La obra de Murakami Haruki, el fermento de una nueva literatura – entrevista con Robert Campbell
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“No se trata de una institución para honrar a Murakami”
Robert Campbell trabajó hasta marzo de 2021 como director del Instituto Nacional de Literatura Japonesa (INLJ), y a partir de abril fue elegido para el puesto de profesor especial y asesor de la Biblioteca Murakami Haruki de la Universidad Waseda. “Mi especialidad es la literatura japonesa que va desde la época Edo hasta principios de la era Meiji: no soy ni especialista en Murakami ni nada”, comienza el profesor. Y quizá por eso se halla en una posición de cierta libertad de cara a decidir cómo se va a desarrollar la Biblioteca Murakami Haruki, la cual ha recibido una gran atención mediática recientemente.
En un principio dudaba: “En todo Japón existe un gran número de bibliotecas dedicadas a autores ya fallecidos. Pero Murakami está muy vivo y activo, y cuando empecé ni siquiera sabía qué tipo de relación quería tener él con la institución”.
Murakami expresó su opinión al respecto de este modo: “Explotar las historias, narrar los sentimientos”.
“Murakami no quería que este lugar fuera una simple institución con la que honrar su obra. El motivo por el que hablaba de ‘explotar’ era, creo, un fuerte deseo de que todos crearan sus propias historias de forma activa”.
“El escritor donó una gran cantidad de valioso material a la biblioteca que comprende cerca de cuarenta años de su carrera: una colección de cerca de 10.000 discos en vinilo, originales de sus obras, fotografías, recortes de periódico… Pero eso no fue más que el principio: Murakami no quería que visitaran las instalaciones solo los académicos y los estudiantes de literatura, sino personas de dentro y fuera del país, de todo tipo de ramos y campos: escritores, lectores, compositores… En la biblioteca podrán conocerse e interactuar, creando con ello una especial sinergia. Es importante crear un espacio en el que las personas puedan comunicarse y compartir, en lugar de limitarse a emitir ideas de modo unidireccional”.
Cuarenta años de actividad literaria, “uvas fermentadas”
Campbell utiliza una metáfora algo inusual para hablar del autor.
“Mi imagen mental sobre Murakami Haruki es la de un gran grano de uva que ha caído en el fértil viñedo de la literatura japonesa. Su piel ha pasado por diversos procesos de fermentación y ha generado nuevos tipos de bacterias en el suelo. La obra de Murakami la han disfrutado lectores de varias generaciones, ha sido traducida a más de cincuenta idiomas, ha recibido diversas acogidas e interpretaciones en todo tipo de momentos y lugares. El fruto de esos cuarenta años de carrera ha fermentado para crear una serie de nuevos nutrientes o catalizadores con los que, espero, nacerá algo totalmente nuevo”.
Campbell programó una serie de eventos para celebrar la apertura de la biblioteca bajo el título “Authors Alive! – Sakka ni aō” (¡Autores vivos! – conozcamos a los escritores). En esa serie se incluyeron actos como una colaboración que comprendía una lectura por parte del propio Murakami y una interpretación por parte de la guitarrista Muraji Kaori, en la que se reflexionó sobre la música en la literatura del escritor. Hubo también un evento en el que la novelista Kawakami Hiromi y Campbell leyeron, en japonés y en inglés, un texto de Murakami, y conversaron sobre novela y traducción. En un taller de la serie, dirigido por la poeta Itō Hiromi, una docena de participantes usaron citas de Murakami para improvisar versos en respuesta; el poema, una vez finalizado, se leyó con la participación del autor. Aunque el propio Murakami era uno de los presentes, todos los asistentes se expresaron sobre literatura y arte, y exploraron la creación literaria utilizando la obra del escritor como punto de partida. A finales de 2021 hubo sesiones de lectura también por parte de Murata Sayaka y Asai Ryō.
“Me gustaría seguir abriendo diversos caminos mediante este tipo de experimentos a pequeña escala. Estamos también montando ciertos segmentos, emitiéndolos por Tokyo FM, uno de nuestros colaboradores, y ofreciéndolos mediante servicios de streaming. No se trata solo de dejar que se cubran de polvo en un gran archivo de contenidos, sino de usarlos como chispa que prenda todo tipo de pequeñas explosiones”.
Mantener vivos los recursos
Para esas “chispas”, en el futuro, Campbell usará también sus propias experiencias. Tras el Gran Terremoto del Este de Japón celebró una serie de sesiones de lectura en las aguas termales Naruko de la prefectura de Miyagi, donde muchas personas que se habían quedado sin hogar estaban refugiadas. Campbell se sintió muy impresionado con la respuesta de la gente en aquella ocasión.
“Cuando se da una emergencia lo prioritario es tener comida y un refugio del frío. Pero para quienes han disfrutado de la lectura durante muchos años estar apartados de esa afición es algo muy duro. Los miembros de aquel grupo leían las mismas historias, las discutían y las recitaban juntos, por turnos. En aquellas sesiones vi a completos desconocidos que, con el pretexto de un simple relato corto, se conocían y se ayudaban a aliviar el dolor”.
“Quiero que la biblioteca también sirva para que las personas, mediante la literatura, se comuniquen y se comprometan, aunque sea solo un poco, en las interesantes actividades del grupo, y puedan probar ciertos cambios sobre ellos mismos”.
