Kioto, una ciudad turística de atractivo internacional en la que se fusionan la tradición y la innovación
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Una antigua capital que trabajó para convertirse en una moderna ciudad turística de atractivo internacional
Tras la Restauración Meiji, la capital y los organismos de Gobierno de Japón se trasladaron a Tokio, por lo que Kyō, “la capital”, fue rebautizada como Saikyō (la capital del oeste) y, finalmente, fue nombrada como Kioto. Con estos cambios, se presumía que decaería su calidad como metrópoli. Sin embargo, los comerciantes y políticos se adelantaron a la crisis y comenzaron la industrialización que la llevaría a la modernidad. Uno de estos ejemplos remarcables es la construcción del canal del lago Biwa, parte del plan para industrializar la zona de Rakuhoku por medio de la energía de molinos de agua. Posteriormente, este canal permitiría electrificar la ciudad por medio de la energía hidroeléctrica. También se mejoraron las vías ferroviarias y los canales de navegación, y se celebraba anualmente una exposición de Kioto para la promoción de la industria local.
Justamente por ser una ciudad histórica, se buscaba mantenerla en constante actualización. En un proceso de dos fases, en 1918 y 1931, la ciudad de Kioto integró a su territorio la ciudad de Fushimi y las localidades de Kii, Kadono y Otagi, entre otras. La razón de esta fusión es que, con el núcleo de Kioto en el centro histórico Rakuchū y las tierras agrícolas que rodeaban la ciudad amurallada, conocidas como Rakugai, la antigua capital conseguiría territorio suficiente para convertirse en una ciudad industrial.
Al mismo tiempo, se dio prioridad a la construcción de infraestructura urbana como los caminos, las vías ferroviarias y acuáticas y los parques. Para 1932, Kioto, que se había desarrollado como una ciudad industrial del interior, contaba con más de un millón de habitantes. Era una metrópolis moderna comparable con otras en el mundo y los ciudadanos se referían orgullosamente a ella como “la gran Kioto”.
Kioto ha sabido adaptarse rápidamente a los tiempos modernos sin perder su riqueza como la capital antigua. La gente de todo Japón empezó a acercarse a Kioto para conocer lugares históricos y ruinas, piezas de valor cultural, así como para visitar los templos y santuarios principales del budismo y sintoísmo, respectivamente. Otros, decidían ir a especializarse en disciplinas tales como la ceremonia del té o el arreglo de flores y profundizar sus estudios.
Una oportunidad que permitió que Kioto fortaleciera su presencia como ciudad turística a nivel internacional fue la ceremonia Gotairei (para conmemorar la ascensión al trono del nuevo emperador), celebrada en 1928 en el Palacio Imperial de Kioto. La Casa Imperial invitó a personalidades de todo el mundo a esta gala, además de ofrecerles un banquete. Esta celebración se convirtió en el andamiaje que permitiría hacer de Kioto una ciudad hospitalaria para un gran número de turistas en el futuro. Kioto también llegó a ofrecer un turismo muy particular, por ejemplo, el de la visita a las tumbas de los emperadores, como la del emperador Meiji.
Con la mira puesta en la promoción del turismo internacional, Kioto se dio a la tarea de redescubrir los atractivos potencialmente turísticos de todos sus rincones para comenzar una reconstrucción. Se promocionaban diversas actividades a lo largo de todo el año, tales como los paseos para disfrutar de la floración en Arashiyama y Daigo en la primavera, las refrescantes corrientes de los ríos Kamo y Kifune en el verano, la colecta de hongos matsutake y la coloración de los arces en el otoño y los paisajes nevados del invierno. En contraste, también se construyó infraestructura para deportes nuevos, como las estaciones de esquí en Rakuhoku. Por su parte, en el centro de la ciudad avanzaba la modernización de salas de cine y teatros, mientras que las zonas de Uzumasa y Omuro, lugares populares para la filmación de películas, se convirtieron en un nuevo atractivo turístico.
Otras infraestructuras modernas que se construyeron en Kioto son los transportes como los autobuses turísticos, hoteles y posadas. También se desarrollaron otros servicios como la carretera Ujigawa Line, que conecta Uji con Ōtsu, funiculares y teleféricos que llegan a las cumbres del monte Hiei y el monte Atago y embarcaciones que ofrecen paseos por los ríos Hozugawa y Kizugawa. Todo esto nos demuestra que Kioto es el punto de partida de un gran número de rutas turísticas.
