La verdad histórica del maestro de la espada Miyamoto Musashi y su obra escrita

Historia Cultura

Miyamoto Musashi fue un mítico maestro de la espada de principios del periodo Edo. A lo largo de su vida se batió en duelo a muerte más de 60 veces, sin conocer la derrota. En sus últimos años completó su Libro de los cinco anillos, considerado la cima de literatura japonesa sobre el arte de la espada.

A la búsqueda de una visión universal

Esta obra está perfectamente estructurada en cinco partes o “anillos” inspirados en cada uno de los cinco elementos de la naturaleza: tierra, agua, fuego, aire y vacío.

En el Capítulo de la Tierra, se explica a grandes rasgos qué camino ha de seguir el guerrero.

El guerrero puede serlo a título individual o como general, al frente de una gran tropa. Habrá de adiestrarse para saber cómo luchar y estudiar también las tácticas de batalla. Su formación deberá estar orientada a ser útil siempre y en todo lugar. Puesto que el bushi porta dos espadas, en previsión de su participación en una batalla real, deberá portarlas también durante su adiestramiento. Además de la espada, deberá conocer también las características de la lanza, la naginata (especie de sable de mango muy largo que se maneja con ambas manos), el arco y las flechas, además de las armas de fuego, y saber servirse convenientemente de ellas en el combate. El general deberá juzgar la competencia de sus subordinados y utilizar al hombre más indicado para cada posición o función. Para recorrer su camino, el bushi deberá adiestrarse rechazando cualquier pensamiento impuro. Deberá también ampliar su campo practicando diversas artes y emplearse en diversos oficios para tener un buen conocimiento de la sociedad, sin por ello dejar de tener una clara visión de lo que todo ello puede reportarle o quitarle, y salvaguardando siempre la autonomía de su juicio. Habrá de tener muy en cuenta todo lo que escapa al ojo y considerar con cuidado el menor indicio, concentrarse en su adiestramiento y evitar siempre las acciones inútiles. Son enseñanzas que podrían ser aplicadas a cualquier campo.

El Capítulo del Agua expone la teoría del manejo de la espada, núcleo del adiestramiento del guerrero.

En primer lugar, nos habla de la disposición de ánimo, la posición de combate y la mirada, tres aspectos fundamentales del arte del que trata. Pero insiste también en que para poder entrar en acción inmediatamente y sin caer en descuidos es importante adiestrarse partiendo de la propia vida diaria. Las formas de empuñar la espada larga son cinco (alta, media, baja, lateral izquierda y lateral derecha) y el bushi habrá de buscar siempre la que le permitan herir al adversario con más facilidad. Procurará adquirir una técnica que le permita blandir la espada desde la posición inicial con la mayor sencillez. Para desarrollar la destreza, habrá de practicar las cinco posiciones de partida, pero no confiarse a fórmulas establecidas, sino posicionarse ante cada adversario de la forma que sea más fácil llegar él aguzando los sentidos y buscando la autosuperación. Teniendo siempre en mente que hoy debe ser mejor que ayer, mañana vencer al rival débil y pasado mañana al fuerte, persistirá en el adiestramiento tantos días como sea necesario. Se trata, pues, de entrenarse aspirando a adquirir una técnica más depurada, e ir curtiéndose acumulando experiencias a lo largo de los años.

El Capítulo del Fuego trata de la teoría del combate.

Para empezar, el bushi luchará utilizando en beneficio propio y perjuicio del adversario todas las condiciones que presente el campo de batalla, para lo que habrá de examinarlo bien en todos los aspectos, desde el ángulo en que incide la luz hasta las irregularidades del terreno. Deberá también conocer bien al enemigo, para impedir que aproveche sus fortalezas y atacar mejor sus puntos débiles. Una vez controlada la técnica del adversario, habrá de saber prever sus movimientos para tener siempre preparada una respuesta instantánea y abortar así sus ataques. Irá derrotándolo obligándolo a moverse y sacando partido de sus movimientos. La lucha es también psicológica y el bushi deberá conseguir sumir al adversario en la duda, alterar su equilibrio mental y cuando este muestre su debilidad, vencerlo con un rápido ataque. Cuando el combate es múltiple también tendrá que moverse tomando la iniciativa y atacar cuando dos o más enemigos convergen en un mismo punto. Si la estrategia falla dos veces, a la tercera deberá probar otra forma de ataque. Este deberá ser tan esmerado como audaz. El bushi no bajará la guardia nunca hasta que la victoria sea suya.

El Capítulo del Aire señala los errores de otras escuelas y se reafirma en el camino correcto.

Deberán buscarse principios que funcionen en cualquier situación. No hay que obsesionarse demasiado con las posiciones de partida ni con ninguna otra fórmula “externa” de las aprendidas en los entrenamientos, sino posicionarse ante el adversario de la forma más práctica en cada situación y saber aprovechar todo lo que la espada da de sí. Musashi rechaza las “fórmulas secretas” transmitidas e invita a enseñar sin depender de métodos. Hace hincapié en la necesidad de que, quien aprende, lo haga comprendiendo y asimilando con facilidad. Musashi propugna una enseñanza consistente en mostrar el camino correcto considerando la capacidad de comprensión de cada discípulo, haciendo que se deshaga de sus manías o propensiones y de sus creencias gratuitas para que sea él mismo quien acabe viviendo como un verdadero guerrero, libre ya de toda vacilación.

En el Capítulo del Vacío se explica cómo avanzar en el camino de la espada y cuál es su forma más elevada o perfecta de dominio.

Puesto que las variadas formas de error existentes son todas producto de creencias injustificadas, es importante seguir observándose permanentemente a sí mismo y percatándose del “vacío”. Si uno continúa mejorando su técnica y curtiéndose en cuerpo y alma, con perseverancia llegará a un punto en el que todo es luz, en el que no hay ni sombra de duda. Eso es lo que Musashi llama “el vacío verdadero”.

En su juventud, Musashi salió vencedor de muchos duelos a muerte, pero persiguió siempre lo más amplio y universal, eliminando lo superfluo y tratando de conseguir la forma más efectiva y racional. El Libro de los cinco anillos, que es el legado que ha dejado a la posteridad tras haber alcanzado el dominio total de este arte, muestra cómo debe vivir un verdadero bushi sobre la base de lo aprendido en el entrenamiento, pero al mismo tiempo logra transmitir lo más esencial de la profesión del samurái, un mensaje que ha resistido el paso del tiempo y que sigue vivo hoy, casi cuatro siglos después de su muerte.

Fotografía del encabezado: copia manuscrita del Libro de los cinco anillos, realizada por uno de los discípulos directos de Musashi. Se desconoce si se ha conservado algún original. (Colección del Museo Eisei Bunko)

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