Perry en Japón: un encuentro con hondas repercusiones históricas
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Del miedo a la curiosidad
Perry se presentó por primera vez al frente de su escuadra en Uraga, a la entrada de la bahía de Tokio. Era el día 8 de julio de 1853. Volvió a hacerlo el 13 de febrero del año siguiente, cuando ancló sus barcos frente a la cercana aldea de Koshiba. Las negociaciones comenzaron el 8 de marzo en la vecina Yokohama, que por aquel entonces era también una aldea. Hoy es una gran ciudad uno de cuyos distritos, el de Kanazawa, engloba a Koshiba. El 31 de ese mismo mes se firmó el Tratado de Paz y Amistad entre Estados Unidos y Japón (Tratado de Kanagawa).
El 14 de abril, la flota de Perry dejó las aguas de la bahía y se dirigió hacia Shimoda, que se convertiría en el primer puerto japonés abierto a los barcos extranjeros. Durante esos dos meses que transcurrieron desde su segunda llegada, sus kurofune (“barcos negros”) se mantuvieron a una distancia que permitía su observación desde tierra. Era una flota compuesta por nueve buques en la que viajaban un total de más de 2.000 personas. Cada vez que estos extranjeros desembarcaban, cosa que ocurría a menudo, los japoneses quedaban maravillados con sus ropas y pertenencias, exponentes de la para ellos todavía desconocida cultura occidental.
Año | Día y mes | Hechos relacionados con la visita de Perry |
---|---|---|
1852 | 24 de marzo | Perry es nombrado comandante de la Escuadra de las Indias Orientales. |
1853 | 8 de julio | Se presenta con su flota en Uraga, a las puertas de la bahía de Tokio. |
17 de julio | Su flota parte de Uraga en dirección a Naha. | |
7 de agosto | Llega a Hong Kong y ancla en aguas próximas a Hong Kong y Macao. | |
1854 | 23 de enero | Parte de Hong Kong en dirección a Naha. |
13 de febrero | Vuelve a la bahía de Tokio. Ancla frente a la aldea de Koshiba, en Yokohama. | |
27 de febrero | El bakufu (gobierno shogunal) decide iniciar conversaciones en la aldea de Yokohama. | |
8 de marzo | Comienza la primera reunión, en la que el bakufu agasaja a los extranjeros con cocina japonesa. | |
21 de marzo | Los americanos ponen en funcionamiento en la aldea de Yokohama una locomotora de vapor en miniatura. | |
27 de marzo | Perry organiza a bordo de la fragata Powhatan, buque insignia de la escuadra, una recepción para funcionarios del bakufu. | |
31 de marzo | Firma del Tratado de Paz y Amistad entre Japón y Estados Unidos. | |
14 de abril | La escuadra de Perry se retira de la bahía de Tokio en dirección a Shimoda. | |
2 de junio | Parte de Shimoda en dirección a Naha. | |
17 de julio | El último barco de la escuadra deja el puerto de Naha en dirección a Hong Kong. |
Cuando la recién llegada escuadra fondeó en aguas de Uraga, la gente se apiñaba en las zonas costeras próximas para contemplar los kurofune. La expectación era tal que podemos hablar de un verdadero boom. Entre quienes se acercaron al lugar, algunos dejaron testimonio escrito de su asombro. Un hombre del sector del cabotaje escribió en su diario que le parecía estar contemplando castillos flotantes. Describió además, con gran detalle, las ruedas de paletas y los cañones que portaban las naves.
Parece ser que al principio la gente veía la escuadra de Perry con temor. Un monje budista que visitó el lugar en febrero de 1854 comentó en su diario el desembarco del capitán de fragata Adams, mano derecha de Perry, junto a algunos de sus soldados, diciendo que, en previsión de que las negociaciones se rompieran y se desencadenara una guerra, la población costera había empezado a poner a buen recaudo sus bienes, llevándoselos hacia el interior. Sin embargo, durante el proceso negociador, en el que se sucedieron las reuniones, la gente intuyó acertadamente que no habría guerra y el temor fue disipándose, dando paso a una gran curiosidad, que se hizo patente en los contactos entre la población local y la tripulación de los barcos. El mismo bonzo consignó en su diario que, cuando la escuadra se disponía a dejar la bahía de Tokio, la gente incluso se lamentaba de que los extranjeros tuvieran que marcharse. El hecho de que el Tratado de Paz y Amistad entre Japón y Estados Unidos se firmase sin necesidad de recurrir a la fuerza debió de tener mucho que ver en esa percepción popular. Y a juzgar por lo que ocurrió después, podemos decir que la amistad resultante de este primer acuerdo tuvo una gran influencia en la forma en que los japoneses, sin gran resistencia, aceptaron la cultura occidental en aquellos años previos a la era Meiji.
