Mi punto de vista

¿Eventos deportivos o entretenimiento? Una reflexión sobre los Juegos Olímpicos y Paralímpicos

Deporte Sociedad

Los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2024 comienzan en París en julio, y pueden proporcionarnos una oportunidad ideal para que nos replanteemos el significado de los deportes y la competición, a nivel nacional e internacional.

Teatralidad en París

Los Juegos Olímpicos de Verano de 2024, que comenzaron en París el 26 de julio, prometen ser bastante diferentes de la última competición, que se celebró en Tokio en 2021, la cual se tuvo que posponer un año debido a la pandemia de la COVID-19.

Tokio 2020 no contó con ninguna ceremonia extravagante de apertura, y se celebró sin espectadores. Como resultado se podría decir, sin embargo, que fue un evento centrado en los deportistas, con toda la atención puesta en la propia competición. París 2024, por el contrario, parece predispuesto a convertirse en un gran espectáculo cuya ceremonia de apertura se celebrará sobre barcos flotando sobre el Sena, con eventos deportivos desarrollados en algunos de los lugares más reconocibles de la ciudad: vóley-playa bajo la torre Eiffel, tiro al arco en Los Inválidos, y el nuevo evento de este año, el breaking (break dance), en la plaza de la Concordia. Considerando todo esto, las Olimpiadas de París prometen ser una reunión dedicada a los espectadores, y esto incluirá también a quienes las vean en pantalla, desde sus casas, por todo el mundo.

En este sentido los Juegos Olímpicos de París representan una tendencia que se ha visto en otras olimpiadas en años recientes, y de hecho en eventos deportivos en general. Este tipo de competiciones se muestran cada vez más como puro entretenimiento, casi teatrales en esencia. Los juegos de béisbol se presentan completos con animadoras y mascotas yuru kyara, para entretener a los espectadores, los cuales también alzan pancartas desde sus asientos. Los aficionados que asisten a partidos de fútbol lo hacen vestidos con los uniformes de sus equipos favoritos, agitando banderas y a menudo pintándose la cara con sus logos. Los estadios deportivos se convierten así en gigantescos teatros, en cierto sentido, en los que el público se convierte en parte del evento principal.

El nacionalismo y otras tendencias negativas

Los Juegos Olímpicos de hoy día, como cualquier otro evento deportivo, proporcionan a los atletas un escenario sobre el que brillar. Pero tras ese escenario vemos otras tendencias: la presión que se ejerce sobre el talento de esos atletas, la comercialización pura y dura, un foco absoluto sobre el número de medallas conseguidas… Hasta cierto punto, esas tendencias han servido para elevar la gloria que se asocia con los Juegos Olímpicos y otros eventos deportivos, pero al mismo tiempo han expuesto numerosas contradicciones y serios problemas que subyacen en la esencia misma de los esfuerzos en el deporte.

Uno de esos problemas es el foco excesivo en el desempeño de los deportistas, el cual ha obligado a muchos competidores a buscar métodos farmacéuticos para conseguir cierta ventaja. En eventos en los que se usa equipamiento deportivo, por otro lado, vemos intentos furiosos por analizar científicamente las herramientas y su uso, aumentando al máximo cada posible mejora con la que potenciar el desempeño en otras áreas, aparte de las capacidades físicas y mentales de los propios atletas. En cierto sentido parecemos estar convirtiendo a estos competidores en “robots” a los que se juzga en base a los méritos de las drogas que tomen y el equipamiento avanzado que usen.

El foco en el recuento de medallas, ni que decir tiene, inflama el nacionalismo a medida que los países luchan por obtener más que los demás; en muchos eventos los podios de la victoria los ocupa un conjunto cada vez menor de países deportivamente poderosos, a veces verdaderos titanes de la competición.

En un número creciente de países los atletas son cada vez más competidores profesionales, sea por su pertenencia a equipos profesionales como gracias a patrocinadores corporativos. Esto, sumado a los problemas que ya de por sí genera el patrocinio corporativo de las propias Olimpiadas, nos enfrenta a la pregunta de qué significa el hecho de que ciertas empresas apoyen el deporte.

¿Hora de replantearse las cosas?

Estas tendencias que afectan los Juegos Olímpicos han comenzado también a infectar los Juegos Paralímpicos. Presentados en su origen como una forma de ahondar la participación social de personas con discapacidades, o para aumentar la comprensión del público sobre ellas, estos juegos se reconocen y celebran ahora más como un evento puramente deportivo. Un resultado de ello es la brecha creciente entre lo que ocurre sobre el campo de juego y las vidas reales de las personas con discapacidades en la sociedad, brecha producida, paradójicamente, por el éxito mismo del movimiento paralímpico.

A nivel nacional se pueden observar desarrollos similares en los Juegos de Japón (el antiguo Festival Nacional del Deporte), que se celebra anualmente. Vemos cargas crecientes que se colocan sobre los hombros de la prefectura elegida como anfitriona de este evento, mientras los equipos prefecturales se enzarzan en una fiera persecución de la victoria. El resultado final es que los propios juegos se alejan más y más de los ciudadanos en los que deberían centrarse.

Los Juegos Olímpicos de París de este verano ofrecen una oportunidad ideal para revisar la naturaleza de los movimientos olímpico y paralímpico; y, ciertamente, para considerar las formas idóneas de plantearse todos los grandes eventos deportivos. Ojalá se cree una discusión ampliamente inclusiva que reevalúe el propósito fundamental de los mismos.

(Artículo publicado originalmente en japonés, y traducido al español de su versión en inglés. Imagen del encabezado: los anillos olímpicos expuestos en la torre Eiffel de París el día de la Bastilla, el 14 de julio de 2024 - © Jiji Press.)

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