Las zapatillas de suela gruesa revolucionan el maratón masculino en Japón
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El maratón en Japón, una carrera que ha crecido bajo la ferviente mirada de los ciudadanos
El maratón es una disciplina en que se busca conquistar una distancia muy larga. Sōma Kanjirō, reportero enviado por el periódico Ōsaka Mainichi Shimbun para cubrir esta prueba en las cuartas olimpiadas de la historia, Londres 1908, declaró: “Los europeos y norteamericanos que hayan leído sobre las agotadoras marchas de los japoneses en la guerra rusojaponesa creerán que aunque los occidentales, con sus piernas largas, vayan a ganar en las carreras de 1200 y 800 metros, los japoneses lo harán en las pruebas de 20 ri (aproximadamente 33,8 km) o más”.
Al año siguiente, el Ōsaka Mainichi Shimbun organizó el primer maratón entre Kobe y Osaka. Más tarde, Kanakuri Shizō participó en las olimpiadas de Estocolmo 1912, Amberes 1920 y París 1924, y la racha de victorias japonesas en el maratón de Boston en 1951, 1953 y 1955 infundió coraje a un país que se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial. En Japón el maratón se desarrolló bajo la ferviente mirada de la ciudadanía: “En velocidad no llegamos, pero en resistencia no hay quien nos gane”.
En el maratón Mainichi del Lago Biwa que tuvo lugar en febrero de 2021, el corredor Suzuki Kengo, de 25 años, ganó con un récord nacional de 2 horas, 4 minutos y 56 segundos. El as de la Universidad de Kanagawa despuntó hace 16 años al terminar en octavo puesto la carrera de 15 kilómetros Zevenheuvelenloop (carrera de las 7 colinas) que se celebra en la localidad neerlandesa de Nimega. El récord anterior de Japón pertenecía a Ōsako Suguru, quien logró un tiempo de 2 horas, 5 minutos y 29 segundos en el maratón de Tokio de 2020. Aunque Suzuki fue el primer corredor de ascendencia no africana en bajar de las 2 horas y 5 minutos, lo más sorprendente de aquella carrera no fue su récord, sino el hecho de que 42 participantes —40 de ellos, japoneses— la completaran en menos de 2 horas y 10 minutos, marca de referencia para acceder a la élite de la disciplina. Uno de aquellos corredores fue el ganador de Boston 2018, Kawauchi Yūki, de 33 años, que logró una ansiada marca de 2 horas y 7 minutos en el que fue su maratón número 109: “Fue la primera vez que corrí con zapatillas de suela gruesa y está claro que me ayudaron”.
A pesar de que el nuevo tipo de zapatillas elevó el listón en el maratón Mainichi del Lago Biwa, los organizadores se mostraron objetivos: si la participación en Tokio y Fukuoka no se hubiera visto tan limitada por el coronavirus en 2020, no se habrían concentrado tantos participantes en el lago Biwa y los resultados se habrían distribuido entre las distintas competiciones.
El auge de los corredores japoneses en el ranquin de los 100 mejores del mundo
Japón había logrado su mejor representación histórica del siglo en el ranquin anual de los 100 mejores corredores en 2018 con 7 nombres, mientras que en 2019 no hubo ninguna bandera nipona en la lista. La cifra se elevó a 17 en 2020, cuando Japón fue el tercer país con mayor presencia, por detrás de Etiopía (44 corredores) y Kenia (20 corredores). En marzo de este año, en el que las competiciones se han visto diezmadas como consecuencia de la pandemia, los japoneses ocupaban 84 puestos del ranquin.
Hoy en día hay varios fabricantes que producen zapatillas de suela gruesa, pero el modelo pionero fueron las Vaporfly, desarrolladas para las largas distancias por la estadounidense Nike. Su suela ligera, que incorpora una placa de fibra de carbono, aumenta la resiliencia. Ōsako Suguru abandonó su equipo para unirse al Nike Oregon Project, en el estado norteamericano de Oregón, para entrenar con esta “nueva arma” bajo el liderazgo de Alberto Salazar.