Todo tipo de mercancías para obsequiar al bakufu
La población de Edo no estaba menos sorprendida que los aldeanos de Yokohama y Koshiba al ver aquellos negros barcos de vapor con sus gigantescas ruedas de paletas. No había punto de comparación entre el buque insignia Powhatan, con un desplazamiento de 2.415 toneladas, y las mayores embarcaciones japonesas de la época, que alcanzaban apenas las 200. Los habitantes de Edo se proveían de pescado en la bahía de Tokio, por lo que sus aguas eran continuamente cruzadas por muchos pesqueros. Además, todos los mercantes que transportaban mercancías a la capital accedían a ella por el corredor en el que la escuadra de Perry había fondeado. Así que fueron muchos los pescadores y marinos que pudieron verla de cerca. Encontrarse con semejantes mastodontes marinos en su habitual ruta hacia Edo debió de dejarlos pasmados y la noticia de su presencia se propagó como un reguero de pólvora por Edo y por toda el área de la bahía.
Durante la primera reunión de la ronda negociadora, el bakufu invitó a los visitantes a un ágape. Uno de los funcionarios encargados refiere en su diario cómo los extranjeros se servían de “diminutas catanas” y de cosas similares a “pequeños rastrillos” para servirse las viandas. Lo que tanto llamaba su atención eran, sin duda, sus cuchillos y tenedores. Cuenta también que los tripulantes no probaron el sashimi (pescado crudo) y que les gustó más el sake de cocinar que el sake de beber o el shōchū (aguardiente).
También quedó registro de los regalos que trajo Perry para el bakufu. El comodoro obsequió al shōgun, a los daimios y a sus vasallos con instrumentos musicales, armas, aperos de labranza, telégrafos, perfumes, bebidas alcohólicas, muebles y otras muchas cosas, muchas de las cuales fueron dibujadas por los japoneses. Algunos de estos dibujos han llegado hasta nosotros, transmitiéndonos toda la curiosidad que despertaba la cultura material de Occidente entre los japoneses de la época.
Para mostrar a los japoneses el gran desarrollo alcanzado por la industria norteamericana, Perry puso en funcionamiento una locomotora en miniatura de muy buena factura, que además de arrojar grandes bocanadas de humo alcanzaba los 30 kilómetros por hora. En terrenos cercanos al lugar donde se negociaba, se dispuso una vía circular de unos 100 metros de longitud, alrededor de la cual se congregó una multitud. El pequeño tamaño de la locomotora, a la que se habían enganchado un coche (vagón) de pasajeros, apenas permitía sentarse a horcajadas a un niño de cinco o seis años, pero esto no fue óbice para que algunos espectadores se montasen en ella y dieran varias vueltas al circuito. Perry recuerda en sus memorias lo cómico que resultaba ver a los funcionarios del bakufu asiéndose a la cubierta de la locomotora mientras reían a mandíbula batiente.
La actualidad de la época en las hojas informativas kawaraban
Entre 1853, año de la llegada de Perry, y el año siguiente, se publicaron en Edo muchas hojas informativas especiales de las llamadas kawaraban (literalmente, “edición de teja”), que eran una de las fuentes de información más importantes para la población de la gran ciudad, pues daban noticia de los sucesos más recientes. En el primer kawaraban que hablaba de los kurofune se hicieron referencias a su gran tamaño y al número de cañones que portaban. Se daban también pormenorizadas informaciones acompañadas de un mapa esquematizado sobre la forma en que los diferentes daimios se habían repartido la defensa militar de la bahía en previsión de cualquier incidente. Uno de aquellos kawaraban representaba a guerreros japoneses ataviados con cascos y armaduras desplazándose desde Edo hacia sus nuevos destinos de vigilancia en la costa. La edición se vendió volando.
