Tras los pasos de los “cristianos escondidos” en la novela 'Silencio' de Endō Shūsaku

Martin Scorsese abordará en su próxima película el Jesús “vencido” de Endō Shūsaku

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La adaptación de Iesu no shōgai (“La vida de Jesús”) representa la segunda ocasión en que Martin Scorsese lleve al cine una novela de Endō Shūsaku, después de Silencio (2016), basada en Chinmoku. La figura de Jesús como “eterno compañero”, motivo central de esta novela, puede entenderse como un desarrollo temático de Chinmoku. ¿Cómo la abordará el maestro del séptimo arte, a sus 82 años?

El amor, más importante que los milagros

En enero de 2024 Los Angeles Times difundió la noticia de que se había tomado la decisión de llevar al cine Iesu no shōgai (“La vida de Jesús”). Explicaba que, durante su visita al Vaticano en 2023, el director Martin Scorsese había comunicado al papa Francisco su intención de hacer una película sobre la vida de Jesús. El periódico norteamericano precisaba también que la película comenzaría a rodarse en ese mismo año.

Endō Shūsaku publicó Iesu no shōgai en 1973, siete años después de haber publicado Chinmoku (Silencio). La novela se tradujo al inglés, al italiano, al chino y a muchos otros idiomas. Poco después, en Jinsei no fumie, volumen que recoge algunas de sus conferencias, Endō comenta:

“Al escribir Chinmoku, me propuse no adoptar el ángulo de esos espíritus fuertes capaces de soportar la persecución sin renunciar a sus creencias, sino el de las personas débiles, como yo mismo. Si tiene sentido vivir nuestra vida independientemente de que seamos fuertes o débiles, ¿cuál puede ser ese sentido? Ese era uno de los temas de Chinmoku. La dualidad fuerte-débil continuó siendo un tema importante después de Chinmoku. Hacia los fuertes, por supuesto, siento un gran respeto, pero, como alguien que no puede ser fuerte, siempre me he identificado con los débiles. ¿Cómo llegaron los fuertes a serlo? ¿Es la debilidad parte del carácter innato? Pensé mucho sobre esas cosas”.

Endō reconoce que muchas de aquellas cosas las sentía fuera de su alcance o posibilidades. Sin embargo, después de escribir Chinmoku probó a hacer una lectura de la Biblia tomando como protagonistas a esos personajes débiles a quienes él mismo se parecía, y descubrió que este libro enseña cómo los débiles se hicieron fuertes, consiguiendo así una sensación de mayor cercanía.

Sin embargo, el Jesús de Endō no es el Jesús de los milagros. Es un Jesús que defrauda al pueblo y es motivo de odio e irrisión. Un Jesús incomprendido y abandonado por sus propios discípulos. Aun así, queriendo compartir la tristeza y el dolor del prójimo, se propone convertirse en un “eterno compañero” similar a una madre, para lo que elige la muerte en la cruz asumiendo así el sufrimiento de todos los humanos.

Si Jesús es uno de los fuertes, sus discípulos se cuentan entre los débiles. Apenas su maestro es arrestado, huyen en desbandada, porque saben que si se descubre que son sus discípulos los matarán a ellos también. En este punto son como los cristianos japoneses del periodo Edo que, obligados por sus persecutores a pisar imágenes sagradas para demostrar que no son cristianos, ceden ante la amenaza y las pisan.

“Para mí”, continúa Endō en la citada colección de conferencias, “lo más interesante de la Biblia es cómo estos discípulos, siendo débiles, vuelven a reunirse, hablan sobre Jesús, a quien han traicionado, difunden sus enseñanzas y, finalmente, son perseguidos y muertos ellos también. Es decir, cómo los débiles se convierten en fuertes. ¿Pero cómo lo consiguieron?”.

