Los OVNIS en Japón (1): una hermosa mujer y un platillo volador en la época Edo
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1803, Hitachinokuni, en la actual prefectura de Ibaraki; un extraño vehículo con forma de disco llega a la costa y de su interior surge una hermosa mujer ataviada con ropas extrañas que lleva una caja. Quizá tras todos los relatos del llamado “extraño caso del Utsurobune de Hitachinokuni”, de la época Edo, que narran la imposibilidad de los lugareños para comunicarse con la mujer y describen los misteriosos símbolos escritos en el interior de la nave, no se encuentre más que un simple caso de un barco a la deriva. Tanaka Kazuo, profesor emérito de la Universidad de Gifu, lleva muchos años investigando la leyenda del Utsurobune. ¿Qué le atrajo en un principio de esta historia, tan alejada de su especialidad, la ingeniería electro-óptica?
Un misterio basado en hechos
“Todo comenzó con el incidente de la secta Aum en 1995. Los líderes de la secta, que había saltado a la fama por la supuesta capacidad de levitar y las profecías de su fundador, Asahara Shōkō, provenían de la élite científica japonesa. Comencé a reunir todo tipo de documentos con información sobre ovnis en Estados Unidos, leyendas japonesas y otros temas con la idea de dar conferencias en la universidad en las que considerar ese tipo de ‘fenómenos sobrenaturales’ desde un punto de vista científico. Y mediante ese proceso llegué a la leyenda del Utsurobune”, dice Tanaka. “Se trata de un vehículo descrito en documentos de la época Edo, semejante a un platillo volante pero muy anterior a las primeras leyendas estadounidenses sobre ese tipo de ovnis”.
Los ovnis aparecieron en los medios por primera vez el 24 de junio de 1947, cuando la prensa informó al público sobre el llamado Incidente Arnold, en el que el empresario estadounidense Kenneth Arnold supuestamente avistó unos “discos voladores”. Desde ese momento comenzaron a sucederse los avistamientos por todas partes del globo. De todos ellos el más famoso quizá sea el llamado Caso Roswell, en el que un objeto no identificado se estrelló sobre un rancho junto a la localidad de Roswell, en Nuevo México. “Sin embargo, no se encontraron los restos del supuesto ovni ni los cadáveres de los extraterrestres, que supuestamente se habían podido recuperar en el lugar del siniestro. Solo existe el ambiguo testimonio de un testigo. Del mismo modo, la información sobre ovnis a lo largo y ancho del mundo no deja de ser un ‘misterio sin base real’. Y no obstante, los investigadores consideran la leyenda del utsurobune un misterio basado en hechos, dado que se pueden consultar varias fuentes de la época que la recogen”.
Un aterrizaje concreto, registrado por los ninjas de Kōga
En la época Edo se dieron en muchas partes del país avistamientos similares al llamado Utsurobune (que también recibió el nombre de Utsubobune). El objeto principal de investigación de Tanaka son los documentos antiguos en los que se describe con ilustraciones cómo en 1803 (aunque algunas de las fuentes dan fechas diferentes) se produjo ese incidente en la costa de Hitachinokuni: una hermosa mujer que apareció subida a un extraño vehículo. De entre esos documentos los de fama más temprana fueron Toen shōsetsu (La novela de los conejos, 1825), un registro de rumores excéntricos sacados del círculo de escritores Toenkai y recopilados por Kyokutei Bakin, el autor de la novela épica Nansō satomi hakkenden (Biografías de ocho perros), así como Ume no chiri (Polvo de ciruela, 1844), de Nagahashi Matajirō. Existen otras obras de interés, como Ōshuku zakki (Registros diversos de Ōshuku), Hirokata zuihitsu (Ensayos de Hirokata) o Hyōryūki-shū (Registros de derivas), una recopilación de artículos de autores japoneses sobre barcos extranjeros que en el pasado llegaron a la deriva a Japón o a otros países.
Al principio Tanaka se planteó la hipótesis de que lo que recogían los textos era en realidad una adaptación del naufragio de un barco ballenero ruso, pero aunque no se encontraron documentos oficiales que registraran accidentes marinos que coincidieran con esos detalles, sí se encontró una gran cantidad de material nuevo, y se enfrascó en la exploración de los diversos posibles orígenes de la historia. Hasta la fecha ha encontrado once tipos de documentos diferentes que hacen referencia a la leyenda del Utsurobune de Hitachinokuni; dos de ellos invitan a una hipótesis especialmente interesante. Ambos son, al parecer, registros del mismo año 1803 en el que ocurrió el incidente.