Al mirar en retrospectiva la modernización del turismo en Japón, descubrimos que Kioto fue una ciudad pionera, siempre un paso delante de su tiempo. Por ejemplo, además del turismo cultural, en el que se aprovechaban al máximo los recursos históricos de Kioto, también se celebraban expos y otras actividades relacionadas con la promoción industrial que reunían al público. Por su parte, en Gion y otras zonas de entretenimiento nació un turismo artístico. Se construyeron funiculares para rutas de montaña y hoteles de estilo occidental para los turistas extranjeros y también surgió el turismo cinematográfico que ayudaba a la promoción de la industria. Tras la Segunda Guerra Mundial, la economía japonesa pasó por un proceso de recuperación en el que Kioto, a la vanguardia, se autodenominó como una ciudad turística y cultural de clase internacional y preparó un plan para conseguir su objetivo.
Kioto, con más de 1.200 años de historia, también tiene mucha experiencia en lo que respecta a adaptarse a los cambios de los tiempos. Aquellos que se atrevieron a emprender novedades, intuyeron que Kioto no debía quedarse estancada en la idea de “la antigua capital” y la transformaron en una ciudad que se adelanta a su época. En la actualidad, se están llevando a cabo los preparativos para que, después del año 2022, la Agencia de Cultura sea trasladada de Tokio a esta ciudad. Sin duda alguna, cuando el proyecto se materialice, será una nueva oportunidad para promocionar a Kioto como el centro cultural de Japón. La antigua capital es, también, siempre moderna.
Una ciudad turística y cultural que sea sostenible
Kioto es también una pionera en lo que respecta al medioambiente. En 1997, se celebró la tercera Conferencia de las Naciones sobre el Cambio Climático (COP3) y se adoptó el Protocolo de Kioto. Con esto, la antigua capital de Japón atrajo la atención del mundo no solo como una ciudad turística, sino como una metrópolis preocupada por su entorno. Además, también existe una fuerte conciencia sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que deben alcanzarse para 2030.
Si nos remontamos en la historia de Kioto, descubriremos que los paisajes y el ambiente de esta ciudad han sido denominados como sanshisuimei. Este concepto hace referencia a la belleza de las montañas que rodean Kioto y a sus aguas cristalinas. En el centro, a pesar de ser una zona urbana, se pueden observar los montes Higashiyama, Kitayama y Nishiyama. Otra de las particularidades de Kioto es que también hay muchos lugares donde se puede disfrutar del agua, como las terrazas de los ríos Kamo y Kifune o el canal dentro del recinto del santuario Shimogamo. Los jardines japoneses, cultura que nació en Kioto y que toman prestados los paisajes naturales, también se han integrado a la vida urbana. En otras palabras, Kioto es una ciudad industrial con una población de más de 1.400.000 personas, en la que también se puede disfrutar de una vasta y maravillosa naturaleza. A lo largo de sus 1.200 años de historia, ha sido una ciudad única que ha sabido fusionar los aspectos urbanos con la naturaleza y la tradición con la innovación.
En la actualidad no es suficiente ser una ciudad sostenible con respecto al medioambiente, sino también en lo relacionado con el turismo cultural. En diciembre de 2019, se celebró la Cuarta Conferencia Mundial de la Organización Mundial del Turismo y la Unesco sobre turismo y cultura en el Centro Nacional de Convenciones Internacionales de Kioto. En ella participaron los ministros encargados de la promoción turística de cerca de 70 países y, en total, asistieron cerca de 1.500 personas. El tema central de la cumbre era “Turismo, cultura y los ODS: invertir en las generaciones futuras” y se dialogó sobre las posibilidades del turismo y la cultura con miras a alcanzar los ODS propuestos por la ONU. Los participantes se centraron en subtemas tales como la herencia de la cultura, las comunidades regionales y la formación de recursos humanos. Durante la cumbre, Kadokawa Daisaku, gobernador de la ciudad de Kioto, presentó un plan denominado el Modelo de Kioto que propone el establecimiento de una relación ideal entre las comunidades locales, la cultura y el turismo para cumplir con los ODS. Es decir, conseguir un equilibrio entre el turismo internacional y la vida de los habitantes locales para hacer frente al exceso de turismo, un problema a nivel mundial.
En adelante es probable que se reconsidere la importancia del Modelo de Kioto que busca ofrecer una vía para construir ciudades turísticas de atractivo internacional que sean sostenibles.
Fotografía del encabezado: un jardín de musgo y piedras ajedrezadas en el templo Tōfukuji (distrito de Higashiyama, ciudad de Kioto). Este jardín japonés es conocido por su balance entre la tradición y la innovación. Creación de Shigemori Mirei. (AFURO)