Chūshingura, el “ataque terrorista” histórico que fascina a los japoneses
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La historia de una matanza, contada en diversas épocas
En 1702, el año 15 de la era Genroku, antes del amanecer del 14 de diciembre, cuarenta y siete rōnin (samuráis sin señor) de Banshū-Akō atacaron la mansión de Kira Kōzukenosuke en Honjo, Edo, y asesinaron a Kira y a veintiocho de sus vasallos. Este incidente causó sensación entre la gente de Edo: tras el comienzo del shogunato, en la nueva capital, Japón había disfrutado de un siglo de paz. En aquella época se consideró simplemente un ataque por parte de un grupo de rōnin, fuertemente armados, a la mansión de un vasallo del clan Tokugawa. Hoy día lo llamaríamos un ataque terrorista.
En marzo del año anterior, el señor del dominio de Akō, Asano Takuminokami, había atacado a Kira en el castillo de Edo, acción por la que se obligó a Asano a realizar seppuku, suicidio ritual, y que hizo que se eliminara oficialmente el dominio de Akō. Kira impartía instrucciones sobre etiqueta a Asano en el castillo de Edo, y solía acosarlo, abusando y esparciendo mentiras sobre él; algo que hoy día denominaríamos acoso de poder. Asano, incapaz de soportar aquella situación, terminó por desenvainar su espada.
No se conoce el verdadero motivo por el que Kira trataba tan mal a Asano, pero se ha especulado que el salario por las lecciones era demasiado bajo, que existían problemas relacionados con las leyes de fabricación de la sal, que Asano no le había mostrado un preciado rollo colgante de su propiedad, que había algún embrollo con mujeres, o con hombres... El dominio de Akō fue oficialmente eliminado, pero cuarenta y siete personas, incluido Ōishi Kuranosuke, que fuera vasallo de Asano, atacaron la mansión de Kira para lavar la vergüenza vertida sobre su señor. Las acciones de esos rōnin (samuráis sin amo), que vengaron la muerte de Asano, fueron elogiadas posteriormente como un reflejo fiel del bushidō, el camino del guerrero.
La historia de este incidente se representaba ya sobre los escenarios de kabuki tan solo doce días después. En una época en la que no existía aún televisión, periódicos ni Internet, la gente quería saber la verdad sobre el caso. Así que se ofreció la historia en forma de obra de teatro. Debido a que parte de la verdad se hallaba sumida en la oscuridad, el autor podía usar su imaginación para hacer la historia aún más interesante. Sin embargo, las representaciones de la obra se vieron prohibidas en solo tres días. El pueblo quería saber por qué se había llevado a cabo una venganza a gran escala como aquella, pero el shogunato no quería que el pueblo llano se soliviantara aún más. Se trata de la misma estrategia que usan quienes están en el poder en cualquier periodo histórico: controlar los medios para que “tapen lo que huele mal”.
Posteriormente, la historia del incidente de Akō se interpretó ambientándola en el período Kamakura y el período Muromachi. Cuarenta y siete años después del incidente, en 1748, se lanzó la obra Kanadehon Chūshingura de ningyō jōruri, el teatro de marionetas. Es una obra maestra que consta de 11 etapas y exige una realización de más de diez horas; se ha convertido en el estándar, tanto en jōruri como en kabuki, para el caso Akō.
Después de medio siglo, los poderosos ya no trataban de acallar la historia. Aun así, se realizó esta versión ambientada en la era que se describe en el clásico Taiheiki, en el siglo XIV, en la que los personajes habían cambiado de nombre: Kira Kozukenosuke pasaba a ser Kōno Moronao, y Asano Takuminokami era En’ya Hangan. Sin embargo, el pueblo sabía de sobra que se trataba del incidente de Akō de la era Genroku. El protagonista, Ōboshi Yuranosuke, es en realidad Oishi Kuranosuke, y la obra es la historia de Kuranosuke, un vasallo leal; por eso la historia pasó a conocerse como Chūshingura: chū (lealtad), shin (vasallo), y kura, la primera parte del nombre de dicho vasallo.