Uno de ellos es el llamado Documento Mito, propiedad de un viejo coleccionista de documentos que vive en la ciudad de Mito, prefectura de Ibaraki. Tanaka se dio cuenta de que la ropa de la mujer de la imagen se parecía a la ropa de la diosa Sanreison de Shōfuku, un templo de la ciudad de Kamisu, Ibaraki, dedicado al culto de la sericultura. En la prefectura de Ibaraki existía originalmente la llamada Leyenda de Konjikihime, relacionada con el nacimiento de la sericultura, y la estatua de Buda en el templo de Shōfuku también muestra el mismo motivo. Se trata de una leyenda en la que una princesa que viajaba en una barca en forma de capullo, hecha de troncos, desde India, flota a la deriva hasta Hitachinokuni y, antes de ascender a los cielos otorga los secretos de la sericultura a un matrimonio del lugar, como agradecimiento por haber cuidado de ella. Hay varias diferencias en la ropa de mujer representada en los once documentos encontrados hasta ahora, y la única descripción que denota una clara conexión con la leyenda de Konjikihime es el Documento Mito. Tanaka cree que la gente de Shōfuku pudo haber usado la historia para promocionar el templo, cuando surgió la historia del Utsurobune en Kashimanada.
Otro registro importante es el Documento Banke, en poder de Kawakami Jin’ichi, un investigador de ninjutsu (artes marciales de los ninjas) y artista marcial heredero del estilo Kōga del ninjutsu. En otros documentos, se cita el territorio dominado por Ogasawara, Ecchū no Kami, como lugar del aterrizaje, y se mencionan nombres de lugares imposibles de identificar, como la playa Harayadori, pero en el mismo documento se nombra también la playa Hitachihara-sharihama, el nombre de un lugar real y conocido. El nombre del lugar registrado en Inōzu, un mapa documentado y creado por Inō Tadataka en 1801, corresponde a la actual playa de Hasaki Sharihama, en la ciudad de Kamisu, prefectura de Ibaraki. “Los otros documentos contienen contradicciones; el territorio de Ogasawara Ecchū no Kami no se encuentra en el área de Kashimanada, para empezar. Sin embargo en el Documento Banke figura, en lugar del nombre Ogasawara, el nombre actual. Cuando le pregunté al profesor Kawakami me contestó que quizá esto se debiera a que el clan Banke estaba recopilando esa información de cara al viaje periódico obligatorio a Edo del señor feudal de Owari, al que los Banke (ninjas de Kōga) servían. De ser cierto, el documento no contiene ninguna falsedad; más bien se podría decir que resulta aún más efectivo como fuente”.
Una nave en forma de disco y unos símbolos misteriosos
En una ocasión el folclorista Yanagita Kunio concluyó que la leyenda del Utsurobune carecía de fundamento. “Pero la historia del extraño barco de Hitachinokuni es claramente diferente de las otras historias que se han transmitido por todo Japón”, dice Tanaka. “En primer lugar, identifica el año 1803 como la fecha del suceso. También resulta extraño que todos los documentos describan y representen en imágenes concretas la forma de disco del vehículo. Da la sensación de estar basado en un hecho real. Sin embargo, dado que se trataba de una época de aislamiento, si ocurría un naufragio de algún barco extranjero o desembarcaba en la costa alguna persona extranjera, los funcionarios debían investigarlo y habrían dejado documentos al respecto. En 1824, por ejemplo, se produjo un desembarco británico en Ōtsuhama (en la ciudad de Kita-Ibaraki) que contribuyó a que el año siguiente se decretara la expulsión de todo barco extranjero. Es por eso que quizá hubiera algún avistamiento en la costa de Kashimanada, durante un breve lapso de tiempo. Es posible que esto esté relacionado con la antigua leyenda del Utsurobune”.
Del mismo modo en que la ropa de la mujer varía según el documento, la forma y el tamaño del vehículo con forma de disco también difieren. Por ejemplo, según Hyōryūki-shū, el vehículo medía un jō y un shaku de altura (unos 3,3 metros), y tres ken de ancho (unos 5,4 metros); el chasis estaba compuesto de hierro y palisandro, y poseía ventanas de cristal. “No sé si ese texto es un documento oficial o no. Han sobrevivido dos volúmenes, en total, pero salvo la historia del Utsurobune el resto son todo incidentes reales. Por lo menos debemos considerar que la persona que registró la leyenda consideraba que la nave existió de verdad”, dice Tanaka.
Los misterios que rodean al Utsurobune no terminan ahí. Lo más importante es quizá considerar qué significado poseen los misteriosos caracteres escritos en las paredes de la nave. “Existe una teoría según la cual hay cierta similitud con los marcos denominados ranji (letras decorativas que se trazaban alrededor de una imagen) que aparecieron en el ukiyo-e de la época Edo, por lo que existe la posibilidad de que se trate tan solo de una decoración. Por supuesto no es totalmente imposible que algún día encontremos pruebas de que se trata de letras usadas por extraterrestres”, ríe Tanaka. “Quizá haya nuevos descubrimientos sobre documentos ocultos relacionados con el Utsurobune, en el futuro. Ahí reside el encanto de esta leyenda: se pueden establecer todo tipo de hipótesis. Más de 140 años antes de que naciera la leyenda de los ovnis como la conocemos ahora, en Japón existía ya una leyenda que estimula la imaginación de esta manera, y nos hace sentir aún con más fuerza la riqueza de la historia y la cultura japonesas”.
(Artículo traducido al español del original en japonés.)