La influencia de Komatsu Sakyō en la ciencia ficción actual
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Una potencia estructural que inspira una sensación de urgencia real
Una novela titulada Fukkatsu no hi (Virus) que Komatsu Sakyō (1931–2011) publicó en 1964, hace más de medio siglo, vuelve a captar lectores con la pandemia del nuevo coronavirus. La serie de animación Nippon chinbotsu 2020 (Japón se hunde: 2020), que ha tenido mucha resonancia en Netflix, también ha situado en el punto de mira la novela de Komatsu en que se inspira de 1973.
Fukkatsu no hi (Virus) fue la segunda novela larga de Komatsu Sakyō. Escrita y ambientada en la década de los sesenta, en plena Guerra Fría, presenta a una humanidad en peligro de extinción después de que un virus artificial desarrollado como arma biológica se escapara accidentalmente y causara una pandemia letal. Los únicos supervivientes son una expedición antártica de unas diez mil personas de distintos países y la tripulación de los submarinos nucleares estadounidenses y soviéticos que se hallaban sumergidos al estallar la crisis. En Nippon chinbotsu (Japón se hunde), un superventas sin precedentes que superó los 4,6 millones de ejemplares, el archipiélago nipón se hunde en el mar a causa de una serie de terremotos colosales y el pueblo japonés se queda sin territorio que habitar.
Últimamente ha habido otras obras de Komatsu que también han captado la atención del público. Amerika no kabe (El muro de Estados Unidos), un relato corto de 1977, plantea una realidad en que las políticas egocéntricas de Estados Unidos culminan en la aparición de un muro de bruma blanca de naturaleza desconocida que aísla al país del resto del mundo poco antes del día de la Independencia. La historia se convirtió en tendencia en internet por su paralelismo con la situación bajo la Administración Trump. Muchos han relacionado incluso el argumento de Shuto shōshitu (La desaparición de la capital), de 1985, en que Tokio queda completamente incomunicado con el exterior por un mar de nubes gigantesco, con el confinamiento durante la pandemia actual.
“Se habló mucho de Nippon chinbotsu (Japón se hunde) después del Gran Terremoto de Hanshin-Awaji y del Gran Terremoto del Este de Japón. La obra de Komatsu Sakyō ha sido tendencia en distintos momentos”, comenta el traductor de ciencia ficción Ōmori Nozomi. “Aunque aquellos libros se basaron en descubrimientos científicos que tuvieron resonancia en la época, como la teoría de las placas tectónicas en Nippon chinbotsu (Japón se hunde) o la teoría de la proliferación de ácidos nucleicos en el virus letal de Fukkatsu no hi (Virus), plantean una realidad improbable. Sin embargo, siguen ofreciendo una sensación de credibilidad a los lectores medio siglo después de salir a la luz, gracias a la tensión realista que provoca su potencia estructural, incluido el entramado de la historia. Su base crea la ilusión de que están prediciendo el futuro incluso décadas después, a pesar de que contengan elementos que delatan la era en que se escribieron. Ahí reside la genialidad de las obras de Komatsu”.
Una revista de ciencia ficción le cambió la vida
Komatsu Sakyō forma, junto con Hoshi Shin’ichi y Tsutsui Yasutaka, la tríada de los pioneros de la ciencia ficción japonesa, conocida como SF Gosanke (“los tres grandes de la ciencia ficción”). Su debut literario se vio motivado por el lanzamiento de la revista SF Magazine (Hayakawa Publishing) en 1959.
“En aquellos tiempos, en Japón prácticamente no había escritores de ciencia ficción. SF Magazine empezó siendo un medio para difundir traducciones de relatos británicos y norteamericanos. En 1960 la revista lanzó el Concurso de Novela Científica Imaginaria (precursor del Concurso Hayakawa de Ciencia Ficción) para escritores noveles, y con él debutaron los que compondrían la primera generación de autores del género en Japón, como Komatsu Sakyō, Mayumura Taku, Hanmura Ryō o Tsutsui Yasutaka”, explica Ōmori.
Komatsu procedía de la literatura pura. En la Universidad de Kioto estudió literatura italiana y colaboró en una revista literaria de aficionados: “Escribía relatos cortos de literatura seria, pero seguramente sentía que no era lo suyo. Fue entonces cuando descubrió el primer número de SF Magazine y se le abrieron nuevos horizontes. Devoró los relatos de ciencia ficción de autores extranjeros publicados en la revista, vio claramente que aquel era el mundo que le interesaba y, cuando se enteró de que había un concurso, se lanzó a escribir”.
“El relato con el que se presentó al concurso, Chi ni wa heiwa o (Paz en la Tierra), proyectaba un mundo paralelo en que la Segunda Guerra Mundial todavía no había terminado. Aunque la obra solo le valió el premio de consolación (años más tarde fue candidata al Premio Naoki), después de aquello Komatsu se entregó a la creación literaria y se convirtió en una importante figura de la ciencia ficción”.
