Osaka: la ciudad del agua se prepara para su tercera Expo
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Naniwa, punto neurálgico de la antigua red de caminos
Osaka es la “capital del agua”. La red de canales que atraviesan su distrito comercial estimuló su desarrollo, y se convirtió en los cimientos que sustentan la vida de los habitantes de la zona. El concurrido barrio Minami, con Dōtonbori, su paseo central, lleno de anuncios gigantes, Nakanoshima y sus instalaciones públicas, el castillo de Osaka, rodeado por un foso, la zona de la bahía, donde se encuentran el parque temático Universal Studios Japan y el acuario… muchos de los lugares más turísticos de la ciudad se hallan junto al río o el mar.
Si nos remontamos al pasado veremos que la antigua Osaka se desarrolló gracias al río Yodo, que nace en el lago Biwa, y al río Yamato, que recoge las aguas de la cuenca de Nara y fluye hacia el oeste, en la zona de su desembocadura en el mar. Aparte del promontorio Uemachi Daichi, una especie de península, se formaron por sedimentación de la tierra y arena arrastradas por la corriente de los ríos un buen número de bancos de arena denominados Naniwa Yasoshima.
Esta zona se denominaba antiguamente Naniwa. Se usaron muchos caracteres diferentes para escribir su nombre, pero todos ellos transmitían la imagen de una tierra por cuya superficie el agua fluía con velocidad hacia el mar.
El desarrollo de Osaka se debe precisamente a esta ubicación. En la antigüedad, en la parte alta de la cuenca del río Yamato se fundaron las que serían capitales en distintas épocas, Asukakyō, Fujiwarakyō y también Heijōkyō, capital durante el periodo Nara. En Naniwa, articulación esencial en las comunicaciones entre la capital y el mar, se construyó un puerto denominado Naniwatsu. De él partieron barcos con emisarios a China (dinastías Sui y Tang) y a otros destinos.
Naniwa, como ciudad portuaria, hacía las veces de capital secundaria, completando con su puerto la capital. Fue declarada capital dos veces: en el año 645, cuando el emperador mandó construir el palacio Naniwa Nagara-no-Toyosaki, y en el 744, adoptando el nombre Naniwakyō. La historia urbana de Osaka se remonta, pues, al siglo VII.
El santuario Sumiyoshi, que incluso hoy día atrae un gran fervor, es un terreno sagrado que trae a la mente del visitante la fundación misma de la ciudad de Osaka. La propia disposición de los edificios de la parte oeste del templo, orientados hacia el mar, se asemeja a una flota naval. Los tres dioses del santuario provienen del mar, y actúan como protectores de los barcos durante sus travesías.
Osaka, centro económico y cultural
Naniwa comenzó a ser llamado Osaka en el siglo XV. Se trata de un enclave estratégico tanto militar como políticamente, debido a su posición en las vías de transporte. Aquellos dotados de poder, en cada época, trataron de hacerse con el control de la zona. En 1532 Rennyō, un famoso monje budista, fundó el asentamiento jinaichō (una especie de aldea budista autónoma) de Ishiyama Hongan-ji. Tras la guerra del mismo nombre, en 1583, Toyotomi Hideyoshi construyó en ese lugar el castillo de Osaka.
En 1615, tras la muerte de Toyotomi en el asedio de Osaka, el Gobierno del bakufu de Edo pasó a controlar la región directamente. Se excavaron canales a diestro y siniestro y se estableció todo un barrio a los pies del castillo. Se mejoró el terreno, una zona originalmente cenagosa, y los canales creados para el desagüe pasaron a servir para la navegación de embarcaciones. De todas partes del país acudieron mercaderes y artesanos, que ayudaron a construir las bases de la prosperidad que dura hasta hoy día.
Como resultado, Osaka se convirtió en la “mayor cocina del país”, en la que se intercambiaban todo tipo de mercancías. Productos de cada rincón del país llegaban a la ciudad cargados en barcos que seguían la costa del Pacífico o el Mar Interior de Seto, y así iban formando todo tipo de mercados. También se creó un canal fluvial entre Osaka y Kioto, la capital, además de la red de rutas terrestres que partían de Osaka.
