Los viajes de Isabella Bird por el Japón del siglo XIX
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El papel de la Legación Británica
Isabella Bird nació en Boroughbridge, Yorkshire, en 1831; era la mayor de las dos hijas de un párroco local. Entre 1854 y 1901, tres años antes de morir, realizó una impresionante serie de viajes que la llevaron a todos los continentes exceptuando Sudamérica. Dada la duración y la amplitud geográfica de esos viajes, así como la calidad de las charlas y libros que escribió sobre ellos merece ser recordada no solo como una de las principales mujeres viajeras, sino como uno de los mayores viajeros de todos los tiempos, de cualquier sexo. Buena prueba de esto es que en 1891 se convirtió en la primera mujer en ser elegida miembro especial de la Royal Geographical Society. Uno de sus momentos más importantes en su carrera como viajera fue su viaje a Japón, realizado en 1878.
Bird dejó su Edimburgo natal el 1 de abril de 1878 para embarcarse en la tercera fase de sus viajes, reflejada por las secciones 6-10 del mapa; navegó por el Atlántico hasta Norteamérica, cruzó el continente y después el Pacífico, para llegar a Yokohama el 20 de mayo. Pasó siete meses en Japón antes de partir desde Yokohama hacia Hong Kong, el 19 de diciembre. Su objetivo era recopilar información sobre Japón, aún poco conocido en Occidente en ese momento, y escribir un libro introductorio para los lectores de su país natal, a su vuelta. Este objetivo iba estrechamente ligado a su convicción en la necesidad de expandir el cristianismo; Bird también deseaba investigar la viabilidad de posibles esfuerzos misioneros en Japón. El viaje lo planeó Harry Parkes, un diplomático británico que ejercía de cónsul general en Japón en esa época. Bird aceptó su invitación y trabajó con devoción y ahínco para cumplir su misión. El registro de sus viajes en Japón se publicó en 1880 bajo el título Unbeaten Tracks in Japan: An Account of Travels in the Interior Including Visits to the Aborigines of Yezo and the Shrines of Nikkō and Ise (Japón inexplorado: un registro de viajes en el interior, incluyendo visitas a los aborígenes de Yezo y a los santuarios de Nikkō e Ise), una obra en dos volúmenes con más de 800 páginas. La obra no consiste simplemente en una serie de cartas que Isabella le escribió a su hermana en el camino, como se ha aseverado en muchas ocasiones, sino algo mucho más cercano a un informe casi oficial.
Un viaje duro
En aquella época todo viajero extranjero en Japón, tanto visitantes como residentes, debía someterse a ciertas restricciones de movimiento que les permitían desplazarse con libertad solo dentro de un radio de diez ri (unos cuarenta kilómetros) de los cinco puertos que el tratado establecía accesibles a los extranjeros -Yokohama, Kobe, Nagasaki, Hakodate y Niigata-, y las dos ciudades de Tokio y Osaka, también abiertas a los extranjeros. Se necesitaba un permiso especial para viajar al interior del país, más allá de esas zonas, e incluso contando con él existían numerosas limitaciones sobre los lugares que se podían visitar. Pese a estas restricciones Bird decidió viajar a Biratori, en Hokkaidō, uno de los principales centros de los Ainu, los habitantes indígenas del extremo norte del país, además de otros lugares del corazón cultural de la nación, en Kansai, y el santuario Ise en la prefectura de Mie.
A lo largo de sus siete meses en Japón Bird recorrió distancias impresionantes. Sus viajes por Hokkaidō incluyeron el traslado por tierra desde Tokio hasta Biratori, a unos 1.400 kilómetros, y un bucle de unos 2.750 kilómetros en total, incluido un viaje por mar de vuelta desde Hakodate a Yokohama. Sus viajes por Kansai e Ise representan cerca de 580 kilómetros por tierra, además del barco entre Yokohama y Kobe, unos 1.850 kilómetros en total. Ambos viajes suman más de 4.500 kilómetros. Bird solo pudo realizar un viaje de estas proporciones gracias al arduo trabajo de Parkes, que logró obtener para ella un permiso especial con el que podría viajar por el interior sin restricciones regionales o límites de tiempo.
