Nuevo turismo poscorona: Kioto y el río Hozu
Turismo Vida- English
- 日本語
- 简体字
- 繁體字
- Français
- Español
- العربية
- Русский
Recorrido por el río Hozu en vagoneta y coche de caballos
El tren vagoneta de Sagano conecta los 7,3 km de la estación Vagoneta Saga, adyacente a la estación de Saga-Arashiyama de la línea JR San’in (línea Sagano), con la estación Vagoneta Kameoka en unos 25 minutos. Un tren vagoneta es un coche con forma de caja que originalmente se utilizaba como pequeño vagón para transportar equipajes por medio de raíles en lugares donde los trenes y camiones normales no podían entrar. Es el primer ferrocarril japonés dedicado al turismo, que se creó en 1990 con el objetivo de utilizar las vías en desuso de la línea JR San’in para hacer turismo.
Tirado por una locomotora diésel, el eco del tren retumba a través de los frescos y verdes valles. La velocidad del tren es más o menos la misma que la de una bicicleta marchando rápido, y se ralentiza aún más en los lugares con paisajes especialmente bellos. El coche n.º 5 es un vehículo abierto sin vidrios ventanales y la brisa que llega a través de los árboles es muy agradable.
Aunque hay un servicio de autobús desde la estación de Vagoneta Kameoka hasta el punto de embarque en el río Hozu, lo mejor es dar un tranquilo paseo en un coche de caballos por el campo y disfrutar del ambiente.
Con el carruaje que va traqueteando y levantando el polvo del camino se tarda 25 minutos, en vez de los 5 minutos que cuesta ir en coche. De vez en cuando cierro los ojos y escucho los sonidos de la naturaleza: el canto de los pájaros, el murmullo del río, el sonido de las hojas mecidas por el viento...
Un breve paseo tras bajar del carruaje le llevará a la zona de embarque para el crucero por el río Hozu. Las barcas salen cada hora de 9:00 a 15:00 (los sábados, domingos y festivos nacionales, las barcas salen en cuanto alcanzan el máximo de pasajeros). Hasta la hora de la salida de la barca, decido hablar con el señor Toyoda Chihachi, presidente de la Asociación de Barcos Recreativos del Río Hozu.
Unos paisajes alabados por la familia real británica
Según Toyoda, los cruceros fluviales para turistas en el río Hozu comenzaron en 1899. Debido a su proximidad a Arashiyama y Sagano, dos de los principales lugares de interés de Kioto, el río ha sido disfrutado por muchas figuras literarias, y la novela Gubijinsō (Campo de amapolas) de Natsume Sōseki describe al máximo la verdadera emoción del rafting.
La historia del río Hozu como sistema de transporte acuático se remonta al periodo Nara (710-794). El río Hozu se utilizó como vía fluvial para transportar troncos desde las montañas Tamba hasta Nagaokakyō y Heiankyō, donde se construyó la capital.
Fue el rico comerciante Suminokura Ryōi de Kioto, conocido como “el señor de los ríos”, quien abrió un canal a través de un valle con una pronunciada corriente donde yacen enormes rocas y cantos rodados.
Ryōi, que había hecho una fortuna a través del comercio exterior con los buques japoneses autorizados, invirtió su propia fortuna para excavar el río Hozu en 1606 y comenzó a transportar no solo madera, sino también cereales y carbón vegetal abundantes y de alta calidad desde Tamba en barcos Takase (embarcaciones fluviales de quilla plana y poca profundidad).
En la era Meiji (1868-1912), cuando se inauguró la línea San’in (1899) y se inició el transporte por camión, desapareció el uso de balsas y barcazas para el transporte por agua, y comenzó a florecer el rafting fluvial como actividad turística. La chispa la encendieron los dignatarios del extranjero.
“Muchos invitados de Europa visitaron el río Hozu y elogiaron el paisaje y la emoción que provocaba el cañón. En particular, el río Hozu estuvo estrechamente relacionado con la familia real británica, con la visita de los príncipes Alberto Víctor y Jorge en 1881 y del príncipe Eduardo en 1922. Estas noticias se extendieron por todo el país, y el rafting en el río Hozu se dio a conocer al pueblo japonés”, dice Toyoda.
Desde la era Taishō hasta principios de la era Shōwa, muchos turistas extranjeros visitaban la zona en rickshaws de dos hombres, y la carretera que llevaba al punto de embarque recibía el apodo de “Ijin kaidō” (literalmente, carretera de los extranjeros). Podría decirse que es el comienzo mismo del turismo de visitantes extranjeros.
El “coraje de los barqueros” que se transmite desde hace 400 años
El disfrute se duplica si se da un paseo en barca con esos conocimientos.