“Si no hubiera vivido la guerra, no habría escrito ciencia ficción”
El origen de la obra de ciencia ficción de Komatsu Sakyō son sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial. Chi ni wa heiwa o (Paz en la Tierra) fue el fruto de la decisión de narrar aquella experiencia. Así lo cuenta en sus memorias: “Siempre había pensado que debía escribir sobre aquella guerra de la que fueron víctimas incluso niños y niñas de mi propia generación. Pero mis recuerdos estaban demasiado frescos y no era capaz de plasmarlos sobre el papel. No sabía cómo narrarlos. Me iba a salir un relato agónico e interminable. Sin embargo, si cambiaba la historia…” (Komatsu Sakyō jiden, Autobiografía de Komatsu Sakyō; Nihon Keizai Shimbun Shuppansha). Si al final logró escribir sobre la guerra, fue precisamente gracias al descubrimiento del género de la ciencia ficción.
Komatsu nació en Osaka y la guerra del Pacífico empezó cuando él tenía 10 años. Vivió entre ataques aéreos y entrenamientos militares. Cuando el conflicto terminó, había cumplido los 14 años. Escuchó el discurso radiofónico en que el emperador Hirohito anunciaba la rendición de Japón mientras trabajaba en una fábrica a la que lo habían movilizado. Tras la derrota, también se dedicó a recoger e incinerar los cadáveres de personas que habían muerto en los bombardeos aéreos. Siempre arrastró la idea de que, si la guerra hubiera continuado, habría terminado siendo enviado al frente y muriendo allí. “Si no hubiera vivido la guerra, no habría escrito ciencia ficción”, confesaba el escritor.
Sobre la relación entre la guerra y la ciencia ficción, Ōmori explica lo siguiente: “La ciencia ficción japonesa se desarrolló paralelamente al crecimiento económico acelerado, pero a principios de los años sesenta, el recuerdo de la guerra seguía muy vivo. El primer relato largo de Komatsu, Nihon apacchizoku (Los apaches de Japón; 1964) tiene lugar en un mercado negro en terreno calcinado. También escribió varios relatos cortos de ciencia ficción que trataban el tema de la guerra de forma directa”.
La historia de la humanidad, la Tierra y el cosmos desde una perspectiva macro
Ōmori define aquello que caracteriza la ciencia ficción de Komatsu, que parte de la experiencia de la guerra, como “una perspectiva macro”: “Es una perspectiva que se remonta en la historia de la humanidad, la Tierra y el universo. Se plantea cómo concebir la historia y la civilización como gran tema y esboza la realidad de Japón en ese contexto. Esto resulta especialmente patente en Nippon chinbotsu (Japón se hunde), en que Komatsu se pregunta dónde radicaría la identidad que define a los japoneses si se quedaran sin su territorio nacional”.
El género más adecuado para que Komatsu plasmara su visión de la historia, la civilización y su problemática era la ciencia ficción, que permite representar la realidad en una escala impensable para la novela convencional: “De los tres grandes de la ciencia ficción japonesa, Hoshi se dedicó al microrrelato, Tsutsui era un espíritu libre que no se encasillaba en ningún género y Komatsu fue el único que siguió la vía clásica de la ciencia ficción de verdad. Dejando de lado las discusiones teóricas sobre cuál es la auténtica ciencia ficción, podemos afirmar que una de sus características es la introducción de hallazgos científicos y, especialmente, de avances en las ciencias naturales. Komatsu desplegaba las alas de su imaginación partiendo de los descubrimientos más punteros de la ciencia del momento, como la teoría de las placas tectónicas y la convección del manto terrestre en geología u otros avances en biología o ingeniería de telecomunicaciones. Basarse en la ciencia actual para explorar escenarios inimaginables es la sal de la ciencia ficción genuina”.
Ōmori menciona como obra abanderada de la ciencia ficción de Komatsu la novela Hateshinaki nagare no hate ni (En el límite de una corriente ilimitada; 1965), que relata el viaje de huida, a través de mil millones de años, de un protagonista que se ve implicado en una lucha que supera los límites del espacio-tiempo: “Su campo de visión abarca toda la civilización humana, de cabo a rabo. Tiene algunos fallos como novela, pero es la obra en que más se nota la potencia de la ciencia ficción de Komatsu”.
La influencia de Japón se hunde en la exitosa Trilogía de los tres cuerpos
The Andromeda Strain (La amenaza de Andrómeda), de Michael Crichton, es una de las obras de ciencia ficción que ha experimentado un nuevo auge con la pandemia actual. Cuando se publicó en Estados Unidos en 1969, el propio Komatsu Sakyō sugirió, bromeando, que Crichton podía haberse inspirado en Fukkatsu no hi (Virus). “Lo cierto es que en aquella época se había facilitado a 20th Century Fox la documentación para llevar la novela al cine, con un resumen del argumento, así que no sería raro que Crichton lo hubiera leído”, apunta Ōmori. “Eso sí, aunque el punto de partida de la historia se parezca, el desarrollo de las dos obras es totalmente distinto. Fukkatsu no hi (Virus) presenta un desastre de gran escala que empuja a la humanidad al límite de la extinción, mientras que The Andromeda Strain (La amenaza de Andrómeda) narra, con un toque estilístico realista, la dura batalla de cinco días de un grupo de científicos contra un agente patógeno desconocido que aterriza en la Tierra al caer un satélite artificial”.
