Los Juegos Olímpicos virtuales: ¿sueño o realidad?
Deporte Tokio 2020- English
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Una solución para sobrevivir a la pandemia
Los planes reformistas del Comité Olímpico Internacional se guían ahora por la llamada Agenda 2020 + 5, que viene a sustituir a la Agenda 2020, vigente durante el anterior mandato del presidente de dicha organización, Thomas Bach. El ‘+ 5’ es una referencia al año 2025, en que finalizará el actual y último mandato de Bach. La nueva agenda consta de 15 puntos o recomendaciones:
- Reforzar la singularidad y la universalidad de los Juegos Olímpicos.
- Fomentar unos Juegos Olímpicos sostenibles.
- Reforzar los derechos y responsabilidades de los deportistas.
- Continuar atrayendo a los mejores atletas.
- Fortalecer aún más el deporte seguro y la protección de los atletas limpios.
- Mejorar y promover el Camino a los Juegos Olímpicos.
- Coordinar la armonización del calendario deportivo.
- Incrementar el compromiso digital con las personas.
- Fomentar el desarrollo de deportes virtuales y participar más en las comunidades de videojuegos.
- Fortalecer el papel del deporte como importante facilitador de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU.
- Fortalecer el apoyo a los refugiados y a las comunidades afectadas por los desplazamientos.
- Llegar más allá de la comunidad olímpica.
- Seguir dando ejemplo en materia de responsabilidad social corporativa.
- Fortalecer el movimiento olímpico a través de la buena gobernanza.
- Innovar los modelos de generación de ingresos.
Sobre los deportes virtuales de cuyo fomento se habla en el noveno punto, la declaración añade que, en colaboración con las organizaciones deportivas internacionales, se estudiará la posibilidad de introducir en los juegos “deportes virtuales físicos”.
Los deportes virtuales en los que piensa el COI no son los videojuegos como el Super Mario ni las competiciones de e-sports, sino deportes que son reales en tanto comportan un movimiento físico, pero que se enmarcan en un entorno virtual y se comparten en línea.
Con las restricciones que la pandemia impone a los desplazamientos de los atletas, desde el año pasado cada vez son más las competiciones que se hacen en un entorno on-line. Dos buenos ejemplos son la edición virtual de la prestigiosa carrera ciclista por etapa Tour de Francia o la edición indoor (bajo techo) del Campeonato Mundial de Remo.
Atletas de todo el mundo reman o pedalean ahora en sus casas o lugares de entrenamiento, mientras miran una pantalla. Pugnan por obtener el mejor tiempo con otros atletas en circunstancias similares y la competición es compartida en línea. Se cuenta con la participación de los mejores atletas de todo el mundo.
El año pasado también se corrió el Tour de Francia “real”, pero sufrió un aplazamiento y hubieron de tomarse medidas contra el contagio, como las restricciones de aforo en las áreas de salida y meta para evitar aglomeraciones, o la obligación de usar mascarilla para los aficionados que animaban a lo largo de la carretera. Las ediciones virtuales, en las que todas estas medidas son innecesarias, son novedosos experimentos que han sido retransmitidos por los canales deportivos especializados o internet, y han sido seguidos con gran expectación.
Se están haciendo muchos experimentos en todo el mundo para poder seguir disfrutando de los deportes durante la pandemia. No es posible continuar con esta serie de suspensiones de eventos deportivos hasta que el contagio remita en todo el mundo.
“Aunque la crisis del coronavirus sea superada, sus efectos socioeconómicos persistirán”, ha manifestado Bach. “Tenemos que prepararnos para un nuevo mundo”. El COI está tratando de aprovechar todo lo que ofrecen las tecnologías de la información en el campo digital para salir del paso.
Las competiciones que se deciden por puntuación o por récord
Pero, hablando en términos más concretos, ¿cuáles son las competiciones que pueden celebrarse de este modo? Con las disciplinas de combate y las disputadas por partidos, parece difícil hacerlo. El judo, la lucha, el taekwondo o el boxeo son deportes de contacto que enfrentan a dos combatientes y no se prestan fácilmente a ser introducidas en el mundo virtual.
¿Y las que se juegan en partidos? Los videojuegos de fútbol, béisbol o baloncesto han alcanzado una considerable difusión, pero no es fácil imaginar cómo podrían ser jugados físicamente por deportistas reales. Lo mismo puede decirse del resto de los deportes que se juegan por equipos, como el voleibol o el rugby.
Del golf existen ya simulaciones para entrenarse, en las que el jugador golpea la bola contra una red mirando a un campo virtual, pero en el caso de deportes en que la bola va de un oponente a otro, como el tenis, el tenis de mesa o el bádminton, solo sería posible hacerlo con programas informáticos de muy alto nivel.
Siendo así, la posibilidad más realista es, en primer lugar, la de los deportes sin contacto que se dirimen por puntuación. La gimnasia artística y la rítmica, por ejemplo, se consideran relativamente fáciles de efectuar por dichos medios. Cada participante haría sus ejercicios en un gimnasio de su país. Retransmitiendo sus actuaciones on-line, sería posible que un jurado internacional las evaluase. También sería viable el patinaje artístico sobre hielo, aunque habría que conseguir condiciones idénticas en el estado de las pistas de cada país. Otros deportes como el trampolín o el tiro con arco, una vez garantizada la igualdad de condiciones.
