Ginza, barrio del arte: La galería Nagai, medio siglo descubriendo y valorando a artistas
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Ginza, centro difusor del arte y la cultura
El barrio de Ginza es conocido como el corazón de la moda más sofisticada en la capital japonesa. Las tiendas de las marcas más lujosas y los restaurantes más exclusivos se concentran en este rincón de Tokio. Sus avenidas recuerdan a las arterias principales de las capitales de Europa, y al caer la noche abren sus puertas un sinfín de clubes nocturnos y bares a los que hombres de negocios acuden con regularidad. Más allá de la moda y la gastronomía, Ginza es un barrio en el que hay grandes oportunidades de negocio y en el que se satisfacen los deseos de los adultos.
Este barrio, no obstante, es también el centro neurálgico de una actividad que, tal vez, pasa desapercibida para el turista ocasional atraído por los llamativos escaparates de las tiendas y los centros comerciales: es también el barrio de las galerías de arte. Hay alrededor de 200 de estas galerías en las que se pueden apreciar las últimas tendencias plásticas. Para dar a conocer a un mayor número de personas sus actividades y promover al mismo tiempo el arte y la cultura, unas 40 galerías de la zona se asociaron en 2004 para fundar Ginza Galleries.
Nagai Ryūnosuke es director de la Galería Nagai (Nagai Garō) que existe en Ginza desde 1971. Desde abril de 2019 y durante dos años presidió Ginza Galleries y ha participado enérgicamente en iniciativas como la “Noche de las galerías” (Garō no yakai), en la que, emulando a las Soirées de París, los participantes pueden disfrutar de distintos géneros pictóricos, y en un nuevo proyecto centrado en el arte moderno de Japón que se llevará a cabo en 2022. En su galería, situada hoy en la quinta planta del edificio Kawakita Shinpō, en una esquina junto a la calle namiki-dōri, comparte con nippon.com su experiencia de décadas en el mercado del arte.
El nacimiento de Ginza como barrio de las galerías de arte
La galería de arte más antigua de Ginza, la de Shiseidō, tiene hoy más de 100 años de historia. No obstante, era la excepción en un barrio por aquel entonces concentrado en otros menesteres. Los marchantes de arte no llegarían a esta zona hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XX.
“Fue en el período del crecimiento económico acelerado, entre las décadas de 1960 y 1970, cuando creció más el número de galerías. Se suele decir que fue el boom del arte, cuando hasta los trabajadores corrientes compraban cuadros”, nos cuenta Nagai recordando los años en los que aún era un estudiante de instituto, un período en el que ya mostraba interés por el arte e incluso se había iniciado en la pintura gracias a un profesor que impartía clases cerca de su hogar. A pesar de esto, el destino no le conduciría a la galería de arte de su padre después de licenciarse, y comenzaría en cambio a trabajar en una empresa.
En esa época aún no existían grandes museos en Japón. “Se comenzaron a construir museos públicos en todo el país a partir de la década de 1980. Hoy hay museos en cada una de las 47 prefecturas del país”, nos cuenta.
Entre 1986 y 1991 Japón vivió el período de la burbuja económica en el que aparecieron nuevos inversores en el mundo del arte y en Ginza llegaron a reunirse más de 300 galerías. Después del estallido de la burbuja el número de galerías se redujo en torno a las 200. Muchas de las personas que conocieron esta época guardan en el recuerdo cómo la inversión en obras de arte fue uno de los fenómenos de la burbuja. Pero incluso en esta recesión el mercado del arte resistió valiéndose de sus galerías únicas y tradicionales. “El negocio de los museos y de las galerías comenzó a sufrir los efectos de la crisis a partir del año 2000”, explica Nagai. “A partir de esa época muchos museos se quedaron sin presupuesto, y se pronosticó que el mercado del arte japonés podría trasladarse a China”.
Las pequeñas galerías de Ginza, donde el metro cuadrado de suelo alcanza su precio más alto en todo Japón y el precio del alquiler se dispara, también sufrieron el envite de la crisis. “Las galerías comenzaron a cambiar a partir del año 2000. La calle namiki-dōri, donde antes se concentraba el mayor número de galerías, está flanqueada ahora por tiendas de marcas internacionales. Hoy es casi imposible abrir una galería en una primera planta. El alquiler es muy alto y al negocio del arte no le compensa”.
