Las colecciones de “cien cuentos”: la cultura ‘yōkai’ une el terror y lo ‘kawaii’
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En el verano de 2020 se cancelaron muchos festivales y eventos de fuegos artificiales, considerados tradiciones veraniegas, debido a la crisis del coronavirus. Las mansiones encantadas asociadas a esa estación, sin embargo, parecen haber seguido vivas y coleando. Entre ellas las hubo también que ofrecían eventos en los que se hacía uso de medidas contra la infección, como la llamada Drive-in Obakeyashiki (una mansión encantada que se visita en automóvil), en la que los “muertos” mantienen una distancia social perfecta, o aquellas que ofrecían sus servicios de “distribución de terror en tiempo real” por medio de Skype o Zoom.
Yumoto Kōichi, investigador de yōkai (monstruos y fantasmas tradicionales de Japón), asegura que la tradición cultural de planear bien la manera de disfrutar del terror es algo que se ha venido transmitiendo desde la época Edo (1603-1868) hasta el presente. En esa época en la que se popularizó entre las clases populares la idea de disfrutar de un buen susto se publicó la obra Hyaku monogatari (Cien historias; enlace en inglés), una colección de relatos de miedo, desarrollados en varios formatos, como narraciones y libros, que experimentó una amplia difusión. Hyaku monogatari en forma de narraciones, se basa en la tradición de reunirse para contar historias e ir apagando todas las luces, una por cada historia contada, hasta que el lugar queda sumido en la oscuridad.
“El origen de Hyaku monogatari no está claro, pero se dice que comenzó como una forma de poner a prueba el valor de los samuráis del periodo Muromachi (1336-1573). Se difundió entre la gente común como una especie de juego con el que disfrutar del miedo, y en la época Edo se hizo muy popular”.
Historias misteriosas “de pruebas sólidas”, recopiladas en varias regiones
“Por mucho que el título lleve la palabra ‘cien’, en realidad no se trata de cien historias. Del mismo modo que se dice que el panteón sintoísta cuenta con ocho millones de dioses (aunque no los hay), ese número significa simplemente que se trata de una recopilación de muchas historias de fantasmas. Con el éxito de Hyaku monogatari comenzaron a aparecer otros volúmenes similares con ‘cien historias’ en el título, como Shokoku hyaku monogatari (Cien historias de varias regiones, 1677) o Otogi hyaku monogatari (Cien historias de hadas, 1706). En realidad solo Shokoku hyaku monogatari cuenta realmente con cien historias”, explica Yumoto.
“Algunos de los manuscritos son libros pintados a mano, y no se podían distribuir en grandes cantidades. Las cien historias se hicieron populares gracias al uso cada vez más generalizado de grabados en madera. En muchos casos se preparaban las reuniones para contar historias de miedo adornando el lugar con rollos colgantes de fantasmas. Incluso en obras de nishiki-e (grabado en color), ha aparecido el tema de las cien historias, como el grabado Hokusai hyaku monogatari, dibujado por Katsushika Hokusai”.
¿Qué tipo de historias contiene Hyaku monogatari?
“No se trata de historias bien estructuradas; más bien imitan el ambiente de una reunión de cuentos de miedo a la que se traen historias que todo el mundo conoce, del tipo ‘En el pueblo X se cuenta que…’, o ‘Alguien que conozco me contó que…’. En el prefacio de Shokoku hyaku monogatari, se presentan historias ‘de pruebas sólidas’, sucedidas en diversos lugares; la gente del momento se sentía atraída por esa forma de ‘reality’ en la que se describía a las personas que habían experimentado el evento, y dónde había sucedido”.
Shokoku hyaku monogatari, considerada la obra pionera del género de las cien historias, cuenta con cinco volúmenes, de los cuales un tercio trata sobre historias de fantasmas desde Tōhoku, al norte, hasta Kyūshū, al sur. Existen, por ejemplo, muchas historias sobre celos y venganza, como la historia de una esposa que falleció al dar a luz y regresa como fantasma para vengarse de la segunda esposa, que se había lanzado un hechizo a sí misma, y matarla. En otras historias, aparecen espíritus animales, como serpientes, zorros, tejones y gatos, así como monstruos desconocidos.
