Los distintos actos a lo largo del año en Japón
‘Nagatsuki’: septiembre
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La Ceremonia de los Crisantemos, la flor que adorna septiembre
La Ceremonia de los Crisantemos (Chōyō), que se celebra el 9 de septiembre, es el último de los cinco festivales estacionales. Estos se basan en la teoría china sobre el yin yang, según la cual todas las cosas se componen de dos fuerzas antagónicas: el yin y el yang. En este contexto, se considera que los números impares son yang y, por lo tanto, traen buena suerte, mientras que los pares son ying y, por consiguiente, son portadores de mala suerte. En el caso de los cinco festivales estacionales, aunque caen en fechas que incluyen dos números impares y son, por ende, auspiciosos, se piensa que un exceso de yang puede tener el efecto contrario y ser motivo de desgracias, de ahí que existiera la costumbre de ahuyentar a los malos espíritus en tales ocasiones.
Así pues, durante el Chōyō (literalmente, acumulación de yang), cuya fecha —9 de septiembre; o sea, nueve del nueve— contiene una repetición del mayor número yang, el nueve, se llevaban a cabo numerosos actos de carácter anual con el objetivo de rezar por la longevidad y una buena salud. Esto siguió ocurriendo hasta que se prescindió del calendario antiguo.
La mención más ancestral de esta celebración la encontramos en el capítulo del Nihon Shōki (Las crónicas de Japón) dedicado al año 685: un banquete con motivo del Chōyō, Chōyō no utage en japonés. Sin embargo, este ágape dejó de celebrarse posteriormente, dado que el emperador Tenmu falleció el 9 de septiembre del 686 y, por lo tanto, ese día se conmemoraba el aniversario de su muerte.
No obstante, en la primera mitad del siglo IX; concretamente, en el año 807, el emperador Heizei promulgó un decreto por el cual se recuperaba este convite, tal y como se recoge en el Clásico sobre los festivales estacionales: historia de las flores y la cultura de lo cotidiano, de la editorial Yūzankaku. Además, según consta en obras como la Enciclopedia de los distintos actos a lo largo del año, de la editorial Yoshikawa Kōbunkan, en el año 831 pasó a llamarse Chōyō no sechie; es decir, banquete imperial con motivo del festival estacional —sekku— del Chōyō (el “se” de sechie y el de sekku se escriben con el mismo carácter, el de “estación”).
Al Chōyō se lo conoce también como Kiku no sekku; o sea, el Festival de los Crisantemos. Puesto que se creía que esta flor era una medicina milagrosa que alargaba la vida, la gente la ponía en el sake y procedía a bebérselo. Aunque se desconocen los orígenes de esta costumbre, se piensa que se asentó entre la nobleza en el período Heian (794-1185). Luego, con la llegada del período Edo (1603-1868), el shogunato lo reconoció como uno de los cinco festivales estacionales, de ahí que también empezara a calar entre las familias de los samuráis.
A decir verdad, la noción original de la teoría del yin yang, la salud y la longevidad se disipó en esta época: al parecer, esta celebración se reconocía únicamente como un día dedicado a los crisantemos; de hecho, se conserva una obra de arte en la que aparecen la esposa del shōgun y las sirvientas de esta contemplando los crisantemos, una práctica denominada kangiku, en los aposentos privados del castillo de Edo.
El público general también aceptó el Festival de los Crisantemos. La mejora de este género floral durante la era Shōtoku (1711-1716) hizo que aumentara el número de especies y se tradujo incluso en la publicación de un manual de cultivo: la Colección de crisantemos para arriates. Los crisantemos se encontraban en pleno apogeo.
Además, durante la era Bunka (1804-1818) proliferaron las obras elaboradas con crisantemos que consistían en utilizar estas flores para adornar maquetas de barcos o muñecas. Posteriormente, en la era Kōka (1845-1848), el jardinero Imaemon, de Komagome (Edo), cobró fama por sus ingeniosos árboles creados a partir de un único crisantemo al que iba injertando más de estas flores.
El Chōyō tenía relevancia por otra cuestión más: en el calendario antiguo el período que abarca del 1 al 8 de septiembre coincidía con el comienzo del mes de octubre actual. En esta época se llevaba a cabo el cambio de armario, por lo que la gente pasaba de usar prendas de verano a ponerse vestimenta de invierno. Así pues, el Festival de los Crisantemos se convertía en una prueba de que se había completado dicho cambio.
Contemplar la luna y comer kinakomochi durante la decimotercera noche
El día 13 del Nagatsuki, denominado jūsanya (la decimotercera noche), se caracterizaba por la belleza de su luna. También se lo conocía como nochi no tsuki (literalmente, la luna posterior), en contraposición al jūgoya; a saber, la decimoquinta noche del octavo mes según el calendario antiguo. Comparada con la luna llena del 15 de agosto, la del 13 de septiembre tenía una parte en cuarto creciente, algo que se consideraba refinado.
Por si esto fuera poco, también lo llamaban kurimeigetsu, dado que coincidía con la época de cosecha de las castañas (kuri). Sin embargo, la gente no comía ese fruto seco el 13 de septiembre: al igual que en el tsukimi de la decimoquinta noche, lo típico era consumir dango. Según el Libro ilustrado sobre las costumbres de Edo, de Utagawa Hiroshige IV, el dango que se tomaba en la decimoquinta noche estaba relleno de pasta de judías rojas dulce, mientras que en la decimotercera noche también había kinakomochi.
