Los santuarios de Munakata: un patrimonio de la humanidad de antiguos rituales
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La manera de considerar el mundo divino, en Munakata y Okinoshima, se basa en la dualidad entre el mar y las islas del mar Genkai (al norte de las prefecturas de Fukuoka y Saga), así como en el entorno natural característico de sus playas. En esa naturaleza los lugareños sienten la especial bendición de los dioses, y han venido celebrando rituales en honor a las tres diosas de Munakata; pero esta costumbre no es algo relegado a la parte norte de Kyūshū: se halla estrechamente relacionada con la situación del Este Asiático y el establecimiento de las antiguas naciones del archipiélago japonés.
Tres diosas a las que orar por un viaje seguro
Las diosas de Munakata aparecen en el Kojiki (Registro de cosas antiguas, escrito en 712), el documento más antiguo de Japón, así como en la historia oficial más antigua, el Nihonshoki (Registro de Japón, escrito en 720). En ambos textos se cuenta que Amaterasu Ōmikami, la diosa ancestral de Japón, y su hermano menor Susanoo-no-Mikoto intercambiaron dos objetos y crearon así dioses masculinos y femeninos; de la espada de Susanoo-no-Mikoto nacieron, según el Nihonshoki, las tres diosas de Tagorihimenokami, Tagitsuhimenokami e Ichikishimahimenokami, y de la esfera que pertenecía a Amaterasu Ōmikami nació un dios masculino que guiaría más adelante a toda la familia imperial. Esas diosas de Munakata aparecen en las escenas más importantes de la mitología japonesa, tal y como se cuenta en el Kojiki y el Nihonshoki.
Según esos textos, las tres diosas eran veneradas en tres santuarios cada una contaban con tres santuarios consagrados a ellas: Okitsumiya, Nakatsumiya y Hetsumiya. Okitsumiya se encuentra lejos de tierra firme, en la isla de Okinoshima del mar de Genkai, Nakatsumiya se halla en la isla de Ōshima, y Hetsumiya se encuentra en la costa de la parte continental de Kyūshū, en la desembocadura del río Tsurikawa.
Okinoshima es una pequeña isla que mide aproximadamente un kilómetro, de este a oeste, pero el pico más alto en el centro de la isla, Ichinodake, tiene 243,1 metros sobre el nivel del mar, y se pueden ver brillar sus gigantescas rocas blancas. Su forma se puede apreciar desde lejos, en el mar, y debió de ser un destino único, al navegar por el mar entre el archipiélago japonés y la península de Corea. En Okinoshima, además, hay una fuente de agua dulce. En la actualidad solo los sacerdotes sintoístas pueden desembarcar en la isla, pero en el pasado los navegantes habrían podido obtener valiosa agua potable mientras cruzaban el mar de Genkai. Con Okinoshima y Ōshima, donde se encuentra Nakatsumiya, a la vista, uno siempre puede confirmar su propia posición en el mar abierto, y al navegar entre la península coreana y la isla de Kyūshū se puede determinar con precisión la dirección en la que uno avanza.
Hetsumiya se encuentra, por otro lado, en la desembocadura del río Tsurikawa. Se cree que en ese lugar existió en la antigüedad una gran laguna, y fue el área frente a ella la que se consagró a Hetsumiya. Es, casi literalmente, la descripción del Nihonshoki: “en la playa”. Esa laguna es una zona de aguas tranquilas, delimitadas por el mar y los bancos de arena de la playa, y el terreno perfecto para el amarre de los barcos que cruzan el mar. La creencia en las tres diosas de Munakata se basa en una observación intuitiva de la presencia de los dioses en el entretejido natural de las islas y la costa, y en su adoración como agradecimiento por sus dones y para pedir un viaje seguro.
Generosas donaciones
La línea que conecta Okitsumiya, Nakatsumiya y Hetsumiya, en Munakata, coincide con la ruta más corta para conectar el centro de la Corte Imperial Wakoku, Yamato (en la cuenca de Nara) y la Península de Corea, y su importancia queda atestiguada en restos arqueológicos fechados a finales del siglo IV. La ruta que conecta la Península de Corea y Kyūshū se convertiría en una importante ruta marítima, al igual que lo fuera la ruta que pasaba por Tsushima e Iki. Ese desarrollo también guardaba relación con la situación en el Este Asiático, en ese momento.
En el año 317 el imperio unificado de la dinastía Jin se derrumbó en la China continental, y la situación en el este de Asia se volvió muy inestable. Desde el periodo de los Dieciséis Reinos hasta el de las Dinastías meridionales y septentrionales (304-589) la China continental entró en un período de gran agitación, y en el siglo V los tres reinos de Goguryeo, Baekje y Silla se hallaban en conflicto entre sí, en la península coreana. En tales circunstancias Japón (o la parte del archipiélago japonés conocida entonces como Wakoku) promovía los intercambios y el comercio con Baekje, pero también profundizaba así su conflicto con Goguryeo. A medida que esos intercambios humanos se hacían más activos entre Wakoku y la península de Corea, llegaron incluso a producirse conflictos militares con Goguryeo. Se cree que esas circunstancias aumentaron también la importancia de la ruta marítima a través de Munakata.
Durante este período comenzaron a realizarse rituales en Okinoshima. Las ruinas de lugares de culto están ubicadas en la ladera sur de la isla de Okinoshima, a una altitud de alrededor de 85 metros. En esa zona se pueden encontrar trece enormes rocas blancas, así como ciertos artículos ofrecidos a las diosas, que quedaron como habían sido colocados, alrededor de estas enormes rocas. Se piensa por ello que este grupo de rocas gigantes era identificado como seres que simbolizaban a las diosas de la isla, o como el área sagrada de esas diosas.
