Los cuervos, pájaros sabios que viven junto a las personas
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Los cuervos, pájaros socialmente venidos a menos
Quisiera empezar por advertir que los cuervos no son una sola especie de pájaro. El término que usamos para referirnos a ellos en Japón, karasu, engloba cinco especies que pertenecen a la familia de los córvidos (corvidae) y al género Corvus.
Los cuervos aparecen frecuentemente en los medios de comunicación. A veces se habla de otros pájaros salvajes, como el toki (ibis nipón) o el kōnotori (cigüeña oriental), que están extintos en estado silvestre o en peligro de extinción, pero no se les da tanto protagonismo. A los cuervos también se les brinda una cobertura distinta a la del toki y el kōnotori, centrada mayormente en anécdotas negativas relacionadas con su irrupción en nuestra vida cotidiana. Me refiero, por ejemplo, a las noticias sobre cómo ensucian las calles esparciendo los desechos orgánicos de los puntos de recolección de basura o bien sobre el ruido y los excrementos que generan cuando se reúnen en grandes colonias.
Contrastando con lo que acabamos de explicar, los cuervos han sido considerados mensajeros divinos y transmisores de la sabiduría en muchas partes del mundo desde la antigüedad. Son especialmente conocidos Hugin y Munin, dos cuervos grandes (Corvus corax) que servían al dios Odín en la mitología escandinava y que representaban el pensamiento y el recuerdo, y Yatagarasu, venerado en los tres santuarios Kumano Sanzan de la ruta Kumano Kodō. La crónica histórica más antigua de Japón, el Nihonshoki, cuenta que este último pájaro guio a la expedición oriental del emperador Jinmu en el camino desde Kumano hasta Yamato. Procedente de una leyenda china ancestral, es un cuervo de tres patas que vive dentro del Sol y se considera un ave de buen auspicio. Actualmente es también famoso porque figura en el emblema de la Asociación Japonesa de Fútbol.
Alrededor del 15 de enero varios santuarios sintoístas de todo Japón celebran el Obisha Matsuri, una festividad en la que se ruega por la buena salud y la seguridad ante una diana con un cuervo dibujado en el centro. Como hemos visto, los cuervos están presentes de muchas formas en la cultura japonesa. Sin embargo, en la actualidad han perdido el estatus que ostentaban antaño.
La corneja negra y el cuervo picudo, los córvidos más comunes en Japón
Según la taxonomía zoológica, el género Corvus de la familia de los córvidos abarca 47 especies de distintas partes del mundo. Como indicábamos arriba, en Japón habitan cinco de ellas: la corneja negra, o hashibosogarasu (Corvus corone), el cuervo picudo, o hashibutogarasu (Corvus macrorhynchos), la graja, o miyamagarasu (Corvus frugilegus), la grajilla oriental, o kokumarugarasu (Corvus daauricus), y el cuervo grande, o watarigarasu (Corvus corax). La corneja negra y el cuervo picudo están presentes durante todo el año, independientemente de la estación.
La presencia predominante de la corneja negra y el cuervo picudo hace que en Japón la palabra karasu (cuervo) suela usarse para designar a estas dos especies. En el presente artículo también la adoptaremos con este sentido. Por otro lado, las especies de córvidos que migran del continente a Japón en invierno son la graja (Corvus frugilegus), la grajilla oriental (Corvus daauricus) y el cuervo grande (Corvus corax). Por ahora, el cuervo grande solo migra a Hokkaidō. Resultan especialmente interesantes las tendencias que muestra la graja en las últimas décadas.
La graja, que hasta en torno a 1970 solo migraba a la región de Kyūshū, empezó a llegar también a la región de Chūgoku en los años ochenta y a prefecturas de la costa del Mar del Japón como Niigata y Akita en los noventa, hasta extenderse por todo el archipiélago. Aunque no es equiparable a los cambios de distribución de los peces como consecuencia del calentamiento global, el mapa de la distribución de los cuervos en Japón también muestra una transformación paulatina. El cuervo grande tiene una presencia cada vez más amplia en Hokkaidō. A pesar de que no hay estadísticas que lo respalden, se dice que su migración se intensificó cuando aumentó el número de cadáveres de ciervo abandonados debido a la popularización de la caza de ezoshika (Cervus nippon yesoensis, especie de ciervo autóctona de Japón).