Otro grupo que se prestaría a este tratamiento es el de los deportes en que se compite por un récord. Por ejemplo, las competiciones atletismo en pista, gracias a la controlabilidad de las condiciones en interiores. Competiciones en dichos espacios ya se están celebrando, solo habría que uniformar temperatura, humedad, resistencia del aire y otros puntos. Tampoco sería difícil equiparar las condiciones del agua y del ambiente en las piscinas donde se realizan las competiciones de natación. Tendríamos así posibilidades de efectuar, por ejemplo, las tres pruebas que componen el triatlón: natación, ciclismo y carrera a pie. El patinaje de velocidad dependería también de la posibilidad de uniformar condiciones.
Habría que ver también las posibilidades de los deportes que se deciden por registro (récord) realizados en exteriores y cuyos resultados se ven, por ende, afectados por las condiciones naturales. Hablamos de deportes como el esquí alpino, el esquí nórdico incluido el salto, el surf, la vela o el maratón. Las condiciones atmosféricas y el aspecto paisajístico son parte del atractivo de estas pruebas, pero no sería totalmente imposible representarlos si se desarrollan sistemas similares a los que han hecho posible la edición virtual del Tour de Francia.
Visto de esta forma, unos Juegos Olímpicos virtuales no serían imposibles si se hacen esfuerzos por garantizar condiciones iguales que aseguren una competición justa y se hacen algunas mejoras en el aspecto técnico.
La reducción de la escala de los juegos, la gran ventaja
La propagación del nuevo coronavirus no es un fenómeno aislado. En los últimos años, a caballo del desarrollo alcanzado por la comunidad internacional, han alcanzado proporciones globales otras muchas enfermedades infecciosas como las nuevas variantes de la gripe (influenza), el SARS (síndrome respiratorio agudo grave, por sus siglas en inglés), el MERS (síndrome respiratorio de Oriente Medio, ídem), la fiebre hemorrágica del Ébola o la del Zika. Es de suponer que aunque el nuevo coronavirus quede finalmente bajo control, ocurran nuevas pandemias causadas por algún virus.
De hecho, en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, celebrados hace ahora cinco años, algunos de los más destacados golfistas temieron contraer la enfermedad y anunciaron que no estarían presentes. La propagación de los virus será, en adelante, un enemigo invisible contra el que deberá luchar el olimpismo.
Si se estudia introducir de esta manera el deporte virtual, es porque este es el futuro que se vislumbra. Pero las ventajas del deporte virtual son más. Abriéndole las puertas, se podrían mitigar algunos de los males que aquejan al hipertrofiado olimpismo de nuestros días.
Desaparecería, por ejemplo, la necesidad de que las ciudades anfitrionas construyan nuevos estadios o instalaciones deportivas. Tampoco tendrían que preocuparse por sus carreteras ni por sus hoteles. Los atletas, por su parte, podrían competir en sus propios países y no tendrían que hacer largos y fatigosos desplazamientos, ni preocuparse por el hospedaje. Se evitarían también las grandes aglomeraciones de espectadores. Los informadores, que en unos Juegos Olímpicos llegan a sumar decenas de miles de personas, podrían hacer sus reportajes a través de internet. La posibilidad de sufrir atentados terroristas sería mucho menor, y podrían reducirse en gran medida los servicios de vigilancia y el número de voluntarios.
¿Será posible mantener los valores del olimpismo?
La incógnita que queda por despejar es si unos juegos olímpicos disputados en esas condiciones serían aceptables para nosotros. ¿Arraigarían unos juegos en los que no se comparte un espacio común? ¿No es preocupante que los deportes acaben deshumanizándose con tanto monitor y tanta tecnología? ¿Lograrían ponernos en la piel de unos atletas que compiten en un entorno tan tecnificado?
Durante la Guerra Fría, para conseguir más y más oros olímpicos los atletas de la extinta Alemania Oriental recurrieron al dopaje, dentro de una estrategia de fabricación de “atletas-máquina” que implicaba a todo el Estado. Lo más terrible que puede pasarle al deporte es que se deshumanice.
Especialmente inquietante es el problema de cómo podremos aferrarnos a los ideales y valores olímpicos, entre los que destaca el de contribuir a la construcción de sociedades pacíficas reuniendo a las ciudades anfitrionas a gente de todo el mundo para que confraternice. Es un punto muy importante, pues afecta a la propia esencia del olimpismo. El desarrollo de tecnologías adaptadas a una nueva era es siempre una buena noticia, pero sería deseable que el COI sopesase detenidamente sus pros y sus contras.
Fotografía del encabezado: El Tour de Francia virtual efectuado en julio del año pasado, que contó con la participación de Egan Bernal, ganador de la edición de 2019 y de otros muchos corredores de primera línea. ©Zwift