La Embajada Iwakura: un viaje en busca de un futuro para Japón

Historia Cultura

En 1871, cuando el triunfo de la Restauración Meiji acababa apenas de dar forma a un nuevo Estado japonés, los líderes políticos de este movimiento, acompañados por una pléyade de funcionarios y jóvenes estudiantes, partieron en un viaje a ultramar cuyo objetivo era sentar las bases del nuevo Estado. La Embajada Iwakura permitió a sus más de 100 integrantes hacerse una clara idea de por dónde iban los tiros en el mundo de la época.

Si echamos la vista atrás y vemos lo que han sido los últimos 150 años de historia de Japón, sentimos que los éxitos y fracasos que ha experimentado pueden dividirse en tres grandes periodos. La época más llamativa son los aproximadamente 50 años de la era Meiji (1868-1912), durante los cuales Japón triunfa en su primera modernización, obtiene la victoria en la Guerra Ruso-Japonesa (1904-1905) y entra también en el club de los vencedores de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), sucesos que lo convierten en una de las cinco grandes potencias del mundo. Sin embargo, vemos cómo en la siguiente fase los éxitos se le atragantan, entra en una deriva hacia un Estado militarista y marcha hacia una gran derrota que a punto está de acarrear su destrucción como país. Luego, soportando las humillaciones de la ocupación, consigue a duras penas preservar su estructura como Estado independiente y entra así en una tercera fase, durante la cual consigue un milagroso desarrollo que lo alza hasta el segundo puesto entre las potencias económicas del mundo.

Y hoy en día, aunque se diga que no termina de salir de una larga depresión, Japón sigue ostentando el tercer PIB mayor del mundo y su pueblo disfruta de paz y de un alto nivel de vida. Huelga decir que todo este auge económico encuentra su base en el éxito de la modernización llevada a cabo a raíz de la Restaución Meiji. Pero, ¿cuál fue el punto de partida de aquella modernización? ¿No habría sido el periplo protagonizado por los hombres de la Embajada (Misión) Iwakura, a principios de la era Meiji?

Tres revolucionarios que salen repentinamente de viaje

En julio de 1871, el nuevo Gobierno Meiji lleva a cabo con éxito una revolución incruenta: unifica el país eliminando los cerca de 300 señoríos o feudos existentes e instaura un sistema de prefecturas o provincias. Esto fue posible gracias a la autoridad que inspiraba el Emperador, quien, actuando como sumo sacerdote, señala como senda divina esa “providencia de la naturaleza”. Esto supuso la gran transformación de un país que llevaba 260 años regido por los shogunes y trajo también el desmantelamiento del sistema feudal. Apenas cuatro meses más tarde, los principales responsables de esa revolución, Iwakura Tomomi, en el papel de embajador extraordinario y plenipotenciario, Kido Takayoshi y Ōkubo Toshimichi, se enrolan en una misión de año y medio de duración que los llevará a los principales países occidentales. ¿Podrá encontrarse en la historia del mundo un país cuyos líderes revolucionarios hayan partido al extranjero apenas completada su gesta y pasado de un país a otro en busca del mejor modelo para un nuevo Estado?

Iwakura Taishi Ōbei haken (“Envío a los países occidentales de la Embajada Iwakura”, por Yamaguchi Hōshun (colección de la Galería de Pintura Conmemorativa de Meiji). El cuadro retrata a quienes parten y a quienes salen a despedirlos. Al fondo aguarda el America, buque que los llevará a ultramar.
Iwakura Taishi Ōbei haken (“Envío a los países occidentales de la Embajada Iwakura”, por Yamaguchi Hōshun (colección de la Galería de Pintura Conmemorativa de Meiji). El cuadro retrata a quienes parten y a quienes salen a despedirlos. Al fondo aguarda el America, buque que los llevará a ultramar.

Participaban en la misión, además de los referidos personajes, 50 líderes de la siguiente generación, con Itō Hirobumi a la cabeza, y otros cincuenta jóvenes que proseguirán sus estudios en el extranjero. Lo que se trataba de hacer en esta misión era cristalizar todos los estudios preparatorios sobre la modernización del país que habían hecho Fukuzawa Yukichi, Shibusawa Eiichi y otros intelectuales desde los últimos años del shogunato, algo que no podría haberse realizado si la ejecutiva del nuevo Estado japonés no hubiera tenido la capacidad de actuación necesaria para poner en práctica todos sus planes.

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