Una naturaleza omnívora y un cerebro muy desarrollado les permiten vivir cerca de los humanos
Más que habitar en la naturaleza, los cuervos vienen compartiendo el entorno humano desde la antigüedad, como demuestran sus numerosas apariciones en los relatos de los orígenes de la humanidad, como el episodio bíblico del Arca de Noé, en el Antiguo Testamento, o el Corán. Seguramente por eso también se veneran en ciertas festividades niponas tradicionales. Lo que está claro es que hallaron ventajas en el hecho de vivir junto a las personas. En tiempos recientes animales como los jabalíes o los osos han empezado a acercarse a nuestras cosechas, mientras que los cuervos comprendieron los beneficios de la acción humana mucho antes. Los factores biológicos que los empujaron a hacer vida cerca de las personas fueron su naturaleza omnívora y un cerebro especialmente desarrollado. Lo primero les ha permitido aprovechar toda la comida humana, desde los cultivos hasta los alimentos desechados y los restos. Lo segundo los ha dotado de la capacidad cognitiva necesaria para comprender la relación causal entre la acción humana y la comida; cómo después de los funerales, por ejemplo, se ofrendan alimentos.
Así es como los cuervos se han convertido en vecinos alados con los que compartimos el entorno vital. Con todo, también es cierto que los sentimientos que nos genera la convivencia entre personas y pájaros, inevitablemente, distan mucho de aquello que nos inspira convivir entre nosotros. Repasemos algunos ejemplos concretos de los conflictos vigentes entre personas y cuervos.
Daños graves y extensos que no podemos ignorar
Los cuervos provocan problemas en todas partes, ya que están allí donde vamos nosotros. A continuación presento una lista de los principales lugares que se ven perjudicados por su presencia.
Establos ganaderos. A los cuervos picudos les gustan los establos. Les encanta el maíz y el trigo que lleva el pienso de las vacas. Los almacenes de estiércol que hay junto a los establos son una valiosa fuente de alimento para ellos porque abundan en gusanos e insectos. Los daños no serían tan graves si se limitaran a este tipo de percances. Como la cabeza de los cuervos está casi a la misma altura que los pezones de las ubres de las vacas, a veces les da por picarlos. Las heridas provocan mastitis, una afección que, si se agrava, puede dejar inservible a una vaca lechera. Además, si el pájaro se ensaña con la herida, puede perforar una arteria por la que el bovino muera desangrado. Como también transmiten enfermedades al ganado, los córvidos no son bienvenidos en las granjas.
Parques zoológicos. Los cuervos picudos son tan adeptos a los zoológicos como a las granjas. Como estos parques suelen acoger animales con distintas necesidades nutricionales, desde carnívoros hasta herbívoros, presentan una variada gama de alimentos que los convierte en uno de los comedores predilectos de los córvidos, que son omnívoros. Además de robar víveres, a veces los cuervos atacan a los cachorros de otras especies, por lo que los cuidadores de los zoológicos los aborrecen.
Compañías eléctricas. Aunque la mayoría de la gente no lo sabe, los cuervos causan serios perjuicios a las empresas de energía eléctrica. Los nidos que construyen en postes y torres eléctricas provocan averías a menudo. A veces pasa que los materiales que utilizan los cuervos para montarlos tocan alguna conexión entre cables, y miles de hogares se quedan sin suministro eléctrico. Hokuriku Electric Power Company vigila periódicamente sus decenas de miles de postes eléctricos y todos los años destruye nidos que podrían ocasionar parones eléctricos. Durante la temporada de anidación (entre febrero y mayo) de 2018, la empresa desarmó 15.880 nidos. Este tipo de problemas afectan a todas las compañías eléctricas de Japón y se dice que vigilar nidos, desmontarlos e instalar dispositivos para evitarlos les cuesta cientos de millones de yenes.
Zonas urbanas. Los cuervos no solo ensucian los puntos de recolección de basura con desechos orgánicos, sino que también provocan escándalo con sus graznidos y atacan a las personas cuando es la época de crianza. En otoño e invierno se amontonan en los postes eléctricos y los árboles y molestan a los vecinos con el ruido y los excrementos. Pueden llegar a reunir colonias de hasta 10.000 ejemplares, distribuidos por el cableado eléctrico de la vía urbana, que constituyen una amenaza para la sanidad pública. Las grajas que migran desde el continente causan este tipo de problemas en las zonas urbanas de Kyūshū en los últimos años.