A pesar del estancamiento económico, muchas galerías de arte sobrevivieron gracias al apoyo de los coleccionistas. “Hay dos clases de galerías de arte, las de exposiciones planificadas y las de alquiler. Las galerías de arte de exposiciones planificadas que no sufrieron la burbuja económica y las de alquiler que supieron elegir a los artistas lograron sobrevivir. Las llamadas galerías de alquiler (kashi garō) tienen un sistema peculiar en el que los artistas pueden pagar para reservar el espacio con el fin de exponer y vender sus obras. Últimamente también se pueden ver en ciudades como París o Nueva York, pero todas han tomado la idea de Japón”.
El peritaje del arte, un medio para descubrir artistas japoneses
Otra de las facetas de Nagai Ryūnosuke, además de su trabajo en la galería, es la de perito de arte. Desde 1996 y durante 20 años apareció regularmente en un popular programa de televisión en el que evaluaba y valoraba obras de arte que estaban en posesión de particulares. ¿Pero qué hace falta saber para poner precio a una obra de arte? Nagai nos explica cómo funciona este trabajo.
“Obras de artistas como, por ejemplo, Leonard Foujita (Fujita Tsuguharu) las hay por todo Japón. Para valorarlas se examina el precio que ha alcanzado en muchas de las subastas o en las galerías. Lo difícil es valorar las de autores cuya obra apenas se ha difundido. Pero no se trata de que su obra no tenga valor debido a ello, sino que se calcula pensando en el valor agregado que ha dejado esa persona”.
Otro ejemplo es el del artista Okamoto Tarō (1911-1996), que creó el símbolo de la Exposición General de primera categoría de Osaka de 1970, la Torre del Sol.
“Aunque poco después de su muerte en 1996 llegaron en varias ocasiones obras suyas a un programa de televisión en el que yo participaba, la obra de Okamoto apenas se mueve en el mercado. Su nombre es conocido, pero apenas queda registro de la distribución de sus cuadros. Las obras que legó están todas en museos, y obras como la Torre del Sol, o el mural que creó en ese mismo período y que fue descubierto en Ciudad de México en 2003, titulado Asu no Shinwa (El mito del mañana) y que ahora se exhibe en la estación de Shibuya, no son obras que salgan al mercado. En el programa, sus cuadros y esculturas aparecieron varias veces, y nos costó ponerle precio, aunque finalmente las valoré en varios millones de yenes”.
En octubre de 1999 abrió sus puertas en Kawasaki, en la prefectura de Kanagawa, el Museo de Arte de Okamoto Tarō, tres años después de la muerte del artista. Gracias a esto y al trabajo de Okamoto Toshiko, la compañera del artista, que publicó varios libros, su obra se ha revalorizado. Nagai se enorgullece de haber tomado la iniciativa a la hora de valorar justamente la obra de Okamoto como perito de arte.
El peritaje de arte no solo se limita a asignarle un valor económico a las obras, sino también a descubrir artistas a través de dicha labor para darlos a conocer al mundo. En el programa de televisión Kaiun! Nandemo Kanteidan, Nagai valoró un sinfín de cuadros, pero también tasó y ayudó a alzar el valor de artistas que no eran tan conocidos, como Makino Yoshio o Takashima Yajūrō, entre otros. Tanaka Isson (1908-77), cuya obra goza hoy de gran popularidad, fue descubierto en el programa Nichiyōbijutsukan de la NHK en la década de 1980 y gracias a ello ampliamente reconocido. “La historia del arte es la historia de estos descubrimientos, y es a través de ellos como se escribe la historia del arte”, afirma.
Tomar los contratiempos como oportunidades
Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos se vieron frustrados a causa de la propagación de la COVID-19 y tuvieron que ser aplazados un año. En abril de 2020 el Gobierno declaró el primer estado de emergencia y muchos japoneses se abstuvieron de salir de casa. La Galería Nagai también tuvo que suspender sus actividades.
