Genji monogatari (1): la obra clásica culmen de la literatura japonesa
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Leer Genji monogatari (Historia de Genji) es una buena manera de conocer no solo la literatura japonesa, sino la cultura japonesa en general. Kawabata Yasunari, ganador del Nobel de literatura de 1968 cuya obra refleja el sentido estético de los japoneses, fue uno de sus lectores. El propio Mishima Yukio, discípulo de Kawabata y considerado en su tiempo también como candidato al premio, sacó ideas de Genji monogatari.
Una obra monumental de 54 volúmenes, escrita a lo largo de 70 años
La obra literaria más antigua de Japón es Kojiki (“registro de cosas antiguas”), un registro histórico completado en el siglo VIII (712), pero es Genji monogatari la de más amplia difusión e impacto cultural entre los japoneses, incluso hasta el siglo XXI.
Han pasado más de mil años desde que se escribiera Genji Monogatari: la autora, Murasaki Shikibu, dejó registrado en su diario, en el año 1008, que se encontraba escribiendo la novela. Eran los principios del siglo XI, un poco antes de que se escribiera en Europa El cantar de Roldán (finales del siglo XI), unos doscientos años antes del Cantar de los nibelungos (principios del XIII), y unos 400 antes de Los cuentos de Canterbury (finales del XIV).
Murasaki Shikibu, como llamaban a la autora, trabajó en la corte imperial. Su padre fue un académico de renombre y autor de poesía de estilo chino. En esa época el sistema político permitía que ciertos políticos ejercieran poder mediante sus consejos para el emperador; en la historia ha quedado registrado el nombre de Fujiwara no Michinaga, el más claro ejemplo de este tipo de poder político. Murasaki servía a la hija de Michinaga, Shōshi, la cual era esposa del emperador Ichijō. Entre las sirvientas de Shōshi también se encontraba la poeta Izumi Shikibu, autora de apasionados wakas (poemas de estilo japonés, por oposición a los de estilo chino) que describían desinhibidos amores.
El emperador Ichijō tenía otra esposa. Se trataba de Teishi, y era sobrina de Michinaga. En la corte se hallaba también Sei Shōnagon, otra autora que escribió sobre su vida al servicio de Teishi en una colección de ensayos llamada Makura no sōshi (El libro de la almohada). Tanto esta obra como Genji monogatari están consideradas como pilares de la literatura japonesa.
Genji monogatari es una obra gigantesca, compuesta por 54 capítulos. La primera parte, más larga, narra la historia del aristócrata Hikaru Genji, mientras que la segunda se centra en sus descendientes. En total, la narrativa cubre unos setenta años. En la primera parte Genji trata de alcanzar la felicidad por medio de sus amoríos, pero en la segunda se muestra a hombres y mujeres a quienes sus romances no hacen felices, en un mundo irracional que no quedaría fuera de lugar en una novela actual.
La vida de Genji, tejida con luces y sombras
Genji monogatari se halla en la cumbre de la literatura japonesa debido a su elegante estilo, sus giros dramáticos, sus peculiares personajes, sus escenas memorables, su espíritu crítico y sus emocionantes temas.
Para empezar, el lenguaje que se emplea en esta obra es altamente poético. Por ejemplo el hermoso título del capítulo 54 -el último- Yume no ukihashi (el puente de los sueños), que hace referencia a lo efímero de la vida, se utilizó en numerosas ocasiones en wakas medievales, y ha aparecido como título de muchas obras modernas y contemporáneas de ficción. Genji ha influido en la literatura japonesa posterior del mismo modo que lo han hecho la Biblia o Shakespeare en la cultura europea.
La historia también abunda en situaciones dramáticas. El protagonista, Hikaru Genji, posee una apariencia atractiva y es hijo del emperador, aunque ha sido separado de la familia imperial; también demuestra poseer un carisma casi sobrenatural. Experimenta una serie de amoríos que parecen cubrir todo el espectro romántico de la literatura universal de ficción: desde adulterio con damas de alta alcurnia y una emperatriz hasta afrentas a tabús religiosos, e incluso un romance con una anciana. Sin embargo su suerte no se detiene, cambiante como las fases de la luna, y continúa experimentando tanto placeres como dificultades.
Hikaru Genji también es viajero. Tras perder su posición se ve obligado a abandonar la capital y parte hacia las provincias. Pasa cerca de un año en Suma (Kobe), y después un año y medio en la zona de Akashi (Hyōgo). Genji queda confinado en una casa muy simple. Un waka de Fujiwara Teika(*1), inspirado en este episodio, inspiró a su vez a Sen no Rikyū en la Edad Media cuando fundó los principios de la ceremonia del té (denominada en un principio wabicha).
Tras sus viajes Genji regresa a la capital y manda construir una mansión llamada Rokujōin para que residan en ella sus mujeres e hijos. El edificio cuenta con cuatro secciones cuadradas de 120 metros de longitud cada una, las cuales representan la belleza de las cuatro estaciones. En Rokujūin Genji puede visitar a sus seres queridos y disfrutar al mismo tiempo de la hermosura de cada estación.
Últimamente está creciendo la fama de los haikus de Matsuo Bashō, poeta de la época Edo (1603-1868). Este tipo de poemas deben, según los cánones, hacer referencia a la estación del año, utilizando para ello una palabra representativa sacada de un diccionario especializado, denominado saijiki. El día a día en Rokujōin, de Genji monogatari, es el origen de ese tipo de diccionarios, condensación del sentido estético japonés.
