Ajisai-yama, un monte de hortensias cultivado durante medio siglo
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“Quiero adornar con flores el camino hasta la tumba donde reposan mis padres”
Un trayecto de hora y cuarto desde la estación de JR Shinjuku, primero en la línea Chūō, luego en la Ōme y en la Itsukaichi hasta la última parada, Musashi-Itsukaichi, y finalmente una caminata de 40 minutos desde la estación nos llevan al Minamisawa Ajisai-yama, el monte de hortensias de Minamisawa.
Hay un sendero en el monte que ofrece unas vistas espectaculares, con hortensias que cubren tanto ambos lados del camino como las inclinadas cuestas de la orilla del río. Se trata de una popular ruta de senderismo del valle Akigawa que atrae a unos 10.000 turistas al año entre mediados de junio y principios de julio, cuando las hortensias están en su apogeo.
El dueño del monte, Minamizawa Chūichi, que hoy tiene 92 años, es la decimoséptima generación de su familia que lo habita. Él solo ha transformado en un lugar famoso por las hortensias lo que hasta hace 50 años era un bosque de cedros común.
Roma no se construyó en un día. Un viaje de mil millas empieza con el primer paso. Pero ¿qué fue lo que motivó a Chūichi a dar ese paso? “Un poco más arriba de la entrada está la tumba de mi familia y pensé que estaría bien pasar entre las flores cuando la visitara para el Obon”.
Chūichi nació en 1930. Su padre administraba una empresa maderera y de transporte, y Chūichi era el segundo varón de nueve hermanos, seis chicos y tres chicas. Sin embargo, el primogénito falleció a los 7 meses de edad, por lo que Chūichi pasó a ser el hijo mayor. A los 27 años, cuando Japón se recuperaba de la posguerra, abrió su propio negocio de madera, Minamizawa Mokuzai. Poco después el crecimiento económico acelerado alcanzó su cumbre, con lo que se dispararon las ventas de troncos para andamiajes de madera para la construcción.
“En esta zona celebramos el Obon en julio. ¿Qué florece en esa época? Primero pensé en las adelfas. Tienen una floración larga, son resistentes y fáciles de cuidar. Pero consulté a un experto en flores y me dijo que, aunque son perfectas para la ciudad porque aguantan bien la contaminación, en el monte no crecen bien. Se me ocurrió que las hortensias se adecuarían al clima de aquí, así que planté un par de mi jardín”, explica Chūichi. Las dos hortensias plantadas en la entrada del monte dieron hermosas flores en junio de 1970, cuando él tenía 40 años y Japón vivía la efervescencia de la Exposición Universal de Osaka.
Aprenderlo todo de las hortensias
Chūichi empezó a plantar brotes de hortensia en el campo donde cultivaba verduras para el consumo de su familia. Probó con brotes de distintos tipos y plantó unos esquejes. Todo lo hacía de forma autodidacta: “No lo aprendí de nadie. Las hortensias me lo enseñaron todo”.
Tras diez años probando y aprendiendo de sus errores, el camino de hortensias llegó hasta el mausoleo familiar. Para entonces las flores de Chūichi habían ganado reputación en la zona y cada vez más personas acudían a pasear entre ellas: “Cuando me alaban las hortensias por lo bonitas que son, me entran ganas de plantar más”.
El camino de hortensias se extendió hasta la cima del monte y luego hacia la salida, en dirección al monte Kompira y Seoto, donde también decoran las laderas.
El monte era originalmente un bosque de cedros. Hubo que aclarar los árboles para que la luz del sol llegara a las hortensias y subirse a los cedros y podarlos. Si el suelo se erosionaba a causa de tifones o lluvias torrenciales, había que arreglarlo. Si aumentaba el número de visitantes, había que ensanchar el camino y construir zonas de descanso y aseos. Chūichi buscó el tiempo necesario para cultivar un bosque de hortensias mientras dirigía una empresa. Nunca permitió que su esposa Miki, que falleció hace seis años, lo ayudara: “¿Cómo vas a pedir a alguien que te ayude en algo que no da dinero? Me levantaba todos los días a las 4 y me encargaba del monte antes de ir al trabajo. Por aquel entonces, los únicos días de descanso público eran el primer y el tercer domingo del mes. Pasaba mis días libres cubierto de barro y me cambiaba de ropa tres o cuatro veces al día. Le pedía a mi mujer únicamente que me hiciera la colada. La fastidiaba mucho, pero luego, cuando yo no estaba, presumía de Ajisai-yama”.