Shitara Yūta logró el récord japonés en el maratón de Tokio 2018 (2 horas, 6 minutos y 11 segundos) con las Vaporfly, pero Ōsako se lo arrebató en octubre del mismo año en el maratón de Chicago (2 horas, 5 minutos y 50 segundos). Aunque Ōsako no logró clasificarse para las olimpiadas en la final de septiembre de 2019, superó su propio récord en el maratón de Tokio 2020 con un tiempo de 2 horas, 5 minutos y 29 segundos. Como en el maratón Mainichi del Lago Biwa del 8 de marzo de 2020 ningún corredor japonés batió su marca, Ōsako se clasificó en tercer y último puesto para el maratón olímpico masculino de Tokio 2020. El éxito del corredor nipón es uno de los motivos del protagonismo que han adquirido las zapatillas de suela gruesa.
El acontecimiento que ha espoleado la difusión del nuevo calzado es el Hakone Ekiden, una carrera de popularidad indisputada. En la edición de 2019, la Universidad de Aoyama Gakuin, que tenía un contrato de patrocinio con Adidas, quedó segunda frente a la Universidad de Tōkai, que corrió con las zapatillas de suela gruesa de Nike. La primera universidad recuperó el trono al año siguiente con el calzado de Nike, por lo que el producto obtuvo una visibilidad aún mayor. En 2021 un 90 % de los 200 corredores de 20 universidades corrieron con zapatillas de suela gruesa, que impulsaron el ascenso de nuevos equipos.
De la protección del tendón de Aquiles al aterrizaje con el talón
La expresión maratón de velocidad existe desde hace muchos años. En Japón también se habló de ella después de que el checo Emil Zátopek, la Locomotora Humana, lograra el oro en 5.000 y 10.000 metros en las olimpiadas de Helsinki 1952 y ganara también en el maratón, pero no se mejoraron las marcas.
Como, a diferencia de las carreras de pista, en el maratón el circuito y las condiciones meteorológicas varían, hasta 2004 la World Athletics (anteriormente, Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo) no reconocía ningún récord mundial (world record) y se refería al mejor tiempo como mejor marca mundial (world best). Atendiendo al objetivo de la disciplina, en que la resistencia prima frente a la velocidad, siempre se ha buscado un calzado lo más ligero posible y con una suela fina como el papel para aliviar el impacto en el cuerpo.
Usui Tetsuo, candidato a carreras de fondo en Tokio 1964 y conocido como comentarista del Hakone Ekiden, declaró: “En las carreras de velocidad, hasta los 10.000 metros, se aterriza con el antepié. En aquellos tiempos la pista era de tierra y calzábamos zapatillas de clavos, lo que provocaba un impacto físico inevitable y la mayoría de los corredores se dañaban el talón de Aquiles. Tsuburaya y yo nos lesionamos ese tendón, que está formado por un manojo de fibras finas como cabellos. No nos curamos con cirugía”.
Tsuburaya Kōkichi se llevó el bronce en el maratón de Tokio 1964 y también logró buenos resultados en los 10.000 metros de pista. Se sigue recordando su trágico suicidio tras fallar la operación del tendón de Aquiles que había de permitirle retomar su carrera deportiva. En las carreras en ruta largas como el maratón, la técnica más adecuada no es aterrizar con el antepié, sino con el talón.
Llevar la velocidad de la pista al maratón es un objetivo que conlleva riesgos y plantea contradicciones. El hombre que halló la solución al problema fue Nakayama Takeyuki, que irrumpió en la escena maratoniana como un cometa a mediados de los 80.
La técnica de correr de puntas de Nakayama Takeyuki
Nakayama Takeyuki salió cuarto en las olimpiadas de Seúl y las de Barcelona. Su legendaria hazaña de arrebatar a Seko Toshihiko, un corredor con fama de invencible, los récords nacionales de maratón (1985) y 10.000 metros (1987) sigue viva en la memoria del atletismo nipón: “Como no era muy rápido, me resultaba imposible ganar a Seko o a los gemelos Sō (Shigeru y Takeshi). Por eso adopté la técnica de correr de puntas, en que se aterriza con el antepié, como los corredores kenianos. Aprenderla no fue complicado; lo difícil fue encontrar el modo de seguir corriendo maratones sin lesionarme”.
Al correr de puntas, se aterriza con el lateral de los dedos pequeños para volver a elevarse. Nakayama desarrolló la técnica de aterrizar con el largo del lateral en lugar de con un solo punto para aliviar el impacto: “A diferencia del béisbol o el tenis, en la carrera no hay jugadas que exhibir. Yo quería correr de una forma que resultara vistosa para el público. Entrené como un loco para hacerme con una técnica rápida, estética y que me permitiera dedicarme ganarme la vida corriendo”.