“Las leyendas urbanas modernas se suelen llamar también en Japón ‘historias que realmente sucedieron’, pero debido a que la nuestra es una sociedad de información, si nos dicen que ha sucedido una de estas historias en algún lugar podemos buscarlo en Internet o incluso ir a comprobarlo. Sin embargo, el pueblo llano de la época Edo no podía salir con tanta facilidad del lugar donde había nacido. Cuando todos se reunían para contar historias y decían algo como ‘Esto pasó en un lugar de Tōhoku’ el sentido de realidad aumentaba precisamente porque no había forma de confirmarlo, y cada uno disfrutaba imaginando”.
La peculiar y misteriosa historia de los fantasmas de Miyoshi
Hyaku monogatari ha inspirado a escritores modernos y contemporáneos: Lafcadio Hearn (Koizumi Yakumo), Mori Ōgai, Okamoto Kidō o, en tiempos más recientes, Kyōgoku Natsuhiko. Una de las “historias de experiencias” típica de la época Edo, que surge de una de esas pruebas de valor y en la que aparecen innumerables yōkais, es Inō mononoke roku (Registro de los monstruos de Inō), originaria de Miyoshi, Hiroshima, un relato que ha fascinado a muchas figuras del mundo literario.
El relato cuenta la historia de cómo Inō Heitarō, un joven de dieciséis años de Miyoshi, soporta día y noche el acoso de diversos yōkais, durante el mes de julio de 1749. También se describe cómo Heitarō cuenta cien historias de miedo para poner a prueba su valor. Se cuenta también como años más tarde Heitarō, mientras sirve en la residencia de su clan como Edozume (un sistema que exigía a los daimyōs y sus vasallos trabajar durante una temporada en Edo, la capital) les relata a sus compañeros aquel suceso misterioso del que había sido testigo siendo niño.
“Esta historia se difundió en la época Edo no solo oralmente en esa zona, sino también mediante rollos ilustrados, manuscritos, libros con imágenes, etc. Siendo un manuscrito no se podían hacer cientos de copias, pero en aquella época los libros se alquilaban, por lo que se puede suponer que mucha gente lo tomó prestado para leerlo. Las representaciones de los monstruos dibujados en los rollos provocaban un fuerte impacto, eran infantiles, adorables y mostraban gran variación”.
Eran desfiles de monstruos en los que se podían ver imágenes como una cabeza de mujer que camina invertida, usando su pelo como si fueran piernas, mientras ríe con ganas, o el rostro de una anciana enorme que, pegada al techo, lame la cara de Heitarō mientras este duerme. Hirata Atsutane, erudito nacional de la época Edo, mostró un interés extraordinario por este cuento en sus investigaciones, y tras la era Meiji han sido investigadores como Izumi Kyōka, Iwatani Sazanami o Inagaki Taruho quienes han estudiado con fascinación este tema. Escribieron libros cuyo tema principal es esta misteriosa historia.
La coexistencia de lo aterrador y lo kawaii
Los yōkais son creaciones de la mente de personas que temen a la naturaleza y a la oscuridad. Según Yumoto, “La gente común de Edo tenía la antena siempre puesta hacia cualquier cosa que se moviera en la oscuridad. Incluso en la ciudad apenas había luz, por lo que la oscuridad era algo cercano para todos, y no hacía falta irse lejos para poder escuchar, incluso en el propio vecindario, historias de miedo”. En Tokio, incluso hoy día continúan existiendo en ciertos barrios las tradiciones de los “siete misterios”: los “siete misterios de Honjo”, los “siete misterios de Kōjimachi”, o los “siete misterios de Azabu”.
Fue durante la época Edo cuando los yōkais, pese al miedo que provocaban las historias de fantasmas, comenzaron a convertirse también en una presencia familiar y kawaii (adorable), como podía serlo un buen amigo. Tras este cambio se hallaba la encantadora imagen visual que empezaron a adoptar en sus representaciones en rollos e imágenes de nishiki-e.
“A medida que se iba generalizando la impresión en bloques de madera y cualquier persona podía obtener la imagen de un yōkai a un precio asequible, estos seres se iban haciendo más cercanos. En paralelo a la moda de las cien historias, los yōkais se convirtieron en patrones de kimonos, en netsukes (piezas que se colocan en el cinturón para llevar carteras u otros objetos) y en dibujos para las cartas y los juguetes de los niños”.
Los yōkai siguen entre nosotros
Yumoto es de la opinión de que ningún otro país tiene una cultura de fantasmas e historias de misterio tan rica y diversa como la de Japón.
