Ryūkyū: una originalidad nacida de la fusión

Cultura

La actual cultura de Okinawa se gestó a lo largo de los 450 años que duró el reino de Ryūkyū, constituido en 1429. Esta pequeña entidad política fue capaz de producir una cultura altamente original fundiendo elementos tomados de Japón, China, Corea y el Sureste Asiático.

Un tipismo paisajístico inspirado en el feng-shui

Durante la época en que Ryūkyū estuvo sometido al feudo de Satsuma, se potenciaron en su interior los elementos que lo ligaban más directamente a China. El confucianismo fue adoptado como ideología de Estado y se introdujo el pensamiento tradicional chino, una de cuyas manifestaciones es el pensamiento geomántico feng-shui. En el siglo XVIII el trazado de muchos núcleos de población rurales fue reformado siguiendo las ideas del feng-shui y fue así como se crearon muchos de los paisajes que hoy se identifican como más típicamente okinawenses, como las aldeas de planta cuadriculada y las fincas rodeadas de hileras de fukugi (Garcinia subelliptica). Los shīsā (figuras de animales mitológicos) y los sekikantō, piedras colocadas en cruces y bifurcaciones de caminos para espantar los malos espíritus, así como los característicos panteones familiares kamekōbaka, cuya forma recuerda al caparazón de una tortuga, fueron creados siguiendo modelos propios de las regiones meridionales de China y se popularizaron durante este periodo.

Paisaje okinawense en el que puede verse todavía cómo fueron rediseñadas las aldeas a partir del siglo XVIII siguiendo las ideas del feng-shui. Son típicas las plantas cuadriculadas y las hileras de fukugi (Garcinia subelliptica) alrededor de los jardines de las casas, que quedan así protegidas de los tifones. (Fotografía del autor del texto)
Paisaje okinawense en el que puede verse todavía cómo fueron rediseñadas las aldeas a partir del siglo XVIII siguiendo las ideas del feng-shui. Son típicas las plantas cuadriculadas y las hileras de fukugi (Garcinia subelliptica) alrededor de los jardines de las casas, que quedan así protegidas de los tifones. (Fotografía del autor del texto)

Figura de un shīsā, animal mitológico que se popularizó a partir del siglo XVIII como protector de casas y aldeas. La costumbre de colocarlos sobre los tejados de las casas no comenzó hasta la segunda mitad del siglo XIX. (Fotografia del autor del texto)
Figura de un shīsā, animal mitológico que se popularizó a partir del siglo XVIII como protector de casas y aldeas. La costumbre de colocarlos sobre los tejados de las casas no comenzó hasta la segunda mitad del siglo XIX. (Fotografia del autor del texto.)

A la izquierda, una piedra con la inscripción sekikantō, con la que se conjuran los malos espíritus, siguiendo la creencia china. Se coloca en cruces y bifurcaciones de caminos. (Fotografía del autor del texto.)
A la izquierda, una piedra con la inscripción sekikantō, con la que se conjuran los malos espíritus, siguiendo la creencia china. Se coloca en cruces y bifurcaciones de caminos. (Fotografía del autor del texto.)

Tumba familiar en forma de caparazón de tortuga (kamekōbaka). Este tipo de panteón que aloja los restos de toda la familia apareció en la segunda mitad del siglo XVII, y al parecer fue creado sobre modelos propios de la provincia sudoriental china de Fujian. (Fotografía del autor del texto)
Tumba familiar en forma de caparazón de tortuga (kamekōbaka). Este tipo de panteón que aloja los restos de toda la familia apareció en la segunda mitad del siglo XVII, y al parecer fue creado sobre modelos propios de la provincia sudoriental china de Fujian. (Fotografía del autor del texto.)

También la ubicación y funciones del castillo de Shuri fueron interpretadas desde el pensamiento del feng-shui, siguiendo el cual se diseñó la ciudad que se extiende a sus pies. En el feng-shui de Okinawa el concepto clave es hōgo (amparo, protección) y basándose en él se utilizaron hileras de árboles a modo de barreras para crear espacios donde atesorar el espíritu del qi (japonés: ki). También en la zona de colinas que rodea el castillo de Shuri se dispusieron hileras de árboles e hicieron otros arreglos para beneficiarse de dicha fuerza invisible.

Difusión cultural: de lo cortesano a lo plebeyo

Con la extinción del reino de Ryūkyū en 1879, toda la cultura que se había gestado en los ambientes cortesanos de Shuri pasó a los estratos inferiores de la sociedad, dispersándose por las islas. La antigua clase guerrera perdió su estatus y sus ocupaciones, pero subsistió dedicándose a actividades creativas teatrales y musicales para recreo de las masas. El kumiodori también llegó a las capas populares, incluso a los habitantes de las pequeñas islas, donde cobró tintes locales y se perpetuó. Hoy en día Okinawa es conocida como “la Isla de las Artes” y sin duda la historia del antiguo reino tiene mucho que ver con ello. Con la extinción del reino los artesanos de la laca perdieron a su principal cliente, pero siguieron adelante con su trabajo, adaptando sus creaciones a las necesidades de las clases populares.

La Guerra del Pacífico, que en 1945 tuvo en Okinawa uno de sus episodios más sangrientos, segó la vida de gran parte de la población y destruyó casi completamente el rico patrimonio cultural acumulado a lo largo de los siglos. Importantes edificios como el castillo de Shuri fueron reducidos a cenizas y puede decirse que la cultura okinawense de posguerra tuvo que partir de cero. Quienes quisieron resucitar los sones de los sanshin tuvieron que utilizar las latas de conservas del ejército norteamericano para fabricar estos instrumentos de tres cuerdas, y para hacer los vestidos estampados bingata tuvieron que traerse de otras provincias de Japón patrones que habían escapado a la destrucción de la guerra, e incluso se utilizaron los casquillos de los proyectiles como boquillas para los noribukuro (utensilio similar a la manga de pastelero utilizado para extender la cola con la que se marca el diseño del estampado). Gracias al esfuerzo de quienes sobrevivieron a la hecatombe ha sido posible resucitar elementos culturales que ahora florecen una vez más. Por tanto, cuando hablamos de la cultura de Ryūkyū-Okinawa no debemos pensar en una vaga pervivencia histórica, sino en una pertinaz voluntad de supervivencia en lucha con las mayores adversidades.

Vestido bingata con aves míticas y peonías, usado por jóvenes miembros de la familia real de Ryūryū antes de llegar a la mayoría de edad. Para lograr este bello amarillo se utilizó como tinte el oropimente, un sulfuro venenoso (colección del Museo Histórico de Naha).
Vestido bingata con aves míticas y peonías, usado por jóvenes miembros de la familia real de Ryūryū antes de llegar a la mayoría de edad. Para lograr este bello amarillo se utilizó como tinte el oropimente, un sulfuro venenoso (colección del Museo Histórico de Naha).

Fotografía del encabezado: edificio central del castillo de Shuri, símbolo de la cultura de Ryūkyū. Su nombre oficial es Momourasoe Udun. Es una construcción muy particular, pues combina el estilo palaciego chino con un tejadillo curvo karahafu típicamente japonés. El edificio, reconstruido en 1992, se diseñó sobre los planos conservados desde la remodelación de 1715, pero quedó totalmente destruido por un incendio en octubre de 2019. (Fotografía: Jiji Press)

Etiquetas

Okinawa Ryūkyū

Otros artículos de esta serie