Hitos de la cultura pop de la era Heisei: un largo beso de despedida con la era Shōwa
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Tres décadas rompiendo con la era Shōwa
En enero de 1989 la era Shōwa, que había comenzado en 1926, terminó con la muerte del Emperador Hirohito. Ese mismo día comenzó la era Heisei tras la ascensión al trono del hijo de Hirohito, el entonces príncipe heredero Akihito. Tal vez el nombre de la era “Heisei”, que está formado por los caracteres kanji hei (平), que significa paz, y naru (成), que significa “llegar a ser”, llevaba implícito el anhelo de romper con todo lo que la era Shōwa había representado. El reinado de Hirohito (que duró 64 largos años) estuvo marcado por la guerra en Asia, Pearl Harbor, las dos bombas atómicas, la humillación de capitular en la Segunda Guerra Mundial y las penurias consiguientes que dejaron huella en todas las generaciones.
Por otra parte, la era Shōwa trajo la burbuja económica y el fenómeno del “Japón como número uno”. Dio a luz a gigantes de la cultura como los cineastas Kurosawa Akira y Ozu Yasujirō. Tezuka Osamu se convirtió en el venerado representante del manga japonés, mientras que Kawabata Yasunari ganó el Premio Nobel de Literatura en 1968. Tokio acogió los Juegos Olímpicos de 1964, diecinueve años después de su derrota, y Mishima Yukio se convirtió en un símbolo nacional cuando se hizo el seppuku públicamente en 1970 en el cuartel general del Este de la Fuerza Terrestre de Autodefensa en Tokio. En la era Shōwa se cometieron errores imperdonables y a veces hubo episodios de violencia extravagantes, con unos excesos y una crudeza horripilante, y de una tremenda rareza.
Y entonces comenzó la era Heisei (1989-2019), y parecía como si de la noche a la mañana todo se hubiese desinflado. Cuando echamos la vista atrás a los últimos treinta años, vemos lo dura que fue esta era—soportando el peso de una recesión de veinte años en un hombro y una población envejecida y cada vez más recluida en el otro. Mientras que en la era Shōwa todo eran bravuconerías y palabras grandilocuentes, Heisei fue la era de la reducción y los recortes. Incluso las estrellas del pop fueron más pequeñas, personificadas por los distintos grupos de chicos menuditos de Johnny & Associates, la finísima Maeda Atsuko de AKB48, y la delgada diva Amuro Namie, que puso un punto final a su brillante carrera de 25 años en septiembre de 2018.
Mujeres para el Japón de la nueva era
Durante la era Heisei se dedicó mucho tiempo a purificar, perfeccionar y a veces a destruir lo malo del legado de la era Shōwa. Tomemos como ejemplo los retretes de estilo japonés que han sido lo habitual en los baños públicos en la anterior era. Fueron remplazados por retretes de alta tecnología, ahora mundialmente conocidos y tan extraordinarios que se rumoreó que Barack Obama había instalado unos cuantos en la Casa Blanca. O los uniformes escolares femeninos de “marinera”, que durante un tiempo fueron una metáfora de la sexualidad pubescente, y que se sustituyeron por chaquetas y faldas con pliegues. En cuanto esto tuvo lugar, no obstante, las escolares se convirtieron en un fenómeno publicitario sin límite que dio lugar a una cultura centrada en las niñas menores de edad con una alta carga sexual, tremendamente lucrativa y donde la explotación se ejerce sin cargo de conciencia alguno.
Heisei fue una era en la que el sexo y el amor que conlleva se convirtieron en una moneda de cambio a medida que más mujeres japonesas se percataron de que las relaciones románticas pueden ser un sinsentido en comparación con la importancia desmesurada del dinero.
Ninguna quería correr el riesgo de terminar como sus madres criadas en la era Shōwa—paralizadas tras décadas de trabajo doméstico y atrapadas en unos matrimonios monótonos y depresivos al no contar con sus propios ingresos. Los “seriales de moda” de la era Shōwa tardía presentaron el amor y el matrimonio como los componentes gemelos de la felicidad femenina, pero los de la era Heisei exhortaron a la mujer a encontrar su verdadera esencia en el lugar de trabajo.
Estas heroínas de la pantalla surgieron al mismo tiempo que las pizpiretas protagonistas femeninas creadas por Studio Ghibli y su visionario director Miyazaki Hayao. Las heroínas de Miyazaki ponen la independencia por encima del amor y la verdad por encima de la hipocresía. Y tampoco huyen del trabajo duro.
El arte de una era
El escritor Murakami Haruki, mencionado como posible candidato al Premio Nobel durante varios años pero no llegando realmente a obtenerlo, es otro símbolo de la cultura Heisei. El humorista Matayoshi Naoki también destacó con la novela Hibana, una obra llena de monólogos que obtuvo el Premio Akutagawa y fue llevada a la pequeña pantalla en una serie de Netflix. Kitano Takeshi pasó de ser un humorista histriónico a una respetada personalidad mediática, se vio envuelto en un aparatoso accidente de motocicleta y se convirtió en un cineasta de renombre internacional (con películas como Hana-bi, con la que obtuvo un premio en el Festival de Cine de Venecia en 1997), para reinventarse posteriormente un par de veces más buscando el nicho profesional en el que se encuentra más a gusto.