ZiZi, un muñeco tallado en madera que indica el camino
Chūichi gestionó él solo Ajisai-yama durante los primeros 30 años de su plantación de hortensias, pero hace diez años, cuando rondaba los 80, empezó a ayudarle su hermano menor Tsunekatsu, ocho años más joven y también jubilado.
Además, Miyazaki Shōsaku, un profesor de primaria retirado que había enseñado en el centro de Tokio, se trasladó a una casa que su padre había comprado en la zona, hizo un llamamiento a los aldeanos y sus antiguos alumnos para crear una asociación floral y empezó a mediar con las administraciones.
Tomonaga Akimitsu, autor de ZiZi, una figura de madera tallada que representa un duende de la montaña y que sirve de señal indicadora para llegar de la estación de Musashi-Itsukaichi hasta Ajisai-yama, también se conmovió ante la determinación de Chūichi para con su labor.
Tomonaga es un artista plástico que creó las marionetas del programa Purin Purin Monogatari, que se emitió por la cadena NHK entre 1979 y 1982. Buscando un lugar tranquilo donde desarrollar su actividad creativa, instaló su estudio y residencia en los aledaños de Ajisai-yama hace 35 años. Reformó por su cuenta una casa abandonada de finales del periodo Edo y en 2002 inauguró en ella el Pequeño Museo de Fukasawa: “Estaba pensando en meter carpas en el estanque del jardín que yo mismo había excavado cuando me enteré de que Chūichi las criaba y empezamos a barajar distintas ideas”.
Se sugirió plantar un cartel indicador en el camino desde la estación para los visitantes de Ajisai-yama y se decidió que Chūichi aportaría madera de la montaña y Tomonaga se encargaría de tallarla.
“Queremos ser los sucesores del proyecto de Chūichi”
El número de personas que apoyaban el proyecto de Chūichi fue aumentando gradualmente, pero él seguía siendo el pilar central, único e irremplazable. Aunque continuaba labrando el monte con vigor, al acercarse a los 90 años empezó a preguntarse qué sería de su bosque en el futuro y si alguien podría tomar el relevo mientras él todavía gozaba de buena salud. Fue entonces cuando aparecieron dos jóvenes emprendedores de Akiruno que se ofrecieron a seguir sus pasos.
Takamizu Ken y Minamishima Yūki, nacidos en 1990 y compañeros del equipo de béisbol en la universidad, fundaron juntos la empresa do-mo en 2016 para revitalizar Itsukaichi mediante el desarrollo de productos con materias primas locales, la gestión de establecimientos de restauración y la organización de eventos. Uno de los productos típicos que proyectaron es el amacha (‘té dulce’): “La planta de amacha es una mutación de la hortensia de montaña, por lo que pensamos que podría crecer bien en Ajisai-yama y le pedimos a Chūichi que lo plantara en lo alto del monte”, recuerda Takamizu.
Chūichi es tan famoso en Akiruno que no hay nadie allí que no le conozca. Pero, cuando Takamizu y Minamishima lo conocieron en persona y les contó su historia personal, les conmovió aquella forma de vivir. Así fue como le pidieron que los aceptara como aprendices: “Ajisai-yama es un tesoro de la región y un recurso turístico imprescindible para la ciudad de Akiruno. No sabemos absolutamente nada de las hortensias, pero queremos implicarnos. ¿Nos podría enseñar?”. Entre los dos pensaron en cómo convertir Ajisai-yama en la pieza clave del turismo sostenible de Akiruno.
