerra, pero no sabía nada de los prisioneros japoneses en la Unión Soviética hasta que vi la película. No me gusta que se diga que a los jóvenes de ahora no nos interesa la guerra, así que he venido para aprender más sobre ella. La paz es importante, pero para mantenerla tenemos que saber cómo son los conflictos”, explica una estudiante universitaria que visita la exposición.
En el libro de visitas que el museo ha dispuesto en colaboración con la película, ponía lo siguiente: “He venido porque vi la película y me impresionó mucho. Aquello (la tragedia de los prisioneros de guerra japoneses en Siberia) no puede repetirse. Creo que más vale no vivir en la ignorancia y saber qué pasó para evitar cometer los mismos errores”.
Katō Tsumugi, comisario del centro, señala que el interés de los jóvenes ha ido en aumento: “La película ha influido mucho y ahora hay más personas jóvenes que rellenan nuestra encuesta”.
Recursos virtuales para la educación sobre la paz
El museo organiza distintas actividades para transmitir la realidad de la guerra a las generaciones venideras, como las charlas en que un superviviente de un gulag siberiano narra su experiencia. Sus iniciativas vienen ampliándose y diversificándose gracias al uso de internet desde 2022. El desplome de las visitas durante la pandemia, por ejemplo, motivó la creación de un “museo virtual” que permite ver el interior del centro y sus exposiciones en línea. También se ha puesto en marcha un programa que conecta virtualmente el museo con las escuelas en que el personal imparte clases de 50 minutos dirigidas a alumnos de entre quinto curso de primaria y la universidad. Se trata de un aprendizaje interactivo en que el alumnado recibe previamente reproducciones de artículos de la época, como el uniforme de los soldados o el pan negro con el que se alimentaban.
El testimonio de un superviviente de 97 años
La narración oral de un superviviente de un campo de trabajo siberiano despierta un gran interés tanto en el museo como en las clases virtuales. Nishikura Masaru, que ahora tiene 97 años y reside en Sagamihara (prefectura de Kanagawa), fue llamado a filas en enero de 1945 con tan solo 19, la edad mínima de reclutamiento. Cuando terminó la guerra, en agosto del mismo año, el ejército soviético lo capturó en la frontera entre Corea del Norte y la URSS.
“Nos hicieron andar diez días hasta llegar a territorio soviético. Luego nos montaron en un tren de carga diciéndonos que en octubre estaríamos de vuelta en Japón. Pero vi que el tren iba cada vez más al norte y me pareció raro. Al cuarto día llegamos a Komsomolsk del Amur, una ciudad del extremo este de Siberia. En un lugar que no era más que un establo habilitado como alojamiento y que por la noche llegaba a -20 grados, los soldados, que todavía íbamos con ropa de verano, dormíamos abrazados de tres en tres. La comida consistía más que nada en pan negro y nos daban muy poca, pero nos deslomábamos trabajando porque, si no cumplíamos con la cuota marcada, nos reducían la ración. Aun así, cuando fue el momento de enterrar las tuberías del agua, no logramos abrir un agujero en el suelo helado por más que le dimos con el pico”.
“El frío arreciaba cada vez más y los compañeros iban cayendo como moscas. En Año Nuevo de 1946 pensé ‘Ojalá este año pueda volver a Japón’. Pero no fue así. Al año siguiente pensé lo mismo, y tampoco. Me decía a mí mismo que no podía morir en aquel lugar. Logré regresar, al fin, en julio de 1948”.
“Estuve mucho tiempo sin hablar con nadie de aquellos tres años que pasé preso en Siberia. Pero a los 90 visité el Museo Conmemorativo de los Soldados, Detenidos en Siberia y Repatriados de la Posguerra y empecé a dar charlas con el deseo de que las nuevas generaciones no tuvieran que pasar nunca por lo que yo viví. Los jóvenes escuchan mi historia con mucho interés”.
Sobre el actual conflicto en Ucrania, Nishikura comenta: “¿Por qué no podemos acabar con las guerras en el mundo? Es verdaderamente lamentable. Solo deseo que Japón y todos los demás abandonen el mal camino”.
Un grupo de universitarios crea un gulag siberiano virtual
El 17 de diciembre de 2022, una semana después de que se estrenara la película, el museo organizó la actividad “La detención de soldados japoneses en los gulags de Siberianos, en formato virtual”, en que un equipo de estudiantes de la Universidad de Tama (ciudad de Tama, prefectura de Tokio) reproducían virtualmente un campo de concentración soviético basándose en los documentos del archivo. Los participantes podían controlar un avatar con forma de chico o chica desde el ordenador u otro dispositivo y recorrer el gulag en plena nevada para ver los alojamientos de los soldados japoneses y observar el paisaje desde las torres de vigilancia de los soldados de la URSS. Se trata de una reproducción realista que ya ha permitido a muchos participantes constatar los rigores de un campo de concentración.
“El proyecto me interesó porque mis abuelos me habían contado cosas de la guerra. Fue una gran experiencia visitar el museo con frecuencia para recopilar documentos y escuchar en persona el testimonio del señor Nishikura”, afirma Hama Daiki, un miembro del equipo desarrollador que estudia cuarto curso en la universidad.
La idea de recrear un campo de concentración salió de Kobayashi Akina, una profesora asociada de la Universidad de Tama experta en relaciones rusojaponesas que tiene el objetivo de legar a las generaciones futuras el recuerdo de los prisioneros de guerra japoneses en gulags, tema que investiga.
En cuanto a si el interés de los jóvenes en la guerra está creciendo, la profesora Kobayashi concluye: “Parece que va en aumento. Pero no tanto por la Segunda Guerra Mundial como por el conflicto de Ucrania, que hace que los jóvenes estén más expuestos a noticias de matanzas armadas a diario. La guerra también brinda oportunidades para que la gente se replantee la fiabilidad de las fuentes de internet y no se deje engañar con noticias falsas. Por eso los jóvenes empiezan a entender la importancia de estudiar la historia”.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: Exposición de maquetas, objetos y material informativo sobre los gulags soviéticos en el Museo Conmemorativo de los Soldados, Detenidos en Siberia y Repatriados de la Posguerra. Fotografía cedida por el Museo)
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