Los rigores del viaje mismo, por supuesto, eran muy superiores a los que existen hoy día. Bird pudo viajar en tren solamente entre Yokohama y Shinbashi (Tokio), y entre Kobe y Kioto. Y los viajes de larga distancia a caballo solo eran posibles en ciertas partes de Hokkaidō. El resto del tiempo Bird viajó en rickshaw, a lomos de caballos de tiro o de buey o simplemente a pie, por caminos embarrados. En ocasiones su vida corrió peligro, como cuando tuvo que navegar por las aguas crecidas del río Yoneshiro, en la prefectura de Akita, durante una riada. La temporada de lluvias de ese año duró más y trajo más agua que otros años. A su viaje a Hokkaidō acompañó a Bird Itō Tsurukichi, su criado e intérprete, y fue gracias a su sentido del deber que fue capaz de llegar sana y salva a su destino. De hecho Bird ya sabía que iba a contratar a Itō antes incluso de conocerlo durante una entrevista. No solo hablaba bien inglés, sino que había trabajado para Charles Maries, el “cazador de plantas” británico, ayudándolo en sus actividades de recolección durante el tiempo que pasó en Japón. Al solicitar el permiso de viaje de Bird Parkes había incluido “estudio de plantas” entre los objetivos de los viajes que proponía.
Una ruta cuidadosamente planeada
Bird recibió mucha ayuda por parte de otras figuras prominentes del momento, que incluían a misioneros y otros extranjeros residentes en los puertos del tratado, entre ellos Heinrich von Siebold, el segundo hijo del famoso naturalista y físico Philipp Franz von Siebold; Basil Hall Chamberlain, el famoso japonólogo; James Curtis Hepburn, inventor de un conocido sistema de transliteración del idioma japonés; Ernest Satow y otros diplomáticos. Y por la parte japonesa, gente del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ministerio del Interior y la Comisión de Desarrollo de Hokkaidō, a cargo del desarrollo de los territorios del norte recién incorporados. Todo esto llegó por medio de los buenos oficios de Parkes. La ayuda por el lado japonés se extendió hasta funcionarios a un nivel más local, además de médicos, profesores, posaderos y niños. La gente de los pueblos realizó actuaciones especiales de juegos y entretenimientos de invierno en pleno verano, y organizó eventos tales como funerales y bodas en beneficio de la exótica visitante.
Uno de los principales objetivos de Bird en sus viajes era comprender la cultura y la sociedad de los ainus, y ofrecer un registro escrito de las mismas. Para ello, también gracias a Parkes, recibió una ayuda indispensable por parte del jefe ainu Himura Penriuku, y muchos otros ainus de Biratori. A cualquier parte que viajara, en la parte norte de Honshū, las gentes de la región quedaban fascinadas por Bird y hacían lo posible por lograr ver un atisbo de su figura, a veces incluso haciendo pequeños agujeros en los paneles de las puertas corredizas de papel para conseguirlo. Como su guía e intérprete, Itō había hecho circular rumores de que su jefa era una gran persona.
Bird y sus viajes aparecieron a menudo en los periódicos locales, y la gente era muy consciente de que la viajera estaba allí para observar las costumbres locales. Su itinerario no era aleatorio, sino que fue meticulosamente planificado en cada etapa del camino, por adelantado, según sus objetivos. En un punto, por ejemplo, Bird viajó hacia el norte desde Nikkō, Tochigi, hasta Aizu, Fukushima, y desde allí a Tsugawa, Niigata, en barco por el río Agano para desembocar en la ciudad de Niigata, en la costa del mar de Japón. Se eligió esta ruta porque, como puerto del tratado, en Niigata residían algunos misioneros cristianos, y Bird sabía que allí podría estudiar sus actividades y aprender sobre las condiciones locales de Niigata. La copia del mapa de Japón de Brunton, que Bird utilizó durante sus viajes, también había sido preparada para ella por orden expresa de Parkes.
Actividad misionera en el norte de Japón
La principal base de operaciones de Bird durante sus viajes fue la legación británica, donde pasó un total de 50 días. Fuera de Tokio, cinco de los ocho lugares donde pasó la mayor parte del tiempo eran establecimientos con conexiones con la cristiandad, incluyendo misiones y la Escuela Femenina Dōshisha. Tampoco es que sus intereses estuvieran limitados a la Sociedad Misionera de la Iglesia (grupo evangélico de origen británico); también visitó puestos de la Junta Americana de Comisionados para las Misiones Extranjeras (la primera organización misionera de Norteamérica) en Kioto, Kobe y Osaka. (Se había puesto en contacto con la Junta antes de visitar Japón.)
La importancia que Bird concedió a las actividades misioneras se refleja en el hecho de que concluye el segundo volumen de su libro con un argumento con el que subraya lo significativo que era para ella ver una mayor acogida de la fe cristiana por parte de los japoneses, sobre todo en Hokkaidō. El asentamiento Ainu de Biratori fue el séptimo lugar que visitó, por orden de duración de la estancia (pasó allí tanto tiempo como en Osaka). Se quedó en Biratori tres noches y cuatro días, en casa del jefe local Penriuku, y trabajó con energía para aprender tanto como pudo de todos los aspectos de la vida y la cultura de los ainus. Nos legó un registro excepcional, estrechamente ligado a los esfuerzos misioneros por convertir a los ainus al cristianismo.