La adaptación denominada Kanadehon Chūshingura es una obra de muy frecuente representación en kabuki, ningyō jōruri, y otros medios, e incluso cuando se realiza en temporadas bajas siempre cuenta con espectadores, por lo que en el mundo del kabuki se utiliza como panacea, o en el lenguaje propio de ese mundo, dokujintō. La obra también ha llegado, además del kabuki, a convertirse en grandes éxitos en forma de novelas, cuentos, rōkyoku (recitación acompañada de música de shamisen), música, películas, series de televisión y canciones populares.
Un tema común que los japoneses adoran
¿Por qué es tan popular Chūshingura? Quizá sea porque representa, como hemos dicho, los ideales del bushidō, pero también contiene ciertos temas que son muy del agrado de los japoneses.
El primero de esos temas es la emoción que se suele denominar hōganbiiki. Hōgan es un título que hace referencia a Minamoto no Yoshitsune, un comandante militar de finales del periodo Heian. Es un héroe de tragedia, perseguido por haberse distanciado de su hermano Yoritomo a pesar de haber logrado las mayores victorias en la subyugación del clan Heike. A los japoneses les encanta apoyar a los héroes trágicos. Como Asano, acosado por Kira, o los rōnin que sufren la caída de Akō. Empatizan con esos hombres, capaces de soportar las dificultades sin quejarse, y animan a quienes han quedado relegados a una posición de debilidad. Chūshingura se acerca con destreza a esta psicología. Cuando los rōnin matan por fin a Kira se genera una sensación de logro que recompensa las dificultades que han soportado. Este tipo de empatía es precisamente el hōganbiiki. Incluso el público de hoy día siente esos deseos de animar a ese tipo de personajes débiles que hacen lo que pueden.
El segundo tema es la lucha en grupo. El protagonista no es el único héroe. A los japoneses les gusta que los débiles se unan y se conviertan en una gran fuerza. Por eso aman los juegos de equipo. No solo los deportes como el rugby y el béisbol; entre los niños son también muy populares las historias de animación o videojuegos en las que se lucha mano a mano con los amigos. Incluso en las series de televisión se convierten en grandes éxitos las historias que cuentan no solo con un héroe sino también con quienes lo apoyan. Aunque sea un rōnin concreto el personaje principal de Chūshingura, siempre hay otros cuarenta y seis tras él.
El tercer tema es la “estética de la muerte”. Esto también es algo irresistible para los japoneses. Incluso si los héroes derrotan a Kira, no lograrán un final feliz. Los rōnin se verán obligados a suicidarse por orden del shogunato. Serán condenados a muerte como criminales que provocaron un grave incidente. Y sin embargo podrán recuperar su honor como samuráis. Solo un verdadero samurái termina su vida limpiamente.
El cuarto tema es la abnegación. Son muchas las mujeres y los subordinados, en Chūshingura, que muestran abnegación hacia los rōnin que van a morir de esta manera.
Y el quinto tema, por último, es la justicia poética. En Chūshingura, se representa a Kira como enemigo. Y sin embargo Kira era en realidad una buena persona, montaba un caballo de tiro de crines rojas, vigilaba el territorio y escuchaba siempre a los agricultores. Por eso en Mikawa, su dominio, lo adoraban y le daban el apelativo Akauma no tonosama (señor del caballo rojo). Fue también una figura de primera clase en círculos culturales, con profundos conocimientos sobre la ceremonia del té y el arte en general. Y a pesar de eso, se representa a Kira en la historia como una persona codiciosa, corrompida por el dinero y la lujuria; si no se retrata al malo de una historia como alguien realmente malo, la historia perderá interés. Y esto no se limita a Kira, sino que se amplía también a los rōnin de Akō que escaparon sin participar en el ataque, como por ejemplo Ōno Kurobei, el antiguo jefe de la guardia, que se ve representado como un tipo ladino y cobarde, y en Kanadehon Chūshingura aparece como un espía traicionero que ayuda a Kira. Pese a que en realidad era un excelente burócrata de finanzas...