Daños provocados por los cuervos
Lugar de los daños | Tipo de daños | |
---|---|---|
1 | Establos ganaderos | Ataques al ganado. Picaduras en las ubres de las vacas (mastitis). Transmisión de enfermedades. |
2 | Ferrocarriles | Colocación de piedras en las vías. Construcción de nidos en vías elevadas. |
3 | Edificios | Destrucción del aislamiento de los tubos de los aires acondicionados. Daños a las plantas de las azoteas. Excrementos. |
4 | Campos de cultivo | Daños a los cultivos. |
5 | Compañías eléctricas | Disrupciones en las subestaciones eléctricas. Construcción de nidos en torres. Destrucción de aislantes de porcelana y revestimiento de cables. Excrementos. Ruidos. |
6 | Zonas residenciales | Suciedad en los puntos de recogida de basura. Ataques a personas. Calles invadidas por colonias. Excrementos. Ruidos. |
7 | Empresas de transporte | Destrucción de cajas de cartón de almacenes. Excrementos. |
8 | Parques zoológicos | Robo de alimentos. Daños a animales pequeños. Construcción de nidos. |
9 | Campos de golf | Césped arrancado. Robo de pelotas de golf. |
10 | Paneles solares | Destrucción de paneles con piedras. |
11 | Escuelas | Ataque a niños pequeños (conducta violenta en época de guarda del nido y cría de polluelos). |
12 | Aparcamientos al aire libre | Daños en los burletes de las puertas, limpiaparabrisas y gomas de los automóviles. Excrementos. |
Un cerebro avanzado y más parecido al de los humanos que el de las gallinas
Se dice que los cuervos son “primates con plumas”. Su elevada capacidad cognitiva los lleva a desarrollar comportamientos perjudiciales que no podemos prever. A causa de esa diversidad que les permite adaptarse a la compleja vida humana, cuando al fin damos con la solución a una de las dificultades que nos plantean, adoptan una conducta más problemática aún.
Los cuervos están dotados de un cerebro bastante más avanzado que otras aves y que corresponde a un 1,4 % de su peso corporal, diez veces más que en el caso de las gallinas, que es de un 0,12 %. Considerando que el de las personas es de un 1,8 %, los cuervos se acercan mucho más a nuestra proporción cerebro-cuerpo que las gallinas. Esto se traduce en conductas como colocar nueces en lugares por donde pasan coches para romper la cáscara y comerse el fruto, repitiendo la operación si falla. Su capacidad mental seguramente les permitió entender desde hace mucho que, viviendo junto a las personas, nos les faltaría comida ni vivienda. Y, por más que nuestro estilo de vida se haya ido transformando, ellos se han adaptado a los cambios. Cuando la productividad humana mejora y surge un excedente, nuestros recursos alimenticios y residenciales se multiplican y la población de cuervos aumenta en consecuencia.
Durante la era del crecimiento económico acelerado, en Tokio vivían unos 37.000 cuervos que formaban bandadas y acudían en masa a las trastiendas de los barrios más concurridos, donde se acumulaban los restos de comida desechada. La población de córvidos vivió su máximo auge entre 1998 y 2001, cuando se adoptaron distintas medidas para evitar su irrupción en las basuras, como la recogida nocturna por parte de los municipios y la gestión individual por parte de los ciudadanos. Las medidas surtieron efecto y hoy en día el número de cuervos se ha reducido a la tercera parte. El volumen de reclamaciones motivadas por los pájaros es una décima parte que entonces, con lo que nuestra relación con ellos se ha estabilizado. Nos ha costado veinte años llegar a la situación de ahora.
Una vez se rompe el equilibrio de la convivencia entre humanos y animales salvajes, no es fácil recuperarlo. Todas las especies silvestres buscan alimento constantemente, no solo los cuervos. Una vez entran en nuestro entorno, cuesta ahuyentarlas. Comprender la conducta y las costumbres de esos pájaros tan inteligentes y pensar en la mejor forma de interactuar con ellos nos corresponde a los humanos, que somos quienes tendemos a romper el equilibrio con la naturaleza.
Fotografías: Sugita Shōei
Fotografía del encabezado: Cuervo picudo.