Los distintos actos a lo largo del año en Japón
‘Satsuki’: mayo
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Koinobori: las banderolas con forma de carpa del Día de los Niños
Cada 5 de mayo se celebra en Japón el Día de los Niños, un festivo nacional cuyo objetivo es apreciar la personalidad de los menores y velar por su felicidad. Dicha festividad se conoce desde tiempos antiguos como Tango no sekku.
Desde un punto de vista etimológico, tango significa “el primer caballo”, en referencia al primer día del caballo de cada mes. Sin embargo, como el “go” de “tango” se pronuncia igual que el número cinco, hubo un momento en el que esta palabra se empezó a asociar con el 5 de mayo y, con el tiempo, dicho uso acabó asentándose.
Antiguamente el Jōshi o Hina matsuri (Festival de las Muñecas o Día de las Niñas), que se celebra el 3 de marzo, y el Tango eran actos anuales dedicados a la infancia, sin distinción de sexos. Sin embargo, dado que mayo es la temporada en la que florecen los cálamos aromáticos, cuyo nombre japonés —shōbu— se pronuncia igual que la palabra “militarismo” —en el sentido de cuestiones militares y artes marciales—, este festival se acabó dedicando específicamente a los varones, mientras que el de marzo terminó siendo un acto anual reservado para las féminas.
En el período Kamakura (1185-1333) el Tango no sekku lo celebraban las familias de samuráis con hijos varones. Así pues, la costumbre de colocar cascos kabuto como adorno tiene precisamente su origen en que este acto anual era propio de los guerreros.
En el período Edo (1603-1868), cuando esta práctica se generalizó entre las clases populares, las viviendas de los comerciantes y los artesanos se empezaron a adornar con las banderolas koinobori.
Las carpas, koi en japonés, son unos peces vitales que habitan en aguas estancadas como las de los pantanos. Además, en el Libro de Han Posterior, una obra histórica china, se cuenta que una carpa que subió la cascada Longmen (puerta del dragón), situada en los rápidos del río Amarillo, se transformó en un dragón. Dicha historia dio lugar a la expresión tōryūmon (literalmente, puerta del dragón que sube), que significa “puerta del éxito”; asimismo, inspiró a la gente a colgar unas banderolas con forma de carpa para rezar por que los niños superaran las adversidades y tuvieran éxito en la vida.
No obstante, si nos fijamos en la serie de ukiyo-e El festival, de los cinco grandes, dedicado a la preciada infancia, una obra de Torii Kiyonaga que data del siglo XVIII, observaremos que las banderolas no tienen dibujos de carpas, sino de Kintarō, Momotarō y Takasago (una obra de teatro noh sobre el amor matrimonial y la longevidad). Según el Libro ilustrado de las costumbres de Edo a través del ukiyo-e, de la editorial Kawade Shobō, aunque al principio las banderolas eran así, los modelos con forma de carpa se fueron imponiendo con el paso del tiempo.
De un tiempo a esta parte la situación inmobiliaria en las grandes ciudades ha hecho que disminuya el número de hogares donde se colocan banderolas con forma de carpa. Por el contrario, las iniciativas de revitalización local han dado pie a que en distintas partes del país se organicen actividades en torno a los koinobori: por ejemplo, el Festival de Koinobori que se celebra en Tsuetate Onsen (Aso, Kumamoto), el Festival Koinobori no Sato, que tiene lugar en Tatebayashi (Gunma), y el Kawawatashi del río Shimanto (Kōchi). Ahora que la pandemia ha terminado, seguramente haya muchos turistas que levanten la vista hacia el cielo despejado para admirar el suave ondeo de las banderolas con forma de carpa.
Cabe recordar que existe otra costumbre relacionada con los cálamos aromáticos: los baños de agua caliente con esta planta. Según la tradición oral, el cálamo aromático ahuyenta el mal, por lo que había gente que, llevada por la superstición, lo ponía en la bañera. Tal y como se explica en ¿Por qué se dice que la gente de Edo es de pura cepa?: la vida refinada de Edo, del Instituto PHP, durante el período Edo en las casas de baños era costumbre dejar una propina, además del importe por bañarse, en concepto de agradecimiento por los cálamos aromáticos. Esta se depositaba en el altarcillo para las ofrendas situado en el mostrador de la entrada. En la actualidad son muchas las casas de baños en las que aún es posible bañarse con cálamos aromáticos coincidiendo con el Día de los Niños.