La traducción al inglés de Fukkatsu no hi (Virus) se publicó en 2012. Nippon chinbotsu (Japón se hunde), en cambio, se tradujo en muchos países europeos, asiáticos y latinoamericanos, pero no se convirtió en un superventas a nivel mundial: “Aunque Japan Sinks (título inglés de Nippon chinbotsu) salió en los años setenta, cuando casi no se habían traducido novelas de ciencia ficción japonesas, se trataba de una versión abreviada a la mitad que pasó casi desapercibida en los países de habla inglesa. Si se hubiera traducido el original al completo, podría haber sido un éxito como lo es ahora la Trilogía de los tres cuerpos”.
La Trilogía de los tres cuerpos, una saga de ciencia ficción china que gira en torno a la invasión de la Tierra por parte de seres de otro planeta, ha superado el millón de ventas en Estados Unidos y ha alcanzado los veintinueve millones de ejemplares en todo el mundo. El autor, Liu Cixin, recibió la influencia de Nippon chinbotsu (Japón se hunde): “Cuando Nippon chinbotsu se publicó, China estaba en plena era de la Revolución Cultural. Aunque casi no se traducían novelas extranjeras, esta de Komatsu y una novela monográfica de Arthur C. Clarke fueron excepciones. Liu las leyó cuando todavía estudiaba y se vio muy influenciado por ellas. Más tarde, a partir de la década de los ochenta, China empezó a traducir en masa la ciencia ficción japonesa, británica y norteamericana”.
Como líder del equipo de traducción de la Trilogía de los tres cuerpos al japonés, Ōmori nota claramente una influencia de Clarke en la primera entrega, de Asimov en la segunda y de Komatsu en toda la obra en general: “Uno de los grandes temas que explora es qué sucedería si la Tierra se fuera a pique; es como una versión de Nippon chinbotsu ampliada a toda la humanidad. La combinación de una mirada macroscópica que observa la historia de la humanidad y la Vía Láctea a vista de pájaro, con ese toque tan humano que se detiene en la realidad de las personas corrientes tiene algo de Komatsu. La tercera entrega (Hayakawa Publishing ha sacado la traducción de las dos primeras al japonés), especialmente, está repleta de escenas que recuerdan a Nippon chinbotsu”.
Un escritor activo que contribuyó en la Exposición Internacional de Osaka 1970
Además de demostrar una capacidad ejecutora que le valió el apodo de “el buldócer informatizado de la ciencia ficción”, Komatsu Sakyō contaba con un círculo social muy amplio. Relacionarse con científicos del Instituto de Investigación de Humanidades y el Instituto de Investigación sobre Primates de la Universidad de Kioto, como el antropólogo Umesao Tadao y el sociólogo Katō Hidetoshi, le influyó a la hora de concebir Nippon chinbotsu (Japón se hunde). Su participación en la Asociación de Reflexión sobre la Exposición Internacional, compuesta por Umesao y otros académicos, lo llevó a ejercer de subdirector de un pabellón temático en la Exposición Internacional de Osaka 1970.
“Komatsu era tanto un escritor como un productor”, señala Ōmori. “Además de participar en Osaka 1970, lideró la organización del Simposio Internacional de Ciencia Ficción y se dedicó a visitar empresas incansablemente para captar patrocinadores. Aquello devino una reunión internacional sin parangón para la época, en la que se juntaron los mejores autores de ciencia ficción orientales y occidentales, incluido Arthur C. Clarke”.
Ōmori vaticina que nunca habrá otro escritor de ciencia ficción con la misma capacidad que Komatsu Sakyō para pasar a la acción e influir implicándose activamente en la sociedad: “La primera generación de autores de ciencia ficción de Japón, con Komatsu al frente, se planteó qué podía hacer su género literario y cuál era el papel que podía desarrollar en la sociedad. Da la impresión de que la ciencia ficción se escindió del mundo real a partir de los años noventa, y no solo en Japón. Aunque tenía una fuerte presencia en el anime y el cine, se convirtió en un género muy particular, sin ningún contacto con la realidad. En estos últimos años se observa un cambio; se ha reevaluado su potencial, en parte gracias al fenómeno del superventas mundial Trilogía de los tres cuerpos. En julio se emitió un programa de televisión en que los autores de ciencia ficción más conocidos de Japón hablaban sobre el mundo después del coronavirus y que también tuvo mucha resonancia en YouTube. Los escritores causaron una impresión profunda con los mensajes que lanzaron a la sociedad. La ganadora del Premio Akutagawa de verano de 2020, Takayama Haneko, también se dedica a la ciencia ficción. Existe un interés notable por el género en el mundo editorial en su conjunto. Tengo ganas de ver qué tipo de presencia tendrán en adelante los escritores de ciencia ficción de la misma generación”.
Fotografía del encabezado: Portadas de Fukkatsu no hi (Virus) y del primer volumen de Nippon chinbotsu (Japón se hunde), publicados por Kadokawa Bunko, con el retrato de Komatsu Sakyō de fondo.