Edición de bolsillo de la Editorial Shinchōsha, de la novela de Endō Shūsaku Iesu no shōgai (“La vida de Jesús”, fila central, segunda por la derecha), entre otros libros expuestos en una librería de Tokio. (Fotografía de Amano Hisaki)
Edición de bolsillo de la Editorial Shinchōsha, de la novela de Endō Shūsaku Iesu no shōgai (“La vida de Jesús”, fila central, segunda por la derecha), entre otros libros expuestos en una librería de Tokio. (Fotografía de Amano Hisaki)

Cómo acercar al público las enseñanzas de Jesús

Endō explica que, al escribir Iesu no shōgai, se impuso la tarea de presentar a Jesús con rasgos muy concretos, a fin de que los lectores no familiarizados con el cristianismo recibieran una impresión lo más clara posible. Tuvo en cuenta la forma en que se le había presentado a lo largo de la historia y dejó correr su imaginación.

Scorsese asegura que situará la acción en un tiempo presente por encima de las épocas históricas, para no sufrir las restricciones que imponen. Explicó también que está tratando de encontrar un nuevo método de acercamiento a Jesús, centrándose en sus enseñanzas, que son el elemento nuclear, y desembarazándose de la carga negativa que tienen las religiones organizadas. Entre los países que se barajan como escenarios de filmación están Israel, Italia y Egipto.

El director Martin Scorsese posa junto a su hija Francesca (izquierda) durante una ceremonia del Festival Internacional de Cine de Turín, Italia, el 7 de octubre de 2024. (Marco Destefanis IPA/Sipa USA vía Reuters Connect)
El director Martin Scorsese posa junto a su hija Francesca (izquierda) durante una ceremonia del Festival Internacional de Cine de Turín, Italia, el 7 de octubre de 2024. (Marco Destefanis IPA/Sipa USA vía Reuters Connect)

Padre e hijo en un particular viaje a Nagasaki

Scorsese nació en una familia norteamericana de origen siciliano y creció en el barrio neoyorquino de Little Italy, que entonces estaba dominado por la mafia. Estos orígenes tienen un reflejo muy marcado en sus creaciones.

Endō Ryūnosuke, hijo único de Shūsaku, actual vicepresidente del directorio de la cadena Fuji TV y presidente de la Federación de Cadenas Privadas de Televisión de Japón, ha manifestado que espera mucho de la película de Scorsese. Para él, la novela Chinmoku viene siempre acompañada de un recuerdo inolvidable: el viaje a Nagasaki en el que acompañó a su padre, que entonces trabajaba en esa obra. El joven Ryūnosuke faltó a la escuela durante esos días.

“Tendría unos 10 años”, recuerda. “De improviso, mi padre me dijo que la semana siguiente haría un viaje de cinco días a Nagasaki con el objeto de investigar para su nueva novela, y me ‘ordenó’ que fuera con él, porque allí aprendería mucho más que en la escuela”.

“Pensé que así podría subir a un avión y comer cosas buenas. Estaba encantado con la propuesta”. Pero las cosas no respondieron exactamente a sus expectativas.

Iban con ellos un miembro de la editorial y una persona de la comunidad cristiana de Nagasaki. El primer día pudieron hacer turismo y probar las especialidades culinarias locales en un famoso restaurante, pero a partir del segundo día comenzaron a entrar en la agenda las visitas a las aldeas que habían alojado las comunidades criptocristianas en Sotome, las islas Gotō y Hirado, un recorrido agotador.

Si el escritor era invitado a entrar en una casa, no se quedaba en ella menos de dos horas. Ryūnosuke esperaba en el coche en compañía del chófer. Pasaba hambre, se hacía oscuro… demasiado para un niño de su edad.

Colmada su paciencia, una noche le dijo a su padre que no veía que estuviera aprendiendo nada. El semblante de su padre se transformó. “¡Si no eres capaz de entender por qué te traje, vuélvete ahora mismo a Tokio!”, le espetó.

“Mi reclamación no era totalmente injustificada. Quizás no supe expresarlo bien. La palabra es el instrumento de trabajo de los escritores y tal vez sean especialmente sensibles a las cosas que les dicen, aunque procedan de un familiar”, reflexiona.

Endō Ryūnosuke a hombros de su padre, en una fotografía conservada en el Museo Literario Endō Shūsaku.
Endō Ryūnosuke a hombros de su padre, en una fotografía conservada en el Museo Literario Endō Shūsaku.