El más antiguo de estos sitios rituales data de la segunda mitad del siglo IV y rodea una enorme roca de unos diez metros de altura, la más grande de este tipo de rocas. Uno de estos lugares, el Sitio No. 17, contenía en los intersticios de la roca un gran espejo de cobre de 27 cm de diámetro, una magatama (un abalorio curvo) de jade, unos brazaletes de jaspe, varias espadas de hierro, etc. Se trata de valiosos artículos de la época, similares a los objetos hallados en los grandes túmulos funerarios del período Kofun temprano. Se puede considerar que estos hallazgos muestran la importancia del festival de Okinoshima para la Corte Imperial de Yamato en esa época, en medio de las crecientes tensiones con la península de Corea.
El siguiente lugar del siglo V es el Sitio No. 21, en la cima de un gran risco. Sus ruinas consistían en un bloque cuadrado de piedra situado sobre una enorme roca sobre el que se habían colocado un gran número de exvotos. Los elementos principales eran armas, armaduras, herramientas y lingotes de hierro. En el siglo V los intercambios activos con la Península de Corea habían proporcionado nuevas tecnologías al archipiélago japonés, marcando así el comienzo de una era de innovación tecnológica. La herrería y los tejidos representaban tecnologías muy innovadoras. Las armas y armaduras más novedosas, herramientas y aperos agrícolas y hermosas telas producidas con estas nuevas tecnologías se convirtieron en las ofrendas de más alto nivel para los dioses. Se cree que esas telas son el origen del heihaku, un objeto valioso que se dedica como ofrenda a los dioses japoneses. Los implementos de hierro excavados en el Sitio No. 21 eran, pues, ofrendas creadas por medio de la innovación tecnológica.
Una transición en los rituales
En el siglo VI muchos sitios rituales quedaban al resguardo de enormes rocas. El sitio No. 7 es un ejemplo típico. En este lugar se desenterraron magníficas ofrendas ordenadas en filas sobre una superficie plana, a la sombra de una enorme roca. Los artículos incluían arneses decorados con bronce dorado, espadas con empuñaduras de bola de cristal, carcajes de flechas decorados con brocados y cordones trenzados, y accesorios metálicos ornamentales para escudos, lanzas y armaduras de caballos. Comenzaban a aparecer elementos relacionados con los tesoros sagrados del Santuario Ise Jingu, como espadas decoradas con cuentas.
En el Sitio No. 22 (siglo VII), a la sombra de una gran roca, y el Sitio No. 5 (entre la segunda mitad del siglo VII y el siglo VIII), tanto bajo una gran roca como apartados de ella, se consagraron varios tesoros sagrados compuestos de modelos de bronce dorado. Esos modelos incluían varias herramientas para hilar y tejer, y un koto (arpa horizontal), y presentaban características comunes con los tesoros sagrados del santuario interior de Ise Jingu, consagrado a los dioses ancestrales imperiales. Se cree que desde el siglo IV en adelante las ofrendas a las diosas se colocaban una tras otra sobre esas enormes rocas, o a la sombra de estas, y se mantenían así como lugares rituales.
En el Sitio No. 5 se excavó también una gran cantidad de cerámica utilizada para servir comida a las diosas. Entre los hallazgos había una vasija de barro para la confección de sal, por lo que se entiende que se solía llevar sal a los festivales en honor de las diosas. Este es también un punto en común con los rituales del Santuario Ise Jingu. Es muy probable que en la segunda mitad del siglo VII los rituales en la isla de Okinoshima se organizaran de manera similar a la del santuario Ise Jingu, consagrado a los antepasados imperiales. Esto demuestra que no se puede obviar la existencia de Okinoshima en el Japón antiguo. Y por eso era tan importante el transporte hacia la Península de Corea. Viajar desde y hacia la península coreana era casi imposible sin la ayuda del clan Munakata, expertos en navegación. Es lógico que el clan desempeñara un papel importante en los rituales.
En la segunda mitad del siglo VII se adoptó el sistema administrativo Ritsuryo de China, y el reino de Wakoku pasó a ser Nihon (Japón). Esa fue también la época en que se inició la compilación del Kojiki, en el que se narra la historia del país. En este contexto histórico, las formas observadas durante el festival de las diosas de Okinoshima, en Munakata, se adscriben a las del santuario interior de Ise Jingu. Este hecho parece resonar con la mitología del Kojiki, según la cual las tres diosas de Munakata poseen una profunda relación con los dioses ancestrales imperiales. Los rituales de Munakata y Okinoshima, verdaderos signos de una época, se categorizan como rituales de la antigua nación bajo el sistema Ritsuryo, y en el Nihonshoki se describe un claro mandato divino para los santuarios de Munakata: “Sirve en su adoración a los descendientes de las diosas, y conságrate a ellos”.
Lecciones para el siglo XXI
La forma de adoración en la isla de Okinoshima, basada en el entorno natural, muestra ciertos elementos en común con los sitios de rituales llevados a cabo en otras partes del archipiélago japonés, así como los lugares de rituales relacionados con santuarios. Si bien el archipiélago japonés recibe una gran cantidad de bendiciones naturales, sufre también muchos desastres naturales. Con base en la tradición de adorar a los dioses desde la gratitud y el asombro por la naturaleza, el sintoísmo fomenta un sentido de humildad hacia ella, y una forma moderada de interacción con ella.
Incluso los residentes urbanos que vivimos hoy día aislados de la naturaleza no podemos ya permanecer inmunes a las lluvias torrenciales y los terremotos; no son pocas las lecciones que podemos extraer de los antiguos rituales de Munakata y Okinoshima.
Imágenes cortesía de los santuarios de Munakata.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Okinoshima; realizada por el autor)