(*1) ^ El waka, recogido en la recopilación Shinkokinshū, reza: “Miwataseba hana mo momiji mo nakarikeri ura no tomaya no aki no yūgure” (Si miras hacia la bahía no hay flores ni hojas de otoño; solo una puesta de sol de otoño sobre una cabaña); esto hace referencia al pasaje de Genji monogatari del capítulo de Akashi: “Lo cierto es que, más que las flores de la primavera y las hojas del otoño, lo único que se ve es una sombra creciente”.
La influencia de Genji monogatari incluso en las obras de Murakami Haruki
El atractivo protagonista de la historia se encuentra con todo tipo de personajes peculiares. Por ejemplo, Suetsumuhana es una mujer de nariz roja que pese a ser noble, nieta de un emperador, vive en la pobreza. Su nombre procede de un tipo de cártamo, una planta de flores rojas, pero también es un juego de palabras: la parte final de su nombre, “hana”, se puede interpretar en japonés como “flor” o como “nariz”. En Genji monogatari abundan los elementos serios y dramáticos, como los triángulos amorosos y los “hijos del pecado” que surgen de ellos, pero entre ellos aparecen también personajes como Suetsumuhana, princesa de nariz roja, capaces de dotar a la escena de un toque de comedia y arrancarle una sonrisa al lector. Como ella hay docenas de personajes en la novela.
Son muchos los pasajes que resultan inolvidables, una vez leídos. Cuando la esposa de Hikaru Genji comienza un amorío con otro hombre, por ejemplo. Ella oculta una carta enviada por su amante bajo un almohadón, pero Genji la encuentra. El momento del descubrimiento de esa carta de amor se ha convertido en un elemento clásico de la literatura japonesa, contado una y otra vez de mil modos diferentes en obras posteriores.
De este modo, tras leer Genji monogatari uno puede encontrar en la literatura posterior pasajes basados en famosas escenas del inmortal clásico. En ese sentido, Genji monogatari puede considerarse una enciclopedia de la literatura japonesa. Murakami Haruki, de gran fama internacional, incluyó también una escena basada en Genji monogatari en su novela de 2002 Umibe no Kafuka (Kafka en la orilla).
Algo que debe recalcarse sobre Genji es el peso que da a su crítica de la civilización y la sociedad a través de los diálogos de sus personajes. Un buen ejemplo es el pasaje en el que un grupo conversa acerca de “cómo es la mujer perfecta, a los ojos de los hombres”. Otro ejemplo es la reflexión que hace Hikaru Genji en Rokujōin, durante una época de felicidad en su vida, en la que se pregunta para qué se cuentan las historias, pese a ser él el protagonista de una de ellas.
El hecho de que la crítica a la civilización formara parte de manera natural de una obra escrita a principios del siglo XI nos da una idea del auge cultural que experimentaba la sociedad japonesa en ese momento. Miyabi, un concepto cultural de esa época, se veía representado por conversaciones en la corte entre hombres nobles y sirvientas intelectuales, y se combinaba con una observación aguda del ser humano para formar un espíritu crítico. A medida que uno lee Genji monogatari va preguntándose de forma natural qué significa estar vivo y ser humano.
La representación de Genji en las bellas artes
El tema principal de Genji monogatari consiste en ver cómo la alegría de vivir termina por convertirse en tristeza, a medida que el destino conduce a los personajes hacia la desesperación por su incapacidad de amar a otros como debieran. Seguramente podrían decirnos que se trata de un tema presente en la literatura de cualquier país del mundo, y tendrían razón. Y sin embargo, en el interior del lector resuena una emoción duradera al ver cómo ni siquiera Genji, un personaje dotado de una hermosa apariencia y todo tipo de talentos artísticos, puede hacer felices a sus amantes, y termina sufriendo. Este sentimiento, impactante y puro, que parmanece con nosotros incluso después de haber terminado la novela, es su mayor encanto.
Genji monogatari cuenta con más de un milenio de amor por parte de sus lectores, y ha influido en otras artes además de las literarias. Sobre todo lo ha hecho en las bellas artes. Son muchos los cuadros, rollos y biombos que representan escenas de la novela. Quien los contempla puede tratar de adivinar de qué momento se trata, basándose en las actividades de la corte, los personajes, la estación o el paisaje que se muestran. Por medio de esa contemplación de las obras se puede visitar de nuevo esa historia del siglo XI, y experimentar otra vez las vidas, llenas de belleza y dolor, de sus personajes.
Aquellos que aún no han leído Genji monogatari quizá sientan interés al disfrutar de las imágenes de los rollos y biombos, y deseos de conocer ese atractivo mundo representado en ellas, algo que se puede trasnformar en motivación para leer la novela.
Bienvenidos al mundo de Genji monogatari. En sus páginas, como si de una enciclopedia, o incluso unos grandes almacenes se tratara, podemos asomarnos a la totalidad de la cultura japonesa. Sus tesoros, llenos de belleza y atractivo, pueden servir a los lectores de esta época en sus vidas actuales.
(Traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: “Genji monogatari Suma / Matsukaze - parte derecha” (Fondo del Museo de Historia de la Universidad Gakushūin). Hikaru Genji es el personaje de la izquierda. Genji añora la capital y contempla el mar junto a Suma, con el pecho lleno de dolor. En la habitación contigua, sus sirvientes esperan, ociosos.)