Ono Yōko y Hiroshima: la historia desconocida de ‘Hiroshima Sky Is Always Blue’
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La única grabación oficial de Hiroshima Sky Is Always Blue está guardada en un CD adjunto al libro ilustrado de la exposición Kibō no michi (El camino de la esperanza), dedicada a Ono Yōko, que se exhibió en el Museo de Arte Contemporáneo de Hiroshima en 2011. La exposición se organizó para conmemorar la condecoración de Yōko con el Premio de Hiroshima, que el Ayuntamiento otorga a artistas que han contribuido a la paz.
La canción empieza con unas campanadas solemnes tras las que la voz de Yōko declama “John, we are here now together. Bless you, peace on Earth. Strawberry Fields Forever” (‘John, ahora estamos aquí juntos. Bendito seas, paz en la Tierra. Strawberry Fields Forever’). A continuación, la voz repite “Hiroshima no sora wa aoi yo” (‘el cielo de Hiroshima es azul’) mientras suena una música folclórica vanguardista de fondo. De vez en cuando se oye un estribillo que supuestamente es Paul McCartney voceando. ¿Qué significa ese monólogo?
La canción se compuso para la obra de teatro Hiroshima, que se interpretó en Nueva York, fuera del circuito de Broadway, en otoño de 1997. El guion, que narra la historia de los habitantes de Hiroshima en torno al 6 de agosto de 1945, lo escribió el dramaturgo estadounidense Ron Destro en 1994 con la idea de llevarlo a los escenarios en 1995, coincidiendo con el 50.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Destro le pidió a Yōko que compusiera una canción para incluirla en la obra. Uno de los personajes está inspirado en Sasaki Sadako, una niña de Hiroshima que tenía dos años cuando explotó la bomba; diez años después, se le declaró una leucemia y se pasó los ocho meses durante los que batalló con la enfermedad hasta que falleció haciendo grullas de papel para rogar por su recuperación.
Destro, que había vivido una temporada en Japón, tomó como referencias el reportaje Hiroshima del periodista estadounidense John Hersey sobre la situación en la ciudad justo después de detonarse la bomba y una serie de notas de muchachos que habían sido víctimas del ataque recopiladas por Osada Arata con el título Genbaku no ko – Hiroshima no shōnenshōjo no uttae (Niños de la bomba atómica: el ruego de los jóvenes de Hiroshima). La obra también integraba elementos de la cultura nipona como el espíritu samurái y la poesía haiku. “La escribí para hacer que las incontables víctimas de la bomba resultaran más reales que en las estadísticas”, recuerda el guionista.
Yōko contó una anécdota de la obra Hiroshima en una entrevista que apareció en el número de septiembre de 1995 de la revista Bungei Shunjū: “Me sorprendió que un guionista estadounidense contara la tragedia de la bomba desde el punto de vista de Japón. Refleja muy bien las vivencias y el sufrimiento de la gente de Hiroshima. […] Me planté en el estudio de grabación tras rememorar muchas cosas y, de repente, me vino a la mente la imagen de Hiroshima Sky Is Always Blue”.
Uno de los bisabuelos maternos de Ono Yōko era Yasuda Zenjirō, fundador del conglomerado empresarial Yasuda. Su abuelo paterno era Ono Eijirō, presidente del Banco Industrial de Japón. Nació en el seno de una familia distinguida y de pequeña se trasladó a Estados Unidos con su padre, que trabajaba en la banca, pero regresaron a Japón cuando la guerra se recrudeció. Conoció la escasez de alimentos cuando tuvieron que ser evacuados. A pesar de todo, el cielo seguía siendo azul y también lo era en los barrios calcinados de Tokio cuando volvieron al terminar la guerra. Se enteró del lanzamiento de la bomba atómica por el periódico: “Aun así, al pensar en la ciudad de Hiroshima recuperada, me surgió instintivamente el cielo azul que brillaba dentro de mi corazón”.
La crítica musical Yukawa Reiko, de la misma generación que Yōko y buena amiga suya, considera que ese cielo azul está relacionado con el terror de la guerra: “Cuando nos evacuaron a Yonezawa, en Yamagata, yo también miraba con horror el cielo azul sobrevolado por los B29. Yōko debe de tener ese mismo recuerdo”.
A Londres, Nueva York y Hiroshima con los Beatles
Hiroshima no pudo estrenarse en 1995, justo medio siglo después del fin de la guerra, por problemas de financiación. Se representó durante seis semanas, entre octubre y noviembre de 1997, fuera del circuito de Broadway. Además de Hiroshima Sky Is Always Blue, en ella se utilizaron canciones del álbum Rising, que Ono Yōko publicó en 1995. La obra tuvo una acogida excelente en general y el New York Times del 17 de octubre de 1997 declaró que la música de la artista “se intercala delicadamente con las tristes historias familiares de la obra. […] No contrasta con el argumento, sino que contribuye a perfilar el retrato de un mundo derrumbado”. La obra se incluyó en la lista de las veinte mejores de la temporada de la revista The Village Voice y el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas (Washington D. C.) le otorgó uno de los tres premios New American Award, para nuevas creaciones, de 1997.