Quizá este tipo de temas, y otros similares, no solo les gusten a los japoneses, sino también a los habitantes del mundo entero.
La historia de los miembros que no participaron en el ataque
En el dominio de Akō vivían cerca de trescientos samuráis. De estos, cuarenta y siete participaron directamente en el ataque. ¿Qué pasó con los otros doscientos cincuenta? La historia de quienes no participaron en el ataque es también parte del secreto de la popularidad de Chūshingura.
Como se ha mencionado antes, Kanadehon Chūshingura se compone de once partes. Desde el principio hasta la cuarta parte, Hangan seppuku, es el prólogo de la historia.
En las partes quinta a sexta el protagonista es Hayano Kanpei, un hombre que no participó en el ataque. Kanpei era vasallo de En’ya, pero no pudo estar presente durante el incidente en el que su señor desenvainó la espada, porque estaba en la cama con una mujer llamada Okaru. Avergonzado de su deslealtad, salió del dominio y se mudó a la casa de los padres de Okaru para convertirse en cazador.
Al ver a Kanpei, atormentado por su deseo de haberse unido al ataque para limpiar el nombre de su señor, Okaru decide venderse a un prostíbulo para obtener fondos con los que ayudar a los rōnin. De noche, en el camino de vuelta a casa, el padre de Okaru es atacado por un bandido (Ono Sadakurō) mientras lleva ese dinero, el cual lo asesina a puñaladas para quitárselo.
Sadakurō es abatido accidentalmente por un disparo de Kanpei, que estaba cazando jabalíes en las montañas. Kanpei, sumido en la oscuridad, no sabe de quién se trata el hombre que ha matado, pero al registrarlo encuentra una bolsa con una gran cantidad de dinero. Kanpei roba la bolsa y huye hacia su casa para ofrecer el dinero como tributo a su señor, pero creyendo que en realidad ha asesinado a su suegro no puede soportar la culpa y termina por suicidarse. Estas son las partes 5 y 6 de la historia. La séptima trata sobre Ōboshi Yuranosuke y Okaru, tras comenzar a prostituirse en Gion.
Kanpei murió a mitad de la historia y no pudo participar en el ataque. Sadakurō, asesinado por Kanpei, era originalmente un vasallo de En’ya, pero no tuvo más remedio que convertirse en bandido al verse repudiado por su padre, Ono Kudayū (Ōno Kurobei), el vasallo principal de En’ya. En el séptimo capítulo Kudayū es asesinado por Yuranosuke cuando se descubre que era un espía del enemigo Kōno Moronao. De las once partes de que consta la historia hay tres -una cuarta parte- dedicada a personas que no participaron directamente en el ataque.
Y hay muchos otros más que no participaron: quienes murieron sin lograr sus ambiciones, aquellos que enfermaron, los que dejaron su puesto para trabajar y alimentar a su familia o amante, quienes huyeron... Alguno incluso se quedó dormido. Según una teoría, había al parecer otro grupo, una fuerza secundaria, cuando Ōishi falló. Muchas de estas historias individuales también se han representado en todo tipo de obras posteriores. Chūshingura no es únicamente una historia de héroes en busca de justicia, aderezada con el código del guerrero. También son interesantes las historias de quienes no participaron en el ataque, y las de aquellos a los que comúnmente se considera traidores.
Durante tres siglos se ha transmitido esta profunda historia por medio del teatro, la novela, la música y otras artes escénicas. Ya en tiempos modernos se usó para justificar el militarismo en pos de la justicia, aunque al parecer está ganando una fama cada vez mayor en el extranjero, como parte de los estudios sobre el bushidō y la estética japonesa. Incluso ahora, en el siglo XXI, Chūshingura sigue siendo una historia que trasciende el paso del tiempo.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: Chūshingura, de Utagawa Kuniyoshi – Aflo)