En los cuatro años que trabajó como director del INLJ Campbell trató de mantener los recursos activos, más que archivados, compartiéndolos con muchos lectores. En esta ocasión le gustaría repetir esa experiencia.
“Durante este último año de la pandemia pensé cómo podría ofrecer la historia de Japón una perspectiva diferente sobre las epidemias. Desde la antigüedad, las enfermedades se han convertido en temas de creación en las artes y la literatura, y también en la motivación misma del acto de crear. En Izumi Shikibu Nikki (El Diario de Izumi Shikibu) y Sarashina Nikki (El Diario de Sarashina), escritos en el periodo Heian (794-1185), por ejemplo, uno de los temas centrales es la pérdida de un ser querido por una enfermedad contagiosa. Haciendo uso de los materiales del INLJ realicé un vídeo sobre los clásicos japoneses en épocas de contagio, tanto en inglés como en japonés. Se produjo entonces una gran reacción por parte del público, sobre todo en el extranjero, donde muchos profesores querían usarlo como recurso en sus clases. Ese vídeo me inspiró a editar una recopilación de trabajos sobre ese tema, llamada Nihon koten to kansenshō (Las epidemias en la literatura clásica japonesa). Se trata de un documento único en el que varios expertos tratan de revisar la historia mediante ese punto en común, desde obras tan antiguas como la colección de poemas Man’yōshū hasta las novelas de Natsume Sōseki”.
A partir de una única idea se van ramificando y conectando los frutos de la labor de expertos en diferentes áreas.
“Llevo mucho tiempo estudiando la literatura clásica japonesa; quiero expandir la red de la biblioteca y que esta ayude a que las personas que trabajan en este campo puedan aumentar su espacio en común. También es esencial, al mismo tiempo, mejorar la disponibilidad de nuestros recursos en múltiples idiomas”.
¿De dónde viene la fama internacional de Murakami?
La biblioteca cuenta con traducciones de las obras de Murakami a más de cincuenta idiomas. Su colección de relatos Ichininshō tansū (Primera persona del singular), publicada en 2020, se ha traducido ya al inglés, al español y al coreano. Los seguidores de Murakami de todo el mundo esperan con ansia nuevas obras del autor. ¿Qué opinión le merece el trabajo de Murakami al propio Campbell?
“Las obras de la literatura japonesa moderna, con autores como Kawabata Yasunari o Tanizaki Jun’ichirō, llegaron a Occidente filtradas por el ‘orientalismo’. La novela de Kawabata Izu no odoriko (La bailarina de Izu), Yukiguni (País de nieve) o Yama no oto (El sonido de la montaña), por ejemplo, son narrativas centradas en las ideas japonesas sobre la vida, la muerte y la naturaleza. Murakami Haruki, creo, se ha saltado ese paso y escribe desde una posición bastante diferente”.
“Yo conocí la obra de Murakami a finales de los ochenta, cuando leí Noruei no mori (Tokio blues) en japonés. Cada página está impregnada con el Japón de la era Shōwa (1925-1989), pero su tema central no es ese. Creo que el lector, sin importar su lugar de origen, se siente atraído por sus personajes e identificado con el protagonista”.
“También hay un trasfondo histórico. Cuando Murakami Haruki comenzó a hacerse famoso en el extranjero, en la segunda mitad de la década de los ochenta, se estaban dando todo tipo de fenómenos de democratización a lo largo y ancho del mundo. En Corea del Sur, por ejemplo, había violentas manifestaciones estudiantiles a gran escala, y se produjeron muchas víctimas. Aquella generación marcada por divisiones avanzaba hacia una sociedad basada en una nueva serie de valores, en esa época de conflictos, al tiempo que las novelas de Murakami conseguían hordas de jóvenes lectores. En China, que se comenzó a abrir al mundo en la segunda mitad de los ochenta, o en el Este de Europa, en mitad de una revolución democrática tras la desintegración de la URSS, en 1989, la juventud devoraba las obras de Murakami”.
“No son libros excesivamente políticos, ni se centran en la violencia, el conflicto o la desigualdad. Pero me da la sensación de que todos los lectores aprecian la forma en que Murakami muestra las contradicciones y engaños de una sociedad creada por generaciones anteriores, así como la manera en que describe la resistencia y la impotencia de las generaciones más jóvenes”.
“A partir de los noventa los libros de Murakami se comenzaron a vender en librerías de aeropuertos de todo el mundo, pero no como literatura japonesa. Es el primer escritor japonés que ha logrado contar sus historias sin necesidad de arrastrar los diversos valores de la sociedad japonesa o sus mensajes históricos. Creo que es una de las figuras más importantes de la literatura universal”.
En esta época teñida por la pandemia del coronavirus el mundo también siente una gran impotencia. ¿Qué luz puede arrojar la literatura sobre esta situación? El propio Murakami está quizá buscando cómo colaborar con la biblioteca que lleva su nombre para encontrar la respuesta.
Imágenes: Hanai Tomoko.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: las estanterías en las escaleras que llevan del primer sótano a la planta baja de la Biblioteca Murakami Haruki, en la Universidad Waseda. El arquitecto Kuma Kengo imaginó ese espacio como un túnel que conecta el mundo cotidiano con el “otro mundo”, una imagen recurrente en las obras de Murakami. Las estanterías cuentan con obras agrupadas según el género: arte, historia, ciencias naturales… En varios puntos se puede distinguir a la “gente pequeña” de los mundos de Murakami.)