Se daban también algunas informaciones sobre los Estados Unidos de América, precisándose que el nuevo país se había independizado de Inglaterra en 1776 y que su capital era Washington. Por supuesto, las hojas contenían algunos errores, pero en general contribuyeron a que la población de Edo tuviera un mejor conocimiento sobre la escuadra y su país de procedencia.
Cuando se dio comienzo a las negociaciones, los kawaraban informaron de los contactos que se estaban produciendo en Yokohama entre los tripulantes de la escuadra y los representantes del bakufu. Se transmitió con exactitud, por ejemplo, el agasajo que se les hizo a los oficiales y marineros extranjeros, incluyendo el menú. Así, sabemos que se sirvió una especie de cebiche llamado namasu (pescado a la vinagreta en finas lonchas), awabi (orejas marinas), akagai (almejas rojas, Anadara broughtonii) y sopa con raíces de gobō (especie de bardana, Arctium lappa) y brotes de udo (Aralia cordata). También se degustaron un cocido a base de huevas de mutsu (Scombrops boops) y tōfu (cuajada de soja), y un asado de tai (besugo) a la sal. No se cita la fuente informativa, pero los datos debieron de ser aportados por alguno de los responsables del bakufu.
Otras ediciones recogían temas como los obsequios que se habían intercambiado Perry y el bakufu, o los emparejamientos de los luchadores de sumo que hicieron una exhibición de fuerza ante los extranjeros. Por lo visto, los del bakufu habían visto que los extranjeros eran de complexión robusta y quisieron poner en claro que también Japón tenía gente corpulenta. Pero Perry no debió de quedar favorablemente impresionado, porque, según leemos en el Diario de la Expedición de Perry a Japón, en su opinión a aquellos luchadores les sobraba carne y grasa.
Se publicaron durante la visita de Perry varias decenas de tipos de kawaraban. Se cree que su tirada se acercaba a los 1.000 ejemplares, un número muy modesto si lo comparamos los de los periódicos actuales, pero durante todo el periodo Edo (1603-1868) no encontramos ningún otro momento en el que estas hojas informativas fueran publicadas en tal cantidad durante un corto período. La gente debió de estar, por tanto, bien informada sobre la forma en la que se realizaban las negociaciones.
Una visita que renovó las conciencias
A lo largo del proceso de negociación que condujo a la firma del tratado, la información difundida fue ganando en precisión. Si los primeros informes difundidos hablaban simplemente de “barcos extranjeros” o de “barcos negros”, poco después empezamos a leer que se trataba de “barcos estadounidenses”, con referencia expresa al país. En cuanto a quienes componían la tripulación, algunos de ellos dejaron de ser simples “forasteros” al comenzar a revelarse detalles de su trayectoria e identidad.
Por otra parte, en un diario dejado por Luo Sen, un chino que sirvió de intérprete durante las negociaciones, se refiere que uno de los vasallos del shōgun, que hacía funciones de guardia, se extrañó de que un chino educado hubiera llegado a un grado de degeneración tal como para hablar la lengua de un pueblo tan incivilizado como el norteamericano. Por lo visto, que un representante de la cultura más prestigiosa de la época trabajase a las órdenes de los “bárbaros” occidentales le impresionó mucho y socavó el respeto que había sentido hacia los chinos. Cabe citar también una anotación dejada por un ciudadano de Edo en la que refiere que eran tripulantes negros los que se encargaban del peligroso trabajo de limpiar los fondos de los barcos.
La visita de Perry permitió a los japoneses tomar viva conciencia de la forma en que los países occidentales estaban afianzando su presencia en Asia. Comprendieron también que la suya era una época en la que, dentro de la gran variedad de razas, pueblos y estados que componían el mundo, los blancos se hallaban en la cúspide. Japón tardaría todavía un poco más en poner proa a una modernización que le permitiera igualarse a los países occidentales, pero no será necesario decir que la visita de Perry fue un hecho histórico de primer orden que obró una verdadera renovación en la conciencia nacional de los japoneses.
(Traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: El Powhatan, buque insignia de la escuadra de Perry. Colección del Museo Prefectural de Historia Cultural de Kanagawa.)