En este contexto, cabe mencionar la existencia del término katatsukimi; o sea, contemplar únicamente una de las dos lunas mencionadas, una práctica que la gente aborrecía por considerarse portadora de mal fario. Teniendo en cuenta que las clases populares de Edo querían que la buena suerte les sonriera en todas las facetas de la vida, esta actitud parece muy propia de ellas.
¿Qué longitud tenía la procesión del Festival de Kanda Myōjin?
En septiembre se celebraban los festivales de muchos santuarios sintoístas. Los de Kanda Myōjin y Shiba Shinmeigū eran de los más concurridos. Este último, que tenía lugar del 11 al 21 de septiembre, destacaba precisamente por su larga duración; por eso se lo conocía también como Daradara Matsuri; esto es, el Festival Dilatado. Por otra parte, dado que en el recinto sagrado se vendía jengibre de Yanaka, toda una especialidad de Edo, existía también la denominación Festival del Jengibre para referirse a él. Los comerciantes de este producto eran personas que habían perdido la vista de un ojo. Así pues, Mekkachi Matsuri y Mekusari Matsuri, Festival de los Tuertos y de la Vista Defectuosa, respectivamente, eran otros dos nombres utilizados para aludir a estos festejos. Cabe pensar que ambos términos, que en la actualidad podrían constituir perfectamente una infracción legal, se les ocurrieron a los hombres de Edo, mal hablados por naturaleza.
El Festival de Kanda Myōjin, por su parte, se celebraba el 15 de septiembre. Este y el de Sannō, del santuario Hie, eran los denominados Festivales Tenka y se alternaban: un año se organizaba uno y el siguiente, el otro.
En los Registros misceláneos del comisario, documento donde el susodicho cargo del shogunato responsable de los templos budistas y los santuarios sintoístas relató sus experiencias, se cuenta que los Festivales de Kanda y Sannō se consideraban unos ritos sintoístas especiales, que era costumbre que la procesión entrara en el recinto del castillo de Edo y que el shōgun los inspeccionaba a veces. En cuanto a esto último, hay una mención del año 1706 en los Registros auténticos de los Tokugawa.
En el Festival de Kanda Myōjin participaban 60 parroquias con un total de 36 dashi. Consecuentemente, una procesión formada por semejante cantidad de carrozas debía de ser larga. Según la Ilustración del Festival de Kanda Myōjin, que data de 1854 y es propiedad de la Biblioteca de la Universidad de Música de Kunitachi, cuando la primera carroza se encontraba en la puerta del Puente Tokiwa (en la actualidad, Ōtemachi, en el distrito de Chiyoda), en el castillo de Edo, la trigésima sexta y última aún estaba en la cuesta Shōhei (a día de hoy, Yushima, en el distrito de Bunkyō), cerca del santuario.
Suponiendo que dicha ilustración refleje fielmente cómo se desarrollaba el festival, la procesión tendría una longitud de 2,5 kilómetros; es decir, la distancia que hay entre Ōtemachi y Yushima. Dicho sea de paso, según el sitio web dedicado al Festival de Kanda, en la actualidad la procesión tiene una longitud de unos 300 metros.
Según el Libro ilustrado sobre las costumbres de Edo, el día del festival los callejones se cercaban y la gente esperaba solemnemente a que pasara la procesión; o sea, la circulación se gestionaba de manera estricta. Aun así, esto no quiere decir que hubiera supervisión oficial, sino que eran los propios ciudadanos los que lo hacían por iniciativa personal. Así pues, se pone de relieve que se trataba de una celebración disciplinada.
El shogunato otorgaba una ayuda económica a los Festivales Tenka, motivo por el cual podía cancelarlos en función de sus propias circunstancias: por ejemplo, en 1771, por el fallecimiento de Shinkan’in, esposa de Tokugawa Ieharu, décimo shōgun; y en 1853, debido a la muerte de Ieyoshi, el decimosegundo en ocupar el cargo.
Bibliografía
- Libro ilustrado de las costumbres de Edo a través del ukiyo-e, supervisado por Satō Yōjin y editado por Fujiwara Chieko (editorial Kawade Shobō).
- Adaptación a la lengua moderna del libro ilustrado sobre las costumbres de Edo, de Kikuchi Kan’ichirō (Utagawa Hiroshige IV) y Kobayashi Shōjirō (editorial Kadokawa Sofia Bunsho).
- Festivales sintoístas de Edo: configuración y ejecución, de Kishikawa Masanori y publicado en la cuarta edición del Informe de la Organización para el Fomento de la Investigación y el Desarrollo de la Universidad Kokugakuin.
Imagen del encabezado: Ilustración del Festival de Tōkyō Kanda Myōjin, propiedad de los Archivos Especiales de la Biblioteca Central Metropolitana de Tokio. De izquierda a derecha: la sexta carroza, de Tōrishinkokuchō; la séptima, de Sudachō Icchōme; la octava, de Sudachō Nichōme, y la novena, de Renjakuchō. El muñeco que corona la octava carroza, inspirado en Guan Yu, de los Registros de los Tres Reinos, se consideraba una obra maestra.
(Traducción al español del original en japonés)