Los almacenes de los distintos señores feudales desempeñaron un papel muy importante en las actividades económicas de Osaka. Estos líderes territoriales debían pagar impuestos al bakufu, y en esas ocasiones tenían que enviar la recaudación anual en arroz recogida en sus territorios hasta esos almacenes, alineados junto al río, en Osaka, para convertirla en una cierta cantidad de dinero, según los precios del mercado. La Oficina del Arroz (Komekaisho), un lugar para estas transacciones construido en Dōjimahama, pasó a la historia como el primer mercado del mundo en implementar contratos forward.
Osaka, en cuanto centro económico, también era centro cultural. Desde la segunda mitad del siglo XVII hasta el siglo XVIII se convirtió en el centro de la llamada “cultura Genroku”, un periodo de exhuberancia durante el cual los ciudadanos, que habían ido haciendo cierta fortuna, impulsaron las ciencias y desarrollaron artes escénicas como el kabuki kamigata (estilo de Kioto y alrededores), el ningyōjōruri, una de las ramas del bunraku. Reunió a artistas como Ihara Saikaku, escritor que plasmó en sus páginas las figuras de los transeúntes y los valores de los comerciantes, y vio crecer la fama de las obras de teatro de Chikamatsu Monzaemon. Dōtonbori, con sus hileras de pequeños teatros, experimentó un gran desarrollo como zona de entretenimiento.
Del “Manchester Oriental” a “la Gran Osaka”
Al comenzar la era moderna, el segundo carácter empleado para escribir el nombre de Osaka fue alterado. Se dice que los occidentales que visitaban la ciudad, a finales del período Edo, consideraban aquel corazón del comercio y sus importantes canales como el “París de Oriente”. Y al señalar el paisaje de locales comerciales que se alineaban junto al agua, hablaban de la “Venecia Oriental”.
El Gobierno Meiji estableció a lo largo de los canales determinadas fábricas de corte moderno, como la casa de la moneda o los arsenales. El sector privado también se dedicó a la producción de maquinaria y los astilleros. Una vez comenzó el auge de la industria textil y los campos relacionados, se empezó también a apodar a Osaka como el “Manchester Oriental”, en recuerdo de la ciudad británica que había visto nacer la revolución industrial.
La población de la ciudad crecía a medida que su industria avanzaba. A este aumento poblacional se sumó el traslado de los damnificados por el Gran Terremoto de Kantō que tuvo lugar en 1923. Se debía, para ello, asegurar nuevas zonas residenciales e industriales; para ello, en 1925 se realizó una fusión de 44 municipios colindantes. Como resultado, se habilitó una superficie de 181 kilómetros cuadrados para un total de 2.110.000 personas, una población superior a la de Tokio, convirtiendo la zona en el mayor espacio comercial de toda Asia. Osaka logró así equipararse a otras grandes metrópolis del mundo, como Nueva York, Londres, París o Berlín. La ciudadanía alabó la nueva prosperidad de la ciudad, con su territorio ampliado, y comenzó con orgullo a llamarla “Daiosaka” (la Gran Osaka).
En esa época la ciudad comenzó a mejorar su infraestructura: carreteras interurbanas y ferrocarriles de alta velocidad, acueductos y alcantarillado, etc. También se expandieron edificios e instalaciones culturales, como la Sala Central Pública de Osaka, el Museo de la Electricidad, el parque zoológico Tennōji o el torreón reconstruido del castillo de Osaka, donde se encuentra el Museo de Historia.
“El primer parque acuático de Japón”; así se anunciaba el parque Nakanoshima, diseñado al estilo parisino. El mercado central al por mayor está también influido en sus formas por la vanguardia alemana y europea en general. Midōsuji, la calle principal del centro de Osaka, está flanqueada por edificios de gran belleza, que nada tienen que envidiar a los de otras grandes ciudades del mundo; de ella se eliminaron los cables eléctricos tendidos al aire y se instaló alumbrado público. A ambos lados se plantaron árboles; se eligió el gingko por originario de Oriente para señalar que Osaka se enorgullecía de considerarse una ciudad de primera clase en Asia.