Chūichi mantuvo el monte abierto al público de forma gratuita durante 30 años, hasta que cumplió los 70 y colocó una caja en la entrada para recaudar 300 yenes por persona como “contribución voluntaria”, pero ha gestionado el lugar casi completamente con sus propios fondos. Takamizu y su equipo montaron un punto de recepción para cobrar 500 yenes por la entrada y 500 más por el aparcamiento durante la floración de las hortensias. También empezaron a recaudar fondos mediante microfinanciación colectiva (crowdfunding).
En 2019 pusieron un servicio de autobuses desde la estación de Musashi-Itsukaichi, sobre todo los fines de semana, y el monte se iluminaba. También instalaron un observatorio como atracción principal. En colaboración con la empresa de parques de atracciones Tokyo Summerland, se celebró un concierto de la cantante Katō Tokiko y una plantada de hortensias conmemorativa bajo el título Proyecto de un Millón de Hortensias.
El sueño del Hanasaka Jīsan es eterno
Como sucesores de Chūichi, Takamizu y Minamishima constatan a diario que mantener y desarrollar Ajisai-yama no es tarea fácil. “Lo más duro es la poda. Cuesta mucho saber qué ramas hay que cortar y cuáles hay que dejar”, comenta Minamishima, que se encarga del desarrollo del amacha y tiene un papel central en el cuidado de las hortensias. Está ocupadísimo porque compagina estas tareas con su “trabajo principal” de gerente de la cafetería y el camping que hay enfrente de la estación de Musashi-Itsukaichi.
Cuando Chūichi los ve, pierde la paciencia y les reprende: “Cómo puede ser que aún no sepáis qué ramas cortar y cuáles dejar?”. “En el monte siempre hay algo que hacer; las plantas crecen rápido. No trabajéis según os convenga. ¡Las flores y el tiempo no esperan!”. Los jóvenes han tomado las riendas de la montaña del abuelo: no podía ser todo de color de rosa.
Con todo, los aprendices callan y escuchan a su mentor. “Si solo se tratara de cuidar las hortensias, creo que sería mejor dejarlo en manos de expertos. Pero, si hablamos de tomar el relevo del proyecto de Chūichi, ya es otra historia. Solo puede hacerlo alguien que comparta su mentalidad. Nosotros no tenemos ni idea de hortensias, pero al menos queremos legar este lugar a las próximas generaciones teniendo en cuenta sus sentimientos. Por eso lo seguimos, aunque nos eche la bronca. Lo sentimos, Chū-san. Instrúyenos. Nos enorgullece ser los únicos que podemos hacerlo”, explica Minamishima.
Chūichi sonríe junto a ellos como si viera crecer a sus nietos: “Mientras aguante el cuerpo, quiero ir al monte todos los días. Solo el Cielo sabe hasta cuándo será. Siendo dos, seguro que lo lograréis. Luego ya es cosa vuestra, así que pensad bien lo que hacéis”.
Festival de Minamisawa Ajisai-yama
- Dirección: 368 Fukasawa, Akiruno, Tokio
- Fechas de apertura: 14 de junio (martes) – 10 de julio (domingo). *Las hortensias alcanzan el pico de floración a finales de junio.
- Horario de entrada: 9:00 – 17:00
- Precio de la entrada: adultos 500 yenes, niños 300 yenes (gratuito para niños en edad prescolar)
- Acceso: 40 minutos a pie desde la estación de JR Musashi-Itsukaichi (7 minutos en taxi)
- * Servicio de autobús lanzadera desde la estación entre el 17 de junio (viernes) y el 3 de julio (domingo), cada 30 minutos desde las 9:00
- Para limitar la afluencia de vehículos privados durante el festival, no hay aparcamiento junto a la montaña; accedan a pie, en taxi o en autobús.
- Consultas: 090-5540-9100 (Comité de Gestión de Ajisai-yama)
- Más información en el sitio web (Puntos para contemplar las hortensias en Akiruno, Tokio: Minamisawa Ajisai-yama).
Fotografía del encabezado: Minamizawa Chūichi (centro), creador de Ajisai-yama, con Takamizu Ken (izquierda) y Minamishima Yūki (derecha), sucesores de su proyecto. Fotografía: Minamisawa Ajisai-yama.