El serpenteante canal del río alterna entre rápidos y pozas. Se pueden ver azaleas japonesas floreciendo en las grietas de las rocas y escuchar el jovial croar de una rana kajika (Buergeria buergeri) mezclado con el sonido del agua cristalina... Un viaje en barco a principios de verano surcando el río es muy refrescante.
Algunas de las rocas son lo suficientemente grandes como para bloquear el flujo de agua, mientras que otras parecen esculturas de animales como leones y jabalíes. Cada roca tiene su propia leyenda e historia, que es explicada por un barquero que hace las veces de guía.
Cada barquero utiliza su propia pértiga hecha a mano, de ciprés o roble, y afirman que no pueden dejarlas ni tomarlas prestadas porque las pértigas tienen muescas diferentes y se sienten distintas cuando se las sujeta.
Leyendo al instante la dirección y la fuerza del viento, los barqueros navegan por el estrecho y rocoso cauce del río sin desviarse. Las “marcas de pértiga”, o hendiduras en el lecho de roca, son puntos que los barqueros han pinchado repetidamente con sus pértigas durante cientos de años.
“No importa lo duras que sean las condiciones naturales, una vez que la barca esté en el río, llegará a salvo a Arashiyama”. Este es el espíritu de los barqueros de Hozu que se ha transmitido de generación en generación durante 400 años, y lo llaman ellos mismos “el coraje de los barqueros”.
El ecoturismo como nueva filosofía
Gracias a los incansables esfuerzos de estos barqueros, la zona ha atraído a unos 300.000 turistas a lo largo del año, pero los daños infligidos por la propagación del nuevo coronavirus han sido importantes. El año pasado, el número anual de pasajeros se redujo al 30 % respecto al año anterior. A pesar del ambiente al aire libre, lleno de iones negativos, no se espera por el momento una demanda extranjera, y es difícil atraer a los turistas nacionales mientras esté declarado el estado de emergencia. Sin embargo, Toyoda y su equipo son optimistas.
En la era Meiji, cuando la industria del transporte fluvial fue sustituida por el transporte por ferrocarril, nuestros predecesores se desesperaban pensando: “Estamos condenados, mañana perderemos nuestros trabajos”. En aquella época, no había seguro de desempleo ni la red de seguridad social. En medio de tanta desesperación, encontraron la manera de ganarse la vida en la industria del turismo aplicando su sabiduría y esfuerzo. “No podemos ser menos valientes que nuestros predecesores. Creo que el ferrocarril turístico de Sagano, que ha colaborado ampliamente con nosotros, opina lo mismo”, comentó Toyoda.
Con la vista puesta en la era poscorona, Toyoda y su equipo están poniendo aún más empeño en el “ecoturismo”.
En 2018, la ciudad de Kameoka, por donde pasa el río Hozu, se convirtió en la primera ciudad de Japón en promulgar una ordenanza que prohíbe las bolsas de plástico para la compra. En 2012, se convirtió en el primer municipio del interior en acoger la Cumbre sobre Basura Marina. El impulso para ello fueron las actividades de conservación del medio ambiente de los barqueros del río Hozu.
Se habla mucho de la contaminación por plásticos en el océano, pero la realidad es que la mayor parte procede de los ríos. Para los que han vivido del río durante generaciones, este es un problema que no pueden ignorar.
Desde hace 20 años, Toyoda y sus colegas trabajan en la limpieza de la basura plástica que baja por el río Hozu. También han realizado estudios de seguimiento colocando transmisores GPS en la basura de plástico.
En mayo de 2021, Toyoda y sus colegas iniciaron un “ecotour” para estudiantes universitarios, el público en general y turistas, en el que bajan el río Hozu y recogen la basura.
Normalmente, los habitantes de los lugares turísticos y paisajísticos tienen el deseo de que los visitantes vean el paisaje lo más limpio posible. Sin embargo, el objetivo de la excursión es que la gente vea la basura de plástico y las botellas PET que se quedan en el río, y reflexionar juntos sobre el “turismo sostenible”.
En el futuro, les gustaría pedir la colaboración de las empresas de todo el país comprometidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para que paguen la eliminación de la basura recogida. Además, la “Estación del Río”, que abrirá sus puertas en 2022, también ofrecerá a los niños un aprendizaje práctico y conferencias en el aula.
El tradicional “coraje de los barqueros” será heredado por el nuevo ecoturismo.
Cooperación en la entrevista: Asociación de Peregrinación de Japón, Planificador de Turismo Funada Yukio.
Fotografía del encabezado: Barcas Takase navegando por el río. Las balsas y barcazas han desaparecido con el paso del tiempo, pero la naturaleza del valle de Hozu ha permanecido inalterada. Los estratos sedimentados hace cientos de millones de años aún están al descubierto hoy por la erosión del agua del mar, y quedan restos de excavaciones de principios del periodo Edo. (Fotografía de Amano Hisaki)