Antes de que se estrenara Hiroshima, tuvo lugar un episodio curioso en torno a la pieza Hiroshima Sky Is Always Blue, compuesta especialmente para la obra. En enero de 1995, Paul McCartney, George Harrison, Ono Yōko y su hijo Sean Lennon se reunieron en Londres para discutir sobre un problema que tenían con la empresa Apple Corps, que los Beatles habían fundado en los años sesenta. Después Yōko y Sean fueron invitados a la residencia vacacional de Paul en las afueras de la ciudad. Se dice que en aquel tiempo mantenían una buena relación porque trabajaban en el proyecto de una antología de la obra del grupo. A la mañana siguiente de pasar la primera noche en la casa, Paul y Yōko tuvieron una sesión en el estudio privado del músico y, según la entrevista de Bungei Shunjū antes mencionada, ella propuso que grabaran Hiroshima Sky Is Always Blue con los hijos para conmemorar el 50.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial.
Paul se encargó del bajo y la dirección, su esposa Linda del órgano y, de sus cuatro hijos, James tocó la guitarra y Heather, Mary y Stella —que aún no era famosa como diseñadora— la percusión. Paul pidió a Sean que tocara el clavecín y las campanas que su padre había incluido en la canción Julia del álbum blanco (1968) de los Beatles. Se inspiró en las campanas que suenan en las canciones Mother y Starting Over de Lennon.
Justo antes de empezar la grabación, Paul encontró la partitura de Strawberry Fields Forever, de los Beatles, en un rincón del estudio. Es un misterio que apareciera en aquel lugar. “Fue como si John estuviera allí”, comenta Yōko. Esta anécdota fue lo que motivó el monólogo inicial. Según luego explicaría Sean: “Fue el resultado de la reconciliación después de más de veinte años de conflicto (por la separación de los Beatles). Fue maravilloso trabajar con Paul. Hicimos música entre personas que no habíamos tocado nunca juntas” (The Beatles: Off the Record 2, de Keith Badman). Un fragmento de aquella grabación se emitió en las noticias de la cadena NHK el 6 de agosto del mismo año.
El contraste entre la vida y la muerte en un concierto en el santuario de Itsukushima
Hiroshima Sky Is Always Blue solo se interpretó en vivo una vez, en un concierto que ofreció Ono Yōko el 7 de octubre de 1995 en el escenario takabutai—tesoro nacional—del santuario de Itsukushima, que está situado en Miyajima (prefectura de Hiroshima) y es patrimonio de la humanidad. “Reinaba un ambiente mágico, con la luna brillando detrás del santuario y las voces de los ciervos de fondo”, recuerda Yukawa Reiko.
Titulado “Ono Yōko / IMA / concierto conmemorativo”, fue un acto dedicado al 50.º aniversario de la bomba atómica de Hiroshima y al 1.400 aniversario de la fundación del santuario de Itsukushima. Los asientos se montaron en la orilla donde se alza la gran puerta torii y se agotaron las casi 1.100 entradas disponibles. “Los visitantes se siguen sorprendiendo al oír hablar de aquel concierto”, afirma Fukuda Michinori, sacerdote principal. Aunque el takabutai no suele utilizarse para conciertos ni actos similares, el ahora difunto director del santuario accedió ante la petición de la artista de “ofrendar unas canciones a los dioses”.
Varios medios de comunicación y páginas de aficionados hablaron del concierto. Actuaron Yōko, en un kimono morado, y la banda de Sean, IMA, vestidos con hakama y haori. En las dos horas que duró la interpretación, tocaron nueve canciones con una base de guitarra acústica; Hiroshima Sky Is Always Blue fue la séptima. El Chūgoku Shimbun del día 8 de agosto le dedicó un artículo con fotografías titulado Ono Yōko-san – Heiwa no utagoe hōnō (Ono Yōko ofrenda canciones para la paz) que explicaba que la artista “transmitió, con su música vanguardista, el deseo de paz para las almas de las víctimas atómicas en el 50.º aniversario de la bomba, junto con el espíritu celebratorio por el 1.400 aniversario de la fundación del santuario” y que “la combinación de los instrumentos folclóricos y el canto afligido expresaba de forma mágica el contraste entre la vida y la muerte”. Así lo recuerda uno de los espectadores de aquella velada: “Como fan de los Beatles, quería ver al hijo de John Lennon en persona. Se creó un ambiente de silencio total para escuchar la música”.
