‘Morisada Mankō’: dibujos de las mujeres de Edo
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Admirador del ukiyo-e
El famoso cronista Kitagawa Morisada era en realidad comerciante. Kitagawa era un seudónimo; según él, su verdadero apellido era Ishihara. Ese seudónimo (喜田川), se pronuncia igual que el apellido Kitagawa (北川) que tomó al ser adoptado por una familia de comerciantes de azúcar. Pero su elección de ideogramas no difiere mucho del nombre del gran artista del ukiyo-e Kitagawa (喜多川) Utamaro.
Su admiración por los pintores, e incluso su deseo de convertirse él mismo en uno, son algo palpable en su obra. Ocupado como estaba con los negocios, sin embargo, tuvo que dejar ese sueño y, en su lugar, se dedicó a escribir libros en su tiempo de asueto, entre trabajo y trabajo.
Morisada estaba muy influido por el ukiyo-e, como se puede ver en las dos siguientes imágenes. La primera es “Niebla matinal en Komagata” (pintada por Utagawa Kuniyoshi, 1847), y la segunda es “Una mujer joven de clase media de esta época” del Manuscrito de Morisada, Vol. 12. Aunque el Manuscrito de Morisada no está coloreado, resulta en él evidente la influencia del ukiyo-e.
En la época de Morisada, a mediados del siglo XIX, se solía llamar ada na onna a las mujeres hermosas; la palabra ada tenía connotaciones de un atractivo sensual y seductor. Morisada señala que esta palabra podía aplicarse a mujeres que fueran de clase baja, pero sin llegar a ser vulgares.
Mi abuela, por cierto, nació a principios del siglo XX y creció en Mukōjima, Tokio. Cuando yo era pequeña y caminábamos juntas por ese vecindario, a menudo nos cruzábamos con mujeres vestidas con ropa tradicional japonesa. Recuerdo a mi abuela susurrando: “Ada da ne”. Ahora comprendo que estaba comentando sobre la apariencia sensual de esas mujeres.
Las mujeres de Edo entre 1830 y 1868
Parece que Morisada sentía debilidad por las ada na onna de Edo (actual Tokio): las numerosas ilustraciones que dejó dan fe de ello. En particular, representó a muchas chōnin, mujeres de la clase media a baja, tanto solteras como casadas.
Las siguientes ilustraciones muestran a una mujer joven y a una mujer casada de mediana edad, ambas con vestido de uso común.
Las jóvenes llevaban un kimono de algodón rematado con un cinturón obi de satén negro con forro de crepé de seda morado. En la capital, Edo, se llamaba a estos cinturones reversibles kujira obi (literalmente “cinturones de ballena”): al igual que el animal, del que podían utilizarse tanto la piel como la carne, podían usarse ambas caras del cinturón. En la época de Morisada este atuendo lo llevaban habitualmente las mujeres jóvenes.
Las mujeres casadas llevaban un kimono de algodón, o meisen (un tejido hecho con hilos de seda). Sobre él llevaban un tipo de abrigo corto llamado hanten, de crepé de seda para protegerse del frío. Esto se debía, explica Morisada, a que no llevaban ropa interior, ni siquiera en invierno.
En la ilustración, el cinturón obi que lleva esta mujer es de hombre, algo bastante inusual, como señala el propio Morisada. Por otra parte, no era raro que las mujeres que luchaban por llegar a fin de mes tomaran prestados los cinturones de sus maridos. Esta ilustración refleja un estilo de vida modesto.
El pelo recién lavado, casi erótico
En casa, las mujeres solían llevar atuendos más informales, como un viejo kimono de algodón o un tamatsumugi (seda tipo doupion). Sin embargo, como escribe Morisada, estas mujeres preferían atuendos más refinados para salir, incluso para un simple paseo por el barrio o para ir al sentō (baño público). Era el equivalente actual a llevar un chándal viejo en casa pero ponerse unos vaqueros y una camiseta para sacar la basura. Aunque las mujeres de Edo tenían muy poco dinero, eso no les impedía prestar atención a su aspecto.
Uno se pregunta cómo llegó Morisada a producir dibujos tan íntimos de la vida cotidiana de las mujeres de Edo. Vivía en Osaka, donde era comerciante de azúcar. Nunca escribió sobre su familia, pero se cree que tuvo mujer e hijos. Sin embargo, tuvo la oportunidad de dibujar muchas escenas domésticas de la vida de estas mujeres durante sus frecuentes visitas a Edo.
La ilustración titulada Araigami (Pelo recién lavado), por ejemplo, muestra a una mujer después del baño.
Más que sensual, se trata de una obra casi erótica. Morisada escribe: “Las mujeres de Edo se lavan el pelo una o dos veces al mes para eliminar la suciedad y eliminar los olores. En los últimos años no suelen utilizar aceites perfumados”.
Es probable que el artista conviviera con alguna mujer, o de lo contrario no habría podido proporcionar detalles tan precisos. En aquella época no había ferrocarril, y los viajes de ida y vuelta entre Osaka y Edo debían de ser agotadores. Morisada, sin embargo, disfrutó seguramente su vida de soltero en Edo.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Una mujer a la que Morisada describía como ada (sensual). Al parecer, los habitantes de Edo llamaban a este tipo de mujeres ikina anesan (mujeres refinadas), de forma amistosa. Morisada mankō (Manuscrito de Morisada) de la colección de la Biblioteca Nacional de la Dieta.)