Nakayama se entrenaba corriendo 25 vueltas de 400 metros y cronometrándose hasta la décima de segundo. El corredor, que suplía con técnica lo que le faltaba en velocidad, se percató de que la forma de correr de Ōsako era exactamente como la suya al ver el vídeo de la carrera con la que el plusmarquista había batido el récord de Japón. Unos materiales cada vez más ligeros y la introducción de placas de fibra de carbono en las zapatillas hicieron posible deshacerse de la técnica de aterrizaje con el talón. Más de treinta años después, un fabricante de zapatillas echó abajo el muro contra el que Nakayama ya había luchado en silencio.
Los riesgos de las zapatillas de suela gruesa
El editor de la pionera revista deportiva Runners Kurosaki Yū opina: “Las zapatillas de suela gruesa cuestan casi el doble que las otras, pero están triunfando mucho entre los corredores aficionados y más que nada entre los jóvenes. Aun así, los corredores no profesionales tienen objetivos muy distintos y creo que los que corren el maratón en tiempos de entre 4 y 5 horas no son tan selectivos con el calzado. Hay que tener en cuenta que cambiar de zapatillas puede provocar lesiones. Las bondades de la suela gruesa son comunes en todo el mundo, pero da la impresión de que en Japón resultan especialmente ventajosas”.
Sin embargo, no todo son virtudes. Usui Tetsuo ya advirtió “Si no entrenamos para adaptarnos a ese tipo de zapatillas, aumentarán las lesiones. El impacto que provocan en la parte frontal puede dañar las rodillas”, mientras que el entrenador de la Universidad de Aoyama Gakuin Hara Susumu limita el uso de este calzado a las carreras.
La afición de Japón por el maratón no tiene parangón en ninguna otra parte del mundo. Por eso la mejora de las zapatillas se traduce directamente en una mejora de los tiempos. Japón es el único país que, además de las olimpiadas y el Campeonato Mundial, organiza maratones de élite y maratones femeninos. Tampoco hay ningún otro país que retransmita el maratón completo en directo por televisión terrestre, ni en que el índice de audiencia supere el 10 % en cualquier carrera. Una amistad extranjera me lo preguntó en serio: “¿No os aburre ver eso?”.
Después de que el veinteañero Tanaka Shigeki ganara el maratón de Boston en 1951, cuando su país aún no estaba al nivel de competir internacionalmente, lo siguieron otros corredores como Yamada Keizō, Hamamura Hideo, Shigematsu Morio, Kimihara Kenji, Unetani Yoshiaki y Seko Toshihiko. Japón fue el país con una mayor tradición maratoniana y que más campeones dio al mundo hasta que Kenia pasó a liderar la disciplina en los años noventa.
El fervor maratoniano de Japón se cimentó sobre el orgullo de su trayectoria internacional. Esforzarse aunque se sufra, no rendirse hasta el final, curtirse a base de aguantar… Terasawa Tōru y Kimihara Kenji, los gemelos Sō y Seko, Seko y Nakayama, Nakayama y Morishita Kōichi. Lejos de aburrir, esa batalla de poco más de dos horas ha unido el corazón de los japoneses de todas las edades. El maratón fue, junto al béisbol, un apoyo para los ciudadanos nipones tras la derrota en la Segunda Guerra Mundial.
Las marcas seguirán mejorándose y la distancia de los japoneses con la élite mundial se irá acortando. Por el momento, sin embargo, el rival es el reloj y el protagonista, la tecnología. Los cámaras que filman la carrera han notado que lo que se observa y se oye desde el lado de la carretera ha cambiado.
El maratón Mainichi del Lago Biwa, que es el de mayor tradición y el que más veces se ha celebrado, puso fin a su prolongada historia con el récord de Suzuki. El maratón internacional de Fukuoka, que se precia de ser el de mayor prestigio del país, terminará en la edición de 2021. Ese serial que es el maratón para los japoneses se dirige a un punto de inflexión con pasos que resuenan diferente.
Fotografía del encabezado: Suzuki Kengo (Fujitsu) sonríe tras ganar el maratón Mainichi del Lago Biwa con un récord nacional de 2 horas, 4 minutos y 56 segundos el 28 de febrero de 2021 en el estadio de Ōjiyama, Shiga. (Jiji Press)