Un humor que late bajo una apariencia de seriedad

Cuenta Ryūnosuke que su padre tenía otra manía engorrosa: su afición a hacer bromas. Recuerda el caso de un empresario con el que su padre tenía amistad. Se acercaban sus bodas de plata y había planeado viajar a Europa con su esposa. El empresario le tenía pánico al avión y, antes de partir, visitó a los Endō en busca de consejo. Quería saber en qué debía fijarse para evitar complicaciones.

“Mi padre, que parecía muy contento, le dijo que tenía que tener cuidado con dos puntos. Lo primero que tenía que hacer era darles propinas a las azafatas: 5.000 yenes a cada una de ellas. Lo segundo era no olvidar el momento en que se pasaba por la línea que separaba un día de otro. Unas dos horas después de despegar de Haneda, el avión pasaría por encima de una línea roja, hecha de plástico, que se vería sobre el mar. El avión bajaría hacia esa línea y él debía estar atento”. La pareja divirtió mucho a la tripulación del avión y recibió un excelente trato hasta la llegada al destino.

Otra anécdota. Ryūnosuke tenía poco más de 15 años cuando se echó novia. Cuando la chica llamaba al hogar de los Endō, lo más probable era que saliera al teléfono el padre, que trabajaba en su despacho.

“Una vez que llamó mi amiga, él le pidió confirmación de que era la ‘señorita’ que la semana pasada había pasado una noche con su hijo durante un viaje. Como la historia era inventada, mi amiga se apresuró a decir que no era ella y colgó el teléfono. Al día siguiente me enteré de lo ocurrido hablando con ella, en la escuela”. Cuando le dije a mi padre que dejara de obstaculizar mis romances, me respondió muy serio: ‘El novelista francés Marcel Proust decía que la estabilidad mata la pasión, pero que la inestabilidad la excita’. Yo pongo un toque de especias en tus amores”.

Un mensaje a una sociedad que corre hacia la intolerancia

Según Ryūnosuke, el Endō Shūsaku humano giraba en torno a la idea de que el hombre es un ser con muchas facetas, de que al mundo no puede aplicársele la dicotomía de bueno o malo. Que no hay personas enteramente buenas ni enteramente malas.

“Hay que pensar, entonces, como reconciliarse con la parte mala, con la parte débil de uno mismo. Para eso es necesario un segundo yo que mire con objetividad al primero. Creo que eso fue lo me lo enseñó mi padre”.

Endō Ryūnosuke, hijo del escritor Endō Shūsaku. Después de graduarse en la Universidad de Keiō en Literatura Francesa, comenzó a trabajar en la cadena Fuji TV en 1981, donde fue director de programas y miembro de la redacción central. “La mayor parte de mis valores los heredé de mi padre”, reflexiona. (Fotografía de Amano Hisaki)
Endō Ryūnosuke, hijo del escritor Endō Shūsaku. Después de graduarse en la Universidad de Keiō en Literatura Francesa, comenzó a trabajar en la cadena Fuji TV en 1981, donde fue director de programas y miembro de la redacción central. “La mayor parte de mis valores los heredé de mi padre”, reflexiona. (Fotografía de Amano Hisaki)

Sin embargo, el mundo camina en el sentido opuesto. Sufrimos una escalada de intolerancia.

“Podrá resultar extraño que una persona del mundo de los medios de comunicación, como yo, diga estas cosas, pero…”, pone de preámbulo, “últimamente, los medios castigan a cualquiera que muestra la menor debilidad, sin que les importe que esto suponga destruir la vida social de esa persona. A veces, cuando oigo a un comentarista especular sobre alguien, me dan ganas de replicarle: ¿Y tú?, ¿eres acaso Dios? ¿Estás en posesión de la verdad?. Creo que ha llegado el momento de hacer una profunda reflexión sobre el funcionamiento de los medios, incluyendo nuestra cadena”.

“Cuando Scorsese lleve al cine Iesu no shōgai, me gustaría que muchos jóvenes de todo el mundo la vieran y sintieran la importancia de amar a los demás desinteresadamente y de dedicar al menos un pensamiento a captar los matices más delicados de los sentimientos ajenos”, concluye.

(Artículo traducido al español del original en japonés. Imagen del encabezado: el director estadounidense de cine Martin Scorsese es recibido en el Vaticano por el papa Francisco el 27 de mayo de 2023 - IPA/ABACA vía Reuters Connect.)

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