Los directores Koreeda Hirokazu y Kawase Naomi sustituyeron a Ozu y a Kurosawa como principales rivales japoneses en el circuito internacional del cine. Yagira Yūya se convirtió en el actor más joven de la historia en ganar el Premio al Mejor Actor del Festival de Cannes en 2004, a los 13 años, por su interpretación en la película Dare mo shiranai (Nadie sabe) de Koreeda.
Tanto en el medio impreso como en la pantalla, la era Heisei estuvo dominada por chicos como el popular personaje Conan de la serie de animación de Televisión Meitantei Konan (Detective Conan) y Monkey D. Luffy del manga One Piece, registrado en el Libro Guinness de los Récords como la serie más publicada bajo un mismo título. En marzo de 2019 One Piece había vendido ya 450 millones de copias en todo el mundo. En 2018, por otra parte, Meitantei Konan: Zero no shikkōnin (Detective Conan: El caso Zero), la vigésima segunda aparición de este pequeño detective en la gran pantalla, recaudó 9.200 millones de yenes en taquilla, confirmando así la enorme popularidad de este sabueso de siete años.
Si hablamos de los chicos de la era Heisei, debemos mencionar su gran amor por los videojuegos. La Game Boy de Nintendo, lanzada al mercado en abril de 1989 en los albores de la era Heisei, se convirtió en la consola portátil más popular de la historia, superada solo por su sucesora, la Nintendo DS. Pero incluso este súper dúo no pudo competir con la Playstation. La videoconsola original que Sony lanzó en 1994 vendió más de 100 millones de copias, y solo fue superada por su sucesora, la PlayStation 2, de la que se vendieron 150 millones de unidades.
En cierta manera, los videojuegos moldearon la personalidad de los chicos de la era Heisei, que se muestra bastante menos interesado en las relaciones humanas reales que en el mundo de la centelleante pantalla, tanto grande como pequeña. No en vano en la era Heisei hemos vivido el desplome de la tasa de natalidad y el aumento del porcentaje de solteros, este último especialmente alto entre los hombres. Se cree que para 2035 el 50 % de la población japonesa será soltera—pero gracias a juegos como Tetris o Pokémon que pueden ser jugados en la calle, o Mario y Street Fighter en casa, probablemente no habrá tanta soledad.
La era de las idols de Akimoto
En otros aspectos el chico de la era Heisei está representado por Akimoto Yasushi, el magnate de los medios que dio a Japón el sensacional conjunto femenino de pop Onyanko Club en la era Shōwa. Fue una persona adelantada a su época—conocía el enorme potencial de mercado de las estudiantes de instituto, y en 1985 creó un programa vespertino de televisión que giraba en torno a un “club” especial de chicas de entre 14 y 19 años. Este club llegó a tener cerca de 100 integrantes, todas luchando por conseguir un hueco delante de las cámaras. Solo unas pocas afortunadas lograron alcanzar una larga carrera en el mundo de las idols televisivas antes de que Onyanko Club cerrara finalmente en 1987.
En 2005, año 17 de la era Heisei, Akimoto volvió a las andadas con AKB48—el conjunto de idols “que puedes conocer en persona”, según su eslogan. Akimoto construyó un teatro en Akihabara dedicado solo a las actuaciones de AKB48. Al igual que en Onyanko, se animaba a las integrantes de AKB48 a competir entre sí para ser el foco de atención. La gran diferencia fue la accesibilidad—sus fans podían “conocerlas” al terminar cada espectáculo y, en ocasiones, incluso darles la mano.
El resto es bien conocido. La franquicia de AKB48 cuenta ahora con 134 miembros en Japón, y ha dado lugar a conjuntos similares en el país y en toda Asia. El último de ellos aparecerá en la India en 2019. En la actualidad la empresa de Akimoto es tan sólida y popular como unos grandes almacenes, y los fans acérrimos están virando su atención hacia las chika aidoru, o “idols subterráneas”, promocionadas como joyas incipientes y por descubrir que actúan en lugares selectos y con poco público. Estas “chicas subterráneas” abogan por una imagen más práctica y mundana en el escenario, donde hablan sin tapujos de sus trabajos diarios (como camareras en maid cafés, por ejemplo) o aseguran subsistir a base de ramen.
Maneras de decir adios
De alguna forma, la era Heisei se concentró en romper con la era Shōwa, pero lo hizo de la forma más delicada que pudo. Aun así, el adiós fue a veces torpe, emocional y se prolongó tanto como un proceso de divorcio que parecía no terminar. Visto desde otra perspectiva, no obstante, puede parecer más como la escena del beso en una película, perfectamente coreografiada y enormemente dramática—el tipo de beso de despedida que permanece en el recuerdo después de que las luces de la sala se hayan encendido.
(Traducido al español del original en inglés. Fotografía del encabezado: integrantes de AKB48 en el escenario durante una jornada de ocho días y 15 actuaciones en Tokio, el 12 de enero de 2019. © Jiji)
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