Así nació la moderna ciudad cultural que es hoy día Osaka. Reúne en las calles de sus distritos Shinsaibashisuji y Sakaisuji grandes almacenes, rascacielos y numerosas tiendas, mientras que los barrios de entretenimiento cuentan con populares cafeterías. Las líneas ferroviarias de los suburbios se ampliaron en todas direcciones, y se crearon áreas residenciales en las afueras, al estilo de las pequeñas ciudades británicas del campo. Al mismo tiempo, las compañías ferroviarias también se encargaban de operar los complejos deportivos, las instalaciones en las playas y los parques de atracciones. Entre semana llevaban a los trabajadores hasta el centro urbano, mientras que los días festivos transportaban a muchas familias hasta las afueras. Lugares como Umeda y Nanba, convertidos en terminales de tren, vieron aparecer grandes almacenes en el edificio mismo de la estación, y cerca de ella se construyeron también cines y teatros; se trataba de los puntos neurálgicos de la nueva cultura.
“Daiosaka” era también una ciudad portuaria abierta al mundo. En su puerto construyó una planta de ensamblaje un fabricante de automóviles estadounidense. Saliendo de Osaka, y a través del Mar Interior de Seto, los barcos cruzaban las aguas hacia la península coreana o China, y más allá, hacia los países del Sudeste Asiático, con lo que comenzaron a operar también travesías de pasajeros a gran escala.
Una ciudad internacional tomando impulso para su tercera Expo
La Guerra del Pacífico vio arder el centro urbano de Osaka, pero durante la posguerra se logró una reconstrucción realmente admirable.
La primera Exposición Universal de Japón (La Expo de Osaka de 1970) se celebró en Senrikyūryō como símbolo del rápido crecimiento económico que experimentaba el país. Se trataba de la primera exposición universal celebrada en Asia, y contaba con el tema “La promoción y armonía de la humanidad”; resultó un gran éxito que atrajo a 64.218.770 visitantes. En 1990 se celebró la Exposición Internacional de Flores y Plantas en el parque Tsurumi Ryokuchi, y sirvió para demostrar tanto a los japoneses como a los extranjeros la importancia de las zonas verdes en áreas urbanas.
Teniendo en cuenta toda la historia de Osaka, resulta evidente que su esencia se puede encontrar sobre todo en el aspecto más internacional de la ciudad. Desde la antigüedad hasta la era moderna, e incluso hasta nuestros días, Osaka ha seguido desarrollando y manteniendo una clara conciencia de sus vínculos con el mundo, tanto como ciudad comercial como en su calidad de ciudad portuaria.
Debido a su historia, los habitantes de Osaka poseen un temperamento abierto. Han recibido a numerosas personas de todas partes, y son tolerantes hacia otros valores diferentes y nuevas culturas. Es decir, que Osaka posee una gran diversidad. Y al mismo tiempo en Osaka existe una tendencia a valorar y divertirse con las personas que muestran ideas y personalidades únicas y diferentes.
En 2018 logró ser elegida como ciudad anfitriona para la Exposición Mundial de Osaka-Kansai 2025, su tercera exposición internacional. Se celebrará en Yumeshima, una isla artificial en la Bahía de Osaka. Su tema será “El diseño de una sociedad futura que sustente la vida”. Por medio de la colaboración (“co-creación”) con personas de todo el mundo, se reconocerá la diversidad y se propondrá una nueva sociedad donde la vida de cada persona pueda brillar. La exposición ha lanzado un llamamiento para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Esta “capital de agua”, de espíritu abierto, proclama un nuevo mensaje a la sociedad internacional y al futuro que se avecina.
(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: el castillo de Osaka, construido en el lugar en el que se levantaba el templo Honganji. El castillo se alza en el centro de la ciudad, rodeado de fosos, presencia simbólica de la ciudad del agua. @Oficina de Turismo de la Ciudad de Osaka)