Pero pese a toda la importancia que concedía a las actividades misioneras, Bird mantuvo siempre un sano interés por todo lo que veía y todas las personas a quienes conocía en sus viajes. Sus vívidas descripciones y la forma clara y honesta de expresar sus impresiones y pensamientos son lo que hace que su libro merezca la pena ser leído hoy en día. Su capacidad de observación, perfeccionada desde su infancia, le permitió registrar su viaje a cada momento. Es esto, más que ninguna otra cosa, lo que la convirtió en una escritora de viajes tan notable.
La edición abreviada, fuente de malentendidos
Las observaciones de Bird se publicaron en un libro titulado Unbeaten Tracks in Japan... pero esa edición en dos volúmenes no fue la que conoce por ese nombre la mayoría de los lectores hoy día. El título se ha visto cubierto de malentendidos, y muchas personas que no saben nada sobre el libro lo consideran un relato personal de un viaje individual a Hokkaidō realizado por una dama británica de mediana edad, llena de curiosidad. La idea general es que el propio libro era en esencia una recopilación de cartas que escribió a su familia durante sus viajes. Este ha sido el punto de vista incluso entre los expertos que han estudiado la obra de Bird en Gran Bretaña y en los Estados Unidos. ¿Por qué?
La razón principal es que después de la edición original en dos volúmenes del libro de Bird se publicara con gran éxito, el editor, John Murray III, decidió publicar una versión abreviada, reduciendo la longitud del libro a la mitad y convirtiéndolo en una crónica más típicamente “femenina” de viaje y aventuras. Esta versión se publicó cinco años después de la original, con la misma encuadernación y portada, y reemplazó a la postre el original en dos volúmenes; la mayor parte de las reimpresiones modernas se han basado en esta versión abreviada. Como resultado, muchas personas concluyen ahora que ese diario de viaje simplificado era la versión original.
Lo mismo sucedió en Japón. En 1978 apareció una traducción al japonés de la mano de Takanashi Kenkichi, basada en la edición abreviada. El libro se vendió bien, aprovechando la ola de popularidad de que gozaba la literatura de viajes en ese momento, y esa traducción continúa leyéndose ampliamente hoy día, e incluso se publicó una versión barata de bolsillo en 2000. También se publicó un libro de comentarios firmado por el eminente etnógrafo Miyamoto Tsuneichi y basado en esa traducción. Aunque Takanashi sabía de la existencia de la edición original en dos volúmenes no logró comprender muchos aspectos de la personalidad y la filosofía de Bird, el trasfondo histórico de sus viajes y la verdadera naturaleza del periplo en el que se embarcó.
Esta situación ha empeorado debido a las ulteriores ediciones, en las que se han publicado selecciones de extractos que daban la traducción de Takanashi por totalmente fiable. E incluso ediciones basadas en el original en dos volúmenes, al caer en la trampa de considerar el viaje de Bird como algo personal, y su libro como una serie de cartas a casa, eligieron publicar un texto compuesto en la forma coloquial del japonés (usando formas normales en conversación y en cartas personales, en lugar de las formas que se consideran apropiadas para el lenguaje escrito). El mercado se vio inundado de traducciones llenas de errores y de elecciones lingüísticas muy poco apropiadas. Como resultado, aunque Bird sigue siendo más conocida hoy día en Japón que en su Gran Bretaña natal, los problemas inherentes al leer un texto traducido han dado pie a amplios malentendidos sobre el viaje de Bird y su libro.
Para ayudar a eliminar estos malentendidos me encargué de traducir de nuevo la edición original en dos volúmenes. El resultado se publicó en 2012 y 2013 en cuatro volúmenes, que comprenden una traducción completa además de una generosa cantidad de anotaciones para ayudar al lector a comprender la verdadera naturaleza del viaje de Bird a Japón.
También he publicado una traducción de la versión abreviada de los viajes de Isabella Bird y un libro titulado Izabera Bādo to Nihon no tabi (Isabella Bird y sus viajes por Japón), que proporciona un relato completo y exacto, por primera vez, de los eventos que rodearon su famoso viaje. Este libro fue publicado en 2014 por Heibonsha; en 2017 se publicó en inglés, bajo el título Isabella Bird and Japan: A Reassessment (Isabella Bird y Japón: una reevaluación). Espero que estas obras ayuden hasta cierto punto a corregir los numerosos malentendidos que existen sobre Bird y sus viajes a Japón, y lleven la verdadera historia de esta notable mujer a un público nuevo.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Fotografía del encabezado: retrato fotográfico de Isabella Bird realizado en 1881. Imagen cortesía del autor.)