Yōko explicó la experiencia en la entrevista que el Chūgoku Shimbun publicó el 14 de octubre de 1995: “Me centré en el equilibrio entre la vida y la muerte, tomando como símbolo de la vida el santuario, que ha existido durante 1.400 años, y como símbolo de la muerte la tragedia de la bomba atómica. Actué sintiendo la armonía con la naturaleza: mirando el agua, dirigiéndome al cielo y con las montañas de telón de fondo”. Y añadió: “Quería volver a recordar al mundo entero el mensaje No More Hiroshima en un año tan señalado (50.º aniversario de la bomba atómica)”. La artista también quería visitar la ciudad con sus hijos. Sean, que asistió con ella a la entrevista, declaró: “Al ver la cúpula de la bomba por primera vez, se me saltaron las lágrimas de la emoción”. También los acompañaba Kyōko, hija de Yōko y su primer marido. “Comentó que había podido tomarse vacaciones porque es profesora”, apunta Yukawa. Madre e hija habían llevado vidas separadas durante mucho tiempo, pero para entonces ya habían superado sus diferencias.
Resulta curioso que la celebración de los 14 siglos desde la construcción del santuario se hubiera retrasado un par de años por los desperfectos causados por un tifón y acabara coincidiendo con el aniversario de la bomba sin haberlo pretendido. El plan de invitar a Yōko lo crearon un grupo de ciudadanos voluntarios y se financió con donativos de individuos y de empresas de la prefectura. La artista no cobró por su aparición. Al año siguiente, 1996, la cúpula de la bomba atómica y Miyajima, que incluye el santuario de Itsukushima, fueron nombrados patrimonio de la humanidad por la UNESCO. La contraposición entre la vida y la muerte también coincidió con la inclusión en dicho patrimonio. En su momento constituyó una actuación histórica, pero prácticamente no se conservan grabaciones de vídeo y audio ni fotografías de aquel día; las tiene Yōko en su poder por una cuestión de derechos.
Satō Kyōko, que dirigió el comité que produjo el concierto y ahora es profesora emérita de la Universidad de Música Elisabeth, destinó parte de la recaudación a fines caritativos y fue a Corea del Sur en noviembre de 1995 para entregarla al Centro Nazaret de Gyeongju, una residencia para mujeres mayores japonesas que se vieron obligadas a quedarse en el país en medio del caos de la posguerra. “Nos creemos las únicas víctimas de la guerra porque nos lanzaron la bomba. Hice la donación para transmitir que eso no es así”, señala Satō.
¿Por qué quedó inédita la canción? La verdadera cara de Ono Yōko
Según la revista del club de fans británico de los Beatles publicada en 1995 The Beatles BOOK (actualmente descatalogada), Yōko explicó así el motivo de que Hiroshima Sky Is Always Blue hubiera permanecido inédita: “No quise comercializarla porque la grabamos con nuestros hijos. Me gustaría publicarla de otro modo, aunque resulte difícil al ser una sola canción”. Para publicarla oficialmente, tendría que acordar el reparto de derechos con Paul. Seguramente por eso pensó que lo mejor sería darla a conocer de forma gratuita en Hiroshima.
¿Cuál es la verdadera cara de Ono Yōko? “Aunque parezca que siempre lleva una máscara, tiene un corazón sensible y es extremadamente gentil y frágil. Sean lo sabe desde que era pequeño y por eso se entregó a cuidarla cuando John falleció, aunque solo tenía 5 años”, cuenta Yukawa Reiko, una amiga cercana.
Cuando actuaron en Miyajima, en 1995, Sean era un veinteañero. Yukawa le preguntó si entendía la música de Yōko y quedó sorprendida de que él respondiera: “Me gusta la música de mi madre”. “John la comprendió y la respaldó en una época en que todo el mundo estaba en su contra. Será que Sean tiene el oído y la sensibilidad de su padre. Se le nota en la trayectoria tan peculiar que ha llevado como músico”, afirma la crítica musical.
Yōko ha donado otra pieza de arte a la ciudad de Hiroshima. Su Hiroshima Air Clock, un reloj de grandes dimensiones parado en la hora a la que explotó la bomba atómica, se halla expuesto en el vestíbulo de los estudios que la cadena Hiroshima Telecasting tiene en la salida norte de la estación de JR Hiroshima. Comparada con sus obras plásticas, su música puede costar más de entender porque es “vanguardista y tirando a punk” (Yukawa), pero también se puede afirmar que expresa su rebosante sensibilidad de otra forma. Sony Music Labels, que gestiona la música de la artista, espera poder publicar Hiroshima Sky Is Always Blue de alguna manera en el futuro. Ojalá se pueda conservar en la memoria esa canción enterrada en un rincón de la historia.
Fotografía del encabezado: Ono Yōko (izquierda) y Satō Kyōko, que lideraba el comité que produjo el concierto, fotografiadas en Miyajima en octubre de 1995. (Cortesía de Satō Kyōko).
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