Por este motivo, en 2020 Nagai inauguró el canal de Youtube Nagai Birakujuku by Nagai Garō, en el que trata de acercar el arte a los hogares de los japoneses. “No me puedo quedar de brazos cruzados, y aunque los turistas no puedan venir quería transmitirles una sensación de cercanía”, explica.
Aunque situaciones como el estallido de la burbuja económica o la crisis del coronavirus suponen una amenaza para las galerías de arte, Nagai confía en que las actividades de Ginza Galleries ayuden a superar los tiempos difíciles.
Una de esas actividades es la “Noche de las galerías” (Garō no yakai), inspirada en las Soirées que organizan las galerías de París. “Todo comenzó a través de una propuesta de la Galería Nichidō, que está presente en París, y de otros”, explica Nagai. En la “Noche de las galerías”, que se celebra dos veces al año en primavera y otoño, los participantes pueden elegir la ruta que prefieran y visitar varias de las galerías que hay entre las zonas de Ginza 1-chōme y 8-chōme. Aunque la edición de otoño de 2020 tuvo lugar a través de internet a causa del coronavirus, en la primavera de 2021 pudo por fin celebrarse de manera habitual.
Además, cada año Ginza Galleries participa en una actividad junto con la Escuela Primaria Taimei del distrito de Chūō en la que los escolares pueden visitar varias de las galerías de la zona, entre ellas la Galería Nagai.
“Para 2020 estamos planeando un proyecto conjunto entre las galerías de Ginza para revalorizar el arte moderno. Se trata de un plan para reivindicar que la modernidad de Japón comenzó en Ginza e insuflar vida una vez más a este barrio”. Un intento, en definitiva, de mostrar la identidad y el estilo único de este rincón de la capital.
Se trata, tal como explica Nagai cuando afirma que “Ginza es una ciudad moderna”, de elegir a un artista moderno y homenajearlo a través de la mirada de un artista contemporáneo. “No se trata de echar la vista atrás con nostalgia, sino de un proyecto que reconoce los elementos que forman la base de lo que hoy existe para transmitirlos de nuevo al futuro. Se trata de difundir algo nuevo al mismo tiempo que se revisa dicha base”.
A pesar de que Ginza es el barrio con el mayor número de galerías de todo Japón, esto apenas es conocido. Roppongi, donde se encuentran el Centro Nacional de Arte de Tokio y el Museo Mori de Arte, disfruta de un imagen más potente como núcleo del arte. En los alrededores de Ginza están el teatro Kabukiza, un teatro de Nō, cines, otros centros de artes escénicas, etc. Hay muchas instalaciones consagradas a la cultura. Sin embargo, Ginza carece de un museo que simbolice todo eso. “¿Acaso no sería buena idea construir un museo que se convirtiera en el símbolo de Ginza como ciudad de la cultura adulta?”, propone Nagai.
Los japoneses deben valorar y difundir su propio arte
Existe arte japonés con un gran reconocimiento en el extranjero como el ukiyo-e. “No obstante”, explica Nagai, “no han sido los japoneses los que han difundido su valor en el exterior con confianza, sino que lo han reconocido después de que fuera valorado en el exterior. A partir de entonces, el precio de los ukiyo-e comenzó a subir y los japoneses también empezaron a comprarlos”. Nagai insiste en la necesidad de valorar el arte desde el punto de vista del propio país y de no dejar esta tarea a Occidente.
“Una de las maravillas del arte es que ofrece nuevas formas de ver desde una u otra perspectiva las cosas que no tienen una explicación, e incluso propone nuevas interpretaciones. Personalmente, creo que pensar desde la filosofía del arte es algo muy importante para vivir en el mundo actual”, destaca Nagai.
“En adelante me gustaría que fueran los propios japoneses los que, desde su propia visión, pudieran valorar y difundir su propio arte”, concluye.
Entrevista: Daniel Rubio (departamento multilingüe de la redacción de nippon.com)
Fotografía del encabezado: en el momento de la entrevista estaba en marcha la exposición de Hasegawa Kenji ‘Egakareta Kao’ wo egaku (Pintando rostros pintados). Nagai Ryūnosuke posa junto a una de las obras de Hasegawa Kenji.
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