El kawabiraki de Ryōgoku, los fuegos artificiales y los yakatabune
El 28 de mayo, según el calendario antiguo —en 2024, el 23 de junio—, tenía lugar el kawabiraki de Ryōgoku; esto es, el inicio de la temporada en la que se toma el fresco en el río, una cita que las clases populares de Edo esperaban con ansia. En la época en la que apretaba el bochorno la gente se congregaba a orillas del río Sumida, una zona bien ventilada, en busca del fresco. La temporada duraba hasta el 28 de agosto, también según el calendario antiguo, de modo que el río se llenaba de un sinfín de embarcaciones de distintos tamaños; además, los puestos y las casetas se alineaban en Hirokkōji, al pie del puente de Ryōgoku.
Cuando uno piensa en Ryōgoku, es imposible no acordarse de los fuegos artificiales. Estos se lanzaban el primer día del kawabiraki, práctica que se convirtió en el origen del actual Festival de Fuegos Artificiales del Río Sumida; era una forma de inaugurar la temporada por todo lo alto.
Los yakatabune, unas embarcaciones techadas, estaban siempre llenas de personas que habían reservado su plaza. Aunque se desconoce el precio exacto del viaje, no debía de ser nada barato teniendo en cuenta la demanda, de ahí que se piense que las embarcaciones grandes con tejado las alquilaban principalmente las clases pudientes. Aunque había algunas de pequeño tamaño que no tenían techumbre, subirse en ellas era caro, a no ser que uno conociera a un pescador y pudiera ir a bordo de la barca de este. A las clases populares no les quedaba otra que contemplar el espectáculo desde el puente o la orilla.
Hirokkōji, al pie del puente, era un lugar preparado para evitar la propagación del fuego, puesto que en Edo ocurrían con frecuencia incendios de gran envergadura, y servía también de refugio de emergencia para el pueblo. Así pues, normalmente no se podían poner en la zona puestos de comida y de bebida; sin embargo, se hacía una excepción durante la temporada del kawabiraki.
Si nos fijamos en el Nuevo ukiyo-e de una vista nocturna del puente de Ryōgoku, vemos que en la parte delantera se alinean las casetas y los puestos. El edificio alto que hay en el centro, a la izquierda, es una barraca donde actuaban artistas callejeros. Todas estas construcciones eran temporales, de modo que se desmantelaban cuando terminaba la temporada del kawabiraki.
Por otra parte, al llegar mayo, los vendedores ambulantes de tokoroten frío (fideos de gelatina vegetal agar-agar), de biwayōtō, un té que se elabora tostando las hojas del níspero japonés, y de pompas de jabón, apreciadas por los niños, se paseaban por las calles de Edo ofreciendo su mercancía. A las clases populares les gustaban todos estos elementos propios del verano. Tal vez estos vendedores se presentaran en Hirokkōji.
El Festival de Fuegos Artificiales del Río Sumida estuvo tres años sin celebrarse debido a la pandemia. En este contexto, si hay algo que no cambia respecto al período Edo, es la expectativa que genera entre mucha gente un acto como este, tan representativo del verano tokiota.
En cuanto a los orígenes de los fuegos artificiales del kawabiraki de Ryōgoku, la teoría más extendida es que empezaron a lanzarse para contribuir al reposo de las almas de las víctimas de la hambruna y la epidemia de 1733. Por otra parte, entre aquellos que investigan sobre la historia de los fuegos artificiales, hay quienes piensan que dicha teoría es un invento que data de la era Meiji (1868-1912) en adelante.
Independientemente de eso, no cabe duda de que fueron muchas las personas deseosas de ver el espectáculo pirotécnico por primera vez en cuatro años. Tal vez la reanudación de estos fuegos artificiales fuera la forma perfecta de marcar la época pospandémica.
Bibliografía
- Libro ilustrado de las costumbres de Edo a través del ukiyo-e, supervisado por Satō Yōjin y editado por Fujiwara Chieko (editorial Kawade Shobō).
- ¿Por qué se dice que la gente de Edo es de pura cepa?: la vida refinada de Edo, de Nakae Katsumi (Instituto PHP).
- El Edo de Sarai: la vida de las clases populares de Edo mediante gráficos por ordenador (editorial Shōgakukan).
Imagen del encabezado: vista del río, lleno de embarcaciones de distintos tamaños, y del puente de Ryōgoku, abarrotado de gente en La brisa en las tres grandes ciudades: escena de verano en el puente de Ryōgoku, en la capital del Este, propiedad de la Biblioteca Nacional de la Dieta. A juzgar por la cantidad de gente que hay en el puente, se trataba de un lugar muy popular.
(Traducción al español del original en japonés)