“En Gran Bretaña y otros países de Europa, por ejemplo, la mayoría de las historias de misterio, de fantasmas y demonios, se dan en el contexto del cristianismo. En Japón hay adaptaciones de historias chinas e historias con moraleja del budismo, pero no se limitan únicamente a ese tipo de cuentos, sino que contienen característicos elementos animistas. Un buen ejemplo son los tsukumogami (herramientas con espíritu propio), nacidos de la idea de que cuando un objeto envejece posee su propia alma. Todo se puede convertir en un yōkai, y formar parte de todo tipo de dibujos”.
En la era Meiji también aparecieron yōkais que provenían de rickshaws, lámparas y paraguas. Cuando llegó al país la locomotora de vapor y se generalizó el uso del ferrocarril también se empezaron a contar historias de tejones que se convertían en trenes, y con la llegada de la fotografía se difundieron historias de miedo al respecto, como las de fotografías de espíritus.
“Los misterios han ido entrando en las transiciones de la sociedad adaptándose a los tiempos, y continúan perviviendo hoy día. Y al mismo tiempo que los yōkais provocan miedo, seguimos sintiendo también la misma cercanía. Cada verano se emiten por televisión programas especiales sobre misterios; al verlos, muchos espectadores tienen miedo de ir al baño solos, después, y sin embargo hay también muchas personas que llevan una correa para su móvil con el diseño de algún yōkai”.
Yumoto dice que la popularidad del manga de Mizuki Shigeru (autor de GeGeGe no Kitarō) y las novelas de misterio de Kyōgoku Natsuhiko, consideradas el detonante del auge de los yōkais modernos, se debe al hecho de que existía ya un sustrato de cultura yōkai que viene de la época Edo.
“La mayoría de la gente piensa en ese tipo de imagen cuando oye hablar de kappa, de oni (ogros) o de tengu. Todos hemos heredado esa cultura yōkai que nos ha llegado desde la época Edo, pero no de nuestros padres ni de los maestros de la escuela. Es por eso que Kitarō (del manga de Mizuki) es tan querido, y hay personas que se deciden a dibujar mangas de fantasmas por influencia de Mizuki Shigeru, mientras otros investigamos sobre los yōkais. La cultura es algo que se hereda”.
La herencia de la cultura yōkai y su transmisión al mundo
En abril de 2019 se inauguró el Yumoto Kōichi Kinen Nihon Yōkai Hakubutsukan (Museo Yōkai de Japón en Memoria de Yumoto Kōichi, también conocido como Miyoshi Mononoke Museum) en la ciudad de Miyoshi, prefectura de Hiroshima, de donde es oriunda la leyenda Inō mononoke roku. La colección principal cuenta con cerca de 5.000 piezas relacionadas con la cultura yōkai, como libros, rollos ilustrados y juguetes, que Yumoto lleva treinta años coleccionando.
“El Centro Internacional de Investigación de la Cultura Japonesa se ha centrado en la investigación de la cultura yōkai, con iniciativas como la creación de una base de datos de yōkais, pero mi intención era más bien fundar un museo especializado en el tema. Existe en la actualidad el peligro de que se dejen de lado los materiales sobre yōkais que no son objeto de investigación. Paralelamente a las investigaciones se necesita también un museo especializado en el que guardar los materiales para la posteridad. No es suficiente crear unas instalaciones como recurso turístico, para la revitalización regional. Debe tratarse de un lugar donde los profesionales que comparten el objetivo de transmitir la cultura yōkai a las generaciones futuras verifiquen la humedad y la iluminación adecuadas para exhibir y conservar los materiales y, si es necesario, repararlos adecuadamente, al tiempo que pueden investigar”.
El museo también participa activamente en las comunicaciones sobre la cultura yōkai de Japón en el extranjero. En 2018 una parte de la colección Yumoto se expuso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, en el marco del evento “150.º Aniversario de las relaciones diplomáticas entre Japón y España”. Para 2021 se planea una exposición itinerante por todo el mundo.
“Quiero transmitir al mundo el encanto de la cultura yōkai como algo único de Japón. Hoy en día manga se ha convertido en una palabra internacional, pero creo que yōkai también lo hará”.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: sección de Hyaku monogatari emaki, de la era Meiji - Hayashi Kumatarō, 2 volúmenes. Imagen cortesía del Archivo del Museo Yōkai de Japón en memoria de Yumoto Kōichi, Museo Mononoke de Miyoshi.)